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Las tribunas también jugaron

Las tribunas también jugaron

El excelente nivel de juego exhibido, no fue el único elemento atractivo del primer día de competencias de la final de la Copa Davis. La emoción vivida en las tribunas, con duelo de hinchadas incluido, fue un condimento que hizo al espectáculo aun más interesante.

Por Santiago Díaz, enviado a Mar del Plata

El estadio es hermoso y el clima que se generó previo a los encuentros bien podríamos compararlo con un partido de la NBA o algo por el estilo. Luces que iban y venían, pantallas gigantes, música al tono y público más que prendido. Es decir, nada para pedir. El respeto de los hinchas argentinos ante el ingreso del equipo visitante y durante el himno español es digno de destaque. También sobresalió la forma en como el público local, compuesto por más de 10 mil personas, cantó su himno, acompañando a la famosa Soledad Pastorutti, invitada especialmente para la ocasión.

Aunque no hubo nada demasiado fuera de lo común, cuando comenzó el partido quedó un poco de lado el ambiente tan de guante blanco del principio. Las burlas ante los primeros saques errados de Ferrer no tardaron en llegar, así como tampoco los silbidos, los cantos fuera de tiempo y los gritos en el medio de los puntos. El juego de Nalbandian daba para disfrutar y hubo varios que hasta se arrodillaron para agradecer sus pinceladas de talento. Incluso, en dos ocasiones, surgió el Maradooooo, cántico que en Argentina marca hasta dónde llega la idolatría por un deportista. Obvio que también hubo tiempo para el tradicional "vamos, vamos Arentina" y para el emotivo "sooooy argentino, es un sentimiento, no puedo paraaaaaar".

Los españoles estaban un poco paralizados, ya que el nivel de Ferrer no daba para mucho. De todas formas, el contrapunto entre ambas hinchadas era curioso. Mientras los ibéricos cantaban su famoso "a por ellos, ae, ae", los argentinos respondían con el tristemente célebre "a estos putos les tenemos que ganar", o el más audible "el que no salta es español". Y cuando en una ocasión entonaron "torero, torero", los locales empezaron con "se cagó, el rafa se cagó" y después culminaron con un "es para rafa que lo mira por tv". Bien podríamos describirlo como una lucha entre la ingenuidad de los españoles y la chabacanería rioplatense.

En el segundo partido las cosas cambiaron, no solo por la victoria de Feliciano, sino también porque los hinchas visitantes adquirieron algo de malicia. Hubo como un contagio y entonces las burlas al rival, los gritos fuera de tiempo, etc., ahora no solamente eran patrimonio local. Lo cierto es que el duelo se puso aun más divertido. Las cornetas y el que viva España sonaban cada vez más seguido y el contrapunto entre el "Deeeeeeeeelpooooooo" y el "Feeeeeeeeeeeeliiiiiiiiiiii" se hizo casi permanente.

Lo cierto es que al final de la jornada, la fiesta fue española y los argentinos, aunque sea alentando a rabiar a Del Potro tras la derrota, se fueron mucho más preocupados que conformes.