Reacciones
Comentario del ingeniero Luis Osin a raíz de los mensajes de la audiencia tras la entrevista que le realizó En Perspectiva el 17/12/2010.
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Mis conferencias, en el LATU y la ORT, así como la entrevista que me hizo Emiliano Cotelo para el programa En Perspectiva: http://historico.espectador.com/1v4_contenido.php?id=201440&sts=1, fueron recibidas con reacciones polarizadas.
Por un lado, la mayoría reconoció la importancia de los resultados de la investigación educativa, y especialmente dos:
1. La enorme dispersión de las velocidades de aprendizaje entre alumnos de la misma clase y
2. Que el hecho de que un alumno sea de aprendizaje lento no implica que no pueda llegar a muy altos niveles de conocimiento y creatividad.
Esa mayoría está de acuerdo, entonces, con la necesidad de reestructurar el sistema educativo, de modo de permitir que cada estudiante progrese de acuerdo a su velocidad de aprendizaje, permitiéndole la internalización de cada concepto que debe aprender antes de pasar a los siguientes.
Por otro lado, hay una minoría, nada pequeña, que sostiene que el cambio propuesto es imposible. Lamentablemente, dentro de esa minoría hay muchos docentes.
Esto es particularmente extraño, porque los docentes son no menos víctima del sistema actual que los alumnos.
En efecto, ningún docente puede finalizar un año lectivo con la satisfacción del deber cumplido, cuando sabe que no ha conseguido enseñarle el programa a, por lo menos, un tercio de sus alumnos.
Por supuesto, esto es acumulativo, y llegamos a las clases superiores de la escuela con alumnos que no tienen ninguna habilidad aritmética y que tienen dificultades para leer un párrafo de texto.
La respuesta de la sociedad es que los docentes son culpables, lo cual incide en que no merecen un buen salario, lo cual genera una fuga de cerebros hacia otras profesiones. Los docentes deberían ser, entonces, los más interesados en esta reforma.
Pensando en las razones de la inercia intelectual que hace que haya tantos docentes que se oponen al cambio, se me ocurre que esa inercia no es única. El mejor ejemplo que se me ocurre se refiere a la forma de la Tierra. Por supuesto, el hombre primitivo consideraba que la Tierra era plana, pues sólo podía ver su entorno. Y cuando apareció la teoría de que la Tierra era (aproximadamente) esférica, fue rechazada por la mayoría.
Eso parece natural, pero el ejemplo que me interesa mostrarles, que muestra hasta qué punto puede llegar la resistencia al cambio de ideas preestablecidas es que, en 1956, se creó en Inglaterra la "Flat Earth Society", destinada a probar que la Tierra es plana.
Y volviendo a la necesidad de la enseñanza individualizada, no sólo podemos recordar el antecedente de que lo fue durante 4300 años de nuestra historia, sino que tenemos un gran ejemplo con los verdaderos pedagogos del sistema educativo, que son los maestros de gimnasia y los profesores de educación física.
¿Por qué? ¿Recuerdan cuando hacíamos salto alto?
El maestro ponía la barra a un nivel bajo, de modo que todos saltábamos. Y luego iba subiendo paulatinamente la barra, de modo que cada uno saltase hasta el máximo de sus posibilidades.
Se me puede decir que eso es fácil para el profesor de educación física porque el ve que es lo que el alumno puede hacer. Pero esta excusa no es válida en esta época tecnológica, en la cual existen programas de evaluación individualizada computarizados, que permiten saber exactamente cuál es el nivel de cada alumno en las asignaturas básicas.
En definitiva, ¿qué propongo?: que todos los docentes utilicen la pedagogía del maestro de gimnasia.
Luis Osin