Cultura

"Sirvientas" a las tablas

"Sirvientas" a las tablas

Vuelve a la cartelera del Teatro Victoria "Las Sirvientas", un complejo texto del novelista y dramaturgo francés Jean Genet, con una inteligente puesta en escena de María Varela.


Por Nicolás Batalla

La obra fue inspirada en un hecho real ocurrido en 1933 y que conmovió a la opinión pública francesa de la época. El 2 de febrero de ese año, la policía de Le Mans ingresó a la casa de los Lancelin y encontró en el primer piso a la señora con su hija asesinadas con brutalidad. En el segundo piso, refugiadas en su cuarto, las dos sirvientas de la casa confesaron ser las autoras del hecho que, según recogió la prensa de la época, fue desencadenado por un incidente menor.

A partir de este suceso, Jean Genet construye un mundo miserable, en el que dos criadas establecen un extraño ritual representando, una  y otra vez, el asesinato de la dueña de casa.

"Es maravilloso tener un buen texto", afirma María Varela, directora de la obra, como felicitándose por la elección de la obra más que por su brillante puesta en escena. Al centro del escenario aparece un estanque con agua.

Alrededor, el suelo está cubierto por ropa desparramada. Al asecho, un enorme vestido que simboliza a la señora ausente es objeto de adoración y miedo. Amor y odio.

En el devenir de la charla queda claro que la polisemia es uno de los valores tanto del texto como de la puesta. Un espectador atento puede encontrar allí una crítica a los estereotipos y a la pérdida de la identidad. Un acercamiento a la marginalidad en la vida de estas dos mujeres, víctimas de la lucha de clases. Pero también un policial. ¿Qué traman éstas criadas? ¿La matarán, no la matarán? ¿Quién es quién?

Entrevista con María Varela, Pelusa Vidal y Cecilia Baranda -integrantes del elenco-:

¿Cuáles son los grandes temas que trata el texto?

MARÍA VARELA: "Las Sirvientas" se puede hacer de diferentes maneras. Como toda buena obra, tiene muchas lecturas. La lectura más primaria que se da, son las diferencias de clase. Esas mujeres sometidas que quieren ser como la señora. Esa lucha de la clase sometida y la clase alta. Pero también hay otra lectura: la gente que toma identidades que no le corresponden. Lo vemos muy a menudo y nace en esta época. Por ejemplo, en la televisión está muy claro. Uno ve a un artista en la tele y le gustaría ser como esa mujer famosa. Y no se da cuenta que si uno se acerca a esa señora, empieza a tomar roles que no le corresponden. Empieza a vestirse o a tener modismos de otros que no son propios de uno. Eso nos pasa también a nosotros, por ejemplo, que vamos perdiendo identidad como uruguayos, mirando las cosas argentinas. Vamos tomando cosas que no son de nuestra idiosincrasia. Estas mujeres están tan sumergidas que van jugando a ser otras y van perdiendo su propia identidad. Ahí juegan a ser la señora pero, a la vez, nunca son ellas mismas.

¿Te parece que preservar la identidad es una manera de enfrentarse a la miseria?

MARÍA VARELA: El problema de la identidad es que nunca reflejamos bien cómo somos. Tenemos cantidad de capas, y nunca se sabe bien cómo es ese individuo. Porque tomamos cosas de otros, porque nos gusta, por esnobismo, o porque nos resulta más fácil. Por algo tienen éxito los realities. Eso es una evasión también porque mientras yo veo tu vida, no me comprometo demasiado con la mía. Me parece que de eso se trata, un poco, esta versión. De cómo vamos perdiendo identidades y vamos tomando otras.

Ese es uno de los juegos interesantes que aparecen en la relación amor-odio de las sirvientas con la señora....

Exactamente. Pero también es una obra policial, la veo con misterio. Vos te sentás en la obra y no sabes qué va a pasar. ¿Qué van a hacer éstas mujeres? ¿Qué hicieron? ¿La matarán, no la matarán? ¿Cómo termina eso? En ese desdoblamiento de identidades, voy jugando también con el suspenso que va despertando la obra.  

Varios críticos establecen un paralelismo entre el texto y su autor: hay un crimen y Genet fue un criminal, hay vidas miserables y Genet también la tuvo. ¿Qué aspectos de ese texto decidieron profundizar en la puesta en escena?

PELUSA VIDAL: Creo que en la propia fuerza de Genet de haber tenido esa vida. Creo que nosotros nos comunicamos con la energía de Genet y a través de sus palabras. La humillación que reflejan estos personajes, sometidos casi como dos animalitos. Hasta por la forma con la que se presentan desde el vestuario. Genet llega a la esencia de la humillación. Sabe como tratar el tema y se siente que él lo vivió. Y creo que lo da servido para que los actores trabajemos desde el alma esa humillación.

Ya que hablamos del trabajo de los actores...seguramente fue bastante complejo por cómo es la puesta en escena y cómo los personajes se van desdoblando en ese juego de teatro dentro del teatro que aparece permanentemente.

PELUSA VIDAL: Hicimos todo un trabajo para desentrañar como está escrito el texto. No sabíamos cuándo mi personaje que es Clara era Clara y cuándo era la señora. Era de gran confusión. Trabajamos también muy relacionados con nuestra propia señora que era Pilar Cartagena. Porque era necesario casi un espejo de mi personaje.

Es un desafío muy grande para el espectador...

Es un desafío muy importante y lo tenés que llevar muy intensamente para que el espectador no pierda los códigos. Porque además no tenemos una puesta en escena tradicional o naturalista. Se juega a desafiar al espectador en cuanto a que se capta su interés.

¿Cómo se dio el trabajo de integración con la escenografía?  

MARÍA VARELA: Con la escenografía se planteó un poco desde el trabajo de mesa, para empezar a comprender lo que es el texto y lo que queríamos llegar a decir. Ahí participaron todos los técnicos. Eso fue un hallazgo maravilloso del trabajo colectivo. Actores, director y técnicos se sintieron involucrados en el trabajo y Osvaldo Reyno nos planteó el estanque como una manera de llegar a lo profundo de las miserias. Se trabajó mucho los estados afectivos de cada uno y la escenografía aportó para que ellas (las actrices) se sintieran en esos estados. Sentirse en esa carga de ropa tirada, en ese desorden, en el agua. El agua, además, que puede tener muchos significados... el agua que se les escapa de las manos, esa cosa de incomodidad, esa cosa de estanque y suciedad. Eso les aportó desde la escenografía y también ellas desde la actuación van aportando a la escenografía para que se entienda lo que el técnico quiso hacer. La escenografía, las luces y la música llegaron a un lenguaje común y cada uno de ellos aportó y en ese aporte se iban modificando todas las cosas, hasta llegar al mensaje que todos quisimos dar. Un trabajo colectivo realmente riquísimo.

PELUSA VIDAL: Me acuerdo, por ejemplo, cuando aún no teníamos la ropa para poner en el suelo. Osvaldo venía y nos decía, "mirá que no vas a caminar así". Vos caminas en el piso liso de madera y es una cosa. Ahora, caminá arriba de la montaña de ropa, te convertís en un macaco. Es tal la incomodidad de estas dos mujeres en el mundo que no tienen un lugar para pisar.

Hay elementos como el vestido que debieron haber aparecido desde el arranque...

MARÍA VARELA: Si. El vestido es muy importante. Simbólicamente es la síntesis de lo que es la obra. Y ellas lo tienen presente en todo momento. Las moja y después las aplasta.

(Entra Cecilia Baranda)

También el vestuario de las hermanas es muy simbólico, con ese color piel que remarca la posibilidad que tienen de encarnar distintos roles... ¿en qué momento se visualizó esto?

MARÍA VARELA: Hay que darle el mérito a la vestuarista que es Soledad Capurro que llegó a la conclusión, después de ver muchos ensayos, de que tenía que ser neutro. Las pone medias asexuadas. Están para moldear. Ver solo su rostro potencia mucho más todo el drama.

PELUSA VIDAL: A veces un elemento que te aporta un vestuarista te ayuda mucho a encontrar el personaje final y darle el remate. A mi lo que más me ayudó a crear mi personaje fue lo que llevo en el pelo, sin eso no puedo hacerlo. Eso es realmente despersonalizarse. Estas ahí para que te humillen y humillar, para dominar y que te dominen. Difícilmente alguien salga sin impactarse. Es una gran ceremonia.

CECILIA BARANDA: Son personajes que tocan siempre el abismo, ya habrán hablado de la falta de identidad y de lo que puede lograr la fragmentación social. Que el individuo pierda su individualidad, su integridad... Abordábamos desde ese punto de vista, cómo podíamos vivir los distintos estados. Estás viviendo siempre en un juego perverso, pero juego al fin, de dominio de un personaje sobre el otro y eso es un tema de la sociedad. El hombre siempre quiere dominar al otro para sentirse pleno. Son personajes desafiantes y son obras que dicen más allá de lo que uno puede imaginar. Deja muy abierto al espectador para que él interprete su propio abismo. El público sale con conmoción. Esa es la tarea del teatro: que el público salga conmovido a través de la risa o el drama.

...¿y es una obra para todo el público?

PELUSA VIDAL: Realmente nos sorprendió. Porque cuando elegimos el texto, no pensamos en una obra como "Esperando la carroza" que la puede entender hasta un niño. Sin embargo, el primer comentario que tuvimos, fue de un funcionario de aquí, el maquinista, que le interesa muy poco el teatro y lo primero que le dijo a Mary fue: "señora, esto me gusta mucho".

MARÍA VARELA: Es maravilloso tener un buen texto. Porque cuando las obras son buenas las pueden leer de diferentes maneras. Puede venir alguien que le dé a todo un significado, analice y ponga de en cada detalle el contenido y el mensaje que recibe. Pero también puede venir otra persona con un pensamiento mucho más simple, menos elaborado, y también lo atrapa. ¿Por qué? Porque es una obra que puede ser hasta policial, con una trama de suspenso. Te atrapa ¿qué van a hacer esas mujeres? Es una obra para el que quiere analizar y para el que quiere ver.

Ficha de la obra:
Autor:  Jean Genet
Dirección:  María Varela
Elenco: Cecilia Baranda, Pelusa Vidal y Pilar Cartagena
Escenografía: Osvaldo Reyno

Funciones: Sábados 21.30 y Domingos 19:30
Lugar: Teatro Victoria (Río Negro 1477)