El fútbol uruguayo se quiere poco. * Por Ricardo Piñeyrúa
Esta histórica seguidilla de tres partidos perdidos y once goles en contra ha provocado un debate en el Uruguay futbolero.
El debate es superficial pues hay tantos intereses y privilegios para defender, que el discurso mayoritario busca culpas y no causas. Volvemos a lo mismo, polarizamos la discusión a favor o en contra de Casal, los jugadores de Europa o los de acá, técnico uruguayo o extranjero. Los oportunistas aparecen por todos lados, varios dan volteretas en el aire para no caer mal parados y hasta un diputado sale a agitar trapos que le puedan dar votos y un mejor lugarcito en las listas de octubre. Pero creo que no buscan en serio los porqué de éste complejo momento del fútbol, que no tiene una única causa. Yo descarto el debate entre los de acá y los de allá, el tema de jugadores con hambre, fascista herencia que nos dejó Luis Cubilla. Descarto que no quieran jugar o que no "metan" para cuidar la piernas. Sé, porque le fue bien en países que están mejor que Uruguay en las Eliminatorias, que Fossati es buen técnico, como lo eran Púa, Passarella o Carrasco y también sé que algunos jugadores de buen nivel cuando vienen a jugar por la selección fracasan inexplicablemente. Sé que para las condiciones en que se juega la Eliminatoria, la selección tiene lo necesario y ninguna traba más que la que la propia competición y sus reglas le pone. Puede haber errores en los planteos, la elección de los jugadores y hasta desgano, pero no nos engañemos, por allí no va la cosa, siento que a nuestro fútbol le ha faltado quererse más a si mismo. No se defendió en una época en la que Europa con todo su poderío económico concentró el mejor fútbol y con él las reglas de la competencia. Se adaptó a esa realidad y creyó que estaba bien, y ésta fue aprovechada por unos pocos, jugadores y empresarios que se han enriquecido. A ellos fue a parar el rédito de las transferencias, no a los bolsillos de los que se quedaron acá, peleando por ganar diez salarios mínimos, ni a los clubes que los transfirieron quienes están endeudados y empobrecidos. Nos ajustamos a la dependencia y no tuvimos un proyecto nacional. Nuestro fútbol creyó en fabricar jugadores, invirtió en complejos que no puede mantener y aceptó la limosna que se devuelve con la sumisión y los votos. En ese afán de vender, el fútbol perdió de vista su esencia, el juego. El atractivo espectáculo se disolvió en discursos de ganar de cualquier forma y llegar a Europa. El mal se extendió como metástasis a todo el sistema y llegó hasta las canchas de baby fútbol donde se dejó de jugar para empezar a los seis años la carrera de futbolista. El resultado es que nos quedaron malos jugadores, arruinados por la presión de ganar y la falta de libertad encorsetada en una rigurosa. Nos quedó una competencia local empobrecida y con malos campeonatos. En definitiva, jugamos mal al fútbol porque estamos mal preparados y no tenemos una competencia interna que sea atractiva y exigente para mejorar. ¿Por qué la selección va a ser distinta de los clubes que no pasan la primera fase de la Libertadores?. ¿Por qué va a jugar mejor que ellos si de allí salieron los jugadores? Hoy no hay secretos en el fútbol, no hay revoluciones tácticas ni sistemas superiores, solo hay orden y jugadores que tienen la pelota y saben como tenerla y que hacer con ella. Uruguay ya no tiene esos jugadores, juega a algo que no existe y que Gonzalo Eyerabide ha llamado "Un deporte único en el mundo". La causa está ahí, aceptarla es aceptar el fracaso de todo el sistema, de un fútbol de exportación hecho para minorías de dirigentes y no para regocijo de la mayoría de los uruguayos a los que aun nos queda un poco de pasión. Aceptarla es renunciar a las prebendas, a los viajes y viáticos suntuosos, a favores de contratistas y empresarios. Aceptarla es responsabilizar al estado que mira para otro lado cuando le hablan de fútbol y a su sistema educativo que descuida a más de 40 mil niños que juegan al baby fútbol. Podemos mejorar algún síntoma, puede dejar de doler y porque no, hasta podemos ir al Mundial, en definitiva ya lo hicimos dos años atrás, pero no tenemos futuro. Porque no nos queremos, porque no tenemos proyecto y porque todos somos culpables de haber dejado el fútbol en manos de quienes lo han entregado para su propio beneficio.