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Alegato antibélico en El Galpón

Alegato antibélico en El Galpón

Este jueves en la Sala Cero se estrenará Stabat Mater Furiosa, un texto del francés Jean-Pierre Simeon bajo la dirección de María Azambuya.

Por Nicolás Batalla

Stabat Mater Furiosa es el alegato de una mujer en contra de la guerra y llega a la cartelera montevideana en un momento particular por la temática que aborda: su preparación coincidió con el agravamiento del conflicto en la Franja de Gaza. "La obra fue escrita por un francés, que se llama Jean-Pierre Simeon, que es sustancialmente un poeta; más allá de que también se desarrolla como dramaturgista", explicó Azambuya a Espectador.com. "Él va al Líbano en la guerra del 97; se sienta y escribe esto: un largo monólogo en contra de la guerra donde en primera persona habla una mujer. Está escrita en verso, libre por supuesto, pero en verso".

- ¿Cómo llega usted al material?
- Por Laura Pouso que es quien hizo la traducción. Estuvo viviendo en Francia, donde se encontró con este espectáculo y la conmovió muchísimo. Nos lo dio a nosotros y todos, uno a uno, fuimos muriendo por el texto. Nos pareció formidable.

Lo extraño es que si bien es un alegato fuertísimo contra la guerra, también es tan conmovedora que no es triste. No apunta a dejarte mal. Yo digo que es un canto a la vida, por contraposición de lo que significa la guerra.

- ¿Cómo será la puesta en escena?
- Se me ocurrió hacerlo a tres voces. Una especie de cantata de tres mujeres que son la madre, la hermana y la hija, y que él las nombra a lo largo del texto. "Soy la madre furiosa", "soy la hermana furiosa" y "soy la hija furiosa"...

A partir de eso y de que es un texto con una enorme fortaleza y muy poético, se me ocurrió jugar un lenguaje de interpretación con el que nunca había trabajado, en el cual la presencia de las actrices está todo el tiempo. La actriz como actriz, no como personaje. En general vamos al teatro y vemos al actor escondido atrás de un personaje. En este caso no; es la actriz mostrando su juego de actuación y jugando como jugaría un personaje. Es una experimentación que nos está divirtiendo mucho hacerla. No vamos a tener idea del resultado hasta que no se enfrente con el público.

Es lo que nos inspira un poco este espacio. La Sala Cero, desde que nosotros la hicimos era un lugar de ensayo, no estaba pensada para una sala teatral.  La primera vez fue con "La otra Juana" de Ariel Mastandrea, con dirección de (Juan Carlos) Moretti. En ese momento nos dimos cuenta de que era un lugar donde nos gustaba cambiar cosas y probar. Como un laboratorio donde podés experimentar cosas que en otras salas no se puede por muchas razones. A la gente le gusta venir, siempre tiene público. Claro, son 60 localidades, pero en general tenemos mucha suerte y la gente agradece la cercanía.

No tenés que preocuparte por cosas tan técnicas y se da una relación muy fina con el espectador. En esta (obra) más todavía porque el público va a estar prácticamente cercando a las tres actrices.

- El juego del actor desdoblándose del personaje es algo que mantiene de su anterior espectáculo de Bertolt Brecht...
- Si, hay muchas cosas que se tocan con "Un hombre es un hombre". También el tema de la guerra. Por supuesto que no la ironía que maneja Brecht. Hay una cantidad de elementos en los que con Jean- Pierre Simeon vienen por otro lado. Es algo más enfrentado, mucho más duro. Las imágenes que levanta de la guerra son mucho más poderosas. Brecht, de alguna manera también tiene ese juego del actor. Es el actor que está jugando al personaje, esa posibilidad de salirse, de comentar desde afuera, o desde adentro de la sociedad  (el lugar social que ocupa el actor). Eso sí está presente, pero creo que ese riesgo acá esta llevado al extremo. No es solamente un juego brechtiano de desdoblamiento del actor y el personaje. Si no que es el actor quien, a la vista del público, está haciendo un personaje y hay elementos que permanentemente te lo muestran.

- ¿Siempre trabaja con la misma metodología o espera que los textos le vayan sugiriendo?
- Los textos te van dando las pistas, hay que escucharlos. Yo trato de ser muy respetuosa y oír lo que el autor te quiso decir. Por supuesto que siempre hay una especie de casamiento donde se cruzan lo que yo quiero decir con lo que el autor quiere decir y lo que hoy contemporáneamente el público necesita que le digan. No podés hacer teatro antropológico, un teatro que le sirva a otras generaciones. No sirve.

Por supuesto que cuando empezamos a ensayar la obra, todavía no estaba lo de la guerra en Gaza y a medida que avanzaban los días se iban mezclando, iban apareciendo las imágenes en los diarios y era lo que él (Simeon) describe tal cual. Desgraciadamente las guerras son todas iguales o muy parecidas. Descripciones enteras de lo que él hace, de lo que él vio, de lo que vive esa mujer, eran las fotos. La gente tiene a flor de piel esta realidad. Llámese Gaza, llámese Irak o lo que sea, en algún lugar del mundo está pasado esto. No hubo que hacer ningún ajuste, ni acercarlo a la gente. Es fuerte darse cuenta cómo hemos aprendido a convivir con la guerra de ésta manera. Yo ahora, por otras razones, estoy estudiando los griegos y las troyanas. Las descripciones que hacen las troyanas de los griegos es lo mismo que pasa en Gaza. Entonces decís, ¿hasta cuándo vamos a permitir esto de la guerra? Es lo que de alguna manera hace Jean-Piere Simeon.

- En ese sentido, ¿cuál es la contribución que  puede hacer el teatro y esta obra en particular?
- Yo creo mucho en el arte como herramienta, porque es una herramienta sensible, apuesta a conmover. Nos pasa hasta con los noticieros y las fotos. En general, uno ve las fotos de las bombas, el humo, los tanques y parecería como que ya no te conmueven más, o que es una película. No terminamos de tomar conciencia de que eso está pasando y de lo que significa. Es más, se le llaman "daños colaterales". ¿Qué es el "daño colateral" de una guerra? Es muerte. Nos acostumbramos a ponerle nombre hasta a eso.

El arte te llega por otro lugar. La información entra a nivel de nuestro intelecto y nuestra cabeza es un filtro que parecería que nos cuida mucho; si vos recibís demasiada información de una cosa parece que se bloquea. Ya no llega a lo emocional. Recibís "muerte", "muerte", "muerte" y de pronto parece que no te conmueve más. Mientras que el arte tiene como otras vías para meterse adentro de uno y para mover resortes y para mover cosas...

Decía (Theodor) Adorno, "después de Auschwitz no existiría la poesía", y sin embargo existe, debe existir. Es en la poesía donde uno se reconoce como hombre, mientras en la guerra sólo se reconoce la parte bestial del hombre. En la poesía nos juntamos...

- ¿Hay algún aspecto que debió ser trabajado en particular? Desde el título se sugiere, por ejemplo, la furia...
- Si, es una mujer furiosa; pero por lo que le pasa, por lo que vivió, por lo que sabe de toda esta historia. Pero también es una mujer que lucha, que está tratando que no pase más todo lo que ella vivió. Hay un componente amoroso muy fuerte porque pasa de la calidad de ser humano individual, a la calidad de ser humano colectivo. O sea, que yo quiero que esto no pase más, no solo por mí, si no por el resto de la humanidad. Esto trasciende y hay un acto de amor hacia el resto.  Entonces, esa furia queda nivelada en otro lugar, no es una loca furiosa, ni una mujer que grita solamente; es una mujer que está dispuesta a dar su vida por eso que ella cree que es lo mejor para la humanidad. Mientras no se tome partido por estar militantemente en contra de la guerra, se está a favor de ella.

Me siento torpe tratando de explicar esto porque el texto es de una contundencia y una belleza en las que no puedo agregar ni quitar una palabra.

Ficha Stabat Mater Furiosa

Elenco: Stella Texeira, Gisella Marsiglia, Nadina González Miranda.
Estreno: Jueves 12 de marzo, Sala Cero.
Funciones: Viernes y sábados a las 21.00 horas, domingo a las 19.30.