Entrevistas

Sadil: 10 años con la misión de recuperar y divulgar el patrimonio literario de Uruguay

Sadil: 10 años con la misión de recuperar y divulgar el patrimonio literario de Uruguay

En la región, sólo Brasil posee servicios de sus características a nivel universitario. Manuscritos, fotografías, cartelería y grabaciones componen parte de su acervo, y en estos días cumple 10 años. Pablo Rocca, su director, explicó a En Perspectiva los detalles de esta iniciativa cuyo objetivo es recuperar, conservar y divulgar el patrimonio cultural uruguayo en el área literaria. A pesar de que se trata de una tarea "sacrificada, compleja y poco visible", el Archivo Literario Universitario goza de buena salud. Para demostrarlo, sus materiales se expondrán los días 23 y 24 de setiembre en el museo de San José.


(emitido a las 9.03 hs.)

EMILIANO COTELO:
En estos días cumple 10 años el Archivo Literario Universitario.

Se trata de un servicio de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) que ha ido reuniendo textos literarios, en originales o en copias, muchos de ellos aún inéditos; series de correspondencia; cientos de fotografías que están siendo pasadas a formato digital; cartelería; primeras ediciones raras; grabaciones; pruebas de imprenta; recortes de diarios y revistas, y hasta objetos curiosos.

Y no es un espacio cerrado. Por el contrario, allí se investiga, se colabora con investigadores de otras instituciones y se trabaja para que los documentos almacenados se divulguen, tanto en Montevideo como en el interior.

A este archivo literario no le resultó fácil llegar a esta primera década. Se ha ido construyendo con presupuesto escaso y mucho de vocación y trabajo voluntario. Pero pese a todo, hoy ya se destaca en la región, porque ninguna universidad argentina tiene algo así, y en Brasil solo existen dos ejemplos similares.

En este mes en que el patrimonio se instala como tema, vale la pena conocer la experiencia de la Sección de Archivo y Documentación del Instituto de Letras (Sadil), y por eso recibimos a su director, el doctor Pablo Rocca.

***

EC - Ya hemos conversado otras veces con el doctor Pablo Rocca, que tiene 46 años, es doctor en Letras por la Universidad de San Pablo, profesor titular de Literatura Uruguaya en la FHCE, ha publicado, entre otros libros, "35 años en Marcha" (1991), "Horacio Quiroga, el escritor y el mito" (1996; 2.ª edición 2007), "Ángel Rama, Emir Rodríguez Monegal y el Brasil" (2006), "Revistas culturales del Río de la Plata" (2009).

Empecemos por la pregunta elemental: ¿qué es el Archivo Literario Universitario?

PABLO ROCCA:
Es una experiencia que acaba de cumplir 10 años. Es una iniciativa que tuvimos entonces para satisfacer una demanda y una necesidad, que se trata –o se trataba como proyecto, que con mucho sacrificio logramos cumplir en alguna medida– de, en primer lugar, recuperar la mayor cantidad posible del patrimonio cultural en lo que respecta al área de lo que habitualmente llamamos literatura, que es con lo que trabajamos.

EC - ¿Qué se entiende por literatura en este caso? ¿Hasta dónde llega?

PC - Es un lío, pero digamos que se trataría de aquel discurso cuyo efecto central es la escritura creativa, no necesariamente de ficción, pero sí la escritura creativa. El hecho es que en la FHCE, en el Instituto de Letras, contribuimos a la formación de investigadores, y nos pareció importante en su momento dotar a esos investigadores, en primer lugar a los nuestros, a nuestros estudiantes, a nuestros egresados, a nuestros colegas, de las herramientas apropiadas como para profundizar esas investigaciones.

Pero además había otro objetivo paralelo, que era completar o, mejor aún, complementar la tarea que otras instituciones públicas venían haciendo desde hacía muchísimos años, la Biblioteca Nacional en primer lugar, con su Archivo Literario fundado en 1947, el Museo Histórico Nacional, la Academia Nacional de Letras, y otras instituciones, con el fin de recuperar un patrimonio que de lo contrario corría el riesgo de evaporarse, de perderse, como en tantas ocasiones de pronto ocurrió, o de fugarse al exterior. Nos pareció que ese era el cometido y por ahí empezamos. Pero no es lo único.

EC - Sería bueno bajar a tierra con ejemplos, porque yo hacía al comienzo una especie de listado, pero el oyente puede preguntarse, en el caso del patrimonio literario, cómo es eso de que hay que preservar algo, si están los libros.

PC - Están los libros, pero hay todo un proceso de trabajo que lleva a la producción del libro. El libro en todo caso es el resultado final de un largo trabajo que un escritor hace. Antes del libro hubo –ahora estará en formato electrónico, pero en una época no muy lejana, aunque a los más jóvenes les parezca que no– el manuscrito o la versión mecanografiada, el borrador, las notas; y también están la correspondencia que un escritor tiene con otro, con quienquiera que fuese, sus proyectos de trabajo, su biblioteca, sus notas de lectura, sus cuadernos de lectura. Todo ese conjunto de materiales contribuye decisivamente a la comprensión del texto o de la vida o de las polémicas o del encuadre social de un movimiento cultural específico o de una obra en particular o de un autor en particular. Por lo tanto es importantísimo, es una labor que merece ser sostenida.

EC - Ustedes apuntaron en primer lugar y básicamente a los archivos personales de los escritores. Pero no se quedaron allí.

PC - Tratamos de recuperar esos documentos, en la medida de nuestras posibilidades, con un presupuesto muy limitado y contando con enorme generosidad de muchísimos familiares de escritores, algunos de ellos muy célebres, como por ejemplo Morosoli –tenemos su archivo inmenso–, Mario Benedetti –quien donó en vida muchas cosas–, Luce Fabbri Cressatti, entre tantísimos otros. Rescatar, pero al mismo tiempo construir algo que en el país no tenía tradición –la había en cuanto a colecciones documentales o misceláneas particulares–, archivos institucionales, por ejemplo series que tuvieran que ver con revistas culturales, que tuvieran que ver con una institución como Arte y Cultura Popular, una institución cultural bastante importante que funcionó en la Universidad de los años 30 y principio de los años 40, en las que es posible ver el dinamismo y la alternancia de distintos actores culturales y cómo se cruzan las informaciones. Esas son las bases para la creación de un proyecto que va un poco más allá.

Luego tratamos de ofrecerle al investigador, tanto al estudiante como al investigador independiente que tenga los créditos suficientes como a los investigadores extranjeros estos insumos para su trabajo, junto con la creación, con un largo y paciente esfuerzo, de una base de datos informatizada a efectos de que la gente pueda seguir trabajando.

EC - Porque el investigador que llega a este Archivo Literario de la Universidad de la República no se encuentra con ese material que estábamos describiendo en bruto. Esos documentos han sido procesados, están siendo catalogados y fichados.

PC - Así es, y porque cuando llegan las cosas, llegan en un orden arbitrario, a veces ni siquiera con orden, lo cual es natural, y nosotros lo que hacemos es ejercer un determinado orden sobre esos materiales. Esto es, realizamos un catálogo, y una vez que el catálogo queda completo, con todas y cada una de las cosas, con cuanto papelito u objeto llega, es abierto al público. En este momento, gracias a la magia de internet y al trabajo de la licenciada Mariana Monnet, que es estudiante en el servicio, tenemos una página web a la que cualquiera puede entrar (www.sadil.fhuce.edu.uy) y ver todas las colecciones catalogadas, y la gente que tenga particular interés en trabajar en eso puede ir a ver los originales.

EC - ¿En internet mismo se puede acceder a la reproducción electrónica de esos documentos?

PC - No, porque ahí hay un problema legal de derechos de autor. No podemos disponibilizar materiales de carácter íntimo, lo cual es una complicación, sobre todo con los más contemporáneos, los más próximos en el tiempo. Pero sí está la información, entonces la gente va al archivo propiamente dicho y los ve.

EC - Ese es un punto que me interesaba aclarar, ¿han ido digitalizando todo ese acopio documental?

PC - No, hemos indizado los documentos, y ahora estamos digitalizando las fotografías.

EC - Solo las fotografías.

PC - Sí, porque, como decía, lo otro es difícil en algunos casos, hay una ley de dominio público respecto de ciertos materiales, cuando un escritor muere recién a los 50 años sus textos pueden ser disponibilizados, antes no, y estamos obligados a cumplir.

EC - Preguntaba pensando en la posibilidad de que algunos de esos papeles se deterioren. ¿No conviene preservarlos por la vía del escaneado, etcétera?

PC - Convendría, pero todavía no tenemos recursos como para eso, de a poco hemos ido avanzando. No estaría mal.

EC - Figura en el proyecto.

PC - Ojalá.

***

EC - ¿Cómo es el Archivo Literario Universitario?, ¿cómo luce el Archivo Literario Universitario?

Allí está Rosario en este momento. Contanos.

ROSARIO CASTELLANOS:
Con tremendo nombre y con tremenda función, uno se imagina que va a entrar a un salón o a una serie de salones donde todo eso que está contando Pablo Rocca se intuya a partir del propio espacio. No se hagan esa idea. Esto es una única habitación –espaciosa, por cierto– en la planta alta de la propia FHCE, en lo que en un principio fue la Biblioteca Luce Fabbri, a partir de la donación de Luce. Hay un sector con estanterías con libros, en parte ya catalogados y con su correspondiente ubicación perfectamente señalizada, y luego una serie de armarios metálicos que subdividen el espacio de manera de crear distintas áreas de trabajo, donde están las carpetas con todo ese material que Pablo Rocca acaba de contarles.

Todo ese material, que reúne nada menos que 56 nombres, colecciones, otros tantos nombres conocidos de nuestra literatura, entre los que cabría destacar a Claps, Serafín J. García, Pedro Díaz, Morosoli –uno de los archivos más grandes–, Mario Benedetti, Tomás de Mattos, Felisberto Hernández, Juana de Ibarbourou, Carlos Martínez Moreno, Juan Carlos Onetti, Eliseo Salvador Porta, Horacio Quiroga, Real de Azúa, Idea Vilariño... Por supuesto, hice que me lo mostraran estas tres colaboradoras que tan amablemente me han atendido esta mañana, una de ellas licenciada en Letras y las otras dos honorarias. Es decir, detrás de esto como de tantas otras cosas que se llevan adelante en el Estado, hay mucha capacidad de trabajo, tenacidad, voluntad y cariño por lo que se hace.

Entre las cosas que me mostraron, en una carpeta hay un original de Onetti de "La casa de la desgracia" con una dedicatoria muy graciosa, nada menos que a nuestro Maggi, a Carlos Maggi, pero en realidad contra Maggi, del año 1960. Luego hay otra carpeta que contiene una correspondencia entre Onetti y Benedetti entre los años 1951 y 1955. Hay originales de cuentos de Benedetti, hay cartas y postales de Borges, están el enorme archivo de Morosoli y otro también muy grande de Serafín J. García. Lo curioso en muchos casos es advertir cómo esta gente –lo sé por mi propia experiencia en casa– escribía sus originales a máquina, sobre ellos mismos corregía, y es ese papel envejecido el que aparece perfectamente catalogado, es lo primero que se hace, de manera de ponerlo en cajas o carpetas o carpetines, según la documentación de que se trate. Todo eso en un orden perfectamente establecido –a pesar de que a partir de lo que describí podría suponerse un desorden–, ya que en cada armario uno encuentra inmediatamente lo que busca.

Además hay afiches, en los cuales se pone un aspecto de esta tarea, que me parece fundamental, que es la difusión del trabajo. Por ejemplo, los próximos 23 y 24 de setiembre, según el afiche que tengo entre manos, va a tener lugar una de estas tareas de extensión, en este caso en el museo de San José, "Antes y después de Onetti", y se va a llevar material de este archivo que pertenece a Morosoli, a Alfredo Ferreiro, a Serafín J. García, a Onetti, a Idea, a Humberto Megget y a Mario Benedetti. Por tanto el interés no es solo la investigación permanente, sino también, a partir de todo este material, el reestudio por investigadores y estudiantes, y la tarea de difusión de estos notables autores nacionales.

EC - Así que, Pablo, además de estar accesibles para los investigadores, los documentos contenidos en el este Archivo Literario de la Universidad también salen, se exhiben.

PC - Sí, las tres funciones universitarias son la investigación, la docencia y la extensión. A veces en nuestro campo la extensión es un poco más compleja, pero hemos tratado de cumplirla en la mayor medida posible. Hemos colaborado con numerosas exposiciones que se hicieron en otras instituciones, no necesariamente del Estado, como por ejemplo el Centro Cultural de España, contribuimos con material para una exposición sobre Rafael Alberti, para otra sobre Onetti, para otra sobre Pablo Neruda. Y el proyecto al cual se refería Rosario, "Antes y después de Onetti", es un proyecto que elaboraron cuatro estudiantes de la facultad, tres de ellas trabajan ahora en el archivo como colaboradoras honorarias. La exposición se hará en San José con materiales nuestros, allí se llevarán. En este caso contamos con el apoyo de una iniciativa del actual Decanato de la facultad, de la Unidad de Extensión, y con dinero para traslados y ese tipo de cosas. Ojalá en el futuro tengamos otras oportunidades, porque el problema de estas cosas es que se requiere cierta seguridad, hay que preservar los materiales con determinado celo, por lo tanto no es tan barato como en principio parece.

EC - ¿Estas oportunidades de intercambio, de divulgación no se realizan a partir de convenios con esas otras instituciones? ¿Quién financia esas salidas de los materiales?

PC - En los casos a que hacía referencia fueron otras instituciones que organizaron exposiciones y nos pidieron los materiales en la medida que saben que los tenemos. En otras ocasiones nosotros mismos hemos hecho exposiciones, de hecho en 1999, cuando se inauguró el archivo, hicimos una exposición de primeras ediciones de Borges, en el momento de su centenario, y teníamos casi todas las primeras ediciones, Uruguay fue uno de los pocos países del mundo en que esto fue posible, por una serie de casualidades que no viene al caso comentar porque sería muy extenso.

En este caso particular estas chicas se presentaron a un llamado de financiamiento interno de la Universidad. Estamos intentando hacer acuerdos con instituciones públicas, sobre todo con intendencias del interior. Porque además esto involucra una experiencia de divulgación de los materiales. Según el plan de trabajo que tenemos –empezaré por mí porque así es el cronograma–, yo voy a dar una charla explicando cuáles son los cometidos de la facultad, que a veces no se conocen, específicamente del archivo, y luego las muchachas van a trabajar explicándoles a pequeños grupos de visitantes, ya sean estudiantes de educación secundaria, primaria o quienquiera que fuese, quiénes son los autores, cómo se produjo su proceso de trabajo de escritura.

EC - ¿Cuándo va a ser eso?

PC - Esto será los días 23 y 24 de setiembre en San José.

EC - A propósito de la descripción de Rosario, ¿algo para agregar sobre el lugar físico y las instalaciones?

PC - Ella decía que es un lugar pequeño; para nosotros es un lugar enorme, somos bastante envidiados internamente por ese local, porque las condiciones locativas no siempre son las mejores. Fueron muy penosas en un pasado no muy lejano, y eso es algo que hay que reconocer, en el curso de los últimos años, en especial de estos últimos dos o tres años, la Universidad ha conseguido un presupuesto mayor, y por lo pronto hemos podido, por ejemplo, tener un equipamiento informático de última generación que nos ha permitido procesar todo este material y ofrecerles a los investigadores posibilidades de trabajar con comodidad, cosa que en un pasado no muy lejano no ocurría.

EC - Rosario, ¿algún apunte extra?

RC - Dos cosas; es cierto, el espacio es un amplio salón, pero los libros, y sobre todo las colecciones de revistas y publicaciones periódicas, ocupan mucho lugar; recordemos que esta es otra de las especialidades de este lugar. Y destaco algo que para algunos puede parecer muy natural, pero no lo es: todo el material que aquí está proviene de donaciones. Eso es muy importante, es una excelente exhortación a eso, a que la papelería, que muchas veces la familia conserva por años y no sabe muy bien qué hacer, puede ser de enorme utilidad para instituciones como estas, que se encargan de preservarlas y difundir el material de interés para otros investigadores.

EC - Pese a las características todavía...

PC - ...precarias.

EC - Pese a esas características precarias que el propio Pablo Roca admite, con mucho orgullo, de todos modos ocurre que una institución como esta no tiene similares en países que uno imaginaría deberían haber avanzado en esta dirección. Tú has destacado que en las universidades de Argentina no existe un archivo así, y que en Brasil solo dos universidades tienen proyectos de este tipo. ¿Cómo es esto?

PC - Quizás sea un poquito más complejo en Argentina, que es un país muy grande, articular proyectos de esta naturaleza. Quizás esto tenga que ver con una tradición de trabajo patrimonial y de archivo que se ha hecho en Uruguay de una manera bastante fuerte, sobre todo por iniciativa del profesor Roberto Ibáñez, que además fue nuestro primer profesor titular de Literatura Uruguaya en la facultad. Eso va dejando un sedimento, si se quiere. Quizás también porque es una tarea muy sacrificada, muy compleja y muy poco visible, de muy poca visibilidad, uno no conquista muchos laureles sirviéndole al prójimo. En general es una tarea en la cual uno invierte muchísimo tiempo, y los réditos personales que de esto saca no necesariamente son los más notorios.

Esto está en lugares que tienen un proyecto fuerte de trabajo a larga distancia. En la Universidad de San Pablo, donde hice mi doctorado, existe el Instituto de Estudios Brasileiros, que es algo más que un archivo literario propiamente dicho, aunque su fuerte es la literatura. Y en Belo Horizonte desde hace no muchos años, más o menos los mismos años que llevamos nosotros, tienen un magnífico archivo de escritores mineiros, del estado de Minas Gerais; yo voy con cierta frecuencia y en general me cubro de la más insoportable envidia, porque tienen 20 veces más espacio físico y quién sabe cuántas veces más presupuesto que nosotros, pero creo que no tienen tantas colecciones más que nosotros, al menos en ese sentido estamos empatados.

Así que es interesante, sí, pensar que esto es una iniciativa que se ha hecho pensando en los otros, en los demás, en especial en los jóvenes, y no solamente de aquí, porque han venido muchísimas personas del exterior a trabajar, en particular de Argentina, de Brasil, de Estados Unidos, de España, hasta de Alemania. En algunos casos han hecho tesis de doctorado con base en los materiales que hemos logrado preservar. Ahora tenemos estudiantes de nuestra Maestría en Literatura Latinoamericana que están utilizando estos materiales con esa finalidad. No está mal.

EC - De todos modos, habiendo avanzado como avanzó el Archivo Literario Universitario, con toda esta carga de "camiseta" que le han puesto ustedes...

PC - ...con un poco de locura también.

EC - Camiseta, locura, trabajo voluntario, dedicación, mucha pasión, eso está claro, pero supongo que sería conveniente que el servicio estabilizara su estructura, la hiciera menos dependiente de estos esfuerzos puramente vocacionales. ¿Qué están proyectando en ese sentido? Por ejemplo, ¿hay otras fuentes de recursos imaginables, aparte del presupuesto universitario, que, según ustedes destacaban, ha ido mejorando?

PC - Por este medio podría hacer un llamamiento público para descubrir sponsors. No es muy fácil que a quienquiera que fuese le interese invertir en la difusión de la obra de un escritor –no voy a dar ningún nombre para que no se crea que estoy menospreciando a nadie–, por tanto en general estas cosas se hacen con recursos públicos.

EC - Pero ahora está vigente la ley de mecenazgo, que les permite a las empresas direccional una parte de su pago de impuestos, incluso con ventajas fiscales, a determinados proyectos culturales. Supongo que esta es una alternativa.

PC - Eso debe de tener que ver con disposiciones internas de la Udelar, que no siempre son demasiado flexibles, es un terreno en el cual se supone que no debo incurrir.

EC - ¿Un servicio como este puede recibir, por ejemplo, yendo a otro terreno, donaciones de fundaciones, apoyos permanentes de otras instituciones?

PC - Imagino que sí, que no hay ningún inconveniente. De hecho no lo hemos recibido aún, no estaría mal, pero sé de otros servicios semejantes que sí lo han recibido. Ojalá así sea.

EC - Para empezar, tendrían que contar con un personal estable un poco mayor que el que tienen en este momento, que prácticamente son dos.

PC - No, la lista sería muy larga –por eso no voy a hacerla, pero estoy por cierto muy agradecido, y hay un texto que leí el día del décimo aniversario en el cual se mencionan todos–, pero nos nutrimos permanentemente de estudiantes que hacen sus ‘pasantías’ en el archivo y que hacen un trabajo muy profesional y muy serio. Claro que sería mucho mejor tener más gente, y eso sí depende de la estructura universitaria. Pasados 10 años y habiendo probado que se trata de algo de una inmensa utilidad pública, y no solamente interna, sino mucho más allá, mi opinión es que la Universidad, la facultad en particular, debería proveer de más cargos en este espacio. Pero eso no siempre es fácil.

EC - ¿Qué proyectos tiene el Archivo Literario Universitario?

PC - Entre otras tantas cosas, hemos logrado en primer lugar rescatar este material, y luego abrirlo a todos los investigadores con probada competencia –tenemos más de 150 investigadores registrados del país y de todo el mundo–, hemos publicado ocho libros, tres folletos, dos ediciones en CD, con trabajo interno –no estoy hablando de los trabajos particulares de cada uno de los que hemos trabajado ahí, sino de los trabajos institucionales–, y una de las cosas que estamos proyectando ahora –quizás demasiado ligado a mi trabajo como profesor de Literatura Uruguaya– es la realización de un seminario internacional sobre la vanguardia literaria en América Latina en ocasión del cincuentenario de la muerte de Alfredo Mario Ferreiro y también de Juvenal Ortiz Saralegui, que haremos en la facultad con estudiantes de grado y de posgrados y con invitados internacionales. También acabamos de ganar un proyecto por un concurso interno para la edición de un libro sobre Alfredo Mario Ferreiro, financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica. Por ahí vamos, por ahí seguimos.

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EC - ¿El Fin de Semana del Patrimonio será posible visitar este archivo?

PC - Sí, será posible. Te agradezco mucho esta oportunidad, porque este tipo de cosas no suelen tener mucho relumbrón, sobre todo en estas épocas en que estamos dedicados a otras cosas, que son también muy importantes.

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Transcripción: María Lila Ltaif