La dejó pasar *por Santiago Díaz
JR lideró un proyecto revolucionario, seductor y atractivo que provocó una grata resignificación de la selección uruguaya. Sin embargo, manejó muy mal las relaciones humanas y perdió, fuera de la cancha, la chance de hacer historia.
Carrasco no dejó de ser el técnico de la selección porque su propuesta futbolística sea inviable. El famoso 3-3-1-3 fue el que goleó a Bolvia, el que le ganó con claridad a Chile y el que logró dar vuelta aquel partidazo con Brasil. Por eso, analizando porqué involucionó tanto el renidmiento del equipo, llego a la conclusión de que se trata de un tema extra futbolísitco. Las actitudes del técnico fisuraron la credibilidad que había conseguido en el vestuario. Su comportamiento en el Pre Olímpico es un buen ejemplo. Carrasco responsabilizó a los jugadores luego de cada partido, no los respaldó tampoco en la interna y no dio la cara en el momento de la eliminación en primera fase. También podemos recordar los extraños cambios ante Paraguay y Brasil, el borrón a Mario Regueiro, la sustitución de Forlán frente a Chile y el patético apriete de Luis Torena a Marcelo Sosa. Todos estos elementos no solo fueron distorsionando su imagen ante la prensa y el público, sino también ante los jugadores. Solo así se explican las diez chances de gol netas que tuvo Venezuela en el Centenario, cuando Bolivia pateó tres veces al arco y Chile apenas dos. El fin de Carrasco empezó a orejearse en el Pre Olímpico y se concretó en la triste goleada del 31 de marzo. El sistema de JR no es inviable, pero pasa a serlo si no hay aplicación, concentración y absoluta adhesión a la causa por parte de sus intérpretes. Venezuela lo dejó muy claro. Claro que Carrasco cometió errores futbolísticos, y podemos discutir si Marcelo Romero debió jugar por Ligüera, porqué no actuó Christian González, porqué no lo hizo Bueno o porqué salió Forlán. Pero, la principal falla del entrenador estuvo en el relacionamiento fuera de la cancha y en hacer todo lo posible para que sus dirigidos se identificaran cada vez menos con el proyecto. Carrasco demostró que Uruguay puede cambiar su forma de jugar, pero también dejó en claro que no puede hacerlo basado en la soberbia y en la prepotencia. No dejemos que Carrasco nos quite la esperanza que él mismo generó. Como en varias de sus jugadas, JR la dejó pasar, pero la chance del cambio sigue ahí.