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Recital entre algodones...

Nuestra querida Caetaelis no lleva su seudónimo en vano... en este sábado de recitales, compartió con nosotros, en su inconfundible estilo narrativo, el recital de Circuladô ao Vivo de Caetano en el Teatro Solís...

.........el más esperado durante años -quizás desde que gusto de la buena música y él llego a mis oídos- el primero de Caetano en el Solís. Un mes antes segregaba adrenalina por doquier. Una semana antes nadie me soportaba en la oficina; además de adrenalina, derramaba bilirrubina, ácidos, el desoxirribonucleico, urea, andaba dejando muestras genéticas, tejido nervioso, y epidermis por todos lados. En fin. Llegaba en la mañana extenuada, y relataba todo lo que sucedería antes de que lo tuviera a pocos metros de mí. Enloquecí a medio pueblo, uno de ellos...nuestro querido amigo, el dulce y tierno Fernando Torrado (de ahora en más F.T.). Una tarde me escapé del trabajo me fui a la feria de los artesanos, y luego de cuatros horas de recorrer, y recorrer stands, me incliné por un plato pintado a mano estilo constructivista que tenía en los dorados polvillo de oro. Bueno, así me lo cobraron. Se lo llevé a F.T para que se lo entregara a Caetano con una carta ed 8 carillas. Por si no bastara, perseguí telefonicamente a la productora que traía a Caetano, para avisar de tan emotivo presente. Para el recital, estuve una tarde eligiendo la ropa. Ni que fuera un casamiento!. Escogí una pollera larga, de licra y con diseño leopardo rabioso, arriba un top de media copa por el que se asomaban mis tímidos pechos. Me puse algo de algodon zig zag debajo de cada uno para que impresionaran más. No sé a quién. En realidad no era por Caetano, era por el acontecimiento en sí mismo. Lo que sentí cuando lo vi aparecer en el escenario del Solís es inenarrable. Hacia el final, me encaminé reptando sigilosamente -como leoparda y perdiendo algodones- hasta llegar a sus pies. Otros me siguieron. Terminé bailando como una forajida, como una umbandista a la que le bajó quién sabe qué espiritu loco y baiano (perdone Leticia) y yo meta largar algodones como serpentinas. Y, en determinado momento -cuando Caetano se iba hacia un costado para salir de escena y regresar por los bises- estiré mi brazo largo y flaco apretando en la mano derecha, una cartita para él. Creo que se dio un contacto paranormal, aún caminando de espaldas a mí, Caetano se detuvo como llamado por "algo", giró la cabeza, me miró, retrocedió unos pasos, se inclinó sonriente, tomó mi cartita y la guardó en un bolsillo de su pantalón bordó. A los pocos minutos reapareció en escena. Mi carta decía en caps lock manuscrito. CAETANO, TE MANDE UNA CARTA Y UN REGALO. HABLA CON MAGDALENA. RECLAMALO!!!!. MONICA. Ni les cuento la vergüenza que pasé cuando, unos días después y ya salida del trance, muchos amigos me dijeron, che, te vi en el recital de Caetano!. Nadie mencionó mi vestidura de felina, ni los algodones. Caetano volvió otras veces, y una anoche hablamos sobre mi regalito -andá a saber a donde fue a parar quizás su hijo Tom tome allí su sopa- pero jamás se inclinó a tomar otras cartitas, porque hubo quienes me han querido emular eh?. Pero se ve que "Caeta" se dijo: si no es de una leoparda con algodones volándole del pecho, no recibo cartas. Y este recuerdo está impregnado por la ternura y paciencia de F.T. Que no es poca cosa. Habia una foto en la que F.T le entregaba el regalo, y cuyo propietario de los negativos era Martín Abuchalja, y que jocosamente anunciaba que me la vendería. Nunca tuve una negociación más divertida. Por la memoria de Martín entonces, porque aún no he salido del dolor que se me instaló, cuando me contaron su muerte. Tan injusta, como siempre. besos, Caetaelis

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