Ojo por ojo

Arte erótico (tercera parte)

El 21 de enero de 1564 las autoridades del Vaticano deciden hacer tapar los desnudos de la Capilla Sixtina, por una serie de colaboradores a la causa moralizante de la Iglesia. De ellos han quedado algunos apodos como "il Braghettone",los que se dieron el lujo, en nombre de la moral católica de repintar sobre los genitales del Juicio Final unos trapos, que siglos después, al querer restaurar a su versión original, la de Miguel Ángel corría el riesgo de borrar paños pintados por el propio artista.

Entre las figuras que Miguel Ángel , además de Adán, la figura más conocida del Juicio, había pintado al fresco y como Dios la trajo al mundo, es a la virgen María que el Concilio decide vestir debidamente sin mostrar nada que nos recuerde el sexo, mucho menos el femenino.

Rodin y Gustav Klimt fueron dos artistas que vivieron el mismo momento, los fines del siglo XIX y los comienzos del XX, el Art Noveau se venía con toda la fuerza de la naturaleza y éstos artistas ya llevaban una vida más relacionada con los hippies que con los varones de su época.

Cuántas poses comprometidas a las buenas costumbres de la Europa de fin de siglo XIX, cuántos dibujos, pinturas  y esculturas realizaron éstos dos artistas que heroicamente "rayaban" en lo evidente sin salir de lo erótico.

Rodin llevaba ésas sensaciones al mármol, no olvidemos que partía originalmente, lo que podemos decir "la primera idea", de un esbozo de forma que en muy poco tiempo modelaba en pequeño tamaño y más abstracto, captando la forma estilizada pero con una pulsión erótica.

Trabajaba Rodin para ésos apuntes en volumen con diferentes materiales como arcillas y cera, materiales que nos insinúan una relación muy sensorial con el artista, tacto calor, humedad, una materia que se abre a nuestras manos y dedos, que no ofrece resistencia, coincido con lo erótico, lejanamente erótico pero que remite al período intrauterino del individuo, en ése momento como artista, compartiendo necesidades con la plástica, la obra erótica surge con la fuerza del propio artista.

Cuando Rodin crea "El beso", alrededor de 1885, tiempo después y ante la posibilidad de poder hacer una copia de la escultura, un coleccionista encarga al artista otro "Beso" pero con el miembro masculino más marcado que en la versión original en la que casi ni se nota perdido en la masa de mármol, ya que es el novio el sorprendido por la novia y recién empieza a manifestarse el deseo por parte de él, lo que implicaría si se recalcara los genitales del hombre, que
ésta famosa escultura perdiera su sentido original, la frescura del arte erótico. Es la mujer que sorprende al hombre en un beso que pretende erotizar a su pareja.

En 1988, el artista norteamericano Tom of Finland, en el dibujo a lápiz "Leñadores" en los que tres hombres musculosos con casco de obra y herramientas, le ofrecen sugestivamente abultados pantalones, y no me refiero a dinero en los bolsillos, a un guardia recostado a un árbol, luciendo gorrito policial que juega el papel del capataz del grupo, también con los pantalones reventando y ofreciendo bajo las insidiosas miradas del grupo sus dones de manera ya hasta caricaturesca.

A mi mente vienen imágenes del genial Freddy Mercury en sus períodos sado masoquistas en los que salía de policía, pero el conjunto me hace acordar más que nada a Village People, botas negras de cuero, gorro policial con visera, el pelo bien corto prolijo, cascos de obra, camisetas que dejan ver los bíceps, lo evidente del obrero musculoso y de dones representados tan grandes como sus propias herramientas, si en el Realismo Social el obrero protagonista tenía sus extremidades desarrolladas exageradamente para el trabajo, brazos y piernas como herramientas de la revolución, acá son los genitales los que toman tamaño para declarar su opción sexual.

Los tres hombres que se ofrecen al guardia, adoptan poses y un posicionamiento dentro del cuadro que me remite a "Las tres Gracias"  del pintor barroco holandés Pedro Pablo Rubens, pero los abultados pantalones con sus exagerados miembros, dan paso a las rollizas presencias femeninas, que en su tiempo pudieron ser una declaración de belleza y principios estéticos pero que hoy si fueran publicadas en otro lugar que no fuera un libro de arte, no se acercarían al ideal de belleza "del caño de Tinelli" sino más bien a la publicidad de algún método adelgazante.

El arte actual busca el choque, y lo logra, por lo menos escandalizarnos por un par de segundos, ante lo irreverente hasta que nos acostumbramos a la imagen que se nos propone o impone, en la obra de Gilbert y George, dos ingleses que vienen trabajando hace más de veinte años realizando una obra performática y plástica en la que declaran constantemente su homosexualidad, así nos enfrentamos a una obra titulada "Hambre", a manera de vitraux en rojo y amarillo en la que dos cabezas de hombre se encuentran una frente a la otra, con los pelos parados y las bocas muy abiertas como grito de espanto, ¿de terror?

 Pero sus bocas son totalmente ocupadas por el miembro del otro, como queriendo tragar por su miembro al otro individuo que tiene delante. Sin duda nos habla de carencia de alimento, pero ¿qué alimento?

Éste dúo o pareja, Gilbert y George han sido dos artistas ingleses que hace años que trabajan imágenes en las que la opción sexual se evidencia, arte o panfleto cuando es tan evidente y se pierde en reclamos, pero el arte es reclamos también y cada artista sospecha cuando irrumpe el límite entre el grito y la canción.

En 1896 el increíble dibujante inglés Aubrey Beardsley ya hacía hombres victorianos en unos delicados y afiligranados dibujos a tinta, en los que éstos señores estaban totalmente desnudos excepto por sus pelucas y medias que les daba un aspecto más ridículo, pero a través del que podemos ver la época, pero portando unos miembros gigantes, exagerados, tanto que compiten con sus propios dueños.

Beardsley hacía una crítica a la sociedad de su época apuntando a lo que más importancia se le daba: al poder masculinizante, militarista y victoriano de una época dominada por una gran madre, la reina Victoria, la conquista, la "aculturación",la violación que es "privilegio" de los machos.

De ahí que el arte empiece a mostrar más una sexualidad sin la barrera de los sexos.

Ya en 1762, el español Carlos III, decide esconder y prender fuego una serie de pinturas por eróticas, porque de lo que estamos seguros que pornografía no había entre ésos grandes maestros quemados en un acto de barbarie peor que algún ofensivo cuadro.

En el mito de Leda y el cisne y todas las obras que engendró ésa historia, se sigue viendo como un encuentro menos agresivo el del cisne y Leda, la diosa, ya que tenemos asumida de otra manera el ideal masculino, no precisamente como un cisne, y no queda tan en evidencia que no sólo asistimos a un encuentro sexual, en éste caso de zoofilia, sino que el cisne hace el papel del hombre o macho, por tratarse de un ave, que fecunda a una mujer.

Sin duda el erotismo de la imagen de un cisne entrelazado entre las piernas de ésa mujer, la delicadeza con la que los artistas trataron el tema, son todos motivos para transformar el tema en uno de los puntos altos del arte erótico, tema que después visita Dalí en su obra, retratando a Gala como Leda flotando con el cisne.

Algunos artistas como la versión que hace Leonardo da Vinci, agrega varios huevos que al romper los cascarones deja salir unos hermosos bebés que no tienen nada del padre, mejor dicho, del cisne.

Las famosas "Bañistas", de Degas, contorsionándose al extremo de peligrar la salud de las modelos del pintor francés que sometía a largas sesiones de poses forzadas a éstas anónimas mujeres, llegan más lejos que Ingres al modificar las espaldas de las "Odaliscas". Degas
sometió a sus modelos en pos de una estética muy plástica transformando los cuerpos en esculturas modernas, lo erótico dialoga más que nada con la forma artística y la anécdota del desnudo aporta al espectador otra información que un simple desnudo femenino.