El ejercicio de memoria no exenta de nostalgia que propone
El Espectador con esta propuesta, me ha llevado a los maravillosos momentos de
verano, transcurridos durante tres años
consecutivos, desde mis 13 a
mis 15 años de vida. Los tres tuvieron como marco Piriápolis, iba con mis
abuelos maternos y nos alojábamos durante ocho días en el hoy ex-Hotel Italia,
a unas 3 cuadras de la rambla. Podría abundar sobre las idas a la playa, las
caminatas, la estadía con sus 4 comidas (!), la fascinación de subirme a la
bici y descubrir durante horas infinidad de "rutas" en solitario, no faltó
el "enamoramiento-flirteo" con alguna chica que -como siempre- no era
uruguaya y cuando se iba te dejaba un "hueco" en el púber corazón.., también
ir de noche a escuchar música en vivo en locales para gente grande (siempre
encontrando la forma de colarme). Y ahora mismo, en el momento de evocar y
escribir todo esto, creo que lo más importante es que la figura de los abuelos
se agiganta y me da la oportunidad de dejar un profundo testimonio de amor
hacia ellos.
PD. El Hotel Italia era propiedad de la familia Invernizzi.
y recuerdo como flash la figura imponente en lo física, del Tola Invernizzi,
genial artista plástico que tuvo este país, tipo inclasificable y mágico, que
seguramente y sin quererlo, acaso movilizó, entre otra gente, mis genes artísticos.