Cultura

Mensaje de unidad en un Berlín exultante

Mensaje de unidad en un Berlín exultante

Más de 100.000 personas celebraron con alborozo este lunes en Berlín los 20 años de la caída del Muro junto con los principales líderes mundiales, que transmitieron un mensaje de unidad, apostando por un nuevo impulso diplomático en nombre de la paz.

"Es un día de fiesta, no sólo para Alemania, sino para toda Europa", afirmó la canciller Angela Merkel veinte años después de la caída del Telón de Acero, que puso fin a la Guerra fría y permitió la reunificación de Alemania y de Europa.

Bajo paraguas blancos, Merkel cruzó simbólicamente de Este a Oeste la Puerta de Brandeburgo, por donde pasaba el "Muro de la Vergüenza", en compañía, entre otros, del presidente francés y del ruso, Nicolas Sarkozy y Dimitri Medvedev, de la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton y del primer ministro británico, Gordon Brown.

Estaban representados unos treinta países, empezando por las antiguas potencias que ocuparon Alemania después de 1945: Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña y Francia.

El presidente estadounidense Barack Obama sorprendió con un mensaje grabado en vídeo.

"Pocos de nosotros habrían podido predecir que un día la Alemania unida estaría dirigida por una mujer venida de Brandeburgo (ex RDA) o que su aliado estadounidense estaría dirigido por un hombre de origen africano, pero el destino humano es lo que los hombres hacen", declaró Obama.

Mientras Merkel abogaba por un nuevo "orden mundial" multipolar para resolver los problemas actuales como el terrorismo, invitando a Estados Unidos a ceder terreno a las organizaciones internacionales, Clinton llamaba a hacer nuevos esfuerzos para "derribar los muros" de la intolerancia religiosa.

Sarkozy urgió a "abatir los muros que en el mundo dividen aún ciudades, territorios, pueblos" y Brown pidió "el fin de la proliferación nuclear, de la pobreza extrema y de la catástrofe climática, gracias a la fuerza de los pueblos unidos en un esfuerzo común".

Medvedev también hizo un llamamiento a "responder juntos a las amenazas actuales, a cerrar filas contra el terrorismo, a superar juntos la crisis que nos afecta".

La fiesta nocturna comenzó con un concierto de la orquesta de la Staatsoper de Berlín bajo la batuta del argentino-israelí Daniel Barenboim, con piezas sobre todo de Wagner y Schönberg y una canción tradicional berlinesa interpretada por el tenor español Plácido Domingo, que los asistentes acompañaron batiendo palmas.

Después de los discursos oficiales, el ex dirigente polaco Lech Walesa hizo volcar la primera de las mil fichas de un dominó de 2,5 metros de alto pintadas por aficionados del mundo entero: su caída en cascada simbolizó el desplome del Muro. Bajo el clamor de la muchedumbre y las luces de los proyectores, la caída de las fichas creó el efecto de una larga serpentina de colores.

La velada siguió con fuegos artificiales y acabará con el cantante Bon Jovi.

Aclamada por alemanes y turistas extranjeros, Merkel cruzó por la tarde otro lugar simbólico del Muro, el puente de la Bornholmer Strasse, uno de los primeros pasos fronterizos abiertos la noche del 9 de noviembre de 1989, en compañía de Walesa y del último dirigente soviético, Mijail Gorbachov.

El puente estaba decorado con grandes fotografías en blanco y negro sobre escenas de alborozo de entonces. "¡Somos el pueblo!", se oía de nuevo a voces, como en aquel histórico día.

Merkel saludó "el increíble compromiso" del sindicato polaco Solidaridad, que fue el primero en desafiar el yugo comunista en 1980, y agradeció "de todo corazón" a Gorbachov que hubiera "dejado que las cosas pasaran, con valentía" en 1989, sin reprimir al pueblo de la República Democrática de Alemania (RDA), ni los movimientos reformistas en otros lugares.

El 9 de noviembre de 1989, el régimen comunista de la RDA, presionado por cientos de miles de manifestantes que pedían libertad, optó por dejar viajar libremente a sus ciudadanos al extranjero.

Entonces la muchedumbre se dirigió hacia los pasos fronterizos y los guardias, desbordados, levantaron las barreras. Eso permitió que los alemanes del Este y del Oeste se fundieran en abrazos, mientras los primeros martillazos rompían el Muro.

Los jefes de Estado y de gobierno aprovecharon este día para reunirse entre bastidores. Por la noche fueron agasajados con una cena en la cancillería