Luego de la sequía generalizada que ocurrió durante el verano, las lluvias de febrero permitieron cambiar el ánimo de los productores, ya que hubo un rebrote de las pasturas y las necesidades de tener agua se vieron satisfechas de inmediato.

Atrás quedaron las precipitaciones y nuevamente se observa en el campo un déficit hídrico que se acentúa hacia el norte del Río Negro, fundamentalmente en la zona de basalto, donde se comienza a observar falta de agua para bebida de los animales.

Para la región este y centro sur, la situación sin ser tan compleja, lentamente esta volviendo a dificultarse observando algunos problemas de calidad de agua y la producción de forraje.

La siembra de mejoramientos se retrasó por la falta de humedad en el suelo, pero fundamentalmente porque no se dispone de semilla, o en el caso de estar disponible, porque los precios son muy altos.

En relación a la ganadería, se realizaron diagnósticos que arrojan resultados inferiores a los de años anteriores, por lo cual se espera que los índices de procreo desciendan en un promedio del 20%.

Las peores previsiones a causa de la falta de agua son para la región del litoral norte.
Actualmente, el ganado se encuentra en pasturas de mal estado y las muertes por la falta de alimento son moneda corriente. Seguramente, la pérdida de animales será mayor para el próximo invierno si no se toman medidas inmediatas en cuanto al manejo.

Muchos productores se preparan para el invierno, en este sentido se pretenden colocar los lotes de ganado lo antes posible para darle un descanso a las praderas. Este movimiento de ganado se percibe en las ferias ganaderas, donde se registra un aumento de la oferta y una disminución de la demanda. Con este marco, se da un notorio descenso de los precios.