Espectáculos

La Carretera, de John Hillcoat

Por Nicolás Batalla.


Apocalypse (casi) Now

La novela de Cormac Mc Carthy, sobre la que se basa la película de John Hillcoat y que le valió el Premio Pulitzer de narrativa en 2007, presenta una característica común a dos grandes clásicos literarios de la primera mitad del siglo pasado: 1984 (George Orwell) y Un mundo Feliz (Aldous Huxley). Al igual que sus colegas británicos, Mc Carthy elaboró con una verosimilitud escalofriante un probable destino del hombre en su mundo. La diferencia sustancial con los relatos ya mencionados, está en que mientras Orwell y Huxley presentan a sus protagonistas en lo que ellos avizoran como la sociedad del futuro,  en el mundo de Mc Carthy ya no hay sociedad y los restos de la humanidad sobreviven como pueden a lo que quedó del Apocalipsis.

La historia de "La Carretera" es tan simple como perturbadora. Un hombre (Vigo Mortensen) y su hijo (Kodi Smit-MacPhee) cruzan a pie el territorio estadounidense en dirección al sur, donde creen que el invierno será más tolerable. Los peligros que amenazan su supervivencia provienen tanto de la naturaleza (el frío, el hambre) como de los pocos hombres que aún quedan en el planeta abandonados a la barbarie y el canibalismo. Nada se dice sobre qué fue lo que ocurrió con ese mundo donde ahora llueve ceniza, y se ha extinguido toda vida animal y vegetal.

Este misterio es una de las principales fortalezas del relato; es decir, ¿para qué llorar sobre la leche derramada?. Los curiosos deberán conformarse con echar una mirada a los titulares de la jornada y construir por ellos mismos la laguna en esa historia. Un juego que podríamos llamar "escoge tu propio Apocalipsis".

Ya en la película, Hillcoat explota con frialdad e inteligencia dos dimensiones claves de la novela. Por un lado, la clásica mirada sobre la condición humana, cuando caen las normas sociales y el hombre se convierte en un lobo para el hombre. En este sentido, el director consigue mantener la tensión a lo largo de casi toda la cinta y dejar clara la relación: otro ser humano = pánico. A la vez, no evade los necesarios momentos de ternura entre este padre y este hijo quienes preservan el fuego de la civilización.

Por otra parte, el pasado adquiere un renovado simbolismo. No tanto por la añoranza de un tiempo que ya no se podrá recuperar, sino por el cambio de significado que adquiere aquel momento, en contraste con la cruda actualidad.

Uno de los primeros planos del filme, nos muestra a los protagonistas pasar por encima de un montón de dólares desparramados inútiles por el suelo mientras buscan algún resto de comida con el que paliar el hambre. Un hallazgo paradójico que alerta al espectador desde el comienzo que la historia se contará en varios niveles de sentido.

La nostalgia por el pasado aparece en los objetos más insignificantes (un peine, una lata de Coca-Cola, los restos de un piano) que de pronto se vuelven la metáfora de un tiempo más simple y feliz, aunque irremediablemente más superficial. En el mismo sentido, la narración es interrumpida en sueños y recuerdos por escenas del pasado (cuando aún no todo estaba perdido) que amortiguan la crudeza del relato.  

A su vez, la conmovedora fotografía del filme juega por momentos a mostrarnos inmensos paisajes grises y desolados, que vuelven evidente el paraíso que se echó a perder. Como contrapunto, Mortensen, Smit-MacPhee y Robert Duvall, sostienen cada primer plano con una humanidad, que en el contexto del filme, resulta desgarradora.

En consecuencia, "La carretera" es un drama con un tema pretencioso, pero con una dirección a la altura de las circunstancias, que consigue conjugar las necesidades del relato cinematográfico con el espíritu de la novela.

Queda rumiando por ahí, la incómoda certeza de que la ciencia ficción y la realidad parecen cada vez menos distantes.