Un homenaje al creador de Inodoro Pereyra
Roberto Fontanarrosa era un artista que observaba la realidad desde ángulos insospechados. Durante muchos años supo brindarle grandes alegrías a miles de latinoamericanos con su humor, sus dibujos y sus cuentos, entre otras obras. Ante su reciente fallecimiento, Asuntos Pendientes recuerda la última entrevista que se le hizo en el programa, el pasado 2 de marzo.
JUAN MIGUEL PETIT:
La charla-entrevista de la tarde de hoy, sin caer en grandilocuencias, es especial, tiene algo más que simplemente los elementos de la charla. Es un reconocimiento, un homenaje, un agradecimiento a alguien que durante muchos años, quizás décadas, nos ha dado alegrías, por lo menos a varios miles de uruguayos, argentinos y ciudadanos de todos los países latinoamericanos. Alegrías que a veces son muy fuertes, alegrías que en momentos difíciles en el camino de la vida dan fuerzas, dan ganas y permiten ver la realidad desde ángulos insospechados, diferentes, raros, más ricos.
Nos referimos a Roberto Fontanarrosa, que está en estos momentos en Rosario y con quien estamos en contacto.
La primera pregunta, desde este ángulo de lectores, seguidores de tu larga lista de novelas, cuentos, dibujos, guiones, etcétera (y muy pronto de alguna versión televisiva), es ¿cómo estás? Sabemos que estás enfrentando una dura enfermedad, que ya no estás dibujando, y nos sale desde dentro preguntarte cómo estás en este momento.
ROBERTO FONTANARROSA:
Dentro de lo posible estoy estabilizado, estoy bien, considerando la situación. Al menos estoy trabajando, eso me mantiene muy activo y de buen ánimo, por supuesto. Como vos mencionabas, recortado en la producción porque ya no dibujo, pero he logrado suplantar eso con bastante eficacia y bastante rápidamente con la ayuda de algunos amigos como el Negro Cris, que es como un hermano para mí, y Oscar Salas, que se ocupa de Inodoro Pereyra. La transición entre dibujar mis propios guiones y mandar los guiones y que ellos los dibujen ha sido bastante breve y está dando buenos resultados.
JMP - ¿Cómo funciona la parte de la inspiración con las limitaciones que tenés?, ¿Cómo funciona la búsqueda de personajes, de temas? ¿Seguís mirando mucho para fuera o ahora tenés que mirar un poco para adentro también?
RF - El trabajo en general, este tipo de trabajos como el tuyo, como el mío, es laborterapia, entonces desde ese punto de vista el producto no ha cambiado demasiado. Si yo no hubiera comunicado públicamente mi problema de salud no sé si se habría notado.
JMP - Capaz que nadie se habría dado cuenta.
RF - Por eso digo, por supuesto que he pasado por distintos períodos anímicos, algunos más complicados que otros, pero me da la impresión de que al ser mi trabajo un campo de placer, de distracción y de inventiva, me he refugiado ahí y entiendo que no tuve muchos altibajos.
JMP - Cuando empezaste a trabajar en esto, cuando empezaste este camino, ¿ya te imaginabas que podía ser así, que era una laborterapia, algo disfrutable, por lo que encima te pagaban? ¿O te has ido sorprendiendo a lo largo de la vida con esto?
RF - Obviamente estos son trabajos vocacionales, uno lo hacía de niño gratis, porque lo divertían y eran gratificantes. Para mí ha sido un motivo de gran satisfacción, me considero un privilegiado por haber podido mantenerme siempre y vivir y porque me pagaran por ese trabajo que sigue siendo vocacional y sigue gustándome mucho. Realmente la idea es continuar con esto. Por esas características pienso que todos los que podemos vivir de nuestra vocación somos privilegiados.
JMP - Son miles los personajes que has creado, tanto en las historietas como en las novelas que recién comentábamos, y en los cuentos, algunos con nombres casi imposibles de recordar. Te propongo meternos en algún personaje, por ejemplo Inodoro Pereyra, ¿qué te dice ahora, en esta nueva situación?, ¿cómo te relacionás con él?
RF - Es una readaptación pequeña, tengo que acostumbrarme a que mis textos los traduzca al dibujo un colega. Pero afortunadamente esto ha sido tan rápido, me parece que lo hace tan bien... De todas maneras, es cierto, me puede producir determinada extrañeza, porque por mejor que lo haga, indudablemente uno dice "yo lo habría hecho de esta manera o de aquella", lo que no quiere decir que lo habría hecho mejor, tal vez lo habría hecho diferente. En definitiva, el problema máximo que he tenido siempre con mi trabajo, que es encontrar ideas y relatarlas, es lo que sigo tratando de solucionar. En este caso el aspecto del dibujo pasa a otra persona, pero lo fundamental, lo complicado para mí ha sido siempre encontrar la historia y cómo contarla.
JMP - ¿Has tenido momentos en que los personajes no aparecían o te parecía que te estabas repitiendo, que ya estaba todo dicho?
RF - Indudablemente uno tiene el temor de repetirse y a veces se repite. Yo me guío por una cosa en toda mi producción: si me divierto, divierto, y si me aburro, aburro. Me di cuenta con Boogie, llegó un momento en que no tenía ganas de hacerlo, y en todos estos trabajos nuestros de transmisión, si uno está aburrido, transmite ese aburrimiento. Las ganas son fundamentales y son difíciles de incentivar, si no están, no están, por eso decidí terminar con Boogie hace ya varios años.
JMP - En tus dibujos y tu visión de las cosas no hay solamente humor, no son sólo personajes que dicen cosas zafadas, inesperadas, que hacen reír, también hay allí una visión de la vida, de las relaciones entre la gente, en los lugares donde uno puede ser feliz o en el tipo de situaciones en las que uno puede enriquecerse y sentirse bien. ¿Cómo resumirías eso?
RF - Es bastante difícil de explicar. Mi laburo es un trabajo periodístico, como otros periodistas veo un problema, un conflicto, una situación, trato de aclararme, de sacar alguna conclusión al respecto, alguna pequeña reflexión, equivocada o no, y en definitiva la vuelco contándola a través del humor. La cosa no va más allá de eso, siempre y cuando tenga un aditamento humorístico, porque si mi historia, por más serio que sea el conflicto que narre, no produce algo de risa, al final me van a reemplazar por un periodista liso y llano, que lo puede hacer mejor que yo.
JMP - ¿Nunca te dijeron que a esos personajes que hacen reír pero que son muy entrañables hay gente que siente ganas de tocarlos, de romper el papel, meterse dentro y darles la mano, darle un abrazo a uno de esos personajes?
RF - La gente se identifica mucho con los personajes, que tienen sus mismos problemas y hablan en el mismo lenguaje que ella. Siempre me ha gustado recrear el habla coloquial urbana, más que nada, que uno puede encontrar en Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Montevideo. La gente me lo hace saber, encuentra en los personajes seres que reflejan lo que les pasa. Por ahí pasa la cosa.
JMP - Tú has estado en Montevideo varias veces. ¿Qué te inspira Montevideo?, ¿ha salido un personaje de acá?
RF - No recuerdo. Siempre se dice que Rosario y Montevideo tienen cosas similares, pero Montevideo tiene el mar, desde la costa se ve el mar, que jerarquiza muchísimo a cualquier sitio. En este momento estoy en mi departamento viendo pasar un buque enorme por el río Paraná delante de mi ventana. Tal vez eso acerque un poco la visión de Montevideo, alguna calle, alguna esquina, pero Montevideo tiene una cosa que me parece fantástica, un cierto (lo digo como elogio) provincianismo, como el que tenemos nosotros acá. Siempre la he pasado muy bien en Montevideo, siempre me he encontrado con gente muy macanuda, salvo que medie un partido de fútbol ahí.
JMP - Se complica.
RF - Ahí la cosa se complica. Pero el montevideano, el uruguayo (con el riesgo de globalizarnos, de generalizar), es más austero que nosotros, tiene menos circo, menos careta, como se dice acá. Eso los aproxima bastante más a la provincia que a Buenos Aires. Es una ciudad que quiero mucho, tengo algunos grandes amigos ahí en Montevideo, Eduardo Galeano, por supuesto, Jaime Roos también, y otros tantos. Hay un parentesco de clima entre Rosario y Montevideo, dejando de lado la enorme ventaja de Montevideo como capital y de tener el tesoro del mar delante de sus ojos.
JMP - Los uruguayos a veces también simplificamos, a todos los argentinos les decimos "porteños". ¿Ustedes cómo se llevan con los porteños?
RF - Mal, como siempre. Yo trabajo para Buenos Aires y me da la impresión de que el porteño dentro de Buenos Aires es un tipo bárbaro, está acostumbrado a recibir gente de fuera, muchos son de fuera, son muy gauchos, te ayudan mucho. Claro, en Argentina con Buenos Aires hay problemas de centralización, todo se maneja allá, si vos tenés que ir a algún lugar de Argentina en avión invariablemente tenés que pasar por Buenos Aires antes, y tal vez el porteño vea a todas las ciudades pequeñas poco luminosas, no le resulta veloz la gente y además tenemos esa cosa italiana gritona, que pega mal en América Latina. Pero por ahí uno es injusto, acá está toda esa rencilla con los porteños porque nos roban los partidos en Buenos Aires, aunque ahora con la televisión se hace más difícil eso. Aparte son leyendas que se crean, porque el rosarino también suele ser despectivo con el habitante de ciudades más pequeñas. Tenemos una relación de amor, odio y admiración con Buenos Aires.
JMP - Algunos de los dibujos que estuviste haciendo antes de esta etapa fueron para Rosario Central, creaste un personaje a pedido de los dirigentes. ¿Cómo fueron esos dibujos con los que sabías que estabas cerrando una etapa y que estaban dirigidos a una de tus pasiones, el fútbol y el club de tus amores?
RF - Fue muy gratificante que el club me pidiera no sé si un personaje, es casi un logotipo, porque es una figura que no se va a traducir en historieta, aventuras u otras acciones, es como un símbolo, el Canalla de Rosario Central, como pueden serlo el Millonario de River o el Diablo Rojo de Independiente. Me emocionó, redondeé el deseo de cualquier hincha de participar en el equipo, de estar en la camiseta. En este torneo desde hace ya tres fechas el equipo tiene en su camiseta el dibujito del Canalla, que fue una de las cosas que hice y estoy bastante conforme con el resultado. Pero lo que más pedí fue resultados deportivos.
JMP - No alcanza con el dibujito.
RF - Les dije a los muchachos: "Por favor, no perdamos los primeros tres partidos, porque me van a reputear a mí, va a ser terrible".
JMP - ¿Y cómo salieron?
RF - Vamos invictos, ahora ya es responsabilidad de ellos.
JMP - Está bueno, porque después dicen "nos trajo la yeta, este dibujo no sirve, nos da mala suerte".
RF - Une lo que somos todos, hasta ahora vamos sobreviviendo.
JMP - Te gusta mucho el clima de las canchas de fútbol.
RF - Por supuesto. Afortunadamente el sábado pasado pude volver al estadio con la ayuda de mis amigos, a un palco que generosamente puso a mi disposición Central. Vamos a repetir el domingo próximo en el partido contra Lanús.
JMP - La larga mano, la larga carcajada o sonrisa de Fontanarrosa se ve aparecer en muchos momentos en Les Luthiers, otros personajes también muy queridos por estos pagos. ¿Cómo ha sido tu experiencia con ese grupo tan exitoso, que ha estado tantos años en el candelero y que sigue dando risas no sólo en esta región sino en el mundo?
RF - Fue y es (porque todavía se mantiene, tal vez algo recortada) maravillosa, en definitiva lo que más valoro es que somos entrañables amigos. Tengo una enorme admiración por ellos, me río mucho con ellos, estoy muy orgulloso de colaborar con el trabajo de ellos. Es un detalle de distinción que no dejo de mencionar el hecho de trabajar y colaborar con ellos. En todo sentido, aunque exigente por supuesto, es una tarea que me ha resultado y me resulta maravillosa.
JMP - Se viene ahora una versión televisiva de cuentos tuyos.
RF - Sí, están trabajando sobre una determinada cantidad de cuentos, creo que el módulo son 13 programas y ya están grabando algunos. No lo he visto aún, sé que están participando artistas de primer nivel, como Ulises Dumont. Y aparte tengo la gratificación de que (y no llegó por ninguna recomendación mía) mi hijo Franco está haciendo la musicalización de este ciclo de cuentos.
JMP - ¿Qué estás leyendo ahora, a parte de seguir creando? ¿Qué estás consumiendo para generar ideas?
RF - Desde hace mucho tiempo no leo ficción, leo cosas periodísticas, biografías, informes, muchos reportajes. Ahora estoy leyendo un libro que encuentro muy interesante, atractivo, que se llama El interior, de Martín Caparrós, un gran amigo, que relata todo un viaje por el interior de Argentina, pequeños pueblitos, etcétera, cosa que hace con enorme maestría. Él había hecho ese trabajo en muchas partes del mundo y finalmente se dio cuenta de que conocía China pero no Argentina. Es un libro que estoy leyendo con mucho gusto y que continúa esta tendencia de leer más bien cosas de la línea periodística.
JMP - ¿Vas a seguir con los cuentos?
RF - Lentamente, como siempre, estoy escribiendo cuentos, se los dicto a Luis, mi asistente. Lo voy haciendo en tanto me deje tiempo (y tenga ideas) el resto del trabajo. Afortunadamente no tengo fecha de entrega, pero tal vez me tome un año y medio o dos para completar un nuevo libro de cuentos.
JMP - ¿Tu enfermedad podrá aparecer en algunos de esos relatos, como manera de dejarla a un costado, de burlarte de ella, de alejarla?
RF - No es la idea, ya declaré en algún lugar que no pienso exhibir ningún cuento sobre esto, no quiero convertir la enfermedad en la estrella de la película. A menos que alguien me diga "consumí tal cosa y te curás", y me cure, en ese caso tendré la obligación moral de difundirlo. En tanto no, pueden aparecer referencias a distintos tipos de terapias, pero nunca desde un punto de vista autorreferencial sino como una documentación más que uno hace.
JMP - Ya que esto es radio, no televisión, y no estamos directamente en tu lugar de trabajo, contanos cómo es tu estudio, tu lugar de trabajo, el entorno, tus objetos queridos allí.
RF - Desde hace unos seis meses vivo en un departamento realmente muy lindo, en un sexto piso, en el centro de Rosario, pero a 100 metros del río. Estoy viendo el río, que está muy crecido, veo las islas de la provincia de Entre Ríos, donde también hay mucha agua. Acá tengo mi estudio también, con la computadora, tengo todo el archivo, todos los juguetes, todos los muñequitos y cosas que uno ha ido recogiendo con el tiempo y los viajes. Estoy con Gaby, mi mujer, que es fundamental en todo este proceso mío, y con Luis, mi ayudante. Ese es más o menos mi entorno. Afortunadamente, dado que no tengo una gran movilidad, es un lugar con una vista espectacular que me ayuda mucho a la hora de trabajar.
JMP - Con toda esa gente, con todos los personajes que te rodean, con todos los colaboradores y todos los miles de lectores, estás en buena compañía para seguir creando.