Los 40 años del mejor humor
Les Luthiers está cumpliendo 40 años. Y lo festeja con una exposición y los preparativos para un nuevo espectáculo. Todo un clásico que se renueva, siempre fiel a si mismo. Un "grupo de amigos", con "enorme respeto a la individualidad" que nunca perdió la puntería, según describió Daniel Rabinovich, uno de sus integrantes.
(Emitido a las 8.54)
EMILIANO COTELO:
Músicos; inventores; fabricantes de instrumentos; humoristas; cantantes; actores; escritores...
Eso y mucho más son Les Luthiers, maestros en el arte de combinar música y humor con inteligencia. Una fórmula imbatible que hoy les permite estar muy cerca de los 40 años.
Si bien el aniversario exacto será el 4 de setiembre, ellos ya comenzaron a festejarlo en julio con una exposición que repasa su carrera y que puede verse en el Centro Cultural Recoleta, de Buenos Aires.
En este mes de agosto, además, recibieron la Orden de Isabel La Católica, la máxima condecoración que la corona española otorga a extranjeros. Una distinción que demuestra cómo su humor no sólo no sabe de edades, sino tampoco de fronteras...
Como ustedes verán, hay motivos de sobra para hablar con Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés, Carlos López Puccio, Jorge Maronna y Daniel Rabinovich.
Con Daniel Rabinovich, precisamente, estamos en contacto esta mañana.
***
Daniel, hoy te encontramos en Buenos Aires, pero podríamos haberte sorprendido en Uruguay. Tú eres, de los integrantes de Les Luthiers, el más vinculado con nuestro país. Hace años que tienes una casa en Punta del Este y vienes varias veces durante el año, no solo en verano.
DANIEL RABINOVICH:
Claro, todo lo que puedo. No sé si vos viste una película de Aristarain que se llamó Un lugar en el mundo.
EC - Sí, claro.
DR - Bueno, el mío es ese.
EC - ¿Ese es tu lugar en el mundo?
DR - Sin duda.
EC - ¿Qué es lo que te atrapa de esa segunda casa? ¿El jardín?
DR - Lo primero que me atrapa es la geografía del lugar, y el clima, que es tan agradable, sobre todo entre los meses de octubre y abril. Y la geografía única, una península con dos mares, uno calmo y el otro no; las islas. Y haber conseguido que unos médanos de arena muy raros, llenos de yuyos y medio lisos se hayan transformado en lo que hoy es mi casa. Es un lugar en el mundo, mucho más allá de la casa, por lo afectivo; yo conocí Punta del Este a los 15 años y me enamoré perdidamente de ese lugar, quise estar ahí, vivir ahí. Lamenté mucho que el desarrollo de esa ciudad no hubiera sido en el sentido que algunos de los pioneros queríamos, que era desarrollar un polo educativo cultural muy fuerte, con una universidad de alta complejidad y demás. Eso fue un fracaso total. Habría sido fantástico porque era una manera de utilizar la ciudad a lo largo de todo el año, no dejarla convertida en una ciudad fantasma.
EC - Yo decía a propósito de Les Luthiers: músicos, inventores, fabricantes de instrumentos, humoristas, cantantes, actores, escritores... De esas características o disciplinas, ¿cuál crees que te define mejor?
DR - La de actor y la de escritor. De cualquier forma, la más importante de Les Luthiers es la de humoristas. Somos humoristas. Cuando me dejaron en línea escuché la nota anterior, de política pero más bien de economía, y me quedé pensando que de cada diez empresas exportadoras uruguayas cinco son la mitad; esa es una mirada única de Les Luthiers, es un viejo chiste de Les Luthiers, ver las cosas de la realidad, las cosas que nos pasan a los seres humanos con una mirada un poco de costado, quizás un poco más distorsionada por el humorismo, el sentido del humor.
EC - ¿En qué quedó tu título de escribano?
DR - Está en un hermoso diploma que me otorgó la Universidad de Buenos Aires (UBA), es un recuerdo muy bueno. La universidad me dio una manera de pensar muchísimo más abierta, asistí a la UBA que entre el año 1955 y 1966. Fue el faro de América, uno de los faros del mundo, una universidad de excelencia, maravillosa, y me dejó el amor por el derecho (no por el ejercicio profesional), me dejó a mi mujer, porque la conocí ahí...
EC - Nada menos.
DR - Hace nada más que 45 años. Pero de escribano nada, los chismes de escribanía que a veces hago con una uruguaya ilustre, Blanca de Sabat.
EC - Comenzamos escuchando canciones del primer disco de Les Luthiers.
DR - La primera era la Candonga de los colectiveros, y esta es el Teorema de Thales.
EC - ¿Estos dos temas estaban incluidos en los primeros espectáculos, aquellos de setiembre de 1967?
DR - Creo que la Candonga no, pero seguramente el Teorema de Thales sí, porque estuvo en el primer espectáculo, que fue "I Musicisti y las óperas históricas", que fue prehistórico.
EC - ¿Fueron los espectáculos en el Instituto Di Tella?
Les Luthiers en 1971. |
EC - ¿Qué recordás de aquellos días de setiembre del 67?
DR - Recuerdo la dificultad, el dolor y la impotencia que sentimos los que nos fuimos y formamos Les Luthiers, Gerardo, Marcos, Jorge Maronna y yo, por no poder hacer lo que queríamos, lo que pensábamos que había que hacer en I Musicisti, por haber perdido el control de ese grupo. La angustia de tener que irnos. Pero también la fuerza que sentimos de uno para todos y todos para uno entre los cuatro. Cerramos los dientes y nos fuimos a laburar a la casa de mis viejos, arriba a la terraza, durante un mes o dos y logramos hacer un espectáculo con el que debutamos muy poco después.
EC - ¿Cuál era el motivo de ese diferendo interno? ¿Por qué se separaron de I Musicisti?
DR - Porque el "Flaco" (Gerardo) Masana creía que se estaba dejando de hacer lo que él pensaba que había que hacer, y como él era el líder nuestro lo seguimos sin duda alguna.
EC - ¿Y ustedes qué querían hacer?
DR - Vos me estás preguntando cosas que, de verdad te digo, con toda honestidad, no recuerdo en detalle, porque fueron cuando yo tenía 20 años, hace mucho tiempo. Recuerdo que el Flaco estaba muy enojado porque había muchas cosas que no se podían hacer, él era el inventor de la cosa, se estaban apropiando de su cosa y dijo "no, así no va la cosa, me voy".
EC - Estamos hablando de Gerardo Masana, que fallecería unos años después.
DR - Sí, pobre... Se tomó el colectivo y se bajó antes, es una tontería total porque es una enfermedad, las pestes de la sangre, que hoy la gente cabalga con muchísimo mayor elegancia. Recuerdo a Cecilio Madanes, que murió de viejito y tenía la misma enfermedad. Unos pocos años después, sobre el 80, se empezaron a descubrir medicamentos y técnicas para combatir las leucemias y todo ese tipo de pestes de la sangre que liquidaban a la gente en esa época y ahora no.
EC - Que un grupo como Les Luthiers alcance los 40 años de trayectoria es un logro envidiable.
DR - Más que un logro envidiable es un Guiness record, no hay, esa es la realidad, los grupos se deshacen antes. En el caso nuestro es una consecuencia de tantos motivos que nos unen.
EC - De eso quería hablar contigo, porque por un lado ustedes han sido capaces de mantener e incluso aumentar el interés del público por el producto que hacen, ese producto cultural, fino, inteligente. ¿Cuál es el secreto de esa parte del éxito?
DR - Uno es ese, haber mantenido la puntería, no haber bajado nunca el listón, como dicen los españoles, y seguir tratando de jugar con la inteligencia del espectador y haciendo la música buena que hacen los luthiers, y bien tratada, bien ejecutada. Ese es un secreto.
Otro secreto que está por ahí oculto para la gente, pero que a mí me parece muy evidente, es que en Les Luthiers los cinco señores que estamos ahí podemos publicar nuestras ideas a una velocidad increíble, lo que a cualquier ser humano le costaría luchar, pedir, buscar hasta encontrar, y generalmente el rechazo de sus ganas de compartir y publicar sus ideas, en Les Luthiers es casi inmediato, uno escribe una cosa y al año se está haciendo en un teatro.
EC - ¿Ideas de qué tipo?
DR - Humorísticas y musicales. Eso es maravilloso. Y aparte es un grupo que se formó entre amigos, sin ninguna vocación profesional. Seguimos siendo los mismos amigos de entonces, mucho más, seguimos pariendo los mismos hijos, que son nuestros espectáculos, y tenemos la gran posibilidad (y la gran inteligencia, creo) de no vivir juntos, de no estar casados, de mantener las individualidades, lo que permite también una convivencia mejor para todos nosotros.
EC - Esa es la otra parte de esto que ustedes están logrando, 40 años de trayectoria, no solo han sido capaces de seducir al público, han sido capaces de convivir. Que un grupo humano de por lo menos cinco personas (digo por lo menos porque ahora te voy a preguntar algo sobre eso) haya sido capaz de mantenerse trabajando junto durante todo este tiempo no es un detalle menor, ¿cómo lo consiguieron?
DR - Muchos de los factores que aglutinan el grupo son los que te conté. Otra cosa muy importante que nos pasó fue que a raíz de la enfermedad de Gerardo, en el último año de su vida, sabiendo la inminencia de su final, buscamos ayuda terapéutica y la encontramos en Fernando Ulloa, un médico psicoanalista que nos dio una mano muy grande en el terror que teníamos todos de que con la muerte del Flaco se terminara Les Luthiers. Y también fue con él, en el trabajo sobre la enfermedad y muerte de Gerardo, que seguimos trabajando casi 20 años para poder pelear, como decimos nosotros, "con árbitro y protector para la cabeza y el sexo", con un árbitro que impidiera que las peleas y las discusiones fueran con un cuchillo. Porque en un grupo humano, en un grupo creativo es imposible la no pelea, es ridícula aparte, porque peleando se crece, en las crisis se aprende y demás. Pero si la pelea es descarnada, si con tu mujer te ponés a gritar, tu mujer grita y vos gritás y sigue la crecida de violencia nunca se va a entender qué pasó. Lo ideal es poder dialogar, poder hablar. Ese fue un factor que ayudó muchísimo a que el grupo siguiera, y va a seguir mucho tiempo más.
El grupo en 1983, 1992 y en dos tomas de 1994. |
DR - No, hace ya como 15 años que terminamos el grupo con Fernando Ulloa, pero siempre seguimos tratando de buscar vías de comunicación, sobre todo entre nosotros cinco. Y lo logramos, ya somos gente grande, nos queremos, nos respetamos.
Otro de los secretos fue quizás el enorme respeto y cuidado por la individualidad. Durante los primeros años no había mucha conciencia de que el grupo era tan importante que nos quitaba tiempo e individualidad, pero cuando fuimos dejando nuestras profesiones y dedicándonos directamente o totalmente a Les Luthiers descubrimos que el tiempo que nos quedaba era muy poco, entonces ahí apareció en los últimos 25 años, desde los ochenta hasta ahora, la importancia de la actividad individual de cada uno. Y no solo la importancia, sino el respeto que merece por el grupo esa actividad individual. Cada uno pudo actuar, filmar una película, dirigir un coro, escribir un libro...
EC - A ti te hemos visto interpretando papeles, quizás no protagónicos pero sí en algunas películas, y te hemos visto convertirte oficialmente en escritor, publicaste dos libros de cuentos, escribiste una novela.
DR - Es cierto, y me gusta muchísimo, es quizás lo que más me gusta de lo que hago fuera de Les Luthiers, que es entre las 7 y las 10 u 11 de la mañana, mi mesa con la luz que me va saliendo del río y la compu. Son mis momentos de máxima felicidad.
EC - Escribes todos los días.
DR - Sí.
EC - Entre paréntesis, ¿dónde está tu casa? ¿Dónde tienes esa vista que describís?
DR - Vivo en Vicente López, en el norte de Buenos Aires.
EC - Un último apunte a propósito de la permanencia del grupo, de cómo han logrado convivir. Tuvieron una única escisión, la salida de Ernesto Acher en 1986. ¿Qué dejó aquel episodio?
DR - Una ganancia, porque a pesar de su enorme talento, su honestidad como persona y su brutal capacidad de trabajo, teníamos problemas de carácter, tenemos incompetencia para convivir. Lo trabajamos muchísimo y de la mejor manera, la que las personas educadas, inteligentes y cultas como él y como nosotros sabemos hacerlo, nos dimos la mano, repartimos lo que teníamos que repartir y seguimos, creo que él mucho más aliviado y nosotros también.
EC - ¿Siguen en contacto con él?
DR - Sí, sobre todo algunos de los luthiers, pero mucho menos que antes, por supuesto.
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EC - "Les Luthiers son como Quino: lo mejor que la Argentina le aporta al patrimonio cultural de la humanidad", dice Nacho, que termina su mensaje con aquella frase: "Nos descubrieron, al fin nos descubrieron".
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EC - Por su parte, Patricia dice: "Crecí junto a su humor, siempre nos podemos reír creativamente de las cosas de la vida. Eso es lo que aprendí de Les Luthiers".
Sobre el escenario ustedes son cinco, pero ¿cuántas personas en total integran hoy el equipo de Les Luthiers?
DR - El equipo son muchísimas más. Hay una agencia de prensa (Silvia Santos), hay una casa de diseño (Shakespeare y Veiga), hay unas oficinas en el centro en las que trabajan unas seis personas, de administración y contabilidad y producción, y tenemos unos ocho asistentes entre luces, técnicas, sonido, etcétera.
EC - Es un equipo enorme, de entre 20 y 30 personas.
DR - Sí, probablemente. En los viajes somos los cinco artistas, el reemplazante estable y como diez personas más, o sea 16. Y en cada lugar hay una organización también, de ocho o diez personas más.
EC - ¿Siguen creando instrumentos informales?
DR - Sí, tenemos un taller que dirige Hugo Domínguez. Claro, seguimos inventando. Ahora en la Expo estamos exhibiendo creo que diez instrumentos informales absolutamente nuevos que hizo nuestro taller.
EC - ¿Por ejemplo?
DR - Todos los instrumentos históricos de Les Luthiers, el bass-pipe a vara, la manguelódica pneumática, la máquina de tocar, Antenor, el robot que hicimos.
EC - ¿Se viene alguno nuevo?
DR - Sí, estamos haciendo dos nuevos para el estreno del año que viene.
EC - ¿Y no puedes contar cuáles son?
DR - No, porque dice cómo van a funcionar, por ahí cuento algo y después no se hace. El taller es un laboratorio de experimentación audiovisual, en el cual a veces las cosas salen y a veces no, igual que en el papel y en la computadora.
EC - Te iba a preguntar cuánto pesa Les Luthiers en tu vida, cuántas horas por día o por semana le dedican al grupo.
DR - No te puedo contestar la segunda parte; en la primera parte, todo pesa, porque es mi grupo, es lo más importante que hice en la vida en el aspecto profesional, y seguramente lo que seguiré haciendo mientras las piernas aguanten. En lo más individual, en lo personal no hay nada que supere mi parte afectiva, mi familia de origen, la familia que formé con mi mujer, pero en la vida profesional, por supuesto, es importantísimo. Aparte yo realmente admiro profundamente al grupo.
EC - Está bueno eso de que admirás profundamente al grupo.
DR - Totalmente, lo admiro de verdad.
EC - ¿Qué quiere decir?
DR - Que admiro a mis compañeros y admiro al grupo, completamente. No somos uno más uno, Carlos más Puccio, más Marcos, más Jorge, más Daniel, somos Carlos por Puccio, por Jorge, por Daniel; es una potencia el grupo. Ayer en la Expo el ex psicoanalista que trabajó con nosotros dijo que en realidad nunca fue un quinteto, sino que siempre fue un sexteto: cada uno de los integrantes y Les Luthiers. Es una mirada extraordinaria, para mí fue una novedad total; aparte corrobora lo que te decía antes, que no somos la sumatoria de cinco tipos sino la potencia. Ninguno de nosotros podría haber hecho esto solo ni con otra gente, fue una especie de explosión que se dio en ese momento, en ese lugar. A diario cuando me afeito pienso: "qué suerte que tuve de estar en ese coro, de conocer a esta gente y demás", porque es una experiencia extraordinaria.
EC - Ya que veníamos hablando de todo lo que es Les Luthiers más allá de los cinco integrantes que se ven arriba del escenario, no puedo dejar de consultarte a propósito de Roberto Fontanarrosa. No sé si los oyentes saben que fue un pilar importante en el equipo de Les Luthiers durante varios años. ¿Qué papel jugó?
DR - El primer papel que jugó fue de amigo, lo conocimos en el 76 o en el 77, en una gira a Rosario y nos hicimos amigos bastante rápidamente, sobre todo algunos de nosotros. Después con el tiempo, que fue muy poco, creo que fue al año siguiente, nos gustó lo que él estaba escribiendo en la revista Hortensia y demás, y estábamos con cierta falencia creativa, no sé cómo llamarlo, estábamos en un período de escasa producción, por decirlo piadosamente, medio parados, entonces le propusimos trabajar, aceptó enseguida, le encantó la idea y estuvimos laburando en la composición del show del año 79. Y nos fue bien con él, trabajamos bien, él prácticamente no vino a Buenos Aires, salvo al estreno, porque era completamente fóbico con Buenos Aires, no se movía de su Rosario, no se movía de su barrio en Rosario. De manera que trabajábamos por correo (en esa época no había mail), nos mandaba sus aportes y nosotros le devolvíamos, y así fue creciendo el vínculo hasta que nos acostumbramos a trabajar así y escribimos un montón de espectáculos de esa manera.
EC - Últimamente no estaban trabajando con él.
DR - Sí, trabajó con nosotros hasta su muerte.
EC - No sabía.
DR - No solo trabajó con nosotros, sino que lo acompañamos en su vida y en su muerte también, fue para nosotros una persona muy importante, un amigo querido, lo echamos de menos. El otro día hablaba con Serrat, que era muy amigo de él también, y los dos decíamos, nos llamamos para darnos el pésame, porque es una sensación espantosa la de perder un amigo, es muy doloroso, y nos dimos cuenta los dos de que estábamos llorando de egoístas, porque lo que queríamos era que el Negro estuviera vivo, no hay otra explicación. Es así la vida, es lo que le tocó a él, lo que le toca a la familia de él, el horror de perderlo.
EC - La gente supone que a esta altura del campeonato, y habiéndoles ido tan bien como les fue, ustedes podrían perfectamente retirarse y vivir de sus ahorros. ¿Eso es así?
Imágenes de Los premios Mastropiero, actual espectáculo de Les Luthiers. |
EC - ¿Por qué siguen trabajando, y trabajando al ritmo al que trabajan?
DR - Trabajamos como bestias, nos gusta trabajar, es un grupo de gente muy trabajadora, esa es la verdad. Porque es un placer, es un trabajo que es puro placer, yo no encuentro otra manera de definirlo que por ese lado.
EC - ¿Ustedes no pueden parar o el público no les permite bajar la cortina?
DR - Podemos parar cuando nos dé la gana, pero no queremos hacerlo, nos divierte enormemente trabajar en el grupo, nos permite comunicarnos con la gente, es una fenomenal manera de vivir. Nunca creí en la teoría acerca del dolor que implica el trabajo, eso era de la época en que el trabajo era más bien campesino o industrial, en el Siglo XIX. Yo creo en el trabajo como felicidad. Lamentablemente en muchos casos no se puede dar. Yo trabajé en 88 cosas y en muy pocas de ellas tuve felicidad, pero es un sinónimo de felicidad trabajar en Les Luthiers.
EC - ¿Tienen analizado cómo ha ido variando la fórmula de Les Luthiers en estos 40 años?
DR - No demasiado, aunque de cualquier forma nos vamos dando cuenta de lo que sucede porque tenemos muchísima gente que nos acompaña y que nos devuelve. Pero no tenemos mucha idea de cómo es.
EC - ¿Puede decirse que la ecuación de los comienzos estaba más volcada a la música, los instrumentos y a ustedes como músicos y cantantes, y que la más reciente apuesta más a los textos y a ustedes como actores?
DR - Se puede decir, hemos tratado de mantener siempre una proporción bastante rígida: la mitad del espectáculo es música y la mitad es texto.
EC - ¿Esa es la fórmula?
DR - Sí; si la comparación es con música. En 1965 no había ninguna cosa actuada y no había casi textos; si la comparación es con "Mastropiero que nunca", de 1979, la proporción es la misma. A raíz de nuestras giras a Venezuela, México y España, de los años 73 y 74, cambiamos nuestra manera de escribir, dejamos de hacer piezas folclóricas e intentamos hacer un espectáculo que se entendiera sin tener que traducirlo a los diversos castellanos de toda la gira. Ahí sí entró, le dimos entrada con mucho gusto, la posibilidad de usar la máquina teatral, desde la posibilidad de actuar hasta las luces e incluso alguna mínima idea escenográfica, aunque es mínima, porque, como habrás visto, Les Luthiers usa sus smokings, sus instrumentos y algún micrófono, no mucho más.
EC - Miss Lilly Higgins sings shimmy in Mississippis spring; ese era el título de lo que estamos escuchando, ¿no?
DR - Miss Lilly Higgins sings shimmy in Mississippis spring, era uno de los juegos que teníamos con las obras de jazz, que eran todas con la misma vocal: la primera fue Papa Garland had a hat and a jazz band and a mat and a black fat cat; la segunda fue Pepper Clemens sent the messenger: nevertheless the reverend left the herd; la tercera fue Miss Lilly Higgins sings shimmy in Mississippis spring; la cuarta fue Doctor Bob Gordon Shos Hot Dogs From Boston; y la quinta fue Truthful Lulu pulls thru Zulus. Quedó la idea de hacer una sexta que da vueltas, que sería algo así como Mama never sings in Honolulu.
EC - Con todas las vocales. ¿Cómo les ha ido con el recurso de los suplentes, que introdujeron hace pocos años?
DR - La historia fue así: habíamos tenido alguna gripe, alguna ictericia o algunas cosas de esas que habíamos podido manejar dentro del grupo, suspendiendo muy pocas funciones en nuestra historia, pero en el 95 yo tuve un infarto en Barcelona y me tuve que quedar allá. Hubo que suspender esa gira y fue un desastre económico sobre todo, porque teníamos todo vendido, como 35.000 entradas y hubo que devolver la plata. El grupo volvió a Buenos Aires, yo me quedé allá recuperándome, y cuando el grupo volvió empezó a buscar un reemplazante para mí porque no se sabía cómo iba a quedar yo. Se hizo una búsqueda, se consiguió y esa gira se pudo hacer porque Horacio Fontova nos dio una mano. Muy poco tiempo después yo me recuperé totalmente, perdí como diez kilos pero estaba bien. A tal punto que se hizo esa gira conmigo haciendo la función y el Negro casi podía no haber ido. Pero después de ese episodio empezamos a pensar: ¿por qué no tenemos una persona que viaje con nosotros y nos saque las papas del fuego si pasa algo así? Hicimos un casting larguísimo y penoso, muy hincha, que nos hinchó muchísimo, hasta que conseguimos a Tato Turano, que está con nosotros todavía y que espero que siga muchos años más. Es un tipo fenómeno y muy múltiple, que puede darnos una mano en un reemplazo muy bien.
EC - Pero no han pensado en incorporarlo de manera permanente.
DR - En absoluto, lo que necesitamos es que no esté incorporado, que sea reemplazante.
EC - Acaban de organizar un concurso para seleccionar artistas que los acompañen en una parte de los espectáculos de 2007. ¿Cómo es esto?
DR - No, hicimos tres concursos para la Expo, uno de autores y compositores, otro de actores o jóvenes intérpretes, y otro de artesanos e instrumentos informales. En los tres concursos había tres premios, primero, segundo y tercero, de plata y de otras cosas. El de actores e intérpretes tuvo un final con doce chicos, de los cuales les dimos una mención a dos y con los otros diez estamos armando un grupo que va a hacer obras del repertorio de Les Luthiers en algún lado, vamos a ver dónde y cómo.
EC - Organizado por ustedes mismos.
DR - Claro, sí.
EC - ¿Cuándo se van a montar esos espectáculos?
DR - Se está empezando a trabajar ya, terminamos el concurso hace un par de semanas; supongo que a fines de agosto ya empiezan los ensayos.
EC - Hemos hablado de mucha gente vinculada con Les Luthiers, pero ha faltado uno, por lo menos uno, bastante importante, por otra parte. ¿Se te ocurre quién puede ser?
DR - No.
EC - Nadie mencionó a Johann Sebastian Mastropiero.
DR - No sabía de qué me hablabas. Hay tanta gente importante, hay un uruguayo solemne e importante, que es Enrique Hetzel, que también tiene mucho que ver con nosotros. Hay mucha gente, claro que sí. Mastropiero es nuestro personaje inventado que ha hecho y protagonizado muchos de los episodios y partituras de nuestra historia.
EC - ¿Qué es de su vida?
DR - Está vivito y coleando, sigue escribiendo. En este momento estamos haciendo en Buenos Aires los Premios Mastropiero, el último espectáculo que escribimos, que es una entrega de premios a la forma de los Oscar o los Martín Fierro, tonterías televisivas. Ahí está Mastropiero, está lo más bien.
EC - ¿Siguen en contacto con él, trabajando con él?
DR - Sí.
EC - ¿Va a estar presente en la celebración de los 40 años?
DR - Claro, va a estar, sí.
EC - A propósito, ¿cuántos años más tienen Les Luthiers por delante?
DR - Una buena pregunta. Yo les pregunto lo mismo a mi cardiólogo, a mi clínico, a mi mujer cuánto tiempo me va a aguantar. Sería bueno saberlo... Siempre pensé en un cuento de Bradbury, El día después, pero no por la bomba, muy anterior, leer el diario del día después, saber la historia del día después. Yo qué sé... Debe cambiar tanto la incertidumbre en la que nos movemos los seres humanos que no tendría mucha gracia, creo que nadie se la podría bancar.
EC - No se han fijado un plazo.
DR - No, para nada, al contrario, tenemos las ganas de seguir mientras las patas aguanten.
EC - ¿Y cómo manejan el riesgo, siempre latente, sobre todo cuando pasa tanto tiempo como ha pasado en la historia de Les Luthiers, de perder la capacidad de sorpresa, de ingresar en alguna crisis de creatividad, de volverse rutinarios?
DR - Nos ha pasado, hemos tenido crisis de esas cada dos semanas. Nada, las seguiremos galopando. Y en cuanto a cómo seguir vivos, cada cual se cuida como puede, somos tipos muy regulares en cuanto a los cuidados, deportistas los cinco, pero nadie la tiene comprada. No sé si vos sabés que de este lado del río hemos pasado algún par de episodios en los cuales, entre otras pavadas, le hicimos la guerra a Inglaterra o matamos una generación de personas. Yo qué sé, vivir acá y seguir vivo es de esos milagros.
EC - ¿Puede ser Ya el sol asomaba en el poniente un buen final para esta entrevista?
DR - Sí, porque tiene todo. Veníamos hablando de lo que significa el riesgo de vivir en este Río de la Plata maravilloso, con los milicos matando a la gente, de esa época es la marcha. Y la estupidez y fanfarronería espantosa de ciertos pueblos, ayer decían en un club donde estaba a mediodía, "ah, pero a los noruegos les ganamos tres a cero", y resulta que Noruega le ganó dos a uno a Argentina con la posibilidad de haberle hecho dos o tres goles más, jugando mucho mejor y demás.
En ese sentido la posibilidad que tenemos de ser más humildes es muy atractiva, es lo que deberíamos buscar. Y sobre todo no dejar a los milicos meterse en nuestra vida, seguir eligiendo democráticamente, tratar de mejorar la calidad de las personas que rigen nuestros destinos, pedirles que no nos griten, porque a nadie le gusta que le griten. No sé si has visto que los políticos, sobre todo los de mi lado del país, gritan, son muy soberbios. Tenemos mucho que aprender de Uruguay en ese sentido, ser un poco más humildes.
Les Luthiers a los 40... |
DR - Y sí...
EC - ¿Es una referencia para ustedes?
DR - Totalmente, aparte tuvimos un poco nuestras noches cultas también, fuimos muy amigos de toda esa barra de gente tan creativa y maravillosa. Ellos dieron un ejemplo de que sí se puede hacer televisión con cierta jerarquía y con cierto rigor humorístico. Nosotros nunca nos atrevimos a ello.
EC - ¡Felices cuarenta años!
DR - Muchas gracias.
EC ¡Felicitaciones!
DR - Muchas gracias por la nota.
Sitios relacionados:
Les Luthiers. Página oficial
La vida de Mastropiero. Página no oficial
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Edición: Mauricio Erramuspe