Cultura

Experimentar "La ciudad como museo"

Caminar la ciudad y entenderla a través de sus letras; descifrar su espíritu mirando los carteles. Es es la propuesta de la Transurbancia, un concepto que trabaja el profesor español Ricard Puertas y que se propuso explicar en la conferencia "La ciudad como museo".

GONZALO SOBRAL:
Mañana, martes 28, a las 7 de la tarde, en el salón de conferencias del Museo Nacional de Artes Visuales, se llevará a cabo una conferencia cuyo título es "La ciudad como museo". Algo así como el descubrimiento de la identidad patrimonial y cultural de una sociedad a través de elementos como las letras pintadas en los muros de Montevideo, mediante una experiencia denominada Transurbancia. Todo se logra producto de miradas libres, de opiniones externas y sin la necesidad de buscar justificaciones históricas o culturales.

Es considerado una gran forma de descubrir ciudades donde el hilo argumental deja de ser el efecto de impresionar al turista con una catedral o un monumento histórico, sino que la propia ciudad se convierte en un museo de gente, o en este caso, de letras.

Para hablar sobre esta experiencia poco común (por lo menos para los uruguayos) nos acompaña en estudios el profesor español Ricard Huerta, quien se encuentra hace unas semanas recorriendo los distintos barrios de Montevideo.

Ricard Huerta es profesor titular de Educación Artística en la Universidad de Valencia en España. Es director del Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal, y del Máster en Educación Artística y Museos. Es doctor en Bellas Artes y licenciado en Comunicación Audiovisual, Música y Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia. Ha desempañado cargos de dirección en distintos servicios de esta misma universidad, es autor de varios libros publicados y ha expuesto grabados y pinturas en galerías y centros de arte de España y Europa.

Para empezar, la definición de esta transurbancia...Ese título que llama la atención por estos lares.

RICARD HUERTA:
El hecho de pasear por la ciudad, normalmente, claro. En mi caso no es que sea exactamente un turista. Yo vine invitado por la Universidad de la República. Unos compañeros de Educación Artística se ofrecieron a que viniese a compartir con ellos este tiempo que en realidad son vacaciones allá. Entonces, a mitad de camino entre un turista y un investigador que busca por la ciudad, lo que me interesa mucho es disfrutarla visualmente y no esperar únicamente lo que se le ofrece al turista sino ir un poco más allá, con lo cual te encuentras con una serie de realidades que normalmente no te ofrecen los guías turísticos. Para eso, hay que andar. Andar es muy saludable, muy recomendable, pero no sólo andar por el hecho de mover las piernas o por el hecho de llegar a algún sitio, sino cuando no hay ninguna necesidad de llegar a nada en realidad y vas encontrando cosas. Y es ese andar para encontrar, lo que te lleva a descubrir a la gente con la que puedes charlar desde una pequeña pregunta para situarte...Porque cuando caminas por un sitio que no conoces esto es siempre un gran descubrimiento. Y después está, dentro de esos recorridos, que tu vas con tu propio ritmo caminando, la posibilidad de también encontrar esas cosas que te pueden llamar más la atención. En mi caso son las letras. Soy una persona que casi le obsesiona el tema de las letras, pero en otros casos puede ser esas plantas que hay en la ciudad, los pequeños animales, pequeñas historias que cada uno a nivel personal se puede buscar su propio argumento.

GS – Y cuando decís las letras, ¿qué tipo de letras? ¿Las letras que aparecen en la señales de una ciudad, las que tiene que ver con la señalización comercial, que es muy caótica en algunos lados como Montevideo? ¿O, por ejemplo, las letras que los ciudadanos van colocando sobre los muros?

RH – Yo llevo un par de años con un proyecto que le llamo Museo Tipográfico Urbano y llevo recorridas unas cuantas ciudades del mundo. La posibilidad de venir a Montevideo era de entrada la posibilidad de conocer algo que es muy desconocido. Cuando venía para acá, la despedida normalmente era "qué lo pases muy bien en Paraguay". Yo nunca dije a nadie que me iba a Paraguay pero todo el mundo estaba empeñado en que iba a Paraguay. Uruguay es un país bastante desconocido en Europa y en parte me atrajo por esto. No era lo previsible sino algo bastante imprevisible. Entonces, lo que descubría acá, sobre todo al principio (ahora ya me voy acostumbrando) es que tenés una gran riqueza tipográfica en esta ciudad. No lo pueden imaginar, no es nada previsible. Esto hace que sea muy particular y a mí me ha gustado.

Aquí están interviniendo, por una parte las multinacionales. Cuando llegué a 18 de Julio (ustedes no lo leen así pero 18 de Julio es cuando las tropas de Franco empezaron la guerra en España) yo no entendía nada. Es una gran avenida de esta ciudad y lo primero que vi fue que al final de esa avenida había un edificio grandísimo donde había un anuncio de Movistar. La "M" de la marca, que es un diseño de Mariscal, estaba allá puesta. Y eso es lo primero que me llamó la atención. Igual que eso también mucho Mc Donald´s. Mucha letra "M" por 18 de Julio que vienen de las multinacionales. Y al mismo tiempo una "M"...Esto son anuncios que pueden ser de empresas que están en todos lados o de empresas que son de acá, grandes, pero que son desconocidas fuera. Pero a parte de esto hay pequeños comercios que tienen cada uno su propia manera de publicitarse con sus letras y sus anuncios. Eso era una parte, pero cuando recorrí la ciudad, sobre todo por la parte que lleva las calles cercanas a 18 de Julio, empecé a ver una ciudad que se basa en casas muy bajas y donde ha intervenido mucho la gente pintando las paredes, por ejemplo, las tiendas. Eso son intervenciones muy peculiares de letreristas de acá. Los negocios están pintados a mano, no ha intervenido ninguna multinacional ni ningún diseñador. Ha sido el propio pintor el que ha hecho las cosas. Aparte de eso están los graffiteros que llenan las paredes, y toda la gente joven que ahora se llaman "streeters" que van con los pencils y van haciendo sus grafismos. Todo eso es una riqueza que me ha parecido que en Montevideo la tendrían que re-descubrir, y es un poco la propuesta de la conferencia, que los montevideanos redescubran esa riqueza tipográfica tan grande de su ciudad.

ALEJANDRA BORQUES:
No sé por qué en los últimos años se han oído voces que dicen que eso ensucia la ciudad y que la afea. ¿Cuál es tu valoración de eso?

RH – Claro. Las palabras depende de cómo las usemos. Por ejemplo, ensuciar en el sentido de que la cosa está "guarra" parece que sea algo negativo. Pero los niños cuando ensucian están descubriendo y yo creo que la mentalidad es que la gente a veces también necesita decir sus cosas. Tengamos en cuenta también un detalle: aquí tienen también un patrimonio arquitectónico que he descubierto que está como descuidado. Entonces, para mí es mucho peor que esté descuidado a que esté sucio. Lo que está es descuidado y preciosas casas de los años 50 que continúan en pie están descuidadas, porque los dueños no las han arreglado y como el vecino tampoco lo hace...Es una cadena.

GS – Estoy pensando en la Biblioteca Nacional: un lindo edificio sobre 18 de Julio, es un lugar en que los graffiteros le dan una paliza a los mármoles cada vez que pueden. ¿Te parece natural que alguien vaya y se exprese ahí? ¿O debería haber muros sobre los cuales la gente pudiera expresarse sin que esta expresión terminara por contaminar visualmente esos edificios?

RH – Sí, la idea del graffitero como delincuente, en parte, tiene su sentido. Pero yo me refiero a una cuestión más general. Sin ir a edificios que son emblemáticos, que yo creo que evidentemente hay que respetarlos. En Valencia se ha hecho eso que tú apuntabas de dejar paredes enteras en el Barrio del Carmen para que los graffiteros puedan usar...Pero lo que ocurre es que a veces los propios dueños de negocios invitan al los graffiteros a que decoren sus locales. Aquí pueden haber contactos positivos entre ambas partes. No hay que pensar sólo en delincuentes...Porque no sé qué es peor: que un chaval pinte y ensucie una pared o que los dueños de aquellas casas estén descuidándolas completamente. Hay que asumir un poco las responsabilidades por ambas partes.

AB – Decías hace un rato que te has dedicado a recorrer distintas ciudades en busca de esos otros patrimonios poco considerados, además de Montevideo. ¿América Latina tiene otro lugar al que le has dedicado tiempo?

RH – Las ciudades que estuve "transurbando", que sería esa la palabra, han sido hasta ahora en Europa. Esta es la primera tentativa fuera de Europa. Ahora voy a intentar descubrir Buenos Aires, que me queda muy cerca y la intención era -de alguna manera- aprovechar esa distancia. Pero los otros entornos que conozco de América habían sido antes de este proyecto y yo no me lo había planteado nunca, por lo cual a lo mejor no estoy en posición de poder comparar.

AB - ¿Y cómo hacés esa búsqueda? Leí que ibas registrando con una cámara de fotos.

RH – Sí, de hecho en la conferencia de mañana la idea es mostrar una pequeña selección. Cuando ves la imagen es cuando entiendes un poco lo que voy buscando. Hay que caminar muchísimo, y hacer muchas fotos, evidentemente.

GS – ¿Pero cómo la recorrés vos? Cuando llegaste a Montevideo, ¿con qué idea venías? ¿Venís con un mapa trazado o vas encontrando la ciudad en la medida en que pasan los días?

RH – La ciudad la voy descubriendo a través de lecturas. Por ejemplo, yo ya había leído cosas de Mario Benedetti. Cuando llegué acá, como hay muchísima librería "de viejo", como decimos nosotros, compré más cosas de Benedetti; incluso ediciones originales y cuestiones que siempre atraen. Benedetti me introducía en un mundo que habla un poco de la historia de los últimos 40 y 50 años para acá. Y claro, sobre todo en las novelas cortas aparecen las calles, los sitios. Para mí Tristán Narvaja antes de llegar acá no era nada. Ahora es un sitio donde he ido cuatro veces y es la feria de Tristán Narvaja, que me encanta y que cada domingo encuentras algo nuevo y fascinante.

Ese sería otro de los lugares que te ha resultado llamativo. Pero en las novelas de Benedetti aparecen mil historias más. Y el hecho de que has leído una historia donde ha aparecido un nombre, calles, luego las paseas, y esa misma historia se va recreando otra vez en tu itinerario mental...Esa fue una forma.

Luego, cuando llegué acá, por suerte también, se presentó un libro de Ana Riveiro, que se llama Historias sin importancia. Y resulta que al leer el libro aparecen incluso personajes que he conocido personalmente al estar acá y todo esto va llenando. Esa especie de tradición que llevan ustedes de presidentes...Esa idea tan republicana que tienen en este país, que hace que los presidentes adquieran mucha importancia. Gracias a las lecturas, en este caso de Ana Riveiro, y de otra gente como Alejandro Jiménez. Es un personaje del Ministerio que estuvo muy amable. Es historiador y me llevó a museos históricos. Poder descubrir todo eso gracias a que la gente te lo cuenta...

Acá, lo que yo en realidad he descubierto, aparte de las letras, es una calidad humana que eso reconforta bastante cuando estás sólo en un sitio que desconocías. Y te ayuda no sólo a conocer los sitios sino 1000 historias que están impregnadas en esos sitios y que uno va descubriendo poco a poco.

AB – Le decías a nuestra producción que somos algo grises y nostálgicos. Concuerda con lo que nosotros pensamos que somos, a pesar de que luchamos a veces contra eso mismo.

RH – Yo no sé si es un tópico de ustedes pero llegué acá y estuve tres días en la cama. Venía de 40 grados en el verano que tenemos en España y bajo de un avión y hacía un frío tremendo. Estaba todo completamente gris y esos tres días estuvo gris. Y desde la habitación del hotel, el muchacho que me acompañó a la habitación me dijo: esta es la mejor vista que tenemos de la ciudad. Y yo pensé ¿esta es la mejor vista? Y en realidad cuando salió el sol, que fue a los cuatro días, me di cuenta que efectivamente la vista era preciosa. La idea de que esto era gris y tedioso la adquirí en esos primeros tres días que me lo pasé en la cama. Y a pesar de eso salí, porque hay un cine al lado y pude ver el Baño del Papa...Con lo cual más gris y más tedioso era todo. Pero la película preciosa, claro.

GS - ¿Cómo va a ser la conferencia mañana? ¿Va a haber interacción? Ya nos contaste algo: que vas a contar y a mostrar imágenes.

RH – Yo espero que la gente participe. Nunca quiero que mi intervención sea una especie de clase magistral donde un señor da una charla y todo el mundo escucha. Lo plantearé como una intervención más bien concisa, con la intención también de aprender mucho de la gente que pueda venir.

AB - ¿Qué es lo que va a pasar con esta experiencia generada a lo largo de estos viajes?

RH – Mirá, allá en Valencia tenemos una editorial que a nivel de libros en castellaño es una editorial de referencia en temas del tipo de tipografía, se llama Campgráfic, y hay un señor acá que es profesor de tipografía que se llama José Silva que también me llevó al Fun Fun, y yo se lo comentaba. Son agentes y son amigos y hace tiempo me propusieron esta posibilidad de recrear la imagen de las letras de esas ciudades que pudiera visitar para que luego fuesen un libro, que podía ser sobre ese tema, y en el que yo decidiese qué ciudades iban a intervenir. Para mí ha sido un gran descubrimiento que Montevideo puede ser parte de ese libro y parte importante. Porque tiene algo que las demás no tenían.

AB – Me quedaba pensando que nos representaba la imagen o la letra con la que Montevideo está identificado a través de la Comuna o la Intendencia, es una "M" en naranja, buscando separarnos. En realidad identifica algo que la Intendencia ha tenido durante muchos años que es el uniforme de sus empleados en ese tono naranja. Por allí algún dato...

RH – Eso es muy valenciano además...Sabés que las naranjas allí son de las cosas más particulares que tenemos.

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