Cultura

Blair reconoce que el alcohol lo ayudo a llevar las presiones

Blair reconoce que el alcohol lo ayudo a llevar las presiones

Este miércoles se publicó A Journey, una autobiografía de Tony Blair, donde el ex primer ministro británico lamenta "las vidas truncadas en Irak" y confiesa que el alcohol fue "un apoyo insustituible" en su mandato.

El ex primer ministro británico Tony Blair "lamenta profundamente" los muertos causados por la guerra de Irak pero insiste en defender la polémica invasión de ese país en 2003, según sus memorias largamente esperadas que salieron a la venta este miércoles.

El hombre que transformó la política británica aborda en el libro asimismo la compleja relación que mantuvo durante la década que permaneció en el poder (1997-2007) con su ministro de Finanzas y luego sucesor Gordon Brown, a quien acusa de la reciente derrota laborista, y en una de las revelaciones más inesperadas que las presiones del cargo le llevaron a "apoyarse" en el alcohol.

En cuanto a la guerra de Irak, que empañó su última etapa en el poder, el ex primer ministro habla de la "angustia" que sintió y todavía siente ante los familiares de las víctimas del conflicto iraquí.

"Lo siento profundamente" por todos los que murieron, no sólo los militares británicos sino también los estadounidenses y otros aliados de la coalición, así como por los ciudadanos iraquíes, diplomáticos y hasta rehenes.

Blair, hoy de 57 años, afirma sin embargo que "no puede lamentar la decisión de ir a la guerra", aunque "nunca pudo imaginar la pesadilla que se desarrolló" después.

El ex primer ministro mantiene también que derrocar al presidente iraquí Sadam Husein fue la decisión correcta, incluso si al final falló la principal justificación al no encontrarse armas de destrucción masiva.

"En base a lo que sabemos sigo creyendo que dejar a Sadam en el poder era un riesgo más importante para nuestra seguridad que derrocarlo, y que aún cuando las repercusiones hayan sido terribles, podría decirse que la realidad de Sadam y de sus hijos a cargo de Irak habría sido peor", escribe.

Admite que aunque "la campaña militar de conquista fue un éxito brillante", la campaña civil de reconstrucción no lo fue".

"No habíamos anticipado el papel de Al Qaida o de Irán", en la planificación del post-conflicto, señala el ex primer ministro, hoy enviado especial del Cuarteto para Oriente Medio.

Al referirse al ex presidente estadounidense George Bush, de quien fue el principal aliado en la guerra de Irak, Blair señala que llegó "a admirarlo y a quererlo".

"Tenía una integridad genuina (...) Era en un sentido extraño, un verdadero idealista", agrega Blair cuyos adversarios le pusieron el apodo de "caniche de Bush".

Tony Blair, quien se encuentra en Washington para el inicio de las negociaciones directas entre israelíes y palestinos, defiende también su idea de la "guerra contra el terrorismo" lanzada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, y hace un llamamiento a las fuerzas internacionales a "continuar" en Afganistán "tanto tiempo como sea necesario para derrotar el extremismo".

Blair estima en sus memorias que el ex presidente del gobierno español José María Aznar era un "duro negociador" en Europa, donde quería que España fuera reconocida como un país "grande".

El laborista recuerda también su primer encuentro con el conservador español en unas negociaciones sobre el tratado de Amsterdam en mayo de 1997, pocas semanas después de su llegada a Downing Street.

"José María tenía un escollo importante: necesitaba que el tratado reflejara la posición especial de España como el receptor del respaldo europeo y como un 'gran' país junto con los otros 'grandes', no 'pequeño'", escribe Blair.

Cuando al final de la negociación se le ofreció un compromiso "no malo, pero tampoco bueno", Aznar les respondió: "'No, les dije cuáles eran mis condiciones'. Entonces agregó: 'Me voy a la sala de al lado a fumar un puro'", explica Blair.

Según su versión de lo ocurrido, Blair fue a verle al cabo de un rato para decirle que sólo él "podía salvar" las negociaciones y que los demás estarían "decepcionados" si no se llegaba a un acuerdo ese día.

"'Lo sé y me entristece'", dice Blair que le contestó Aznar antes de sacarse algo del bolsillo y agregar: "'Mira. Tengo muchos más cigarros para fumar'".

"Consiguió sus condiciones", concluye el impulsor del "Nuevo Laborismo".

Esas eran según Blair las pocas referencias que tenía de Aznar cuando casi un año más tarde éste le invitó a pasar unas vacaciones de Semana Santa con él.

Blair envió a su esposa Cherie, sus tres hijos y su suegra de avanzadilla mientras cerraba la firma del acuerdo de paz en Irlanda del Norte.

Cuando por fin se reunió con ellos, se encontró a su suegra hablando con el anfitrión. "'¡Oh!', dijo ella, 'no deberías haberte molestado en venir. Ya lo hemos arreglado todo'", cuenta Blair.
"¿Arreglado qué?", dice que preguntó, a lo que su suegra contestó: "'Gibraltar, por supuesto'".

La soberanía de este territorio situado en el extremo sur español sigue siendo motivo de tensiones recurrentes entre ambos países.

La relación entre Blair y Aznar se convirtió posteriormente en "amistad", y ambos aparecieron junto con George W. Bush en la famosa cumbre de las Azores de 2003, cuando lanzaron un ultimátum a Irak y a la ONU, ignorando el clamor popular mundial en contra de la guerra.

Blair escribe en sus memorias que Aznar le dijo que "en España sólo un 4% aprobaba una acción militar", lo que el británico le dijo que equivaldría a la "cifra que se obtendría en un sondeo sobre si Elvis (Presley) sigue vivo".

"Pero era un duro e iba a mantenerse firme con Estados Unidos", agrega Blair de su aliado español, a quien le unía según él el miedo a la perspectiva de un vínculo entre la proliferación de armas de difusión masiva y los grupos terroristas".

El primer ministro británico, cuya polémica participación en la guerra de Irak empañó sus últimos años de gestión, agrega sin embargo que también como él Aznar "pensaba que era crucial, si era posible, obtener una nueva resolución de la ONU que autorizara la acción".

Cuatro días después, el 20 de marzo de 2003, una coalición de países encabezada por Estados Unidos y el Reino Unido, invadieron Irak.