Ojo por ojo

Los asesinos del arte, por Gustavo Fernández

Todas las corrientes innovadoras en la historia del arte han tenido una actitud de "matar" o exterminar a las tendencias anteriores en un afán renovador, pensando erróneamente que los cambios son así, dar la espalda al pasado borrando los antecedentes, cuando esos cambios son producto de la sumatoria de situaciones, tendencias y actitudes de artistas que dieron su vida por el arte.

Los Futuristas, por ejemplo, en la Italia fascista proponían prender fuego los museos bajo la bandera de que el museo es algo estático y pugnaban por lo dinámico, la máquina, la hélice de un aeroplano con sus curvas aerodinámicas era considerada una escultura frente a la formación estética tradicional, lo que conocemos como academia, una serie de recetas estéticas, ideadas para tener bajo control también la expresión artística.

Así declaraba el poeta Marinetti, en nombre del nuevo movimiento futurista, en un diario de febrero de 1909, ya hace un siglo, en un radicalismo total: "Queremos ensalzar la emoción combativa, la vigilia enfebrecida... y el puñetazo. Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, con la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras... un automóvil rugiente, que parece correr sobre una estela de metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia..." (Palacio Pitamiglio, atrio de la Intendencia Municipal de Maldonado).

Los Dadaístas en Alemania en 1916, también tuvieron esa actitud renovadora pero bajo una acción demoledora. Proponían la destrucción de todo el arte conocido hasta el momento, por supuesto del arte académico, hacían exposiciones en un baño público desacralizando el espacio del museo, lugar en el que incluso hoy por hoy el público asistente habla en vos baja, por ejemplo, para mostrar un síntoma de lo que es y sigue siendo el museo para la mayoría de nosotros; en ésas muestras se ofrecían herramientas a la entrada para destrozar cuadros y esculturas de corte académico.
Hoy podemos apreciar la obra de Futuristas y Dadaístas en los museos, si bien estas corrientes innovadoras lograron cambiar el curso de los acontecimientos fueron absorbidos por el sistema social y económico que todo lo devora. 

De la misma manera, el Arte Pop pretendió denunciar el consumismo de la sociedad norteamericana de la década del 50.

Algunos artistas, frente a un mundo de posguerras que intentaba recuperarse, fueron trabajando con los propios "restos" en un afán de devolverle a la sociedad su basura transformada en obra de arte, y así uno de los artistas más representativos del Pop Art, Andy Warhol, en su denuncia anti consumista y utilizando medios mecánicos de reproducción de cartelería, fue devorado por el mercado del arte y consumida su obra como un producto industrial más.

Hoy por hoy, en nuestra querida República Oriental del Uruguay, en pos de ésos cambios renovadores y en nombre de lo que ingenuamente se etiqueta como Arte Contemporáneo, también se apunta y dispara contra todo tipo de expresión que no esté dentro de lo meramente conceptual y que se valga de la última tecnología, como si eso fuera garantía de que la expresión artística es más valedera.

Así se ha logrado en detrimento de respetables antecedentes estéticos, transformar el campo de las artes plásticas uruguayas en escenario de chistes y ocurrencias, de extravagancias y locuras faltas de contenido.
Cuántos respetables artistas y teóricos del arte del mundo tecnocrático, de Europa y Estados Unidos, que es para donde están claveteados mirando los sillones, nos han visitado en busca de un Arte más puro, más cercano a los orígenes reales, menos contaminado de ideas programáticas, porque el verdadero arte no se programa, va surgiendo de las entrañas de los artistas, de sus necesidades reales, si se programa o rediseña no es arte. Los ahora llamados curadores, críticos, incluso galeristas o quien meta la cuchara en el arte, no pueden decir para dónde hay que ir, qué es lo que hay que hacer, usar o cómo mostrarlo, porque la obra de arte es el producto de búsquedas individuales, que cuando coinciden históricamente se transforma recién ahí en Corriente Artística.

Las nuevas tecnologías y los nuevos lenguajes, complementan a lo anterior, y el verdadero artista, y después de tres décadas y media de trabajo estoy convencido, de que tiene que ser una sumatoria de experiencias, trabajar con la computadora o con la ultima tecnología no invalida el lápiz, o al que pinta o al que todavía esculpe, o más aun la obra que antecede a nuestras nuevas expresiones, son técnicas que se adaptan al artista en una necesidad del momento, y no la adaptación del artista a ésa técnica.

Por supuesto que no anda nadie con una antorcha o un martillo como los dadaístas tratando de quemar o romper cuadros y esculturas, pero la sutil política y a veces no tan sutil en cuanto a lo plástico en nuestro país, se resume a caprichos y aventuras individualistas, seudo innovadoras, que en nombre de lo contemporáneo van cerrando caminos o escondiendo expresiones anteriores pensando que es lo mejor que le puede pasar a nuestro arte, auspiciando expresiones que se acercan más a la broma, la ocurrencia, lo extravagante y carente de contenido.

Nosotros gozamos de una sólida pero descuidada tradición desde Figari y Torres García, desde Blanes y Carlos Federico Sáez, desde nuestros hombres primitivos que pintaban los petroglifos hace 8000 años atrás, también dadas las modas actuales, ¿les vamos a dar la espalda irreverentemente como si nada les debiéramos?

Así , en un país en el que más allá de las complicaciones económicas, políticas y sociales siguen apareciendo artistas de toda especie y en todas las ramas del arte y la expresión, en un país en el que fuimos campeones olímpicos y mundiales, acontecimiento que no se volvió a repetir más que por deportistas tan apasionados que triunfaron en su soledad, seguimos siendo campeones mundiales en el arte, porque es cuestión de ver por el mundo y siempre hay un uruguayo dando la nota o la pincelada, escribiendo, actuando o bailando; aventuras individuales, sin apoyo de nadie, menos de nuestro Estado que es una mala madre o un mal padre, que nos alimenta caprichos pero no nos educa, que nos rezonga pero no nos enseña.

Espero desde éste espacio, y me atrevo a decir que soy vocero de muchos artistas y espectadores del arte nacional nos preocupa la salud de nuestra identidad, que los tiempos venideros sean más maduros y dejen de lado ésa actitud adolescente de renovación drástica, de ése parricidio de querer borrar toda referencia anterior y apostar a la convivencia de todas las técnicas y expresiones, para mostrarle al mundo una vez más la calidad de nuestro arte.
Feliz 2009