Entrevistas

Tomás De Mattos habla sobre "El hombre de marzo", su libro sobre José Pedro Varela

Tomás De Mattos habla sobre "El hombre de marzo", su libro sobre José Pedro Varela

En octubre de 2010 el escritor y ex director de la Biblioteca Nacional Tomás de Mattos publicó la primera parte de su libro "El hombre de marzo", que está referido a la figura de José Pedro Varela. En conversación con En Perspectiva, el narrador aseguró que la idea de escribir sobre Varela surgió mientras escribía una novela sobre Flores y Berro. "Varela me conquistó a mí", confesó. De Mattos también se refirió a la historia como materia prima para la literatura: "Ojalá pudiera el novelista novelar sobre la historia, porque la historia es siempre mucho mejor novelista que la fantasía humana", expresó.


(emitido a las 08.50 Hs.)

ROSARIO CASTELLANOS:
"Preveo que este libro escandalizará o desilusionará a unos cuantos lectores, sean tirios o troyanos."

(Audio: Canción "Sembrador de Abecedarios" - Letra: Rúben Lena - Intérprete: Los Olimareños)

"Para colmarme la vida, para llenarme de luz,
imitando a mi bandera me voy a la escuela de blanco y azul,
imitando a mi bandera me voy a la escuela de blanco y azul.

Siempre me dice el maestro, con dulce dejo de amor,
el fundador de tu escuela se llama Varela, quiere, quiérelo,
el fundador de tu escuela se llama Varela, quiere, quiérelo..."

(Continúa la canción)

La frase es la forma en que Tomás de Mattos describe en su contratapa el contenido de su último libro, "El hombre de marzo". Y continúa diciendo: "Por desgracia, unos cuantos seguirán pensando que he asumido ingenuamente la defensa de un reo irredimible, aquel que colaboró con la dictadura. Temo que a los varelianos les disguste ver a su prócer unas cuantas veces en paños menores. Les respondo que, a mi juicio, el verdadero Varela, el que necesitamos, no fue en vida bronce inerte y herrumbrado, ni un profeta laico que descendió del barco con tres únicos mandamientos pedagógicos esculpidos en piedra. Fue un hombre de carne y hueso y de sangre ardiente, y, sobre todo, fue mucho más que el reformador de la educación".

Así de provocador es De Mattos en este libro publicado en octubre del año pasado. Se trata de una novela biográfica sobre José Pedro Varela, que le tomó al menos ocho años escribir, desde que publicó su último libro, "La puerta de la misericordia", en el año 2002. Ahora está disponible el primer tomo de "El hombre de marzo" que, con el subtítulo "La búsqueda", abarca los primeros 23 años de la vida de Varela hasta la aceptación del cargo de inspector nacional de Educación durante la dictadura de Lorenzo Latorre.

La historia habrá de continuar en un segundo tomo que llevará por subtítulo "El encuentro", y que se referirá a su vida pública y privada desde el regreso de su decisivo viaje a Estados Unidos y a Europa hasta su temprana muerte.

Esta mañana les proponemos descubrir a este hombre de marzo en diálogo con el autor, Tomás de Mattos.

También nos acompaña Carmen Tornaría, que es una vareliana de ley, a la que vamos a averiguar si ofendiste, Tomás, con este Varela de carne y hueso.

Tomás de Mattos nació en Montevideo, pero es tacuaremboense por adopción. No sé si todavía lo es porque ahora se ha instalado en Montevideo. Escritor y abogado, durante la pasada administración ejerció el cargo de director de la Biblioteca Nacional.

Pero vuelto hoy a su condición de escritor, esta mañana está con nosotros, dispuesto a este interrogatorio al que lo someteremos con Carmen Tornaría.

La primera pregunta: ¿por qué Varela? ¿Por qué en este momento decidiste meterte en un personaje –al que nadie discute al menos en una de sus facetas, la del reformador de la enseñanza– pero otra que para algunos todavía sigue siendo su mancha oscura, la de haber desarrollado esa reforma durante una dictadura?

TOMÁS DE MATTOS:
Varela me conquistó a mí. Yo estaba escribiendo una novela sobre Flores y Berro, con Josefina Péguy como narradora. Necesitaba una personalidad que estuviera el 19 de febrero de 1868 y me encuentro nada menos que con un sobrino de Berro, José Pedro Varela Berro. Estaba en Estados Unidos y era ideal para hacer toda la correspondencia de Josefina Péguy y poder explicar. Entonces me pongo a leer sobre Varela. Yo tengo una formación en colegios religiosos y por lo tanto, no hostil. Es un fenómeno que se está dando en la Iglesia católica, sobre todo con un texto que está terminando monseñor Luis Del Castillo, actualmente en Cuba, donde se rescatan cosas que luego la Iglesia en el Concilio del siglo XX sostuvo como propias: la separación de la Iglesia y el Estado, que es uno de los temas capitales.

RC - Tú das por sentado que uno de los principales escollos y opositores que encontró Varela fue la Iglesia misma. Que se defendió contra el hecho de que se declarara como uno de los principios el de la laicidad. Y además que el propio Varela fue un anticlerical confeso, no un anticristiano, condición que tú rescatás en el libro.

T de M - Exactamente. Una cosa que me extraña cada vez que veo los documentos oficiales de Varela es que terminan con "Dios guarde a usted". Incluso cuando renuncia al cargo, en un tono embroncado, lleno de borrones –una renuncia que no se conoce mucho, en junio del 1876– porque lo han desautorizado y han puesto nada menos que como inspector departamental –cargo que en la reforma sería clave– a un maestro destituido en Montevideo por la Comisión de Instrucción de Pública que él presidía. Aun en ese momento le dice a Montero, cuando podría haberse despedido con algún improperio muy nuestro: "Dios guarde a usted".

RC - Una renuncia que duró poco, porque luego retoma el cargo.

T de M - Retoma el cargo a los dos meses. La renuncia dura de abril a junio.

CARMEN TORNARÍA:
A mí me interesó lo que dijo Tomás, y es que él se educó en colegio religioso, católico.

T de M - Y además en el mejor, el de los escolapios.

CT - Tú dijiste: "no había presencia hostil". Y yo digo, porque nos pasó cuando visitamos el Liceo Jubilar con Rosario y LaTertulia, que creo que no hay presencia, y eso me parece peor que si hubiera hostilidad.

RC - Tú señalaste que no había presencia.

CT - Y además se lo preguntamos al director del colegio, P. Gonzalo Aemilius. No estaban José Gervasio Artigas ni Varela. Lo que hay es una gran ausencia. No sé qué pensás tú, Tomás...

T de M - Creo que estamos en una fase de transición.

CT - Ahora.

T de M - Pasar de la hostilidad marcada a esto es una fase de transición. Para mí Varela era –después descubrí que para casi todos los uruguayos, católicos o no católicos– el monumento que me parece admirable estéticamente, pero también muy significativo: el monumento de avenida Brasil. Un profeta laico muy serio que además estaba vinculado a la educación y a los niños. Cuando empiezo a leer un libro, que además para mí es fascinante, porque es una recopilación de cartas de viaje que hace él pero que en definitiva funciona como una novela epistolar y una novela de aprendizaje. Entre el Varela de las primeras cartas y el de las últimas hay una evolución muy grande...

RC - Me gustaría que analizaras ese aspecto. Es un hombre muy joven pero que cambia radicalmente desde el comienzo de su actuación hasta lo que ocurre en ese viaje.

T de M - Tomemos un caso que me interesa porque es muy notorio en él: las mujeres. Desde una monjita, que en ella pone los ojos, una hija de la caridad de un manicomio de Río de Janeiro, hasta la mayor diva de ópera del siglo XIX, Adelina Patti. La descripción física es como si la mujer fuera fundamentalmente un cuerpo atractivo.

CT - Tenía 20 y pocos años...

RC - Entre los paños menores que sacás a relucir tú lo descubrís como un gran mujeriego y un dandy.

T de M – Exactamente. De un primo de él, que también fue un valor equívoco, Héctor Florencio Varela, decían que le gustaban las mujeres apenas conocidas. Creo que José Pedro Varela era más o menos así. Después evoluciona, por ejemplo cuando describe a Adelina Paty. La encuentra tan inefable que se siente incapaz de describirla y traduce al español textos en francés. Pero el traductor es dueño de su lenguaje. Entonces, en vez de decir "el mentón", que podría haberlo dicho perfectamente, dice "la barba", y después hace una descripción de todas las facciones de Patti. Y dice que se notaban en ella la virilidad y el talento. Es decir, era un machista perdido. Después hay un pasaje delicioso en que se considera ya habilitado como para hacer un juicio universal sobre las mujeres. Sobre todo complementado con otro viajero que iba a la otra parte del mundo que él no tocaba, y dice: "las inglesas tal cosa, las francesas tal otra, las españolas tal otra"...

RC - ...Las españolas que no le gustan nada.

T de M - No le gustan nada, y las francesas tampoco. Porque la primera lo fascina, pero la segunda, que es igualita a la otra, ya no le gusta. Y cuando ve a todas iguales dice: "son maniquíes que se han escapado de las vidrieras de los grandes almacenes y que recorren las calles de París no para mirarnos sino para ser vistas".

CT - Queda muy impresionado con la mujer norteamericana. Eso para mi gusto es como un trampolín.

T de M - La mujer norteamericana le encanta. Y, lo más gracioso, pienso que curándose en salud, porque sabía que iba a volver al sur, es que no deja mal paradas a las mujeres criollas.

CT - Para nada.

T de M - Pero a las norteamericanas las pone por las nubes.

RC - Porque además descubre en las norteamericanas la condición de la mujer inteligente. Empieza a admitir que la mujer, además de bella –que la describe, le gusta cómo se prepara, cómo se viste y cómo se arregla, además de lo bien que habla– puede plantarse ante una tribuna y exponer con claridad conceptos. Ahí empieza a concebir que la mujer además de un cuerpo tiene una cabeza.

T de M - Y que hay una compatibilidad entre el talento y la feminidad, porque él decía "la mujer talentosa es viril, pierde su encanto femenino". En cambio ahí no, de una oradora, Emily Dickinson, dice que le demostró que era capaz de pasar de dar un brillante discurso a la cuna del hijo y cantarle un arrorró, aunque la pobre Dickinson nunca tuvo hijos. Dicho sea de paso, las conferencias de Dickinson en aquel momento eran más convocantes que las de Mark Twain, nada menos.

CT - ¿No te parece que en este sentido él sufre el impacto en el contacto con las mujeres norteamericanas que muchos hombres están sufriendo hoy con los cambios en la condición de la mujer y los roles en el propio Uruguay? Incluso le dice, creo que a Domingo Faustino Sarmiento, que es "demasiado mujer" para él.

T de M - Sí, y Sarmiento ahí se opone terminantemente.

CT - Claro, porque están todas esas dudas. Si tú considerás a la mujer un objeto y descubrís que no lo es, también acá hay un toque sobre la masculinidad, o una gran duda sobre qué pasa con el otro.

RC - Vamos a otros temas que abarca esta novela. De todos los personajes nombrados, sólo uno de es netamente inventado. Tú has hecho hincapié en que esto es novela, no es historia, pero en realidad inventas un solo personaje. Que además te ha seguido, o que ha intervenido en otras novelas tuyas, que es esta Josefina Péguy. Pero en otros casos, tanto sea en "Barnabé, Barnabé" como en "La fragata de las máscaras", ella es la narradora. En este caso a Josefina no le escuchamos una palabra. No escribe una línea. Ni siquiera pregunta, ni aparecen sus preguntas. Lo único que aparece son las transcripciones taquigráficas de las entrevistas que realiza a esos personajes que son reales. ¿Por qué Josefina nunca escribe este libro?

T de M - Porque es el ideal, es el narrador invisible. Pero como dice Carmen, las preguntas de ella se notan a veces en las respuestas.

RC - Se notan pero no se transcriben.

CT - Qué casualidad que la elegiste mujer...

TDM - No, no fue casualidad. Y vamos a aclarar que me llama mucho la atención que las mayores críticas a la verosimilitud de las mujeres, de Josefina Péguy o de un personaje que yo admiro mucho como es la que puede ser suegra de José Pedro Varela, doña Joaquina Vázquez, es que no puede haber habido mujeres así en el siglo XIX. Ahora alguien me dio la idea de escribir sobre Enriqueta Compte, y creo que ahí vamos a terminar con el tema. Porque uno lee a Josefina Lerena, creo que se llamaba, me van a decir que George Sand...

CT - Paulina Luisi...

RC - Admitamos que eran excepcionales.

CT – Pero, ¿con quién hace la reforma? ¿Quién aplica la reforma escolar vareliana? ¿Un ejército de qué?

T de M - De mujeres.

RC - Absolutamente.

CT - Cuando no tenían derechos todavía.

RC - Además él admite en la argumentación que ellas son las más capaces por una cantidad de características vinculadas a su condición.

CT - Pero aparte de eso, la admiración que tiene por la mujer, y pienso que también el interés de que la mujer lo apoye, hace que Varela, recién llegado, el 13 de enero del 1869, sea el primer varón uruguayo que defiende en una conferencia específica dedicada a eso el voto femenino y el derecho a ser elegidas. Y luego en su proyecto de reforma escolar había una mucha mayor descentralización y una muchísima mayor incidencia de los padres que hoy escandalizaría a nuestros actuales educadores. Da derecho a voto a la mujer y también da el derecho a ser elegida también.

***

RC - "El hombre de marzo" abarca los primeros 23 años de José pedro Varela y ya está anunciado un segundo tomo que va a abarcar la etapa en la cual tiene lugar su actuación pública al frente de ese cargo desde el cual pudo aplicar la reforma. Yo decía que más allá de este personaje ficticio de la entrevistadora, Pepa, como le llaman los entrevistados, o sea que la conocían perfectamente, hay cuatro personajes reales. Carlos María Ramírez, que de alguna forma se encarga de ser el entrevistado sobre el contexto político de esos primeros años de Varela; Jacobo Varela, que es su hermano mayor, al cual se le nota cierto resentimiento o sentido crítico con respecto a este hermano al que no ve demasiado orientado y parece bastante más sensato que su hermano José Pedro; Bartolito Mitre, a quien casualmente conoce en Estados Unidos y es con quien establece la conexión con Sarmiento, que se convierte en el gran mentor y maestro de José Pedro Varela, más allá de que los uruguayos no tengamos por Sarmiento gran simpatía; y Adela Acevedo, su mujer a la vuelta de este viaje. Todas las entrevistas suceden después de muerto Varela, y Adela habla de su conocimiento de José Pedro. De los cuatro testimonios, el que me parece más novelado es el de Adela.

T de M - Totalmente.

RC – Posiblemente, el documento privado sea el más difícil de encontrar.

T de M - Exactamente, toda la vida sentimental oculta de José Pedro es muy difícil de rastrear. Se rastrea algo. Hay un personal que incluso en la familia Varela está jugando como al "Gran Bonete". Que lo tiene Fulano, lo tiene Mengano, lo tiene Zutano...

RC - Diario que Adela dice haber conocido después de que murió Varela y en el cual se entera, por ejemplo, de sus andanzas y enamoramientos en Uruguay. ¿Será cierto?

T de M - Es cierto porque está publicado por la colección de la Cámara de Diputados. Es atrapante porque hubo un diario de Varela desde ahí hasta que terminó el viaje, y se publicaron fragmentos por Ágape Palomeque. Ahora que tenemos disco electrónico, tendría que haber una versión electrónica de eso. Y es además es una pena que el Parlamento haya publicado obras maestras y obras completas de muchos grandes uruguayos. Pero no hay una difusión. El público común no puede acceder a eso, son casi regalos institucionales. Pero lo tuvo en Buenos Aires, cuando se encontraba totalmente desdichado y desventurado por la pérdida de un amor.

RC - Ventura.

T de M – Que eso es novela, también.

RC - ¿No existió Ventura Estrázula?

T de M - Ventura Estrázula existió. Y evidentemente hubo un amor muy fuerte, un idilio que se quebró. Todo el idilio José Pedro-Ventura está inventado, pero de que existió Ventura no tengo la menor duda. Carlos María Ramírez, en "El sacerdote de Venus", así lo llamaba a Varela...

RC - Por esa condición de picaflor.

T de M – Sí. Dice: "Cortejaste a todas las mujeres, desde la A hasta la V".
Cuando leí eso dije: ¿por qué no hasta la Z? Y después, interiorizándome más, me encontré con Ventura Estrázula.

RC - Ventura había una.

T de M - Había razón para decir, el hombre era realista. De la A sabemos que había por lo menos una Adela. De las del medio no sabemos ninguna. Y la V, Ventura Estrázula.

RC - Esa es la parte más novelada. Vayamos a la menos novelada, o la que yo entiendo que debe de ser la menos novelada.

T de M - Lo que es público.

RC - Que es Carlos María Ramírez, ¿no?

T de M - Más o menos, porque al ser amigo también tiene una vida privada y personal. Yo te diría que lo público... y aun así siempre es novela, pero en el capítulo 3 no hay nada inventado. Está todo sacado fundamentalmente de Joaquín de Salterain, que agrega testimonios que se publicaron en los diarios de la época.

RC - Aquel enero del 1875.

T de M - Enero del 1875, el año negro. Del primero y del 10 de enero. Eso es real y no hay casi invento. Ojalá pudiera el novelista novelar sobre la historia, porque la historia es siempre mucho mejor novelista que la fantasía humana.

CT - Me encanta tu honestidad en este tema y la recalco, no solamente en esta novela, sino en otras. Incluso en el propio "Barnabé, Bernabé", porque a los profesores de historia nos preocupa enormemente que se tomen las novelas históricas como libros de historia. Hubo una época en que esto sucedió en el Uruguay. Concretamente en el caso de "Las venas abiertas de América Latina". Yo, como profesora de didáctica, iba a visitar muchachos que estaban leyendo trozos de ese libro, como si fuera la realidad. Nos puede gistar o no, pero tú aclarás muy bien que una cosa es la novela y otra cosa es la historia. Me encantó cuando decís que lo que hace el escritor es llenar aquellos agujeros que el historiador no puede llenar. Te lo tomo. A mis alumnos les voy a explicar porque me parece una imagen muy buena para que diferencien lo que es una cosa de la otra.
    
RC - De cualquier modo, yo como alumna, no como profesora de historia, admito que nunca llegué en los programas a esta época que se relata ni a este fin de siglo XIX agitado, convulsionado, desordenado...


T de M - ...y fundacional.

RC - Y fundacional, exactamente. Ni siquiera en ese aspecto de fundacional lo había considerado como tal. Hay aspectos de la intervención de José Pedro Varela como principista, activista en un primer momento, y luego aparece un desencanto que tú ponés en boca en la entrevista de Ramírez. No sé si es tal, pero tiene un fundamento en todo lo que contaste antes. Desencanto que tiene que ver con preguntas que Varela se hace y que explicarían por qué se separa de ese principismo inicial. Voy a leer el pasaje. Dice Ramírez que le dijo: "Carlos, nadie podrá negar nunca que los pobres respaldaban en masa a nuestros enemigos. ¿Ese apoyo ciego y salvaje será solo culpa de los Tezano, los Bustamante, los Suárez, los Belén, los Flores, los Quintelos y todos los demás que los manipularon? No te pierdas el detalle de que no incluyo a Latorre. ¿Nosotros qué hemos hecho por ellos, si no desear que desaparecieran de nuestra vista? ¿Qué han hecho tus doctores? ¿Qué se les enseña en tu universidad, a la que solo concurren los hijos de las familias ricas? ¿Qué han hecho los hacendados a quienes les gusta tanto tener la sartén por el mango? Porque no me negarás que ustedes, los doctores, al dictar las leyes, sólo escriben las letras de las contradanzas y las mazurcas que el guitarreante es del campo". Hay todo un cuestionamiento a lo que en ese momento era la intelectualidad política. También lo que en ese momento hacían los "milicos" y los "candomberos", como se les llamaba entonces, que parece que no hubieran hecho carne en las verdaderas necesidades que Varela empieza a sentir como parte de su interés social. ¿Qué hay en los documentos que te haya llevado a poner esta afirmación?

T de M - Estoy seguro, y puedo dar pruebas, de que Varela pensaba eso. La introducción de "La legislación escolar y el Estado actual" dice todo eso de forma textual. Que hubo esa conversación anticipada con Ramírez no lo puedo asegurar, pero bien pudo haberla habido. En este momento estoy en la fundación de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular (SAEP), en el discurso, y hay una parte que dice: "¿De qué nos sirven las leyes perfectas –hablándole a los principistas– si luego el pueblo no puede cumplirlas porque no está instruido, porque es ignorante?". Y además un concepto de Varela que hay que desarrollar. Varela es lo más alejado a Jacobo Rousseau posible. El hombre salvaje no es el hombre ideal para Varela. Por el contrario, es el hombre pendenciero, se ve desde la niñez cuando los niños son crueles con los niños más débiles. En definitiva, la educación tiene que ir sacándonos esas pasiones y pulsiones imperfectas. Yo traté de reconstruir, ser fiel al pensamiento vareliano y no a la historia. No te puedo asegurar que haya habido esa conversación entre Ramírez y Varela, pero pudo haberla habido, y era una característica de Varela.

CT - Yo te creo –y conozco ese período– que esta conversación podría haberse dado, porque me parece que lo que a ti te atrapó de Varela no es el profeta laico sino aquel individuo que pensó, junto con otros, un proyecto de país distinto, en el que democracia, educación y desarrollo económico son un triángulo fundacional de la República.

T de M - Exactamente.

CT - Ese es el Varela que no conocemos. Yo lo conozco, porque eso es lo que me gusta de Varela, pero te decía que cuando entré al Codicen revisé los programas de formación docente y no estaban las obras de José Pedro Varela, ni de Enriqueta Compte y Riqué, ni de Carlos Vaz Ferreira.

RC - Otro párrafo que pones en boca de Varela y que resuelve esto que acaba de decir Carmen es: "¿Cuándo aprenderán ustedes que la democracia no se arraiga en las tribunas sino en el público que la rodea? ¿Cuándo vislumbrarán que mucho más importante que que abunden los candidatos dignos de encomio es que todos los ciudadanos estén capacitados para elegir entre ellos, y que el éxito de un Gobierno no es la mera suma de sufragios en unas pocas horas, sino que los cauces que vayan abriendo sean asumidos como propios día por día, mes por mes, año por año, por la inmensa mayoría de los miembros de la sociedad a la que representan? ¡Mierda!, ¿cuándo será el día que dejen de pensar en francés y de caminar tan complacidos por las cumbres del país? Piensen en los de abajo, no solo para regenerarlos sino para que entre todos nos regeneremos. Yo por lo pronto no pienso tanto en Latorre. Pienso en el populacho. El que cualquiera sea la circunstancia política urge que se convierta asimismo en pueblo".

CT - En ciudadanos.

RC - Exactamente.

T de M - Eso lo dice en la carta a Lucas Herrera y Obes, en muchos lados.

CT - Una República necesita republicanos, de lo contrario son esfuerzos inútiles. Lo dice bien clarito en su libro.

T de M - Las monarquías pueden vivir sin la educación. Las repúblicas no.

CT - No pueden, necesitan ciudadanos.

RC - Esta transformación del pensamiento, que acabo de corroborar que está dicho en esos términos y que es una definición absolutamente política o social del tema, es parte de conclusiones a las que llega después de un viaje. Porque si hay algo que también queda claro en este libro que abarca los primeros tiempos es que hay una evolución en que el personaje está descrito inicialmente como un pensador concienzudo que asume una posición política. En otras partes es un dandy afectivamente inestable. Luego, este hombre va tomando conciencia a partir de un viaje que lo dirige primero a Europa y que lo decepciona. Quiso ser poeta y resultó un mal poeta...

CT - Horrible.

T de M - No tanto, será que le tengo cariño. Era un poeta incipiente.

RC - Sarmiento lo destrata al poeta.

T de M - Y parece que Víctor Hugo también.

RC - Pero la imagen de Víctor Hugo es bien interesante como para que lo defraude. Toma contacto con esa intelectualidad ajena y apartada, un poco snob y superficial que de alguna forma lo defrauda y no es difícil pensar que lo haya defraudado totalmente. Lo había idealizado y este hombre con el que se encuentra no tiene nada que ver con aquel que había pensado. Pero entonces, ¿cómo es Estados Unidos? ¿Qué elementos le aportan Sarmiento en particular y la realidad que vive en Estados Unidos para que en definitiva termine moldeando su pensamiento con relación a la educación?

T de M - Hay un fenómeno muy interesante, que soslayé, pero tú decías que Sarmiento entre nosotros los uruguayos no...

RC - Por antiartiguista.

T de M - Exactamente. Pero creo que los uruguayos no hemos visto el Sarmiento último, el que es presidente, el que muere en Asunción, el Sarmiento que veía a la Triple Alianza con muy malos ojos. Porque con Sarmiento pasó lo mismo. Hay un Sarmiento antes de Estados Unidos. En el caso de él en 1847, y un Sarmiento fundamentalmente posterior. Por algo vuelve dos veces a Estados Unidos. Por algo, cuando inicia su Presidencia, habla de que convertirá al país en una gran escuela, y por algo trae una legendaria misión de maestras –no maestros– norteamericanas para enseñar en los institutos normales argentinos. Ese último es un Sarmiento humanizado y evolucionado que ha sufrido además la muerte de su hijo adoptivo, o real, Facundito, en la guerra del Paraguay. Y un Sarmiento ya enfrentado totalmente con Bartolomé Mitre; el peor Sarmiento es el Sarmiento creciendo al lado de Mitre. El Sarmiento ya crecido y enfrentado a Mitre es otro.

RC - Sin embargo tú planteás que este Sarmiento con el que se encuentra Varela en Estados Unidos siempre está mezclado con su ambición de presidencia, hay una ambición política de la que permanentemente queda al margen Varela. Varela es mucho más puro en su concepción de reforma de la educación.

T de M - Más incluso cuando él y su amigo hacen una defensa de la hipocresía. Varela odiaba la hipocresía y eso lo vamos a ver en el segundo tomo. Pero el Estados Unidos de aquella época era el Estados Unidos en que hacía tres años que había muerto Abraham Lincoln. Yo recuerdo que hay una conferencia de Fidel Castro en la que exalta a la tierra –y hay una alusión masónica clara–, a la patria de hombres libres y de buenas costumbres que era Estados Unidos en sus comienzos, en su fundación, y creo que hasta Lincoln. Y en ese período intermedio, después de la muerte de Lincoln, predominan en determinado momento los antirracistas, para luego perderse definitivamente en lo que sabemos que fue un apartheid hasta mediados del siglo XX. Ese Estados Unidos puritano, religioso...

CT - Emprendedor.

T de M - Emprendedor...

CT - Y profundamente respetuoso de la democracia y de la pluralidad...

T de M - ...Exactamente. Y del resto del mundo...

RC - Tú reconoces que has asumido la defensa de Varela, lo dices en la contratapa, o sea que ya tomaste partido con relación a él.

T de M - Porque creo que es fundamental, pero no para la educación: es fundamental para los uruguayos.

RC - Ese es el aspecto del que nadie duda. Que la reforma aún hoy sigue siendo uno de los elementos que han resultado...

T de M - No solo para eso. Hay dos o tres cosas que Varela desde el XIX nos está diciendo hoy. Una es la unidad en la diversidad. Hay multiplicidad de ejemplos del Varela enemigo del pensamiento único. Para mí esa es una de las cosas capitales. Cuando estuvo escribiendo en La Paz, en el diario que fundó, o en El Hijo de la Paz, el vespertino que también sacó, hay cantidad de artículos que te dicen eso. Y hay episodios de la SAEP que dicen eso. Yo quise insistir un poquito en ese tema. En las SAEP conocen a Louis Moreau Gottschalk, porque es fundador de la SAEP. Él está considerado como el primer gran músico norteamericano. Nació en Nueva Orleans y anduvo por todo este continente. Incluso compuso una Sinfonía de Montevideo. La fundación lo sorprendió estando en Montevideo y ofreció dar un concierto para recaudar fondos para la Sociedad. Elbio Fernández se opone, porque la Sinfonía de Montevideo tiene largos acordes del himno nacional, lo cual le parecía una ofensa a la patria. También todo el sector retardatario, todos los "rancios", como los llamaba él, se encabalgaron en eso para oponerse a la sociedad. Y Varela no. Varela lo defiende, porque es la libertad del artista. Hay artículos sobre la oposición a la censura teatral en los cuales uno empieza a leer una crítica feroz a la lidia de toros y cree que va a terminar pidiendo la prohibición, pero termina diciendo "hay un movimiento que quiere prohibir, sería lo peor que se podría hacer, porque lo que es clandestino prestigia. Ojalá lo hubieran leído los norteamericanos de la ley seca. Lo que es clandestino y prohibido se prestigia ante la sociedad humana. Y además porque la libertad sólo puede ser limitada cuando afecta las cuestiones políticas fundamentales."

RC - Todo eso que estás diciendo se da de cabeza contra el hecho de haber aceptado el ofrecimiento de Latorre.



CT - ¿Por qué?

RC - Estoy oficiando de abogado del diablo. Porque se trataba de un dictador que no anduvo con paños tibios para sacarse de arriba a todos los oponentes y porque no fue exactamente un período en el que las libertades estuvieron garantizadas. Entonces, evidentemente hay que leer toda la parte anterior, cuando se habla de lo convulsionado e ilógico del ambiente político del país, para entender que aparezca un Latorre, y aun en esas condiciones sea aceptado por tanta gente. Pero me pregunto por qué Varela entendió que con todos esos principios que defendía de esa manera podía sumarse a una campaña o una política a aplicar por un Latorre que, además, cuando se explica no sé qué grado de realidad tiene. Cuando le plantea su programa de gobierno es perfectamente compartible. ¿Cómo explicar ese fenómeno, que seguramente seguirá objetable?

T de M - Eso dio lugar incluso a que dos años después figuras como Prudencio Vázquez y Vega, Pablo de María y José Batlle y Ordóñez se negaran a homenajear a Varela por los dos años de su muerte. Los uruguayos tenemos que replantearnos un poco a Latorre en primer lugar. Mucho mal le hizo la dictadura militar al reivindicarlo como propio. Latorre no es el militarista que fueron los de la dictadura militar del siglo XX. Ningún dictador militar disuelve de entrada dos regimientos para abaratar los costos del Estado. No hubo militares en su Gobierno, eran todos civiles. Latorre llegó a decir: "lástima que solo José Pedro Varela me haya acompañado".

RC - Porque además le ofreció a Varela la posibilidad de reunir a sus colaboradores.

T de M - Y fueron todos menos Carlos María Ramírez.

CT - Tomás, tú hablás de las novelas de aprendizaje, y yo creo que esta novela a mí no me dice mucha cosa nueva sobre José Pedro Varela, pero la encuentro absolutamente ideal para el momento que está viviendo el país, y no por el pensamiento pedagógico de Varela sino por lo otro que estuvimos hablando. Jóvenes que estaban pensando un país, e incluso esta decisión de colaborar desde lo educativo, que a mí nunca me lastimó. Varela lo explica y yo lo entendí. Le dice al propio Latorre –y esto es historia, no es novela–: "Acepto, para que nunca más en mi país haya gobiernos como el que usted preside". Me parece ideal para este momento, por todas esas cosas: libertad, democracia, educación, producción, no pensamiento único. Es una buena novela de aprendizaje.

T de M - Unidad nacional en los grandes temas.

RC - Estoy totalmente de acuerdo contigo por lo que significó para mí como aprendizaje, y le voy a contestar a Alicia que nos pregunta: "¿Puedo leerlo sin conocer a Varela?": Alicia: deberías leerlo para conocer a Varela.

¿Cuándo sale el segundo tomo?

T de M - Tendría que salir ahora en marzo.

RC - Está terminado.

T de M - Está terminado, pero hay problemas personales y problemas varelianos. Cada vez que uno investiga a Varela se encuentra con cosas...

RC - Son libros largos.

T de M - El gran problema es que yo quiero que se lea a Varela para hacer historia en la novela histórica. Ahora me encuentro con un primer informe elaborado por Varela y Ramírez (siendo Varela secretario de Ramírez) sobre las técnicas pedagógicas que no había leído. Es de Varela y Ramírez –Varela secretario de Ramírez– a la SAEP. Es brillante. Eso que es árido y para maestros hay que convertirlo en algo que sea para los lectores. Ese trabajo cuesta.

RC - Esperaremos un poco más, pero allí estaremos cuando salga "El hombre de marzo. El encuentro", de Tomás de Mattos.


***

Transcripción: María Lila Ltaif