en perspectiva y sus oyentes

Cuentos Ganadores de la última convocatoria del Concurso de cuentos breves de La Tertulia de los Viernes

Este mes, la consigna era escribir un cuento "a la manera de Horacio Quiroga"


Selección de cuentos nominados

Título: Â"La curiosidad del TatúÂ"
Seudónimo: Â"Bohemio VagabundoÂ"

Una familia de tatúes vivía en una cueva en el monte. Los tatúes son muy desconfiados, pero también son muy curiosos. En ese campo de Misiones nunca pasa nada, por eso es que cuando el capataz de la estancia pasó cerca de la cueva, el más grande de los hijos tatúes se quedó fuera no haciendo caso a los gritos de su familia. No fue difícil atraparlo, ya que a eso había ido el capataz, para mandar a la ciudad un tatú a sus hijos  que les encanta comerlos asados. Lo subió al carro y dejó atrás la estancia. Un topo, que asomaba su nariz, vio la escena y corrió bajo tierra a decirles a los tatúes donde llevaban a su pariente ya que conocía todos los movimientos del capataz y había ido una vez a su casa de la ciudad. Pasó el tiempo, y los topos, que en la colonia eran más de cien o más de mil, construyeron un túnel desde el campo a la plaza de la ciudad. Desde esos días, los tatúes viajan bajo tierra todos los domingos para verlo en la orquesta del pueblo. Están orgullosos de ese charango.


Título: Â"Nuevo tiempoÂ"
Seudónimo: Curupay

Los primeros en divulgar la nueva fueron los carayás. Nadie mejor que los monos para interpretar el rumor de las hojas, lenguaje de los árboles.
Tracayá, la tortuga de agua y carumbé la de tierra ya lo sabían, pero introvertidas como buenas tortugas, solo lo comentaron entre ellas.
El menguado monte tendría paz al fin. No mas hachazos ni tiros.
Podrían volver a criarse, a crecer, los hombres se fueron.


Título: Â"ReencuentroÂ"
Seudónimo: Â"BiguáÂ"

Guapurá lo abrazó fuerte. Permaneció de pié, con la vista en el suelo, sin hablar. En medio de la pieza, apenas iluminada por veinte velas, yacía Luna. Las sombras de la noche escondieron su salida del lugar. Se internó en el bosque, llegó al río, soltó la amarra de su canoa y  subió a ella. Remó hasta sentirse llevado por la corriente. Desde el cielo azul, la luna llena, grande como creía no haberla visto nunca, reflejaba su luz en el agua. El fondo de la canoa golpeaba contra las piedras del lecho. Aunque lejano, ya oía el rumor. A sus costados las siluetas negras de la selva indígena y sus extraños sonidos, los cantos, gorjeos y silbidos de las aves nocturnas. El lucero le acompañaba. El rumor, cada vez más cerca, era cada vez más fuerte. Acunado por el río, se acostó sobre el fondo de la canoa, mirando el cielo. En la calma paz de la noche sentía paz en su alma. Sonreía. El rumor ya era trueno, bramido de fiera.
Entonces, la ‘garganta’ del Iguazú lo llevó hasta su amada LunaÂ...


Cuentos preferidos por los tertulianos:

Cuento elegido por Mauricio Rosencof

Título: Â"EL VESTIDOÂ"
Seudónimo: Pipo

La camisa estaba pegada al cuerpo por la transpiración. Empujó la chalana hacia la costa para dejarla al resguardo de unos sarandíes. Levantó los tres sábalos que ensartados en el trasmallo la noche anterior quedaron atrapados para siempre. Subió descalzo la barranca y caminó hacia el rancho para hacer lo de casi siempre desde hace dos meses. Limpió los pescados espantando apenas el mosquerío que ya no le molestaban. Calentó grasa en un sartén, fritó postas y las puso en dos platos frente a frente. Comió por rutina mirando fijamente el plato de enfrente con el único ruido del aleteo de las moscas. Estuvo un tiempo sin moverse, pensando en todo. Salió hacia la enramada donde había una hamaca y se tiró a descansar tomando el vestido de siempre, el vestido que hasta hace dos meses había tenido cuerpo. Hizo un ovillo y lo abrazó como a una almohada, de costado, mientras se quedaba dormido, ido. La mancha, ahora marrón, que rodeaba un tajo del vestido quería salir del mismo pero no podía.

Cuento preferido por Matilde

Título: Â"Por finÂ"
Seudónimo: Carrara

El anciano bajó de su charret de un salto terco para ganarle a los años. Cortó camino entre los juncos en un minuto eterno para quien lo esperaba bajo el alero. Se miraron, padre e hijo, y ganó el silencio. Afuera, abrazo fuerte con choque de sombreros.  Un ruido de cuchillos y alguna caña los habían separado ya hacía veinte años .Adentro,  Â"Por fin, logré juntarlosÂ" parecíó decir su cara enmarcada en el cajón, solitaria, en la pieza inundada de flores.

Cuento elegido por Juan

Seudónimo: Dulcinea

La sangre salía a borbotones, por la herida de la bala. Con sus manos temblorosas intentaba en vano, tapar el agujero por donde se le escapaba la vida. El dolor, fue cediendo poco a poco, y un alivio de muerte inundó su mirada sombria. En un duelo, siempre alguien pierde-pensó-. Acomodó su cuerpo contra el tronco del árbol, mientras sus ojos se cerraban. Otra vez será- se dijo- y  su cabeza se inclinó, lentamente hacia el ocaso.

Cuento elegido por Carlos

Título: Â"PescaÂ"
Seudónimo: Casi

La pesca esa tarde no se hizo presente, el mar agitado se disfrazaba de espumas mientras perdía la mirada buscando algo interesante.
Entre olas indefinidas un bulto obscuro se dejó ver por un momento.
Luego de un rato de espera reapareció más cerca; el Sol ya era una línea del horizonte y  la noche se iba adueñando de todo.
Me pareció ver que un brazo se asomaba cuando desapareció nuevamente.
Abandoné la pesca y arrimándome lo máximo posible al lugar donde debería volver a salir,
 entre en el agua hasta la cintura. El corazón quería huir  del pecho y las rodillas apenas me soportaban; la playa seguía desierta y el frío aumentaba mi tormento.
Sentí que algo duro rozaba mi  pierna, pero nada pude ver.
 Abandoné la búsqueda y en el momento que comenzaba a salir del agua un fuerte golpe en las pantorrillas me hizo hincar.
Salí lo más rápido posible mientras la noche se adueñaba del lugar y la angustia apuraba mis pasos.


Cuentos finalistas.

3° Premio:

Título: Â"Aquella playaÂ"
Seudónimo: Â"Tata JorgeÂ" (*)

Aquella playa de arenas blancas nos convidaba y bajamos del auto corriendo sin siquiera cerrar las puertas. Era todo nuestro aquel regalo natural, ningún ser humano perturbaba esa dicha hasta donde alcanzaba la vista. Dejamos los zapatos y saltamos a la arena. Natalí corriendo me invitaba a seguirla. Sin aliento, nos detuvimos a contemplar el sol que despuntaba. Regresamos lentamente. Y no estábamos solos, como a 50 metros alguien al resguardo de una pequeña duna había dormido en la playa. Nos acercamos. Ni un movimiento, parecía  que nos habíamos equivocado y era sólo un bulto tapado con una especie de capote oscuro. Me hice de coraje, arrodillado en la arena, con sumo cuidado, levanté una  punta del capote. Una cara femenina con un rictus extraño y más blanca que la arena. Una larga fila de hormigas la recorría y se metía por su nariz, su boca y unos ojos enormemente abiertos! Espantado dejé caer el capote y junto a una Natalí descompuesta corrimos hacia nuestro auto. No estaba.

 (*) Gissel Fernández.
C.I. 2.622.010-9



2° Premio

Título: El parto
Seudónimo: Naranjo (**)

_Padre, ayúdeme por favor... Así, desesperada, pedía una joven, próxima a parir. Había quedado sola, y el pueblo casi desierto ya que la gente toda se había ido alejándose de los miasmas.
El cura tapándose con un pañuelo su la boca, le decía que no sabía nada de partos, y que se fuera a otro lado.
La joven le respondió que la acompañara con un gran palo, solamente eso.
Llegados a la ribera, la joven ató sus brazos en una horqueta donde frecuentemente hacían el parto  las de su pueblo. Con un canto lastimero fue pariendo con naturalidad. El cura a una distancia prudencial no sabía qué hacer, y menos con el palo. Ella lo miró y le dijo: _Padre, tú debes cuidar que no venga  ningún animal antes de tiempo. Luego, ella tomó un par de piedras muy pulidas que tenía a su lado y aplastó el cordón umbilical antes de cortarlo con sus dientes. El Padre, no había salido aún de su asombro, cuando madre e hijo se lavaban ya en el río, mientras que un par cerdos se peleaban por la placenta.

(**) Alejandro Tempesta Tastás
CI: 937.494-9


1° Premio

Título: Â"EL AVIÓN DE PAPELÂ"  
Seudónimo: Icaro (***)

Pablo está asomado al balcón redondo del séptimo piso.
Ha pasado toda la noche escribiendo a mano su poema de amor, multiplicado en cientos de hojas que dobló pacientemente.
Tiene una bolsa llena de aviones a tinta con su poema, y a cada mujer que pasa le apunta al corazón y lanza su avión de papel. La mayoría sigue de largo indiferente, otras ni siquiera lo ven,  una lo pisa y continúa caminando. Pablo intuye que alguna leerá su mensaje. Cuando faltan cinco minutos para las doce, Cecilia, de 16 años, pelo rojo y cara pecosa, da dos pasos para alcanzar el avión que aterrizó a su lado. Al levantarlo, ve las letras rojas asomando entre los  pliegues y descubre el poema  que le está destinado.
Esa es la señal que Pablo está  esperando: vacía la bolsa y todos los aviones de papel remolinean, vuelan  y caen, mientras Cecilia sonriente los mira y lo mira a él.
Pablo cayó antes que los aviones. Los poemas de amor formaron un velo blanco y piadoso, sobre sus ojos abiertos.

(***) Laura Lockhart
CI: 1.249.756-4