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¿Cómo previenen los incendios y robos los museos uruguayos?

El pasado Día del Patrimonio una exposición llamó la atención sobre lo que, quizá, sea la mayor pérdida en la historia del arte uruguayo. En 1978 siete murales de Joaquín Torres García se consumieron por el fuego y los restos fueron hallados en el depósito del Museo de Artes Visuales del Parque Rodó. Más allá de un panorama preocupante respecto a la falta de medidas de seguridad en los museos uruguayos, el informe de Mauricio Erramuspe propone conocer algunas novedades que podrían sugerir un horizonte más optimista de la conservación del patrimonio artístico.

Desde hace décadas el patrimonio conservado en los museos públicos uruguayos está en riesgo. Se trata de una realidad que reconocen, con mayor o menor volumen, todas las voces vinculadas a esta actividad. Desde las denuncias de robos a la falta de recursos para recuperar o simplemente preservar las obras, el panorama museístico uruguayo es, al menos, preocupante.

En los museos privados la realidad es distinta ya que en su mayoría contemplan las medidas de seguridad elementales para la prevención de robos e incendios. Claro, esto no tranquiliza mucho porque el 90% de los museos en Uruguay está en la órbita del Estado, ya sea nacional o municipal. Por otra parte, las distintas reparticiones públicas son las mayores coleccionistas de arte.

Alejandro Giménez es el encargado de la Oficina de Coordinación de Museos de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación. Él llamó la atención sobre una paradoja que atraviesa a los 200 museos públicos uruguayos: "Hay una paradoja y es bastante clara. Si bien es un tema que es soslayado muchas veces por los museos, por falta de formación de sus directores o de sus gestores, por falta de rubros, es otro tema que se tira para atrás porque dicen que tienen otras prioridades y vamos a rezar para que no pase nada. Pero no puedo hacer frente a lo que es un circuito cerrado de televisión o detectores de humo o alarmas, la gran paradoja es que si bien se soslaya por otro lado el tema robo es el que ha puesto al museo en la tapa de los diarios. ¿De qué nos acordamos? De los robos que hubo en los últimos años. Por ejemplo aquel famoso robo que hubo en el Blanes o los robos en el Museo de Bellas Artes de Salto cuando también faltaron Blanes que después aparecieron. Tuvo alguna prensa una serie de robos que hubo en el Museo Casa Quinta de Herrera, del Museo Histórico Nacional, que ha visto diezmado su acervo por el tema de robos sucesivos por la falta total de seguridad. Paradójicamente a nivel de la gestión de museos el tema a veces importa poco pero, por otro lado, lamentablemente es el tema ha puesto a los museos muchas veces en la opinión pública".

La preocupación se centra en el eventual robo de las obras o en su seguro deterioro si no se invierte en la preservación. Según la sabiduría popular, en general nos acordamos de lo que tenemos cuando lo perdemos. Y esto se aplica a los museos.

Giménez invita a hablar bajito pero también a pensar que, por ejemplo, hay obras de Pedro Figari que carecen de las medidas de seguridad más elementales: "Realmente, vamos a hablar bajito, pero muchas veces el Museo Histórico que yo vengo de trabajar allí muchos años pensamos por ejemplo de la cantidad de Figari, cerca de 40 Figari que hay, originales, y no tienen ninguna medida de seguridad. Realmente. Eso es preocupantes. En Uruguay no hay una conciencia de la dimensión que tiene determinado acervo. En el interior ni te cuento. He visto acervos muy importantes que no tienen ninguna protección a nivel de incendio pero tampoco de robos. No hay ninguna protección. Entonces, lo que creo que en primer lugar el tema para mi se circunscribe en generar una política de museos de tal manera que concientice a las autoridades –estamos hablando de que los museos privados en general tienen las medidas- municipales, nacionales, que además de que tengan presupuesto para funcionar dentro de ese rubro es fundamental preservar el acervo. En el Museo Histórico Nacional a veces uno no se explica cómo no ha habido incendios por cortocircuitos porque son casas viejas con instalaciones muy viejas y a veces se recalientan y uno piensa en si hay un incendio. Y no solamente estamos hablando a nivel de las artes plásticas que quizás sea lo más conocido cuando pasan estas cosas o a nivel de bibliotecas, o a nivel de lo que es el acervo de mobiliario, eso también se pierde".

Tras el crecimiento que tuvo en los años 40 y 50 por donaciones o adquisiciones, el acervo público comenzó a deteriorarse por la falta de recursos. De rico y paternal, el Estado pasó a ser pobre y prescindente, según el relato del coordinador de Museos y la experiencias de todos nosotros. Una situación, sin embargo, que ya no resiste mucho más.

"Después, con el correr de las décadas y de las crisis sucesivas que fue teniendo el país, los estados tanto municipales como nacionales no han tenido capacidad económica para poder conservar todo ese acervo. Es una realidad. Y una realidad que hay que enfrentar", señaló Giménez.

En 1995 en el Museo Blanes tres obras fueron sustituidas por falsificaciones mientras estaban en depósito por causa de las obras que se realizaban para reacondicionar el museo y, entre otras cosas, mejorar su seguridad. Se trataba de dos cuadros de pintores europeos (Utrillo y Vlaminck) y una obra de Pedro Figari. Los cuadros fueron recuperados tiempo después pero el hecho sirvió para llamar la atención sobre la urgencia de continuar las mejoras edilicias y de los sistemas de seguridad.

Gabriel Peluffo es el director del Museo Blanes desde 1992 y recuerda que los robos se dieron justamente por aquellas obras que él encaró. Cuando tomó el cargo no existían medidas de seguridad electrónica e inmediatamente se puso a trabajar en el tema.

Hoy el museo, que tiene un acervo de 2.800 obras y cuyas exposiciones permanentes son visitadas por unas 10.000 personas al mes, cuenta con seis guardianes de sala, más un servicio de vigilancia policial 222 las 24 horas. Cada sala tiene una cámara de video monitoreada por una guardia permanente. Tanto en los lugares de exposición como en el depósito existen detectores de humo y alarmas de cuerpo en movimiento. Además, para acceder al depósito –donde se dieron los últimos robos- sólo tres personas tienen clave digital. Las claves son diferentes y ninguno conoce las de los otros.

Peluffo recordó que no sólo hay que pensar en robos o incendios sino también en evitar la aparición de los denominados "peces de plata", insectos u hongos que se comen los papeles o deterioran las telas. Además de la fumigación periódica, se controla la humedad relativa (al 60%) y la temperatura del edificio (a 20 grados) para favorecer la conservación de los materiales.

El director del Blanes dijo que esto no se puede comparar con las medidas que se toman en los principales museos del primer mundo porque eso sería una exageración. Igual, él está más tranquilo: "Compararlo con otras partes del mundo es a mi juicio una exageración porque en el primer mundo hay sistemas muy sofisticados con todo esto. Yo creo que es, haciendo un promedio con todo lo que hay en el país, una situación muy buena. Y con respecto a una situación internacional está decorosamente bien. (...) Tranquilo no se puede estar nunca, un incendio se puede producir en cualquier momento por una cuestión voluntaria como por un accidente, por un cortocircuito eléctrico. Tranquilo nunca se puede estar... Estoy por supuesto muchísimo más tranquilo que cuando entré a trabajar en el museo donde no había nada de esto. Y, además, estoy tranquilo en cuanto a la conservación de la obra porque aún aquello que no está restaurado está en condiciones de detenimiento del proceso de deterioro".


Nunca se puede estar totalmente tranquilo ni evitar completamente un desastre. Sin embargo, de ahí a no hacer nada hay mucho camino por recorrer. El Blanes comenzó hace unos años y ahora lo acompañará el Museo de Artes Visuales del Parque Rodó.

El 90% de los museos uruguayos está en la órbita pública. Y la mayoría carece de las medidas de seguridad que serían necesarias. A nivel mundial existe el Comité Internacional de Museos, una organización no gubernamental asesora de la Unesco en la preservación del patrimonio. Esa ONG tiene filiales en una centena de países y Uruguay no es la excepción. La vicepresidenta del comité nacional es Serrana Prunell, directora del Museo Rally de Punta del Este, contó de los riesgos a los que están expuestos los museos uruguayos.

"En el caso de Uruguay los desastres no son los mismos que en otros países porque no tenemos grandes desastres del estilo de terremotos, tsunamis, grandes huracanes pero sí tenemos otros desastres como pueden ser incendios, caídas de árboles y desastres producidos por la mano del hombre. En ese sentido tratamos de ayudar en la medida de lo posible y ver cuál es la situación de cada uno de ellos, que son muy variadas. En Uruguay existen museos particulares, museos nacionales, museos municipales, existen museos que son pequeñas salas de exposición, existen grandes museos, museos que han sido construidos para museos, museos que trabajan dentro de casas históricas que han sido adaptados o sea estamos hablando de edificios muy antiguos. Hay museos que están en zonas donde la delincuencia es mayor, hay museos que están en ciudades o en partes donde la delincuencia es menor. O sea, hablar de que todos los museos están iguales sería faltar a la verdad", señaló Prunell.

Pese a ese panorama diverso hay, según Prunell, una conciencia generalizada sobre la importancia de establecer medidas de seguridad. Claro que el acceso a ellas no es general ni mucho menos: "En general todos los museos están conscientes de que hay que salvaguardar el patrimonio y se hace lo posible. Obviamente también los medios con los que dispone cada uno de los museos son muy distintos. Y también es muy distinta a veces la burocracia que tiene cada uno de los museos para conseguir los medios que necesitan".

Los museos privados, sobre todo los más nuevos, aparecen como los que están mejor provistos de estas herramientas. Uno de ellos es el Museo Gurvich ubicado en Ciudad Vieja. Su directora, Silvia Listur, habló de la importancia de preservar las obras y de algunas medidas que adoptan en el edificio de la calle Ituzaingó: "Me parece que en una institución que tiene como cometido guardar y preservar obras que son importantes para toda la sociedad hay un tema que es fundamental que es la prevención. En el caso de los incendios la prevención empieza por un buen mantenimiento de todas las instalaciones eléctricas que en general son las causantes de este tipo de dificultades. Por ejemplo en nuestro museo no se usan cocinas ni calentadores de combustión. Tenemos un microondas, un calentador eléctrico pero acá fuego no hay y por supuesto está prohibido fumar. También tenemos en perfectas condiciones la instalación reglamentaria que solicita Bomberos para la habilitación del local".

Esa reglamentación de Bomberos establece dos extintores por piso, además de mangueras en cada una de las plantas. Además existe un plan de contingencia en el que cada funcionario tiene un rol que cumplir y un orden de prioridades. En la disposición de las obras también se contempló que, por ejemplo, las piezas más importantes estén cerca de los accesos.

"Ante una posibilidad que esperemos que sea remota en todos los casos, el edificio cuenta con un sistema de detección de humo. Es un sistema inteligente que ante la señal de humo empieza una lluvia en forma inmediata. Eso está testeado porque el año pasado cuando hicimos otro tipo de prevención, que es el de plagas, el humo de la fumigación activó el sistema y fue un caos pero funcionó. También tenemos un sistema de vigilancia que es computarizado las 24 horas. Por supuesto hay un sistema de alarma para todas las circunstancias de peligro de las obras. Es un costo pero siempre hay que pensar que este costo puede evitar pérdidas de cosas que no tienen ni precio", contó Listur.

La seguridad es un costo pero preserva cosas que no tienen precio, dijo Listur. Esa conciencia existe entre los gestores que están al frente de los museos públicos, según afirman las autoridades. Sin embargo, la falta de recursos determina que se opte por destinar los escasos fondos a la organización de muestras que den continuidad al funcionamiento de los espacios, en detrimento de las inversiones en seguridad. De allí que se considere que una forma de comenzar a revertir un panorama preocupante sea destinar fondos presupuestales específicos a al seguridad.

Eso fue lo que sucedió en el Museo Blanes a mediados de los 90. Ahora se suma el Museo de Artes Visuales del Parque Rodó, quizás el que tiene el acervo público más importante.

Hace tres meses asumió su dirección Jaqueline Lacasa, promotora de la exposición que desencadenó este informe. Como parte de su proyecto de "museo líquido", un museo integrado con su entorno con una relación más "fluida" con la ciudadanía, la nueva directora analizó los sistemas de seguridad que existían en el museo. Y se encontró con casi nada. El circuito de cámaras no funcionaba hacía años y el edificio no contaba con habilitación de Bomberos. Aquello de "increíble pero cierto": allí el Estado guarda unas 6.800 obras.

Lacasa contó lo que encontró y cómo está trabajando con una arquitecta, una ingeniera y los funcionarios del museo: "En cuanto a lo que se encontró en el museo como panorama para lo que es la seguridad de su estructura y del patrimonio debemos decir que es precaria en el sentido de que nunca hubo un sistema de habilitación de Bomberos. Esto lleva a que justamente a que inmediatamente cuando tomamos posesión del cargo y armamos los grupos de trabajo con los propios funcionarios que están poniendo por cierto muchísimo el hombro, poner en funcionamiento todo el trámite para la habilitación. Esto está prácticamente resuelto, nos llevó dos meses pero fue como la primer medida. La segunda medida es que estamos trabajando en el sistema de alarmas del Museo que hace más o menos unos cuantos años que no estaban funcionando. Esto es un problema importantísimo a resolver que ya lo estamos manejando porque el gobierno está apoyando toda la medida de recuperación de las necesidades del museo".

La directora define el trabajo actual como de "atención primaria" en tres focos: prevención de incendios –con regadores incluidos, un elemento raro en los museos públicos-, el sistema de alarmas y el lumínico. Lacasa aclara que las tres áreas no funcionan por separado y destacó el apoyo del gobierno y de la asociación de amigos del museo. Aún no se sabe la inversión total que deberá realizarse pero a fin de año estará pronta y faltan pocos días para que Bomberos habilite el edificio.

Las medidas de seguridad que impulsa Lacasa también incluyen un reinventario general de todo el acervo que contemple el estado de conservación de las piezas y el trabajo de restauración que deba realizarse.

La directora del Museo de Artes Visuales destaca que su preocupación es la de todos sus colegas. Para ella, es un tema fundamental: "Yo creo que en este momento la mayor parte de las personas o todas las que estamos trabajando en estos temas lo que queremos justamente es que, incluso el apoyo que estamos recibiendo tanto desde el gobierno como desde los privados, está puesto en la recuperación del museo como espacio público y sobre todo en recuperar la salud de lo edilicio, del contenedor del patrimonio. Esto no pasa en un sólo museo sino que es la preocupación de todos los directores de museo, de los funcionarios y de los distintos agentes que trabajan en los museos pero creo que es un desafío fundamental todo lo que tiene que ver con la habilitación, con los sistemas de alarmas y sobre todo con el estado de conservación y del espacio físico donde se encuentran las obras".