Medellín: un ejemplo de reconstrucción de ciudad en base a educación y cultura
Durante este fin de semana, el colombiano Jorge Melguizo, directivo de la Alcaldía de Medellín, conferencista y consultor internacional en varios campos, entre ellos cultura y educación ciudadana, se presentará en una serie de charlas en Uruguay. Para indagar en los cambios que tuvieron lugar en Medellín, de los cuales Melguizo fue impulsor, En Perspectiva dialogó con el especialista, quien dijo que la reconversión de la ciudad se basó en tres puntos fundamentales: "La política es algo muy importante como para dejársela solo a los políticos"; "las principales inversiones tenían que ser en educación y en cultura"; y había que establecer "la lucha frontal contra la corrupción". Melguizo reflexionó que si "en Medellín está siendo posible, en otras ciudades tiene que ser muchísimo más fácil, porque no han pasado por lo que nosotros hemos pasado". En una de sus presentaciones desarrollará la idea de que "es posible transformar nuestras ciudades desde la cultura", en una instancia organizada en el marco del 4º Seminario Internacional de Gestión Cultural.
(emitido a las 10.12 Hs.)
JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
En este punto no hay dos opiniones; la violencia en Montevideo viene aumentando y se manifiesta, entre otras cosas, en problemas en liceos, incidentes entre barras y peleas callejeras.
A propósito de la muerte de un chico de 16 años en las cercanías de Montevideo Shopping, el sociólogo Gustavo Leal dijo la semana pasada aquí en En Perspectiva que para revertir esta situación, esto que vive Montevideo, y otras partes también, pero centrado en Montevideo, hay dos cosas elementales para hacer: mejorar la educación media y construir ciudad.
(Audio Gustavo Leal.)
"Una política de construcción de ciudad que se expresa, para decirlo con una idea más concreta, en la plaza Liber Seregni. Allí se compró una manzana de la ciudad, se la derribó y se armó un centro polifuncional donde todos los fines de semana y a cualquier hora hay una cantidad de gente. Es una plaza que tiene custodia, que tiene una lógica que integra a distintos sectores sociales y a distintas edades. Hay que hacer un programa de esas características, pero a gran escala. Eso se ha hecho, por ejemplo, en ciudades como Medellín o Bogotá, que tenían problemas similares."
JAE - Sobre Medellín, Jorge Melguizo, directivo de la Alcaldía de la ciudad, conferencista, consultor internacional en varios campos, entre ellos cultura y educación ciudadana, dijo: "Si en Medellín ha sido posible asumir y enfrentar esa tragedia, en cualquier lugar del mundo es posible enfrentarla y empezar a hacer de la transformación el nuevo sentido de nuestras ciudades".
Jorge Melguizo participó en las transformaciones y cambios que vivió esa ciudad en los últimos años, una ciudad que hoy ha dejado de ser el emblema del narcotráfico y la ciudad más insegura del mundo para ser un ejemplo de ciudad integradora.
Recibimos a Jorge Melguizo, quien va a viajar a Uruguay en las próximas horas para participar en una conferencia titulada "Es posible transformar nuestras ciudades desde la cultura. El caso de Medellín", que forma parte del 4° Seminario Internacional de Gestión Cultural, organizado, entre otros, por la Intendencia de Canelones.
Lo encontramos en Medellín, a las 8.14 minutos. ¿Cómo está el tiempo por allí?
JORGE MELGUIZO:
El tiempo en Medellín siempre es agradable, esta es la ciudad de la eterna primavera, decimos nosotros. Tenemos unos 23 grados centígrados, y, como dirían los meteorólogos, es un cielo semidespejado, con algo de nubosidad, pero el día abrirá espectacular porque hemos tenido unos días de verano deliciosos.
JAE - Desde su perspectiva como colombiano, ¿cómo describiría la ciudad de Medellín?
JM - Medellín es una ciudad que ha sido el centro de todos los conflictos y de todos los males. Es una ciudad que cuando se nombra mundialmente siempre se asocia con narcotráfico y con violencia. En Medellín hemos vivido la peor de las violencias. En el año 91 murieron violentamente 6.700 personas en un solo año, 20 personas diarias por violencia, la mayoría menores de 20 años.
Es una violencia que nos ha golpeado desde muchos lugares. Desde la violencia política, la violencia guerrillera, la violencia paramilitar, el embate permanente del narcotráfico por intentar hacerse con los territorios urbanos, por el control del microtráfico. Pero, como usted decía, llevamos ocho años en un proceso de transformación profunda de la ciudad, y si usted hoy busca en Internet la palabra Medellín, aparecerán también las palabras cultura, educación, transformación, cambio. Es una ciudad que ha dado la vuelta y nos hemos parado ante el mundo a decir: tenemos estos problemas, los reconocemos, asumimos que los tenemos, los nombramos, pero les hacemos frente. Y les hacemos frente con una construcción colectiva, con hacer de esta ciudad un proyecto de inclusión y de equidad y con una transformación profunda desde lo público.
JAE - Le propongo recibir a Rosario Castellanos, que de algún modo es los ojos de la radio, que en más de una oportunidad ha estado en Medellín.
¿Qué destacarías de esa ciudad, Rosario?
ROSARIO CASTELLANOS:
Yo estuve en Medellín en el año 2008. Mi viaje a Colombia había comenzado con una invitación a un congreso de periodistas en Cartagena de Indias, y luego nos daban la opción de visitar algún otro lugar. Y yo opté por Medellín casi te diría que por una curiosidad con cierto morbo, justamente por lo que él planteaba; porque era la ciudad de la cual teníamos siempre los peores titulares.
Y volví de Medellín absolutamente deslumbrada, porque aparte de esa condición del tiempo excepcional, Medellín planteaba una cantidad de resoluciones a problemas que yo tantas veces denuncio en Montevideo, que me dejó convencida de que si ellos pudieron con mucha más razón podríamos nosotros. Una ciudad ubicada en una olla, rodeada de sierras relativamente bajas, no demasiado altas, que ha extendido su marginalidad trepando por las laderas, que en algún momento fueron los barrios más duros, más violentos, de los cuales ni siquiera los vecinos de uno podían aterrizar en el otro porque literalmente morían, los mataban en la calle. Yo pude recorrer con la más absoluta tranquilidad, con intereses múltiples en cuanto a construcciones de arquitectura de última generación ubicadas exactamente en el corazón de esas zonas marginales, con un telesférico impecable que une el alto con el bajo, y con experiencias de índole cultural y educativa que luego me gustaría contar desde mi óptica de ojos absolutamente asombrados.
JAE - Jorge Melguizo nos va a contar sobre esto, y lo va a contar en la conferencia.
¿Cuándo viene a nuestro país?
JM - Llego mañana jueves a Montevideo. Mañana tengo una agenda ya apretadita, porque vamos a Las Piedras y después a Canelones en la tarde-noche para la primera conferencia. Allí me veré con el intendente de Canelones, Marcos Carámbula, y su equipo, y estaré reunido con la gente de Canelones Demuestra y con la gente de Traful, las ONG que organizan este seminario internacional sobre gestión cultural, identidades y desarrollo humano. Mañana hay una primera conferencia a las ocho de la noche en Las Piedras. Y el viernes tengo una agenda en Montevideo, a las dos de la tarde nuevamente en Canelones el viernes, el sábado tengo todo el día entre visitas a medios y seminario. A las ocho de la noche del sábado tendré otra conferencia en este seminario en Canelones. El domingo me dedicaré a pasear por Montevideo, que me encanta, iré al Rastro con amigos, ustedes mencionaron a Gustavo Leal, a quien conozco desde hace muchos años, con Julio Calzada, el secretario general de Drogas; además estaré en su casa, me alojé en su casa con Paula y sus tres hijos.
JAE - Hablando de Medellín, hay algunas cifras impactantes. En 20 años, 60.600 muertes. ¿Qué destacaría? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué medidas se pusieron en práctica para que se comenzara a experimentar esta transformación de la ciudad?
JM - Tres cosas rápidamente. Primero un cambio político. Nosotros llegamos a la Alcaldía hace ocho años, quienes jamás habíamos hecho política electoral, veníamos de movimientos sociales, de ONG, de organizaciones comunitarias, de algunas empresas privadas y de universidades públicas y privadas. Y decidimos hacer política electoral con dos fases: la política es algo muy importante como para dejársela solo a los políticos, y desde la política se toman las decisiones más importantes para una sociedad. Pensamos que era necesario que quienes estábamos por fuera de la política electoral nos metiéramos allí. Ganamos la alcaldía y gobernamos esta ciudad desde el 1º de 2004, primero con el alcalde Sergio Fajardo y luego con el actual alcalde, Alonso Salazar.
En segundo lugar, definimos que las principales inversiones tenían que ser en educación y en cultura. Entre el 30 y el 40% de todo nuestro presupuesto ha estado destinado a la educación pública, y el 5% de todo el presupuesto de la alcaldía se dedica a cultura desde el año 2004.
Y una tercera clave es la lucha frontal contra la corrupción. La corrupción es el principal impuesto que pagan los pobres, en la corrupción se va buena parte del presupuesto público de nuestros países en América Latina. Entonces abordamos el trabajo público con esa intención, una lucha frontal contra la corrupción, y con la esperanza de hacer de lo público un sinónimo de confianza, de calidad y de equidad.
JAE - En primer lugar, ¿este cambio implicó aumento presupuestal?
JM En Medellín hemos venido aumentado nuestro presupuesto de dos maneras. El presupuesto de Medellín se divide en tres partes, una tercera parte es transferencia de la nación, con lo que ha sido un muy buen proceso de descentralización; otra tercera parte viene por impuestos propios de la alcaldía, básicamente el impuesto a la renta, y la otra parte la alcaldía es dueña del 100% de sus empresas públicas. Todo lo que yo abro o prendo en mi casa, la luz, el gas, el agua, el alcantarillado, las basuras, la telefonía incluso, hasta el cable de televisión, se lo pago a la alcaldía. Y esas empresas son 100% públicas, son altamente rentables, y hoy incluso tenemos inversiones como alcaldía de Medellín, por intermedio de nuestras empresas públicas somos dueños como ciudad de Hidroeléctrica, de centrales eléctricas en Panamá, en Guatemala, en El Salvador, en una extensión territorial que nos permite generar muy buenos ingresos para proyectos sociales.
JAE - ¿El sector privado de qué manera se integra a esto? ¿Está integrado?
JM - El sector privado se ha involucrado muchísimo en la gestión de la ciudad, de dos formas. Una con su solidaridad económica con grandes proyectos educativos y culturales, grandes inversiones en proyectos culturales y educativos públicos. Y dos, con un trabajo de acompañamiento a las políticas públicas de transformación de Medellín. Hemos dicho que el reto de sacar esta ciudad adelante no es un reto solo de un Gobierno; tiene que ser un reto colectivo, y aquí hemos logrado una muy buena implicación de las empresas y de los empresarios privados de Medellín.
JAE - ¿Qué pasó en los barrios más humildes? ¿Cómo se actúa allí concretamente? Porque en algunos momentos se han establecido pactos ciudadanos. ¿Cómo es eso?
JM - Partimos de una base: lo contrario a la inseguridad no es la seguridad, o al menos no solo lo que se llama tradicionalmente medidas de seguridad. Es decir, no es solo policía, cámaras de vigilancia, operativos militares, etcétera. Lo contrario a la inseguridad es la convivencia. Por lo tanto, lo que hay que hacer en los barrios más pobres, donde la gente vive con mayores dificultades económicas, es hacer una inversión integral del Estado, que el Estado llegue integralmente a los barrios adonde no había llegado, donde no había Estado literalmente.
JAE - ¿De qué manera?
JM - Llegamos con proyectos, por ejemplo los grandes parques biblioteca que mencionaba Rosario, que son unos íconos, unos símbolos, están ubicados en los barrios más pobres de Medellín. Tenemos cinco parques biblioteca en funcionamiento y otros cinco en construcción, tres para entregar este fin de año y otros dos para entregar a principios del próximo año.
Esos cinco parques biblioteca se abren los siete días de la semana, no se cierran ningún día, ni siquiera jueves ni viernes santo, y van cada semana 85.000 personas a los cinco parques bibliotecas. Eso es como llenar nuestro estadio de fútbol dos veces por semana. Y allí se encuentran con 20.000 libros, con 220 computadoras con internet gratuita, con ludotecas, con un centro de desarrollo empresarial, con escuelas de música, con auditorios, con teatros, es decir, con los mejores equipamientos públicos para la cultura, para la recreación y para el deporte.
Pero también se hizo una enorme inversión en colegios públicos. Hoy, los grandes colegios de Medellín son públicos. El 80 % de la población de Medellín va a colegios públicos. Y esa educación pública era de mala calidad, al menos de peor calidad que la educación privada. Y no puede ser; la educación pública tiene que ser de excelente calidad. Hemos hecho proyectos de infraestructura, los mejores colegios en los barrios más pobres con las mejores condiciones, pero también proyectos de gestión de calidad. Por ejemplo, los empresarios privados de Medellín están en todas las juntas directivas de los 220 colegios públicos de Medellín. Tenemos empresarios de primero, segundo, tercer nivel, presidentes, gerentes o subgerentes, acompañando la gestión de calidad de esos colegios públicos.
JAE - Usted insiste en que la propuesta sobre Medellín arranca en la cultura, la educación y el urbanismo. En el caso de la cultura, ¿cómo se hizo en un primer momento para acercarla a gente que estaba excluida, marginada desde hacía varios años?
JM - Dos claves hay también. Una, asumimos que la cultura es un derecho ciudadano, es decir, todo el mundo, toda la población tiene derecho a tener acceso a lo mejor de la cultura. Y lo mejor de la cultura tiene que estar disponible al acceso de la mayoría de la población. Hoy los museos de Medellín tienen entrada libre para toda la población, el Jardín Botánico, que cobraba por entrar, desde hace tres años tiene entrada libre para toda la población. Compramos un teatro que era un teatro comercial, de 1.040 butacas, lo restauramos y desde el 21 de diciembre de 2007 todo lo que pasa en ese teatro, todas las noches, de martes a domingo, es de entrada libre para esas 1.040 personas que llegan allí. Espectáculos de danza, de música, de teatro, de títeres, todo lo mejor de la cultura, con programación de excelente calidad.
Reformamos toda la programación cultural de la ciudad para llegar a los espacios públicos. Convertimos los parques y los espacios públicos en escenarios que llamamos de animación urbana. En los parques y en los espacios públicos ocurren eventos culturales, deportivos, recreativos.
Una segunda cosa. En los barrios más pobres de Medellín, en todos, había grandes expresiones culturales que trabajaban sin el Estado, contra el Estado o a pesar del Estado. Le doy un ejemplo: los grupos de hip-hop, de rap, en Medellín hay muchísimo rock, muchísimo metal y muchísimo rap, toda la vida. Estos muchachos lo que necesitan es una plataforma, un apoyo del Gobierno, políticas públicas, presupuestos públicos, apoyo del Gobierno para poder hacer su trabajo. En los barrios de Medellín están esas historias, están esos proyectos, lo que hay que hacer es escucharlas, reconocerlas y potenciarlas.
Eso nos pasa en toda América Latina, hay un proyecto continental, por cierto, se llama Plataforma Puente para impulsar la cultura viva comunitaria. Es decir, para que todos los gobiernos, municipales, regionales y nacionales, apoyen los proyectos culturales que están ocurriendo en los barrios, porque hay una buena parte, una buena clave para la convivencia, y hay una buena clave para la superación de nuestros problemas: reconocer esos hechos culturales en los barrios, escuchar lo que estaba pasando en la ciudad y potenciarlo ha sido también una de las claves de la cultura en Medellín.
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JAE - Han llegado varias preguntas a propósito de lo que usted estaba planteando recién. Por ejemplo: ¿qué pasa con el narcotráfico?, ¿qué ocurrió con el narcotráfico en Medellín? ¿Cuánto explica eso?
JM - El narcotráfico ha sido un peso permanente en la sociedad desde hace 30 años. Esta fue la sede de Pablo Escobar, que en su momento fue el mayor narcotraficante del mundo, y el narcotráfico sigue haciendo sus embates por apoderarse de territorios urbanos en Medellín. Nosotros mantenemos todavía una guerra muy dura del narcotráfico contra la ciudad y contra los barrios, y una guerra de la ciudadanía y de las autoridades contra el narcotráfico.
JAE - Uno podría preguntar cuánto ayudó la desaparición de Escobar.
JM - Le diría que absolutamente nada. Aquí decimos que esto es como el monstruo de las mil cabezas; usted le corta una y aparecen dos mil. Cada vez que cae un narcotraficante aparecen dos o tres que son sus lugartenientes, sus segundos y sus terceros, que disputan entre ellos el poder que el anterior dejó, porque está muerto o encarcelado. Todos los grandes capos del narcotráfico en Colombia, absolutamente todos, de los últimos 30 años, están muertos o en la cárcel, pero cada vez aparece uno nuevo. Yo no conozco otro país y he analizado el tema, porque he trabajado con el tema de drogas desde hace muchísimo tiempo, por eso mi relación anterior con Uruguay en el tema de prevención de consumo de drogas donde tantos jefes del narcotráfico hayan sido detenidos o hayan sido dados de baja en enfrentamientos con la policía o con el ejército. Y, sin embargo, cada vez aparecen nuevos reemplazos. Eso es un negocio de nunca acabar. Mientras sea negocio siempre habrá quien esté dispuesto a hacerse con el poder del narcotráfico.
Es decir, hoy en Medellín no somos una isla encantada en medio de un país en conflicto, pero hemos sabido enfrentar también esos embates del narcotráfico a punta de proyectos sociales. Algo de eso contaré el lunes en Maldonado, invitado allí por la Dirección de Cultura, cuando hable del Plan de Desarrollo Cultural. En el Plan de Desarrollo Cultural no hemos puesto los énfasis solo en el hecho cultural, sino en la cultura ciudadana, en la transformación de nuestros valores, en la transformación de nuestras conductas, en la generación de espacios de convivencia. Eso es parte de lo que quiero compartir durante estos días que voy a estar en Uruguay.
RC - Sin embargo a mí me queda una pregunta: si el problema del narcotráfico era el que creaba el clima de violencia, y usted dice que el narcotráfico sigue campeando en Medellín: ¿solo con la educación de los ciudadanos se ha logrado frenar la violencia, aun existiendo todavía el narcotráfico? ¿O hay una política que ha ido en contra hasta del consumo o del propio narcotráfico en Medellín?
JM - Es una combinación de muchísimas cosas, las respuestas no son de un solo sentido. Hemos hecho, como decía al principio, de la educación y la cultura nuestras principales herramientas, pero eso va acompañado de la intervención integral en los barrios, de la generación de oportunidades para los más jóvenes. La alcaldía de Medellín tiene 100 programas para la población joven. Entre esos 100 programas hay programas por ejemplo para los jóvenes que hoy están en bandas pero no están judicializados. Hay programas para los jóvenes que creemos que están en la puerta de la banda, esos que decimos que están como en la esquina esperando ser cooptados o por la delincuencia o por propuestas del Gobierno o propuestas que los integren a la sociedad. Lo que hacemos es tratar arrebatarles esos jóvenes a las bandas delincuenciales antes de que lleguen o antes de que se metan en más problemas. Entonces hay un menú de ofertas para esos jóvenes. Y hay ofertas para los jóvenes que no están metidos en ninguno de estos conflictos.
Hemos dicho, con una frase fácil, que la delincuencia les abre muy fácil las puertas a los jóvenes. Un muchacho se va a un barrio de Medellín y si quiere hacer algo malo, encuentra facilidad; si quiere coger un arma, si quiere vender droga, si quiere cometer un delito, encuentra facilidad para hacerlo. Pero la responsabilidad nuestra como ciudad es abrirles la puerta de lo bueno a todos esos muchachos. En una ciudad se tienen que cerrar las puertas de lo malo y tienen que abrirse las puertas de lo bueno.
Yo vi en una noticia de ustedes, hoy precisamente en la página web de Espectador.com, sobre niños de 10 a 15 años que asaltaron un bus. ¿De qué se habla ahí?, ¿de delincuencia? Se habla de generación de oportunidades, de qué manera podemos cooptar esos niños, que son niños, de 10 a 15 años, yo no los llamaría delincuentes, son niños. Hay que abrirles oportunidades; hay que hacer programas de estilo de vida saludable, de hábitos de vida saludables en la educación primaria con muchísima fuerza y de manera permanente. Hay que hacer un conocimiento integral de la ciudad, hay que poder entender lo que está pasando en esos barrios escuchando sus propuestas. Hay que generar espacios de participación muy amplios en todos los niveles, con niños, con jóvenes, con adultos, con ancianos.
RC - En ese sentido, yo vi funcionando una de las primeras bibliotecas parque y por la calidad de sus instalaciones era un edificio particularmente interesante, que parecía colgado allí en lo alto, y la calidad de los servicios, no estaba pensado para marginales. Sin embargo había una condición en cuanto a cómo usar esos espacios, que era parte de la educación. Los niños, que de pronto no estaban formados en todo lo que significa formas de conducta, se comportaban allí notablemente bien.
Lo mismo en el uso del espacio público, donde guardaparques, chicas jóvenes con muy buenos modales y buena educación, les indicaban cuál era el uso apropiado de un estanque en el cual hasta podían meter los pies. Entonces hay también una especie de contrapartida en lo que se ofrece en cuanto a las condiciones en que esto debe ser usado.
JM - Claro, ahí se dan dos elementos. Si usted tiene en un barrio, por más pobre que sea, un edificio y unas instalaciones de la más óptima calidad, con el mejor mobiliario, con las mejores condiciones, eso automáticamente produce un respeto por ese mobiliario, por ese edificio. Si lo público es sinónimo de la máxima calidad, del máximo respeto, y se asume que todos los equipamientos públicos tienen que ser de la máxima calidad, que no porque sean para los barrios más pobres tienen que tener equipamientos pobres. Es lo ilógico en nuestros países, en los barrios más pobres se construyen equipamientos pobres. Nosotros construimos utilizando esa expresión dura: construimos los mejores equipamientos, los que podrían haber estado en los barrios más ricos de Medellín, en los barrios más pobres, para que lo público pueda ser sinónimo de confianza y de calidad. Entonces se genera una relación inmediata con el objeto, con el edificio, con el mobiliario.
Pero en segundo lugar se hace un trabajo muy grande de educación ciudadana, de respeto, de apropiación. Hay una frase: uno no puede amar lo que no conoce. Entonces tenemos los programas de conocimiento y de reconocimiento de los entornos, de la geografía física, de la ciudad, de la geografía social, de la geografía humana, que seamos conscientes de lo que somos como ciudad. De lo bueno y de lo malo, Rosario, porque usted misma se pudo haber dado cuenta de que, por ejemplo, nuestros cables, hoy tenemos tres cables en el sistema conectado al metro, en total tenemos unos nueve kilómetros en cables que van hasta los barrios más pobres. Y hoy mismo están en licitación otros dos cables para dos de las partes más pobres de Medellín, y usted ve que el turismo va a esos cables y lo que le toca ver es la pobreza más dura. Nosotros somos transparentes en eso, es nuestra ciudad, no la vamos a esconder. Pero esos mismos barrios, los más pobres, se han convertido en sitios turísticos.
RC - Y esos cables tienen un programa de libros que se van dejando en las estaciones que quisimos imitar acá y creo que no prosperó, que me llamó poderosamente la atención.
JAE - María Elena va en esa línea, dice: "Me impresionó en mi estadía en Medellín la penetración del metro y su influencia benéfica en los barrios marginales". Dice que es un ejemplo de integración. "Cultura metro" le llama.
Hay otras inquietudes que se repiten, que tienen que ver con el planteo general que usted hace, y con el rol del Estado, o con lo público. Usted llegó a decir que hay servicios como la televisión por cable que son brindados por la propia alcaldía, son empresas públicas, son funcionarios públicos que están detrás. ¿Cómo se ha logrado el apoyo de los funcionarios para que esto funcione? ¿Dónde está el secreto? Porque uno tiende a pensar que todo lo público es sinónimo de algo que no es eficiente, de algo que se hace a desgano. Hay por supuesto excepciones, pero grosso modo uno podría suponer eso. ¿Cómo ocurre lo contrario en ese caso?
JM - En Medellín hay una experiencia ya de 50 años con las empresas públicas de la ciudad, las consideramos las joyas de la corona. Político que haya intentado meter la mano a las empresas públicas para volverlas un nido de corrupción o un espacio para la politiquería, es político que ha caído. La misma ciudadanía sale a defender, precisamente porque la atención con los servicios públicos es de altísima calidad. En una encuesta reciente de una veeduría cívica que hacen los periódicos, la Cámara de Comercio y varias entidades, el resultado fue que el 98% de la población de Medellín se siente satisfecha o muy satisfecha con sus servicios públicos. Entonces, la gente tiende a cuidar y a defender eso que para ella es de absoluta calidad.
En segundo lugar, hemos hecho también un trabajo de preparación de los funcionarios públicos. Tiene que haber una escuela permanente de formación de esos funcionarios públicos, que la gente sepa para dónde va. En la historia sencilla, hay dos personas pegando ladrillos, adobes; y uno les pregunta a los dos: "¿Qué estás haciendo?", y uno dice: "Estoy pegando ladrillos", y el otro dice: "Estoy levantando un colegio". El primero está haciendo una tarea, y la hará siempre, pero el segundo sabe para qué está pegando esos adobes, está haciendo un colegio, el mejor colegio de su comunidad. Nosotros incluso a los obreros lo cuento en una de las conferencias que han trabajado en los grandes proyectos públicos de la ciudad les entregamos las camisetas para el trabajo diario que dicen "Yo estoy construyendo el parque biblioteca", "Yo estoy construyendo el colegio del barrio", de manera que se convierten también en anuncios permanentes del barrio, generan ese sentido de apropiación. Es simplemente mantener el orgullo de ciudad.
Tiene que ver también con que nosotros, por haber sido una ciudad tan golpeada por la violencia, tan estigmatizada nacional e internacionalmente, que dijimos "tenemos que salir de este hueco tan profundo". Y por eso cada una de estas cosas que hacemos hoy nos enorgullecen tanto, son generadoras de esperanza. Y lo que uno dice es que hoy, en los barrios, y tal vez Rosario y las personas que han venido a Medellín de Uruguay que están escuchando El Espectador sabrán que usted se sube a un taxi, va por la calle o conversa con cualquier persona y todo el mundo le puede hablar de lo que ha pasado en la ciudad, tiene el discurso, tiene el cuento. Vendemos mucho esta transformación de Medellín, porque creemos en ella, nos la apropiamos.
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JM - Como dijo Rosario al principio, a partir de su venida a Medellín: si en Medellín fue posible, en cualquier lugar es posible. Difícilmente una ciudad, al menos de América Latina, ha tenido tantos problemas sociales y de inseguridad como los que ha pasado Medellín. Nosotros hemos demostrado que es posible, con voluntad política y asumiendo esto como un reto colectivo. En Medellín está siendo posible, en otras ciudades tiene que ser muchísimo más fácil, porque no han pasado por lo que nosotros hemos pasado.
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Transcripción: María Lila Ltaif
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