Mario Vargas Llosa: "La literatura nos hace más libres"
El jueves pasado, Mario Vargas Llosa llegó a Montevideo en su segunda visita desde que recibió el Premio Nobel de Literatura. Pese a su cargada agenda, concedió una única entrevista exclusiva para radio, que correspondió a En Perspectiva. "La cultura en nuestro tiempo está mucho más cerca del entretenimiento que de la preocupación. Es una tendencia, creo que nos conduce a una gran banalización de la cultura en general y de la literatura en particular", reflexionó el escritor peruano. No obstante, consideró que "la literatura nos hace más libres", porque "crea rebeldes, gentes insatisfechas, desasosegadas, nos pone en contacto con un mundo que es mucho más bello, más perfecto, más coherente que el mundo real, y eso hace que los lectores al regresar del mundo de la ficción y enfrentarnos al mundo real sintamos una insatisfacción que desarrolla en nosotros un espíritu crítico". Con respecto al panorama político en Perú, comentó la "actitud suicida" en la que parece estar inmersa la democracia en ese país y explicó por qué votará a Ollanta Humala, pese a que "no es un señor que represente" las ideas que él defiende.
(emitido a las 10.00 Hs.)
EMILIANO COTELO:
El 7 de octubre del año pasado, Mario Vargas Llosa dejó de ser uno de los eternos candidatos al Premio Nobel de Literatura. Esta vez no figuraba entre los favoritos, así que hasta sospechó de esa llamada que recibió en Nueva York, muy temprano en la mañana. La voz del otro lado de la línea le informaba que la academia sueca lo había distinguido por "su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual".
Vargas Llosa nació en Perú, tiene 75 años y es doctor en filosofía y letras por la Universidad complutense de Madrid.
Ha escrito más de cincuenta libros, entre novelas, ensayos y obras de teatro, que han sido traducidos a 40 idiomas. Entre sus títulos se encuentran varios clásicos de la literatura latinoamericana como "La ciudad y los perros", "La fiesta del chivo", "La casa verde", "La Tía Julia y el escribidor", "Pantaleón y las visitadoras" y "La guerra del fin del mundo". Sus dos trabajos más recientes son el ensayo "El viaje a la ficción", sobre "el mundo de Juan Carlos Onetti", y su última novela, "El sueño del celta".
Al comienzo de su carrera literaria, se identifica con la izquierda y en los años 60 colabora con varias iniciativas de la Revolución Cubana, en particular con Casa de las Américas, integrando los jurados de sus concursos y el consejo de redacción de la revista. Pero en 1971, a raíz del caso Padilla, rompe con La Habana. Desde entonces se define como un liberal, una posición desde la cual ha sido muy crítico de los autoritarismos de cualquier signo, y mantiene una polémica latente con buena parte de la izquierda intelectual.
El jueves pasado Vargas Llosa llegó a Montevideo en su segunda visita desde que recibió el Nobel de Literatura. A lo largo de tres días cumplió una agenda muy cargada que incluyó una conferencia en la Universidad Católica que transmitimos el jueves de noche, en vivo, por El Espectador y el acto en el que la intendenta de Montevideo, Ana Olivera, lo designó "visitante ilustre", el viernes de tarde.
Un poco más temprano, el viernes al mediodía, concedió una única entrevista exclusiva para radio, que correspondió a En Perspectiva, y que tuvimos el gusto de realizar junto a Rosario Castellanos y Martín Reyes.
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EC - Hace tres meses, en enero, su anterior visita a Uruguay generó una polémica muy fuerte. Llegaba a nuestro país el flamante premio Nobel de Literatura y sin embargo ni el Gobierno nacional, ni la Universidad de la República, ni los gobiernos de Montevideo y Maldonado organizaron algún tipo de reconocimiento. Muchos denunciaban que había un motivo ideológico detrás de esa actitud de instituciones que son gobernadas por la izquierda.
Por otro lado, usted participó en un almuerzo en Punta del Este al que fueron invitados los tres expresidentes, Julio María Sanguinetti, Jorge Batlle y Luis Alberto Lacalle, pero no el expresidente Tabaré Vázquez. Entonces el Frente Amplio (FA) denunció que esa actividad era discriminatoria con la izquierda.
¿Usted se enteró de esas discusiones?
MARIO VARGAS LLOSA:
No, en absoluto; primera noticia. No sabía nada de eso, mi visita fue muy corta pero fue sumamente grata y transcurrió en un ambiente de absoluta cordialidad. No tenía la menor idea de que había habido esa secuela, y menos de que había tenido una connotación política. En absoluto, primera noticia.
EC - Esta vez sí usted va a recibir la distinción de Visitante Ilustre de Montevideo.
MVL - Así es, y estoy muy agradecido a la Intendencia, que entiendo está gobernada por el FA.
EC - Exactamente.
MVL - Pues es un gesto muy democrático que aprecio en todo lo que vale. Creo que una de las mejores tradiciones del Uruguay es precisamente el espíritu democrático que ha regido buena parte de su historia. Cuando yo era joven el Uruguay era una especie de paradigma en América Latina, era una de las excepciones la otra era Chile a lo que ocurría en el resto de América Latina, donde había gran cantidad de Gobiernos dictatoriales o democracias que estaban a punto de desplomarse. Uruguay y Chile eran la envidia del continente, por su estabilidad, su institucionalidad, sus Gobiernos civiles, algo que realmente deseábamos para nuestros países. Siempre digo que mi primera visita al Uruguay justamente me mostró ese Uruguay civilizado, democrático, culto, tanto que no parecía que uno estuviera en América Latina. Hablo de mediados de los años sesenta, más o menos.
EC - El mes pasado, Joaquín Sabina, que se declara amigo suyo...
MVL - ...Muy amigo mío, sí, nos queremos mucho y nos vemos con mucha frecuencia en Madrid...
EC - ... dijo: "Pese a sus artículos y sus proclamaciones políticas en las que siempre se declara de un ultraliberalismo feroz [Vargas Llosa se ríe], las novelas de Vargas Llosa, sobre todo las últimas, son, a pesar suyo, de izquierda más que nunca". No es el primero que lo dice. ¿Qué responde usted?
MVL - Pues no sé si eso es cierto. La verdad es que yo conozco a Joaquín desde hace mucho tiempo, somos muy buenos amigos, tengo mucha admiración por su talento como poeta, como cantante y magnífica persona que es. Y creo que aunque tenemos ideas políticas muy distintas, nunca hemos discutido de política, y que muy rara vez hemos hablado de política con Joaquín. Yo la verdad que no organizo mis amistades en función de mis convicciones políticas, soy amigo de gentes que no piensan como yo, y creo que la amistad no debería estar subordinada a convicciones ni políticas, ni religiosas, sino ser un movimiento fundamentalmente de diálogo y acercamiento personal de dos personas que tienen muchas cosas que comparten aunque discrepen en ese campo.
EC - ¿Y discrepa también en esa opinión que él tiene sobre su obra?
MVL - Creo que un autor no puede decir la última palabra sobre su obra. A la hora de escribir, sobre todo a la hora de escribir novelas, géneros creativos, muchas cosas se vuelcan que la razón no controla. Entonces las lecturas que por la crítica he visto se dan de mis novelas son muy distintas, a veces muy contradictorias, y yo no me atrevo a decir "este tiene razón". Yo quisiera, desde luego, que mis novelas expresaran mis convicciones políticas también, pero sé que la literatura abarca mucho más que las convicciones racionales del autor, que a la hora de escribir, si uno escribe realmente con libertad y con pasión, se vuelcan muchas otras cosas, se vuelcan intuiciones, instintos, pálpitos que muchas veces contradicen las convicciones racionales de un autor.
EC - Yendo a su último libro, "El sueño del celta", seguramente Sabina alude a la forma tan vehemente en que usted a través del personaje de Roger Casement cuestiona los abusos, las violaciones a los derechos humanos de los nativos que perpetraban de manera sistemática aquellos emprendedores belgas en el caso del Congo y aquella compañía inglesa productora de caucho en la Amazonia, a comienzos del siglo pasado. ¿Es de izquierda esa crítica?
MVL - No, es la crítica que hace un liberal. Los liberales creemos en la libertad, en los derechos humanos, estamos contra toda forma de explotación, de abuso, de violación de la soberanía individual. Eso es el liberalismo, esa es la cultura de la libertad, y esa parte por lo menos de mi novela está inspirada absolutamente en mis convicciones políticas. Sería absurdo pensar que la izquierda tiene el monopolio de la verdad, de la justicia, de la defensa de los derechos humanos. [Se ríe.] Perdóneme que me ría, pero hay tantos ejemplos que contradicen semejante barbaridad que no lo puede pensar Joaquín Sabina, que, aparte de sus convicciones políticas, es un hombre muy inteligente.
EC - Le pregunto ahora por un aspecto de "El sueño del celta" que me impresionó. Usted va consignando decenas de ejemplos de atropellos, relata con precisión torturas, ejecuciones crueles, violaciones...
MVL - ... mutilaciones, quizás el aspecto más monstruoso...
EC - ... marcaje, marcado de los indios con hierro caliente como si se tratara de ganado, azote constante con látigo y otros sistemas similares, además del trabajo esclavo, que era el punto de partida del funcionamiento de esas empresas y de la mentalidad de esos empresarios. ¿Por qué es tan detallista en esa descripción?
MVL - Permítame corregirlo: no eran esas empresas, era la absoluta impunidad de que gozaban quienes explotaban el caucho, tanto en el Congo como en la Amazonia, lo que permitía que se llegara a esas monstruosidades. Esa es la explicación, por una parte el espíritu de lucro, la codicia enorme, y en segundo lugar, la falta de una legalidad que pusiera unos límites a la relación laboral. Tanto en el Congo como en la Amazonia quienes explotaban el caucho eran señores feudales cuya voluntad era la ley, entonces el sistema es el que va permitiendo que la crueldad se manifestara de una manera cada vez más terrible. La función crea al órgano, creo que los casos más extremos de crueldad al final resultan de que ese sistema de vida va creando monstruos. Así como en ciertas sociedades nosotros por abdicación de nuestra dignidad creamos monstruos. Es el caso de un Trujillo en la República Dominicana, un caso que estudié muy de cerca para escribir esta novela; Trujillo no era un monstruo, fue creado como monstruo por un país que se sometió enteramente a sus caprichos, un país en el que toda la vida llegó a ser simplemente una transpiración de la voluntad del dictador. Eso hizo de él un monstruo absoluto.
Pues eso fue lo que ocurrió tanto en el Congo como en la Amazonia con los caucheros, ellos no tenían ningún tipo de control, eran absolutamente dueños de vidas y muertes, y entonces al final el salvajismo, la crueldad espantosa se volcó a manos llenas. Lo que yo he contado está por debajo de la realidad, hay muchas historias que no pude contar porque no eran creíbles. Cuando nos enfrentamos al horror nos defendemos no creyendo. Y muchas de las barbaridades atroces que documentó Roger Casement tanto en el Congo como en la Amazonia no son aceptables, no podemos aceptarlas sin condenarnos a nosotros mismos, y por lo tanto descreemos. Entonces he tenido que evitar muchas cosas.
EC - Usted dice que la historia real era peor.
MVL - Desde luego que era peor, desde luego que fue peor. Hubo comunidades enteras de la Amazonia que desaparecieron, que no existen ya, que simplemente desaparecieron con lo que significó la explotación. Y el Congo, la tragedia vertiginosa del Congo que vive este país en la actualidad arranca fundamentalmente en esa época. La colonización belga fue la más cruel, la más implacable, la más feroz por el sistema que creó Leopoldo II para la explotación del Congo, y el país no ha podido salir de ese horror. El gran mérito de Roger Casement es que es probablemente el primer europeo que toma conciencia de la verdadera naturaleza de la colonización, de la infinita crueldad que provocó y se atrevió a enfrentarse a toda la fantasía que se había creado respecto a la colonización como un movimiento generoso, que llevaba la modernidad, que llevaba el cristianismo, que llevaba la prosperidad a los pueblos colonizados, y mostró que era todo lo contrario, que en realidad la civilización volcada sobre el África se convertía en una explotación monstruosa que destruía enteramente los embriones de sociedad que había en esas sociedades pequeñas, y que estaba en contradicción absoluta con todos los principios de la moral y de la fe entronizada en los países colonizados. Es el gran mérito de Roger Casement. Hoy día eso lo sabemos, pero en esa época no lo sabía nadie, y fue muy valeroso enfrentarse a la corriente, a las creencias de ese tiempo, eso es lo que hace de él un verdadero héroe civil.
EC - Tal vez entonces ya contestó mi próxima pregunta, pero se la hago de todos modos: ¿Qué fue lo que lo atrajo del personaje de Roger Casement para basar en él esta novela?
MVL - Lo descubrí leyendo una biografía de Conrad, un escritor que admiro mucho, sobre todo admiro "El corazón de las tinieblas", que me parece una obra maestra, más que sobre la explotación, sobre la naturaleza humana, sobre esa jaula de demonios y ángeles, como decía Bataille del ser humano. Yo descubrí que Conrad había realmente entendido lo que ocurría en el Congo gracias a Roger Casement, que llevaba ya ocho años allá, conocía todo, abrió los ojos y le demostró que lo que él creía no tenía nada que ver con la realidad congolesa, de lo cual resultó esta obra maestra que es "El corazón de las tinieblas".
Entonces empecé a investigar quién era este Roger Casement. Descubrí que había estado en la Amazonia, que había estado en el Perú, que había hecho estas denuncias increíbles, leí los informes que escribió tanto sobre el Congo como sobre la Amazonia, y de pronto me encontré con que ya había empezado a trabajar en una historia, fascinado por el personaje, por sus contradicciones, por su vida secreta, su vida pública, su evolución de probritánico a luchador independentista en Irlanda, esa situación trágica que hizo que lo consideraran un traidor y finalmente lo ahorcaran. El personaje era enormemente atractivo para un novelista, y al mismo tiempo su vida, esa trayectoria individual tan compleja, sobre todo tan contradictoria. Por eso he puesto como epígrafe esa frase de Rodó en "Motivos de Proteo", "Un hombre es todos los hombres"; creo que nadie ilustra mejor esa visión del ser humano que Roger Casement. Pero hay que decir que es una novela, no es un libro de historia.
EC - Eso iba a apuntar, no es un libro de historia, no es una biografía.
MVL - No, no, es un libro en el que hay más fantasía que realidad.
EC - Usted se preocupó por investigar muy a fondo.
MVL - Sí, muy a fondo, pero no he respetado, sobre todo en la vida de Roger Casement no he sido fiel estrictamente a los hechos históricos, me he tomado las libertades que se toma un novelista. En los hechos históricos básicos respecto a la colonización, desde luego sí, allí hay un esfuerzo de fidelidad histórica, pero en todo lo demás he trabajado con mucha libertad, como un novelista más que como un historiador.
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ROSARIO CASTELLANOS:
Yo quería seguir preguntándole a propósito de estos personajes históricos, porque Roger Casement no es el único que usted ha utilizado como base en sus novelas, que ha aclarado ahora que no son biografías. Pero me pregunto qué pudo haberlo atraído en personajes tan disímiles como Alejandro Maita, el trotskista revolucionario, o Antônio Conselheiro, esa sublime figura del sertao brasileño, o Flora Tristán y su parentesco con el artista Gauguin, o Rafael Trujillo. Me cuesta pensar qué elementos encontró en todos estos personajes que los hizo personajes de sus novelas.
MVL - Lo que tienen todos ellos en común, a pesar de las inmensas diferencias, es que sus vidas, sus destinos, rompieron la normalidad, fueron más allá, rompieron los límites, tuvieron vidas extraordinarias, a veces en el mal, a veces en la generosidad, a veces en otros ámbitos, el arte, la creatividad. Pero lo excepcional de esas vidas, seguramente lo que me sedujo, es una atracción que tengo desde que comencé a leer. Yo comencé a leer historias de aventuras cuando era niño, me marcaron profundamente, mi infancia estuvo prácticamente gobernada por esas fantasías extraordinarias de las historias de aventuras que leía, seguramente mi vocación de escritor nació del placer extraordinario que me daba vivir esas otras vidas a través de la lectura.
Y creo que como escritor he buscado siempre personajes que rompían de alguna manera la normalidad. De hecho, en esto no hay nada de original, los escritores y seguramente los lectores buscan en la literatura esa especie de excepcionalidad
.de los héroes que hace tan atractivos a los personajes novelescos. De todas maneras, respondo esto pero con muchas dudas, nunca sé por qué un personaje, un hecho me fascina tanto que me empuja a fantasear una historia alrededor de él. Seguramente porque eso debe de tocar algún centro neurálgico de mi personalidad, pero un centro que está muy escondido, no llego nunca a saber por qué ciertos hechos tienen esa fuerza germinatoria de historias y de fantasías y tantos otros no. Es un misterio para mí.
MARTÍN REYES:
Desde hace muchos años me pareció sorprendente lo fascinante que le resultó Madame Bovary, una mujer burguesa, no muy inteligente posiblemente, que leía libros mediocres y cuyos amantes tampoco eran algo tan fascinante. Siempre recuerdo ese corsé que se ponía en el cuarto del hotel, y tenían tantas ganas de hacer el amor que lo sacaba rápidamente y usted pensaba que era como una música, y después usted analizó en "La orgía perpetua" los piecitos de Madame Bovary. Pero nunca entendí la fascinación por esa mujer no por la novela, que es una maravilla, por ella misma.
MVL - Madame Bovary es un personaje extraordinario y es una rebelde, es una persona que no acepta el mundo tal como es, ella quiere que el mundo sea como es el mundo en las novelitas de amor que lee, que le transforman la vida. Eso hacen todos los lectores, pero ella va más allá, ella quiere convertir ese sueño en realidad, y vive como se vive en las novelas, hace lo que hace el Quijote.
MR - Pero es diferente.
MVL - No, el Quijote confunde la realidad con la ficción y quiere que la realidad se vuelva como la ficción. Es lo que hace Madame Bovary. La perspectiva del Quijote es mucho más amplia, quiere resucitar el mundo caballeresco; Madame Bovary quiere ser feliz, quiere vivir en el lujo, quiere tener pasiones que sean tan ricas, tan intensas, tan extraordinarias como las pasiones novelescas. Entonces, ¿qué le ocurre? Encuentra unos hombres que no están a la altura de esos modelos, la traicionan, son mediocres, son pequeñitos, pero ella no ceja en su empeño y sigue tratando de incrustar la ficción en la realidad. Me parece extraordinario, no lo hace en nombre de grandes ideales, su objetivo es mucho más limitado: el placer individual, ella quiere ser feliz, quiere ser un personaje que esté a la altura de las heroínas de las novelas que lee. Esa actitud que está detrás de Madame Bovary es de un extraordinario heroísmo; desde luego, lo paga muy caro, al final su vida es un martirio atroz, hace sufrir a las personas que están a su alrededor, pero hay en ella esa especie de fuego que está detrás del progreso, de la civilización. Si no hubiera habido en el mundo gentes como Madame Bovary, tan profundamente insatisfechas con la vida tal como es, nunca habríamos llegado a las estrellas, seguiríamos todavía en la caverna.
RC - Dejando de lado los personajes para volver a lo que ha sido el objetivo de su literatura, usted ha declarado que alguna vez creyó que la literatura podría ser un instrumento para transformar la sociedad, pero hoy no piensa lo mismo, "la literatura deja marcas en la sociedad pero de forma indirecta", ha dicho, "ella estimula una actitud crítica frente a todos los aspectos de la realidad". ¿Esta no es una actitud transformadora?
MVL - Sí, lo es. Es que cuando yo era joven había una idea mucho más pragmática e inmediata de los efectos de la literatura, y en eso creo que estábamos profundamente equivocados quienes creíamos que la literatura podía ser un instrumento de acción histórica inmediato. Creo que no es así. En primer lugar, no se pueden gobernar los efectos que tiene la literatura, una novela puede tener efectos muy distintos, muy contradictorios en los lectores, porque eso depende tanto de la novela como de los propios lectores. Lo que sí creo es que la literatura no es gratuita, que la literatura sí deja un efecto en la historia a través de las conductas de los lectores, formados, deformados, enriquecidos o empobrecidos por ella. Hay un efecto, indudablemente, pero no es planificable, puede ser absolutamente contrario a los objetivos o las intenciones del autor. La literatura opera en un campo muy amplio que es el campo no solo de las ideas, sino también de las emociones, de la sensibilidad, de los instintos, y deja una marca muy fuerte, por supuesto, en la sociedad.
Sí creo que la literatura crea rebeldes, gentes insatisfechas, desasosegadas, nos pone en contacto con un mundo que es mucho más bello, más perfecto, más coherente que el mundo real, y eso hace que los lectores al regresar del mundo de la ficción y enfrentarnos al mundo real sintamos una insatisfacción que desarrolla en nosotros un espíritu crítico. Por eso creo que la literatura nos hace más libres. Si no, hay que mirar la historia, por qué a lo largo de la historia todos los sistemas o religiones o gobernantes que han querido controlar la vida de la cuna a la muerte lo primero que han hecho es establecer sistemas de control, de censura para la literatura, la Inquisición, todos los Gobiernos tiránicos, autoritarios que ha habido en la historia lo primero que han hecho es controlar esa actividad en la que ven un peligro. Y tienen razón, la literatura que puede ejercitarse libremente al final resulta un peligro para quienes quieren hacernos creer que el mundo está bien hecho.
RC - Entonces la siguiente pregunta es al escritor que cree que la literatura, en la medida en que reflexiona, es creadora de rebeldes: ¿Cuál es su opinión respecto a estos jóvenes escritores que hoy han optado por hacer una literatura para entretener al lector, una literatura que no pretende provocar reflexión alguna, sino aliviar al lector de la fatiga o el estrés que el mundo de hoy le provoca?
MVL - Es muy buena su pregunta, refleja lo que es una tendencia no solo de la literatura sino de la cultura contemporánea. La cultura en nuestro tiempo está mucho más cerca del entretenimiento, la diversión, que de la preocupación. Antiguamente la literatura más bien describía problemas, enfrentaba dudas, incertidumbres, proponía métodos para cambiar el mundo, para mejorar el mundo; hoy en día los jóvenes escritores piensan que es ridículo tener ese tipo de pretensiones, que la literatura no puede ni resolver los problemas ni aburrir, atormentar a la gente que vive ya suficientemente atormentada con la complejidad del mundo actual, entonces la literatura debe ser una distracción, un entretenimiento, de muy alto nivel. Es una tendencia, eso vale para la pintura, para la música contemporánea, creo que nos conduce a una gran banalización de la cultura en general y de la literatura en particular. No sé si tiene remedio, pero expresa una manera de ser, de sentir de nuestro tiempo.
EC - ¿No existió siempre ese tipo de literatura?
MVL - No; bueno, siempre existió, pero en la mayor parte del tiempo era como una excrescencia o una subliteratura que coexistía con la literatura primordial que no dejaba de ser entretenida, la buena literatura desde luego que es entretenida, pero exige un esfuerzo del lector, y muchas veces esa literatura al mismo tiempo que nos fascinaba nos enfrentaba a unas verdades muy duras, a una realidad a veces muy desconocida, era muchas veces una literatura de acusación, un espejo donde aparecíamos desnudos, sin los disfraces que nos permiten tener buena conciencia. Eso se esperaba de la literatura y de la cultura en general, un gran enriquecimiento de la conciencia respecto a lo que es el mundo, a lo que es la vida, a lo que son los problemas de los que estamos rodeados. Hoy en día hoy la literatura y la cultura no pretenden eso, pretenden entretener, pretenden divertir. El problema es que compiten con muchas otras actividades que proporcionan diversión, distracción, entretenimiento, evasión, y creo que en ese campo la literatura puede ir siendo cada vez más acorralada, marginada, hasta significar muy poco para el gran número y solo mucho para una minoría muy pequeña.
EC - ¿Se está adelantando a su próximo libro?
MVL - Justamente, es el tema de este ensayo que se llama "La civilización del espectáculo". Sí, precisamente, es una reflexión sobre ese asunto.
RC - Pero además usted mencionó en varias oportunidades el decaimiento cultural como uno de los problemas graves. ¿Este sería un síntoma, en el campo literario, de ese decaimiento?
MVL - Sin ninguna duda, es una de las manifestaciones de ese decaimiento cultural en una época en la que hay un desarrollo prodigioso de la ciencia, de la tecnología. Basta ver los planes de estudio, las reformas que se hacen en los planes de estudio, sobre todo escolares, y es impresionante cómo se encogen las humanidades como una piel de zapa, la literatura en muchos casos ya ni siquiera figura en los planes de estudio, como las cosas superfluas ha sido eliminada. Allí corremos un gran riesgo, porque la literatura además de entretener, fascinar, hechizar, contribuye muchísimo a la formación del tipo de ciudadanos que debe tener una sociedad libre.
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EC - Usted estudió muy a fondo a nuestro Juan Carlos Onetti, lo admira...
MVL - ... muchísimo...
EC - ... y ha escrito sobre él, uno de sus últimos libros tiene a Onetti como tema.
MR - Su amigo Octavio Paz dijo en el libro "Inmediaciones" que la gran hazaña de Proust era haber reinventado París, que después de "A la búsqueda del tiempo perdido" había otro París. Y eso me llevó a darme cuenta de que Borges reinventó Buenos Aires...
MVL - ...Así es...
RC - ... y que Joyce reinventó Dublín, y que su amigo Cervantes, con el Quijote, que tiene lugares similares a Madame Bovary, como usted dice en el prólogo tan lindo que escribe sobre El Quijote de la Mancha, abre varias patrias de España, la gran España, la España libre, abierta, abigarrada, con varias patrias. Y Faulkner, después de que me conteste esto le voy a preguntar sobre Faulkner. ¿Qué reinventa Santa María? ¿Buenos Aires?, ¿Montevideo?, ¿o algo más?
MVL - Santa María es, como todas las grandes creaciones literarias, un híbrido de muchas cosas en las que ante todo el autor vuelca su propia experiencia. Entonces Santa María es Montevideo, desde luego, es también Buenos Aires, donde vivió muchísimo tiempo, se acerca por el tamaño más a Montevideo que a Buenos Aires, Santa María es una ciudad pequeña, pero además hay ese añadido, que es lo fundamental, que viene de la propia personalidad del autor. Es una ciudad en la que además de los modelos de Buenos Aires y de Montevideo, hay el modelo Onetti, hay el caso de Onetti, lo que era el mundo para Onetti, él volcó allí por una parte la soledad, por otra parte esa vida secreta de catacumbas, de los individuos, de las familias, que a él lo fascinaba tanto y que desnuda en Santa María. Por otra parte, Santa María, como todas las grandes creaciones literarias, es una ciudad cambiante, es muy distinta, aunque tiene un denominador común, de historia a historia, de cuento a cuento, de novela a novela va cambiando de semblante, muestra otras aristas, muestra otros rincones. Su riqueza está también en esa enorme variedad, es una ciudad que podemos ver desde las perspectivas de gentes muy distintas.
Lo que es muy fascinante para mí en el caso de Onetti es cómo cada novela enriquece la visión de las otras, por eso creo que gana muchísimo, es uno de esos autores que ganan mucho leyéndolos de corrido. Si uno lee toda la obra de Onetti, como tuve yo que releerla para enseñar un curso, se enriquece enormemente, porque cada obra es como un capítulo de una larga historia en la que el protagonista principal es esa ciudad, con todos sus personajes tan distintos, con esos secretos de familia que van apareciendo de novela en novela y que le dan una profundidad mayor a la ciudad. En ese sentido también Onetti es un gran creador, crea no solamente historias que son hechiceras sino un mundo, que es una gran complejidad de una gran riqueza, y del que cada cuento y cada novela es como un fragmento.
MR - En cierto sentido siguiendo lo que usted dice en el libro sobre Onetti es como si no tuviera pasado. En cambio la Yoknapatawpha, en "¡Absalón, Absalón!", tenía pasado, Faulkner fue en cierto sentido su maestro cuando lo descubrió en la revista "Sur", en cierto sentido él descubre a través de ese mundo sin pasado que de repente es la visión latinoamericana. Yo siempre he pensado que Faulkner muestra un mundo que tiene un gran pasado detrás porque es muy contradictorio con ese problema de negros, con esos problemas de los blancos, con ese mestizaje, con ese sur, con ese norte...
MVL - ...Los indios, Yoknapatawpha es un nombre indio.
MR - Exactamente; en cambio en Onetti, como en América Latina, parecería que todo fuera nuevo, como decía también García Márquez.
MVL - Eso es verdad, Santa María no tiene pasado. En las últimas novelas aparecen mencionados los indios, pero nunca nos acercamos a ellos, nunca los vemos de cerca, están allí y sabemos que están allí. Es un poco lo que pasa con la colonia de inmigrantes suizos, hay una colonia de inmigrantes suizos vecina de la que sabemos muy poco, de pronto se desprende alguien de la colonia y entra a Santa María, pero hay una colonia suiza allí que es como enigmática porque nunca nos acabamos de incorporar a ella, de conocerla desde dentro, son las referencias exteriores de Santa María. La influencia de Faulkner sobre Onetti fue enorme, como creo sobre todos los escritores posteriores a Faulkner.
MR - Usted dice que Borges tuvo una gran influencia, y analiza un mismo cuento del Tlon, Orbis, que también analiza cuando hace el prólogo de Cervantes.
MVL - Me han criticado mucho ese aspecto del ensayo sobre Onetti.
MR - Yo para nada.
MVL - Me han dicho: "Pero ¿cómo comparar a Onetti con Borges? Son escritores tan absolutamente diferentes". Sí, son muy diferentes, pero no es verdad que la obra de Onetti es la creación de un mundo a partir de personajes de la realidad; no es ese un tema recurrente en la obra de Borges, "Tlon orbis tertius" no es un cuento que nos muestra cómo los seres humanos sueñan con crear otros mundos, no solo para trasladarse a ellos imaginativamente sino para tratar de incorporarlos al mundo real. Pues eso es lo que hace Onetti con Santa María exactamente, o sea que alguna huella dejó la obra de Borges, sin que él mismo lo supiera, sin que él mismo fuera consciente. De hecho, el personaje de Borges lo fascinó mucho, y al mismo tiempo no le caía simpático, no le gustaba exactamente lo que hacía Borges, pero creo que sí se puede hablar de una cierta influencia o coincidencia entre estos dos grandes escritores.
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EC - Ya en el final, me gustaría que habláramos otra vez del presente. En su país acaba de ocurrir la primera vuelta de las elecciones presidenciales, conocemos los resultados, pasaron al segundo turno Ollanta Humala que tuvo 33 % de los votos, y Keiko Fujimori que tuvo 23, y pasó por otro lado que los tres candidatos centristas sumados alcanzaron 45 %, pero como iba cada uno por su lado quedaron todos ellos eliminados y no van a intervenir en la definición del 5 de mayo.
Apenas se conoció el resultado del domingo usted fue muy crudo con su reacción, dijo que el dilema quedó planteado entre el suicidio y el milagro. ¿Quién es el suicidio y quién es el milagro?
MVL - No me diga que no es sorprendente, el Perú está viviendo una época muy notable de crecimiento económico, tenemos 10 años de democracia en los que se han reforzado las instituciones, la política de apertura económica ha traído muchas inversiones, hay un crecimiento de la clase media notable. Digamos que el Perú parece por fin bien enrumbado, y en ese momento los candidatos que representan la continuación de este modelo se dedican a destrozarse entre sí a lo largo de toda la campaña electoral, y se destrozan con tanta eficacia que quienes pasan son los que representan más bien los extremos. Pues si esa no es una actitud suicida desde el punto de vista de la democracia, no sé qué cosa es.
Ha ocurrido eso, y ahora tenemos que elegir entre la señora Keiko Fujimori, hija de un asesino y un ladrón que está condenado a 25 años de cárcel por un tribunal civil independiente, en un juicio absolutamente impecable, que pasaría a gobernar. Lo ha dicho su hija en toda la campaña electoral, ella no toma distancias con la dictadura, reivindica esta dictadura, va a abrir las cárceles, y junto con el señor Fujimori van a salir los asesinos, los ladrones, los torturadores. Hay que recordar que la dictadura de Fujimori es una de las más crueles y corrompidas de la historia no peruana sino latinoamericana.
EC - Para usted el nombre de Fujimori tiene una connotación hasta personal, porque a fines de los años ochenta usted se zambulló en la política y terminó siendo candidato presidencial y llegó hasta una segunda vuelta con Fujimori.
MVL - Exactamente, es uno de los peores crímenes que le achaco a Fujimori, haber salido elegido en unas elecciones libres y haber destruido la democracia que lo llevó al poder. A los dos años dio un golpe de Estado y destruyó la democracia amparado en el ejército, cerró el Congreso, despachó a todos los jueces a sus casas e instaló una dictadura de una enorme, enorme brutalidad, y sobre todo de una corrupción vertiginosa. La Fiscalía de la Nación, que ha hecho una investigación muy detallada de los robos de Fujimori, de [Vladimiro] Montesinos y los cómplices, calcula en 6.000 millones de dólares la plata robada, de la cual el Perú apenas ha podido recuperar 180 y tantos millones de dólares. Esas son las razones por las que yo digo que en ningún caso voy a votar por la señora Fujimori en esta segunda vuelta.
EC - ¿Podría votar por Ollanta Humala?
MVL - Sí, podría votar por Ollanta Humala. Ollanta Humala no es desde luego un señor que represente las ideas que yo defiendo, pero en esta segunda candidatura ha moderado considerablemente su mensaje, ha dicho que ya no coincide con las ideas del señor Chávez, que ahora está más cerca de Lula de hecho ha tenido dos asesores que le ha enviado Lula, dice que va a respetar la política económica de apertura, que no va a intervenir de ninguna manera en los medios de comunicación, como había dicho que lo haría en su primera vuelta. Entonces mi esperanza para poder votar por él es que en estos dos meses confirme de una manera evidente, flagrante, esa transformación hacia la democracia, hacia la libertad de expresión, hacia la política económica de apertura, algo que nos permita votar por él a quienes no queremos de ninguna manera que resucite la dictadura de Fujimori y que queremos que se mantenga un modelo que está trayendo enormes beneficios al Perú.
EC - ¿Va a votar efectivamente en la segunda vuelta?
MVL - Voy a votar, espero poder votar por Humala.
EC - ¿Se mantiene cerca de la política peruana, se mantiene activo en la política?
MVL - Activo no, yo no soy político, soy un escritor. Opino sobre política, desde luego, creo que es lo que deben hacer todos los ciudadanos y yo lo hago.
MR - Octavio Paz decía que lo mejor que le pasó fue haber perdido la elección.
MVL - Desde el punto de vista personal lo mejor que me pasó fue perder la elección, seguramente.
MR - La literatura habría perdido a una gran personalidad.
RC - Antes de terminar quería plantear una pregunta que le confieso me tiene muy preocupada. Usted ha dicho en muchas ocasiones que escribe para expresar su insatisfacción con la realidad que le tocó vivir; entonces hoy pienso: al cabo de tantas obras, tantos éxitos, todos los premios, ¿sigue tan disconforme como para seguir escribiendo?
MVL - Creo que sí.
RC - Me da una gran tranquilidad entonces.
MVL - En el fondo tengo todavía muchas ilusiones, y cuando uno tiene ilusiones se siente bastante en entredicho con la vida tal como es. Me gustaría tener muchísimo más tiempo para leer muchos libros que ya sé que no voy a alcanzar a leer, para escribir muchas de las historias que no voy a alcanzar a escribir, y me gustaría tener en mi vida todavía muchas aventuras, esas experiencias que enriquecen enormemente la sensibilidad, la memoria. Así que, cómo no, razones para estar insatisfecho creo que hay numerosísimas y desde luego que yo las tengo allí vivitas y coleando todavía, felizmente.
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Transcripción: María Lila Ltaif
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