Thriller en el Circular
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Llega esta noche a la cartelera montevideana Tape, el nuevo espectáculo del Teatro Circular. Se trata de una obra del dramaturgo estadounidense Stephen Belber bajo la dirección de Jorge Bolani.
Por Nicolás Batalla, de Espectador.com
En el proscenio, tres ex compañeros se reencuentran tras 15 años de no verse en el cuarto de un Motel en Michigan. La reunión se vuelve catártica, llena de resentimientos y acusaciones mutuas. A unos metros de allí, Jorge Bolani observa paciente que cada actor vaya encontrando su camino en el juego interpretativo. Todavía se acuerda la primera vez que se subió a un escenario hace más de medio siglo y sin embargo, se sigue animando a cosas nuevas. Esta noche, el público montevideano podrá encontrarlo en una nueva faceta, la de director.
- ¿Recuerda la primera vez que actuó?
- Sí, me acuerdo. Fue cuando tenía nueve años en el teatro El Galpón que estaba situado en la calle Mercedes y Carlos Roxlo. Allí hubo una función para alumnos del teatro, la obra se llamaba (se llama, es un clásico de Shakespeare) "Sueño de una Noche de Verano", y tuve la felicidad, quizás me haya marcado para siempre, de hacer un personaje: un duende.
Además, hay un dato circunstancial importante: yo viví durante 23 años frente a ese teatro. Entonces conviví mi infancia y parte de la adolescencia ahí, entre los camarines; mirando ensayos, escuchando todos los detalles y esto creo que fue bastante importante.
- Ya venía con el destino flechado...
...Y yo pienso que sí. Que las cosas van dejando una huella porque me interesaba mucho ver cómo ensayaban, cómo representaban, cómo se maquillaban... y ese teatro tenía una magia especial porque era realmente un galpón construido a partir de una barraca que había allí antes. Estamos hablando de los años 60...
- ¿El teatro sigue conservando esa magia después de tantos años?
- Sí, totalmente. Es un hecho inusual dentro del arte. Un arte vivo, que nace y muere cada noche, o cada tarde, o cada mañana; depende de cuando se haga. Es efímero en el sentido de que la representación nunca va a ser igual a la de mañana ni a la de ayer. Creo que tiene una magia muy especial.
- ¿Por qué después de tantos años como actor se decidió por dirigir su propio espectáculo?
- Porque encontré el material que me sedujo. Encontré esta obra del autor norteamericano Stephen Belber, un autor realmente joven que anda en la cuarentena de años. Realmente siento que es una obra que me convocó para dirigir, me encontró a mí.
- ¿Qué le sedujo del texto?
- Lo que me sedujo del texto es que aparentemente la obra habla de determinadas cosas y subterráneamente nos abre márgenes a nivel psicológico de cambiar permanentemente nuestros puntos de vista. Si yo tuviera que definirla como un género, diría que es un thriller dramático. Con alguna cosa de suspenso, pero todo a nivel psicológico. Se trata de la reunión de tres amigos, ex compañeros de secundaria que se reencuentran 15 años después en el cuarto de un motel, en la ciudad de Michigan. A raíz de ese reencuentro empiezan a aflorar una cantidad de aspectos personales, algunos previsibles y otros absolutamente imprevisibles que producen cambios en la vida de ellos y en sus sentimientos. Sobre todo sobre un hecho muy puntual (que no debo revelar todavía porque eso queda para el espectador) que ocurrió en la vida de los tres, justamente cuando estaban graduándose.
- Se nota que el texto le interesó particularmente porque usted mismo trabajó en su traducción...
- Si, hice la traducción a medias con una amiga, la señora Jennifer Sprigings. Ella hizo la traducción en bruto porque conoce muy a fondo el idioma, sobre todo los modismos que ocurren allí. Es un lenguaje norteamericano entre amigos. Es decir que se maneja mucho modismo, mucha expresión y hay que conocer a fondo el idioma para poder entender y traducir. Entonces yo hice como una segunda traducción que fue acercar ese texto literal a lo que es una traducción más teatralizada y alejarla lo más posible. Dejo que la acción transcurra en el país de origen aunque se da muy poca referencia... alguna calle, el nombre del hotel... Pero traté sí, de alejarla de toda referencia uruguaya. Que no apareciera ningún giro del lenguaje que pareciera próximo a nosotros, lo más neutra posible. Es casi imposible, pero quisimos alejarla del tono "uruguayezco" (en el buen sentido).
- ¿Es la primera vez que hace un trabajo de ese estilo?
- Tan a fondo sí. Estaba tan comprometido con el material que me dediqué al 100 por ciento.
- ¿Qué consideraciones puede compartir acerca de Belber como dramaturgo?
- Me parece uno de los grandes dramaturgos jóvenes contemporáneos. Escribe diálogos excesivamente cortos, a veces de una palabra y avanza en la situación. Eso es una cualidad muy particular que la tienen algunos autores como Harold Pinter, David Mamet... Tuve la suerte de trabajar en una obra de David Mamet hace unos diez años, que se llama Oleanna. Es una historia que ocurre entre un profesor y una alumna que lo acusa de acoso sexual y yo le encontré muchos puntos de contacto con Belber. Si pudiera tener la oportunidad de dialogar con él (que voy a tratar de tenerla), le voy a preguntar justamente por esos autores, porque uno siempre se mira en alguien...¿no?
Y para cerrar, en esta obra en particular es interesante cómo se plantea el juego de la memoria: cómo los seres humanos recordamos hechos del pasado y actuamos voluntariamente o involuntariamente, torciendo a veces los hechos, según nuestra conveniencia. Puede ser un buen tema incluso para los psicólogos
- ¿El tema le interesó por el contexto que vive Uruguay hoy en día o fue al margen de un tiempo en particular?
- No. Me parece que es de estructura universal. Porque el conflicto es muy a tierra con los aspectos y los sentimientos y la memoria de los seres humanos en su interrelación en general.
- ¿Cómo fue el trabajo con los actores y cómo escogió quienes lo acompañarían?
- Estoy dirigiendo al elenco del teatro Circular de Montevideo. Son tres actores (dos hombres y una mujer). Afortunadamente pude elegir un elenco oriundo de ese teatro. Esto era un buen objetivo, poder cumplir con una institución en la que yo mismo me formé y poder dar trabajo a los actores que estudiaron allí. El trabajo fue muy interesante, muy gratificante y muy complejo porque lo único que me interesaba en la puesta en escena era seguir atentamente la evolución y el crecimiento de los actores en su trabajo interpretativo y poder potenciar eso. La capacidad de cada uno, las herramientas que tiene cada uno; sin deformar, sin imponer ideas. Tratando, a partir de la propuesta de los actores, de ir complejizando su camino y su propia aventura. Es toda una aventura expresiva el arte del actor.
- Eso quiere decir que la puesta en escena va a estar centrada en el trabajo de los actores...
- Absolutamente. Yo no me plantee ningún esquema formal, de efectos más que lo que pueda ocurrir con el texto y los actores diciendo el texto, y vibrando a través de ese texto.
- ¿Algunas dificultades que se le hayan planteado en este nuevo rol?
- Pude comprobar las dificultades que tienen los directores, al momento de trabajar con actores, comparando cuando fui dirigido yo por algunos directores, por ejemplo con Jorge Curi, que fue uno de mis maestros (la persona que me dirigió más veces en mi carrera). Logré comprobar cosas que le ocurrían a él: estar a punto de indicarle algo al actor para que replantee su camino, porque a uno le parece que no va en la dirección deseada ,y sin embargo, no decírselo. Porque hay que tener cierta paciencia, que no es la misma para cada actor, porque cada actor tiene su proceso. El trabajo interesante del director es ese, descubrir cuál es el tiempo que hay que darle a cada actor para que se suelte y trabaje desde él mismo. Si uno le empieza a imponer cosas desde el principio, seguramente no va a lograr lo mejor de él. Esa paciencia que hay que tener a uno le genera mucha tensión y hay que lidiar con esa tensión.
- Hablamos de la actuación y de su nuevo rol como director ... ¿y como espectador? ¿Qué le parece el teatro que ve por estos días en Montevideo?
- El teatro desde hace mucho tiempo en este país es milagroso en el sentido de la oferta. Abrimos la página teatral y nos encontramos con un promedio de 50 espectáculos en el corazón de la temporada que es a partir de ahora y hasta noviembre. Eso es realmente un milagro porque hasta los extranjeros que pasan por acá se quedan asombrados con la relación entre cantidad de habitantes y actividad. Eso por un lado. Por el otro, dentro de la oferta, (yo no tengo la autoridad porque no puedo ver todo, trato de ver siempre mucho) hay cosas que son más logradas y otras que quedan más por el camino. No deja de ser una opinión personal. Yo creo que a veces lo que se pierde es la oportunidad de que los espectáculos fermenten en el tiempo que deben tener. A veces uno internamente dice "a este espectáculo le faltó un poco más de ensayo", o "más trabajo con los actores". Pero hay cosas muy buenas y personas muy talentosas en el medio, no solo sobre el escenario, sino también en los rubros técnicos. Por eso el diagnóstico siempre va a ser difícil de dar pero bueno en cuanto a que hay mucha gente joven que se está dedicando al teatro y haciendo talleres. Eso también es un caso bastante singular en nuestro medio, hay mucha gente que se interesa por hacer teatro, quizás no para terminar siendo un actor o una actriz profesional, sino por el hecho de pasar por la experiencia.
Ficha de la obra:
Estreno para el público: 30 de abril, 21.00 horas
Lugar: Teatro Circular
Funciones: Viernes y sábados 21 horas. Domingos 19.30 horas.
Elenco: Moré, Álvaro Correa, Paola Venditto
Dirección: Jorge Bolani
El viernes 1º de mayo no habrá función.