Cultura

Un actor que "no cae"

Recién premiado en Argentina, César Troncoso comentó el periplo que ha vivido desde mayo, cuando se empezó a ver El baño del Papa. En Perspectiva segunda mañana escuchó sobre sus viajes, festivales, sorpresas... las anécdotas y los proyectos. El actor contó que cuando le preguntan si está en el país, se da cuenta de que todavía "no cae" en la cuenta de todo lo que le ha pasado en estos meses.

ALEJANDRA BORQUES:

Estamos escuchando una música que creo que ya es inconfundible: la música del Baño del Papa. Una película que ya lleva cerca de 80.000 espectadores en Uruguay y de la que se sigue hablando, en especial fuera de fronteras.

El actor uruguayo César Troncoso fue galardonado el domingo como mejor actor, al cierre de la primera edición del Festival Internacional de Cine de San Luis, en Argentina.

La película dirigida por Enrique Fernández y César Charlone recibió otros dos premios otorgados el fin de semana. El premio Morosoli institucional 2007, uno de los galardones que entrega año a año la Fundación Lolita Rubial en reconocimiento a lo más destacado de la cultura uruguaya.

Fue entregado por su aporte al desarrollo y la consolidación de un cine nacional. En esa misma jornada venía el premio Huelva a Mejor Guión. A esta altura ya no alcanzan los minutos para repasar la cantidad de premios. Esta mañana recibimos en estudios a César Troncoso, protagonista del Baño del Papa.

¿Cómo vivís, a esta altura de los acontecimientos, después de medio año ya con la película en cartel?

CÉSAR TRONCOSO:

A esta altura casi estoy desarrollando un oficio festivalero, es como una cosa muy rara. De todas maneras siempre lo veo con mucho placer. Por lo general, las cosas que uno hace no las hace pensando en el retorno que tendrán. Uno las hace por la pasión que pone en ellas. Yo cuando hago teatro no pienso en la cantidad de espectadores que me verán o no. He hecho funciones con muy poca gente. Y lo mismo con el cine: está el placer de hacer cosas. Cuando además hay una devolución tan clara... Y en el caso del Baño del Papa, además, tan extraña. Porque es una devolución que tiene que ver con la buena recepción de parte del público pero también con un muy buen comentario crítico con toda esta carrera de festivales que está haciendo.

Cuando te pasa todo eso vos quedás medio shockeado, con la boca abierta, mirando extrañado y disfrutando.

AB – El último premio en realidad te lo llevaste vos y es el del Festival Internacional de Cine de San Luis, en Argentina. Vamos a contarle a la gente por qué en San Luis. Porque tiene la particularidad de que allí está instalada, por ejemplo, Esther Goris.

CT – Sí. San Luis es una tierra extraña, es un lugar muy lindo. Yo pasé bárbaro en ese festival... Un festival chiquito que este es su primer año. Pero es un festival extraño porque es un festival en la provincia en la cuál el gobernador es Rodríguez Saá, que fue uno de los candidatos que hubo a las elecciones y que quedó cuarto. Y su pareja es Esther Goris, a quien no vi porque creo que estaba rodando una película.

AB – Es la famosa "Evita", para algunos que no la tengan presente.

CT – Y creo que, desde lo que tengo entendido yo, San Luis pretende ser un pueblo de desarrollo para el cine dentro de la Argentina. "San Luis Cine": hay una marca que está instalada. Ellos lo que pretenden es ser un polo alternativo a Buenos Aires para el desarrollo del cine. Y me parece que vienen trabajando en ese sentido. Hicieron unas cuantas películas, unas cuantas de ellas buenas, de las otras también seguramente y ahora quieren complementar eso con este festival de San Luis, del cual este es su primer año. Y lo hicieron. Me parece que hay un tema político interno de la Argentina vinculado a Rodríguez Saá y el resto de la industria cinematográfica y entonces no tuvo mucha presencia de figuras argentinas. Había algunos... Estaba Víctor Laplace, Ulises Dumont, Mercedes Carreras, Juan Palomino, había figuras argentinas pero poquitas.

Yo vi siete u ocho películas en el festival y tenía muy buen nivel. Me levanté en un película polaca porque no la pude aguantar. "Muy linda la película pero no sé de qué va, me voy". Y después había muy buen nivel. Hay toda una sección documental, otra sección competitiva para largometraje de ficción, sección de cortos.
Es un festival que al ser pequeño también permite la interacción entre la gente, entonces vos lo disfrutás mucho.
 
FEDERICO DALMAUD:

Hablabas de un año raro para vos. Yo el otro día te pregunté si estabas en Montevideo o fuera del país y te sorprendió la pregunta. ¿Te choca que te hagan ese tipo de consultas?

CT – No. Ahora cuando venía para la radio venía pensando, como refrescando algunas cosas por si tenía que contar una anécdota, y venía pensando en tres o cuatro cosas que han ido pasando. Es que no caigo. No es que me sorprenda la pregunta o me resulte chocante, lo que me pasa en que no termino de caer. No me doy cuenta, no hago sinapsis. Es difícil darte cuenta de todo lo que te pasó en tan poco tiempo.

Cuando uno piensa hacia atrás, en realidad todo esto empezó en mayo. Antes de eso, lo único que había era mi deseo de que la película se estrenara de una buena vez, verla y que la viera la gente. Todo esto pasó en mayo, y desde mayo a esta parte no he parado más. Hay cosas que me pasan, como por ejemplo, que me pregunten si estoy en el país, que me sorprenden. Y después ves que está bien, es una buena pregunta porque en realidad puedo no estar en el país.

AB – Porque de hecho has acompañado la película en esta vuelta a la que ya nos hemos acostumbrado y hemos aprendido muchísimo, tanto el público como los periodistas, a seguirlos a los festivales. Los festivales, entre otras cosas, les permiten mostrar la película, encontrar una distribución mayor, el intercambio con otros directores y actores. ¿Pero a la película en sí para que le sirve, además de los premios de los que estamos hablando?

CT – Yo no sé muy bien como es el tema de la industria. La sensación que yo tengo es que los festivales son de diferente magnitud. Por ejemplo, Cannes es un festival en el cual fuimos a trabajar. Yo, sin saber nada de inglés ni de francés o muy poco, en realidad terminé yendo a un montón de eventos que eran desayunos para presentar al productor y a los directores, personas que la compraban. En los festivales está toda la venta de la película, con la cual además, por lo que tengo entendido, a pesar de que a la película le fue muy bien y están los 80.000 espectadores en Uruguay, con ese dinero no cubre lo que debe o lo que tiene que ganar. Entonces parte de ese negocio quizá sea la venta a otros países. Y en Cannes se trabajaba para eso. Nosotros teníamos un vendedor internacional, alemán, que la negociaba. Y parte del asunto es venderla a otros países porque con eso se completa el retorno de la película, que es lo necesario para que la productora recupere el dinero que invirtió, para pagar deudas que todavía existen, para que los directores cobren.

FD - ¿Dónde más se vio la película además de los festivales?

Ct – Sé que se va a estrenar en Brasil, España, Francia. Después sé que la compró Suiza, que supongo que debe tener algún circuito alternativo como para estrenarla. Se compró en Asia pero no me acuerdo, creo que la compró Corea del Sur y Taiwán... mercados rarísimos.

Después creo que también la había comprado Inglaterra. Y en América Latina todavía estaban en negocios porque hay una serie de cosas que no sé como cierran, pero lo razonable sería que toda América Latina la pueda ver.

AB – Repercusión de esta película, por ejemplo, en el Festival de San Luis, cuando la vieron los espectadores... ¿Volviste a meterte a la sala de cine con el público mientras ve la película?

CT – Sí. Iba a ver otra película mientras. Nosotros llegamos, bajamos del avión un lunes a las tres de la tarde y en ese momento estaban pasando la película. Fuimos al final a saludar, a presentarnos y nos hicieron unas preguntas. Pero al día siguiente a las ocho de la noche la pasaban de vuelta. Se ve que se corrió la bola de que estaba buena con la gente que la vio el martes, porque ya estaba mejor la sala el día siguiente. Yo iba a ir a ver otra película. Había una turca en otra sala y después a Virginia y a mí nos vino chucho y nos quedamos viendo la película.

FD - ¿Cuántas veces la viste?

CT – No tantas. Pero la habré visto 10 o 12 veces. Pero es razonable. Trabajo ahí y todavía me tengo que acostumbrar a que el tipo de bigote soy yo.

FD - ¿Te gusta verte?

CT – Me gustaba menos. Ahora me gusta más. Ahora me acepto mejor y me parece que me puedo dar cuenta cuando estoy rindiendo bien o mal, que es una cosa que a veces uno pierde. A mí me había pasado en "El viaje hacia el mar" de descubrir mi imagen fuera de mí. En el teatro, siempre que pasa algo, está tu cuerpo ahí. Con esto es como despegarte de eso. Al principio me chocaba. Yo pensé que era más expresivo de cara, que tenía otra expresividad, me noto con una cara más dura. Ahora me ablandé y empiezo a mirar con un poco de criterio. Antes también me estaba juzgando por cosas que no podía manejar.

AB – Porque cuando te subís al escenario en el teatro no hay una cámara registrándote.

CT – No, claro, por eso. Y esto es verte sentado en una butaca. Ver lo que alguna vez hiciste. En cambio, en el teatro es en vivo.

AB – Pero midiendo la reacción del público... Y ese es el ejercicio del actor en las dos situaciones.

CT – Claro, en las dos situaciones tenés el retorno del público inmediato. El teatro se mueve de lugar y hay una cuota parte de responsabilidad tuya siempre con respecto al resultado. Más allá de que el público también varía. Vos podés estar bajo un día, alto otro día. Al ser en vivo tiene esa cosa de que se mueve, nada es fijo. La película siempre es la misma.


AB – Un oyente consultaba si es verdad que el teatro es una buena base para hacer cine.

CT – Sí, yo creo que sí. Creo que hay como un prejuicio con respecto al actor teatral, injusto, y que tiene que ver con que el actor teatral sobreactúa y es excedido. Yo creo que es mentira. Primero, creo que eso podía haber sido el caso de la vieja escuela de actuación teatral, en la cual todos los teatros eran a la italiana. Tenías hasta la fila 140 y declamar era bueno. Eso cambió mucho, ya se desactivó. Si vas a una sala en el Teatro Circular o en el Teatro del Centro son salitas pequeñas en las cuales podés trabajar la media voz. Ya no precisás la expresividad fuerte. Eso es para otro tiempo. Si pensás en actores de cine, en general, todos tienen formación teatral. Al Pacino no estudió televisión y cine, estudió teatro. Lo mismo que Robert Duvall, que De Niro... Sí hay que hacer ajustes sobre las diferencias que separan al teatro del cine, y poder a aplicarlas. Pero en realidad, si sos un buen actor de teatro vas a ser un gran actor de cine, seguramente.

FD - ¿Dio el tiempo para el teatro este año o va a haber?

CT – No, lo único que hice de teatro este año fue reponer el Método Gromholm, que estuvimos ahora un mes entero en noviembre y funcionó muy lindo a pesar de que ya no nos quedaba mucho público. El año pasado había sido un bombazo. Funcionó muy bien y a mí me da mucho placer poder hacerla. Pero por suerte no tuve teatro porque si no, no hubiera podido viajar a ningún lado.

AB – Hablemos del efecto posterior en el actor. Después, si bien has acompañado la película, te desprendés del personaje y empiezan a aparecer otras opciones, otros directores a convocarte. Me decías que hay como cinco opciones en camino.

CT – Sí, debe haber más películas. En Uruguay debe haber en desarrollo un montón de películas más. Yo debo tener cinco películas pendientes. El problema de las películas es cuándo se hacen, cuándo se terminan haciendo. Porque como vos necesitás mucho dinero, en una inversión de cine si se te caen 50.000 dólares porque te falló tal, la tenés que pensar de vuelta y capaz que la diferís tres o cuatro meses. Nunca terminás de saber cuántas de estas películas se van a hacer próximamente. En realidad películas hay y me están convocando. Por suerte.

AB – Volver a trabajar, por ejemplo, con Casanova.

CT –Claro, pero con el Guille yo ya había hecho "El viaje hacia el mar" y ya había quedado el enganche. Lo mismo con Roberto Suárez, que tiene una película que ganó el FONA y se llama "Ojos de madera", y con él había hecho teatro toda mi vida. Y a partir de que vas rindiendo bien, eventualmente te pueden ir llamando para otras cosas.

AB - ¿Hay ansiedad en ese período o lográs controlar? Ansiedad de que se concrete eso, que en definitiva te necesita a ti un tiempo durante la grabación, pero que después depende de otras variables.

CT – La ansiedad que se me genera tiene que ver más bien con el tema de lo económico. Yo trabajo en otra cosa, en una oficina, que por suerte son una maravilla y me permiten salir, si necesito 60 días me los dan. Algo que para la empresa privada es extrañísimo. Se me genera la ansiedad de decir que sigo teniendo continuidad de trabajo, pero cuándo empiezo a ver un retorno suficiente como para largar la oficina, no me está pasando. Mi ansiedad viene por ese lado. Después yo sé que en general, desde hace cuatro o cinco años, tengo convocatorias. Sobre principio de año la gente me llama para hacer alguna obra de teatro. Con este tema del cine, estos papeles que digo no son papeles protagónicos porque no pueden serlo. No hay tanto protagónico para actores de 40..., de 29.

(Risas)

Quiero decir, tenía que suceder que necesitás a un actor de 44 años y que además ese actor sea yo. Los otros también juegan. Pero sí hay continuidad de trabajo. En ese sentido yo no estoy demasiado ansioso. Lo que quiero es empezar a ganar un mango.

AB – Sí, de hecho la sensación que todos tenemos y ley de cine de por medio, es que hay muchas cosas que podrán acelerarse. Y seguramente también los efectos de películas como las del Baño del Papa ayuden a que muchos proyectos finalmente se concreten.

CT – Yo creo que sí. El "Baño del Papa" suma. Yo le había dicho a Guillermo Casanova que él esperaba que "El viaje hacia el mar" sirviese para que la próxima película se apoyase sobre los hombros de la de él, para seguir haciendo. Y eso está pasando. Película a película se está comenzando a tener conciencia de que en Uruguay existe un cine propio, que es inevitable, lamento por los detractores, pero no hay forma de desactivar esto. Y se empieza a llegar a niveles de calidad. Creo que ya nadie puede decir que nuestras películas son malas. Podrá decir que no le gusta, que es lenta, que fastidia el tema, que un actor no está justo, muchas cosas... Pero no mala calidad de la película.

AB – Me gustaba una comparación que hacías en la pausa sobre a qué se parece "El baño del Papa" y aparecen nombres de películas valiosísimas para la historia del cine, sobretodo por el concepto y por la historia que cuenta.

CT – Sí. Lo que he escuchado por ahí, en general, se la compara con "Bienvenido Mr. Marshall", que si no me equivoco era de Berlanga, que era una película en que todo el mundo esperaba la llegada del Plan Marshall en los años 50 en España. Y los norteamericanos pasaban de largo y el pueblo quedaba esperando al costado de la carretera. En nuestra película el Papa llegó, pero de una manera muy extraña también. La comparaban también se hizo con "Ladrones de bicicletas" por el neo-realismo, y con "Feos, sucios y malos", supongo que por el tratamiento de la pobreza. Estamos en buena compañía.

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