Cultura

Berlinale fascinada con Gigante

Berlinale fascinada con Gigante

El filme uruguayo que cuenta la historia de amor virtual de un vigilante de supermercado compite por el Oso de Oro del Festival de cine de Berlín y fue muy bien recibida. Se estrenará en mayo.

El filme que cuenta la historia de amor virtual de un vigilante de supermercado de Montevideo por una empleada de la limpieza, compite por el Oso de Oro del Festival de cine de Berlín y fue muy bien recibida.

El director Adrián Biniez convenció a la Berlinale con su historia del grandullón enamorado, vigilante de un hipermercado y gorila de discoteca, rodada en Montevideo y exponente de filme pequeño que se crece secuencia a secuencia.

Biniez  nació en Buenos Aires, Argentina el 28 de agosto de 1974. En 2003 hizo un pequeño papel en la película Whisky, como músico de Karaoke. Después de eso se mudó a Montevideo, donde reside actualmente. Allí, paralelamente a sus actividades como músico, trabajó como guionista de la serie televisiva El fin del mundo para la productora Taxi Films que gano el premio FONA 2005.

El protagonista del filme de Biniez es un personaje llamado Jara, interpretado por el actor uruguayo Horacio Camandule, un hombre alto y robusto que además de su trabajo de vigilante es amante del heavy metal y sufre de una timidez enfermiza que le impide acercarse a Julia, la empleada de la limpieza encarnada por la uruguaya Leonor Svarcas.

"Detrás de las cámaras de seguridad siempre hay personas. Me interesaba mostrar ese lado oculto, olvidado. Quise desarrollar un personaje cuyo trabajo es mirar a los demás a través de una pantalla", declaró Biniez, de 35 años y además músico.

"La cámara de vigilancia es la extensión del deseo de Jara. El es un 'voyeur' que mira a Julia, que la sigue. Ella es fantasmal. Yo quería que el film fuese un rompecabezas que se va armando poco a poco", añadió.

La historia transcurre en barrios populares de Montevideo y logra recrear una atmósfera de soledad e incomunicación. Sus personajes tienen un oficio modesto y Biniez logra mostrar la falta de sentido de la vida moderna, la rutina, la incapacidad de acercarse al otro.

"Soy un actor de teatro y este es mi primer film, aunque antes había trabajado en cortos experimentales. En la realidad yo soy como Jara, mi personaje, alguien muy introvertido, y como él nunca muestro mucho nervio. El teatro me ha ayudado para superar la timidez", dijo Camandule.

Jara, que debe vigilar durante la noche a los otros empleados para que no roben las mercancías del supermercado, deja algunas veces que las mujeres se lleven un paquete de fideos u otras cosas de comer, pero no juegos electrónicos. "Es su ética humanista, y yo la comparto", comentó.

El desenlace del film se produce cuando Julia es despedida junto a otros empleados a causa de un recorte de personal, lo cual, además de desatar una huelga, lleva a Jara a una crisis y finalmente a vencer su timidez y declararle su amor en las playas de Montevideo.

El productor uruguayo de "Gigante", Fernando Epstein, quien ha logrado junto a Agustina Chiarino crear una estructura de producción que ha permitido realizar ya cinco largometrajes, entre ellos "Whisky", de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, dijo que "la crisis financiera no ha llegado aún a Uruguay, quizás llegará dentro de ocho meses".

"Nosotros no podemos pensar en el cine como un negocio. No tenemos grandes expectativas. Estar aquí en Berlín ya es un éxito. Formamos un grupo de trabajo artístico y por eso podemos hacer las películas que queremos. En Uruguay la ley de cine data de 2008 y tenemos que batallar mucho para que el canal estatal pase las películas uruguayas", añadió Epstein.

"Una película uruguaya es algo extraño, mientras que en Argentina se hacen anualmente unas 30 y la gente debe tener cuidado para no pisarse las mangueras. En Uruguay es una lucha para que la gente vaya a ver nuestras películas. Nuestra televisión no sirve como en otros países latinoamericanos de nexo entre el teatro y el cine", dijo, anunciando que "Gigante" se estrenará en mayo en Montevideo.

El público de la Berlinale se rió a carcajadas en varias oportunidades durante la proyección y al final aplaudió calurosamente.