Copa América

Una actuación para aplaudir

Una actuación para aplaudir

Le faltó el gol. El resto, un partido de altos vuelos. Como en el Mundial, Diego Forlán fue la diferencia de Uruguay. Lleva desde hace semanas una entrenamiento especial. La inició en Las Rozas (Madrid), su lugar de residencia. En su urbanización, en casa, con un preparador físico personal, que le puso las pilas, mientras agonizaba su relación personal con Quique Sánchez Flores.

Forlán, con inteligencia, no bajó los brazos durante el mes de junio. Siguió entrenando por su cuenta. Y luego le quedaban fuerzas para seguir con los ensayos rutinarios al lado de sus compañeros. Sabía que en esta Copa América hay mucho prestigio en juego. Y Diego ha comenzado como un tiro.

Potente físicamente, hábil en el desmarque y sobre todo, con la mente limpia. Listo para pelear en el grupo C bajo la dirección del maestro Tabárez.

Forlán fue en San Juan ante Perú el rey de la estrategia. Lo tiró todo. Saques de esquina, libres directos al borde del área, faltas desde los costados, sacó de centro, de banda. Estuvo en todos los lados Forlán, ávido de demostrar al mundo entero que sigue siendo un personaje admirado por su fútbol y su talento.

Hizo valer su condición de ambidiestro. Precisamente, esa confianza en la pierna izquierda le valió un disgusto a la media hora del segundo tramo. Se confió en el golpeo y se le fue arriba una ocasión que pintaba clara para firmar su primer gol de la Copa América.

Tuvo en sus pies el 2-1, pero no estuvo certero. Mereció Forlán el gol para rubricar su noche. Su actuación debe tomarse como ejemplo: sudar la camiseta con ingelencia.