Entrevistas

Sobre Artigas "no tenemos la menor idea de su semblanza"

Sobre Artigas "no tenemos la menor idea de su semblanza"

De forma latente, la imagen de Artigas es omnipresente. El imaginario colectivo de los uruguayos adoptó un rostro reconfigurado por la creatividad y los mitos, lo tomó como propio y lo convirtió en el "Pater Noster". El fotógrafo Martín Atme y el semiólogo Fernando Andacht combinan, en su libro "El padre nuestro Artigas", imágenes ciudadanas con un análisis iconográfico sobre la representación del prócer. Al líder de la revuelta independentista tan sólo se lo ha retratado una única vez en vida, y "no tenemos la menor idea de su semblanza", explicó a En Perspectiva el semiólogo. "Ya no es un mito, es un tabú; no se toca", señaló, citando al historiador Guillermo Vázquez Franco. El libro comenzó cuando Atme encontró imágenes perdidas de Artigas que lo inspiraron a crear un recopilado de 40 fotografías. La obra que se presenta esta semana "se trata de inquietar la significación del prócer", concluyó Andacht.


(emitido a las 10.09 Hs.)

EMILIANO COTELO:
¿Se han puesto a pensar cuán presente está la figura del prócer en nuestra vida diaria?

(Audio "Himno a Artigas")

Y no me refiero al ideario de Artigas, o a lo que dejó desde el punto de vista político. Me refiero a cuánto lo vemos a Artigas, a las representaciones que de él tenemos.

Continuamente nos topamos en todas partes con la imagen del prócer: en monumentos, en cuadros colgados en aulas escolares, en bustos colocados en oficinas públicas, en tapas de cuadernos, en billetes y monedas... y hasta tatuado en el brazo derecho del Canario García.

Pero cuando nos encontramos a Artigas en todas esas situaciones, ¿lo estamos viendo realmente?

En estos días se está presentando el libro "El padre nuestro Artigas", un trabajo que reúne 40 fotos tomadas por Martín Atme y una reinterpretación semiótica de la iconografía de Artigas a cargo de Fernando Andacht.

Les proponemos recorrer ese libro, en diálogo con sus autores.

Martín vive en Montevideo, está siempre por acá. Fernando, en cambio, está radicado en Canadá.

FERNANDO ANDACHT:
Exactamente, vine especialmente para esta presentación.

EC - Así que el libro lo hiciste a distancia, fue un trabajo vía internet que coordinaron con Martín.

FA - La magia de internet, sí.

EC - Vayamos al principio de todo: ¿cómo nace este libro? ¿Qué fue primero, la serie de fotos o la idea de un análisis semiótico?

MARTÍN ATME:
Primero fue una fotografía que encontré, que es la que está en la tapa del libro, que es una obra de Agustín Sabella, un esténcil que está en una calle montevideana. Empezó con una foto que quedó guardada, y a los tres meses encontré otra imagen, que también es un esténcil, esta vez de la cara de Artigas dentro de un inodoro, en la Facultad de Bellas Artes, y ahí dije "tengo dos fotos, ahora voy a empezar a buscar yo". Comencé un recorrido por plazas, instituciones públicas, calles, y me encontré con algo que terminó siendo muy abundante, recorrí unos 150 lugares, fotografié unos 90 y de esos 90 quedaron 40, que son los que forman el libro. No empieza con una idea, empieza con imágenes que fui encontrando.

EC - De donde viene el título no es ningún misterio. Está tomado de las estrofas de ese "Himno a Artigas" que todos hemos cantado en nuestras épocas escolares y liceales. ¿Por qué eligieron esa expresión del "Himno a Artigas" para el título del libro, "El padre nuestro Artigas"?

MA - Porque lo que yo encontré, y creo que lo que se ve en las fotos, es que hay una cierta contradicción en el discurso en cuanto a Artigas como padre de la patria y lo descuidado que está. Cuando uno detiene la mirada empieza a ver cosas que se contradicen con el discurso, entonces dije: ¿este es el padre de la patria?, ¿así lo estamos cuidando? Entonces decidí ponerle un título un poco provocador también para mostrar otro padre, otro estado del padre nuestro.

EC - Fernando, ¿tú ya habías trabajado sobre Artigas?

FA - No exactamente, pero sí había trabajado bastante sobre la nacionalidad, sobre el ser uruguayo medio, en varios libros en Uruguay. No nos conocíamos para nada con Martín. Me llegó uno de esos mensajes viajeros, de los que muchos son spam, son totalmente deleznables, pero este detuvo mi atención, me interesó enseguida el par de fotos que me mandó, y por supuesto el proyecto. Lo que le pedí a Martín fue tiempo, porque era un desafío, no estando en Uruguay, viviendo hace ya casi cinco años lejos uno se siente con más responsabilidad, no es lo que estás respirando cada día. No podía hacer el itinerario con Martín solo imaginativamente, pero por suerte Martín tuvo paciencia y ahí nos encontramos fotos y análisis, comentarios.

EC - En realidad, de Artigas existe un solo retrato realizado en vida, y cuando ya era anciano: el que se atribuye –porque ni siquiera es totalmente cierto eso– a un médico francés, Alfred Demersay.

FA - En Paraguay.

EC - A partir de ese único dibujo otros artistas se han imaginado al Artigas más joven y lo han representado. Por ejemplo, las obras más conocidas seguramente son los óleos de Juan Manuel Blanes y de Manuel Rosé, las estatuas de José Luis Zorrilla de San Martín, José Belloni, Ángel Zanelli o Federico Soneira. Y todavía habría que agregar unas cuantas más de decenas de artistas, reconocidos o aficionados, buenos, regulares o malos, que han creado las miles de imágenes de Artigas con las que cargamos los uruguayos.

¿Qué importancia le dan ustedes a ese detalle de que, en realidad, no sabemos cómo lucía Artigas, cuál era realmente su aspecto en los años de la gesta revolucionaria?

FA - En el libro lo comparo en un momento con la Mona Lisa, porque hay muchas leyendas o dudas o historias tejidas en torno a quién era esa mujer, pero nadie tiene la menor duda, dado el talento extraordinario de Leonardo, de que ella se parecía a lo que está en el hoy famosísimo cuadro que está en el Louvre.

Aquí es al revés, aquí sí sabemos de quién están hablando, de José Gervasio Artigas, el prócer, pero no tenemos la menor idea de su semblanza. Es decir, hay un espacio enorme de creatividad que lo hace, como todos recordamos, de nariz aguileña, esa severidad, el rostro tan adusto. Y nos detenemos en el de Soneira, que fue un hallazgo de Martín, que iba a ir en la plaza Independencia. No es menor eso, se presentó a un concurso, lo ganó aparentemente, luego hubo unos manejos y no se dio. Y yo digo: qué distinta habría sido nuestra historia patria, nuestra imaginación, si en lugar de ese adusto épico ecuestre, enorme estatua de la plaza Independencia, hoy enseñoreándose del mausoleo, hubiera estado la de Federico Soneira.

EC - ¿Por qué? ¿Cómo es el Artigas de Soneira?

FA - No tiene la misma reputación icónica.

MA - Es un Artigas altivo.

FA - Yo lo llamo compadrito, parece un compadrito, tiene algo de zarzuela, tiene algo extraordinariamente antitético, y creo que fue un hallazgo de Martín contraponerlo a esa imagen oscura que se ve en la foto del otro lado con el poncho de un patriarca muy melancólico. En algún momento lo comparo con Moisés bajando con las tablas del monte, con la ley, encontrándose esa absoluta indiferencia y ese caos abajo, y me lo imagino como estadista muy amargado. El de Soneira es solo como para desfiles triunfantes, hay mucho de triunfo en esa imagen que no resultó ganadora ni espacialmente ni en la visión de los uruguayos, no la tenemos presente, como dice Emiliano.

EC - Y quién sabe, en una de esas Artigas era así.

FA - Quizás.

EC - Porque todos hemos dado por buena la otra imagen, por ejemplo la de "Artigas en la Ciudadela", el óleo de Blanes. ¿Y si era este otro? ¿Y si era este, el altivo, el compadrito?

FA - Estaba leyendo en estos días "La historia y sus mitos", de Guillermo Vázquez Franco, un detractor bastante conocido de Artigas, pero él dice que no es antiartiguista. Por suerte no lo había leído antes de terminar esto, había oído hablar de él, recién ahora lo leo. Él le atribuye una serie de características a la personalidad, al modo de ser, que van directamente en contra de lo que llama el tabú, dice "ya no es un mito, es un tabú", es decir, no se toca. Todo lo que puede ser humano, error, arrogancia, que es lo que tiene este compadrito como lo describo aquí, quedaría excluido de todo discurso en torno a Artigas, habría una especie de intocabilidad, hay que preservarlo como ese ser de una vida totalmente sacrificada, espartana. Por eso esta otra imagen me resulta tan interesante, ¿qué habría pasado si hubiéramos elegido esa vía? ¿Habría cambiado el modo de ser uruguayo, nuestra fama de ser discretos, con una suerte de atonía cromática, grises...?

EC - ... sobrios...

FA - Este otro Artigas es más maradoniano.

EC - Lo que resulta indiscutible es que los uruguayos vivimos rodeados de Artigas, de la iconografía de Artigas, en todas partes, hasta en las situaciones más inesperadas. ¿Qué implica eso? ¿Que estamos ante una saturación de la comunicación sobre Artigas?

FA - Está buena la pregunta, porque hoy hay un cierto desprecio por la imagen. Viste que si hay una palabra que tiene mucho sentido es "imagen", la imagen del político, la imagen de las estrellas del entretenimiento, y estaba leyendo hace poco un libro sobre estética que decía que "despreciar eso es desconocer el mundo contemporáneo, porque la imagen es una ideología", una forma estética de vivir el mundo que es importantísima, nadie se sustrae. Recuerdo la campaña de Obama, uno de los hits, que no le costó nada, fue un grupo de música moderna que tomó un discurso de Obama y lo musicalizó, tomó exactamente las palabras de uno de los famosos discursos de la campaña y lo cantó, y es impresionante el efecto, vos decís "este tipo logró un encuentro estético".

¿Qué pasa cuando, como bien decía Martín, hay un descuido icónico de facto –que no digo que sea planificado–, un menosprecio por saturación, curiosamente? Al estar en tantos lugares la estatua, la imagen, las reproducciones infinitas, eso produce una suerte de amnesia o invisibilidad masiva, no lo vemos más, el ciudadano medio es incapaz de encontrarse literalmente cara a cara con esa figura. Vivo en Canadá y no hay ninguna figura parecida; viví en Brasil, y tampoco.

EC - Esa era una de mis preguntas: ¿no pasa lo mismo en otros países con sus héroes?

FA - En estos dos que dije, que son países cada uno con su importancia en el norte y en el sur, no, ni en Brasil, Tiradentes, ni aquel Pedro emperador. Son figuras, pero se las mantiene relegadas, no están así, no saturan el espacio público y por ende no tienen ese impacto.

EC - Martín, esa fue una de tus inquietudes.

MA - Sí, el punto central que me funcionó como motor para el trabajo es la invisibilidad, estamos tan rodeados de imágenes que vemos pero no fijamos la mirada, lo tenemos incorporado, naturalizado, y si uno se detiene un instante empieza a encontrar cosas sorprendentes, como esto que aparece acá. Está tan presente, lo tenemos tan incorporado que pasamos al lado y no lo vemos.

EC - Quizás ahí vamos a la explicación del porqué de algunas de las fotos que tomaste y que forman parte de este libro. ¿Qué buscaste al registrar un cierto busto de Artigas en tal o cual lugar, un retrato de Artigas colocado en un cuadro en tal o cual parte? ¿Qué querías mostrar?

MA - Quería solamente mostrar, no hay una intención ulterior al hecho de detener la mirada. Lo que me sorprendió, y el camino por el cual fui, es mostrar algo que me parece que no es muy visible. No tuve una intención de partir de una idea y decir "quiero mostrar esto" por alguna cuestión en particular. Hay un momento en el que Fernando dice que la obra en sí es una reflexión sobre el acto del mirar, sobre las cosas que damos por obvias, que pasamos por al lado y no nos detenemos a mirarlas. Eso es lo que me resulta interesante de detenerme a mirar qué es lo que pasó con Artigas.

EC - Eso implica que en algunos casos tú mostrás a un Artigas por ejemplo deteriorado, un busto deteriorado que se está rompiendo, que se está cayendo a pedazos, maltratado, un busto intervenido, que también se da en algunas fotos...

MA - ... o robado.

EC - O directamente extraído, ausente. Y en otros casos no, es el busto o el cuadro en un cierto contexto, rodeado de tal o cual cosa. Son distintas variantes.

MA - Eso se fue dando solo. Este trabajo tuvo una vida propia, yo solo tuve que seguir un recorrido, no encuentro otra manera de decirlo que decir que se armó solo, desde la primera foto hasta la última se fue armando, fueron apareciendo las fotos, de hecho se fueron armando en dípticos, no fue una cuestión que yo me planteé inicialmente. Llegó un momento en que tenía tantas imágenes que encontré que había relaciones entre ellas, y fue algo que surgió naturalmente. Por eso también quedó mucha cosa fuera, pero si la hubiese incluido habría aportado en el mismo sentido que esto, es una diversidad de situaciones en las cuales encuentro a Artigas.

***

EC - El libro se presenta esta semana. Su título: "El padre nuestro Artigas".

(Audio "Artigas el protector".)

EC - Fernando Andacht define a cada una de las fotos como "artiguemas". ¿Qué quisiste decir con eso? ¿Por qué?

FA - Fue realmente un esfuerzo imaginativo, como decía al inicio, porque no fue hecho en un mano a mano como debería haber sido, en tierra uruguaya o incluso fuera del Uruguay, con el fotógrafo, que es quien tiene la idea y me invita en esta travesía tan interesante. Yo debí hacer ese esfuerzo, saltearme la distancia y pensar ¿qué habrá pensado Martín? Mi primer trabajo en colaboración con un fotógrafo, y un excelente fotógrafo como verán los que vean el libro. ¿Qué está buscando en esto?

Ayer con Martín hablábamos y decía esa frase que se dice mucho "una imagen vale más que mil palabras"; eso es falso totalmente, la semiótica se encarga de desmontar esos lugares comunes. Piense el oyente: cada vez que ve una imagen, en el museo, en la calle, donde sea, no la piensa inmediatamente, no la conversa, no la comenta, consigo mismo o luego con otro, "no sabés el afiche que vi, la escena", aunque sea de la vida misma. Lo que hay es un relevo, una relación de ida y vuelta entre imagen, palabra y gesto, eso es mucho más cercano a la realidad. Entonces dije: ¿cómo defino esto que está haciendo y que viene de a dos, en dípticos? Había una tensión muy grande entre por ejemplo ese compadrito de Soneira, tan desconocido, tan subterráneo en la iconografía local artiguista, y ese otro apesumbrado, como la canción.

Es muy interesante, la canción tiene una melancolía que dan ganas de ponerse a llorar ahí mismo, es la derrota total, que tiñó mucho su vida; no olvidemos que pasó la mayor parte de su existencia fuera de ese Uruguay que según muchos nunca quiso fundar, que no era la idea, murió en el Paraguay como todos saben.

Entonces dije: acá hay una unidad. ¿Qué es el artiguema? Me inspiré en la idea de fonema, de lexema, que son unidades lingüísticas. Cada una de estas fotos que opone tan ingeniosamente Martín en el libro es una unidad de sentido básico. Es importante, porque así como aprendemos el alfabeto de chicos, también nos vamos iconizando, uno se va haciendo uruguayo, canadiense o brasileño según las imágenes que le llegan y va procesando e integrando. Entonces el título, "El padre nuestro Artigas", tiene algo muy provocador que quizás no salte a primera vista. Yo juego un poco con las palabras, "himno" en muchos idiomas se refiere a una canción religiosa; en inglés, por ejemplo. Entonces creo que este país tan religiosamente laico, tan batllísticamente separado de la Iglesia como novedad, tiene sin embargo una especie de venganza secreta hacia la religión, y una religión ¿por qué no? iconográfica. Digo en algún lugar que cuando fui a un terreiro muy famoso en Salvador, en Bahía, quise entrar, como todo curioso, me invitaron, vi a la mãe de santo muy importante que hay allí, y dije "quiero ver a los orixás". Y ni loco, ¿cómo vas a ver a los orixás? Es interesante eso, el templo está cerrado, solo se abre para sacar a la deidad en un momento clave, en un momento de culto.

EC - ¿Qué importa esa comparación?

FA - Ahí tenemos una verdadera divinización, un cuidado sacralizante de esa imagen poderosa, cargada de religión. Y nosotros hacemos lo contrario, por eso yo veo que hay un debate entre la tendencia ateística, laica uruguaya, y un deseo de tener una especie de santo varón, alguien que estuviese cargado de poderes casi sobrenaturales que nos parió en tanto nación y cuyas virtudes no nos cansamos de ensalzar. Pero ahí está la contradicción de la que hablaba Martín, que al haber esa proliferación y ese deterioro muy evidentes, y hasta personas que tratan de arreglar un cuadro y yo digo que es una trompada histórica, porque queda como deformado. A otro lo comparo con la primera de Terminador, donde el personaje que hace Schwartzenegger se empieza a romper y uno ve debajo una especie de monstruo mecánico cuando se va yendo la apariencia antropomórfica humana. Acá también, hay un culto muy ambivalente, como decir "no vamos a dejar un centímetro cuadrado del espacio uruguayo sin artiguizar", está todo artiguizado, y eso hace que pierda importancia, pierda fuerza, pero el anhelo está.

***

(Audio "Himno a Artigas".)

EC - Yo le preguntaba hace un rato a Martín Atme por el origen de las 40 fotos agrupadas en 20 dípticos sobre las cuales después trabaja Fernando en su análisis. Una de las cosas que todavía no le pregunté es por qué ninguna de las fotos incluye seres humanos. No hay, no aparecen. ¿Por qué?

MA - Porque en general en mi fotografía me resulta interesante mostrar las cosas, lo que producimos los seres humanos de esta manera indirecta. Es un cierto estilo que encontré hace unos 10 años, me parece que no es necesario mostrar la gente para ver lo que se produce. Directamente opté por no mostrar a nadie, de hecho en una de las fotos había gente y después la fui a tomar de nuevo, porque me parece una manera indirecta de mostrar lo que producimos, lo que produce la cultura, lo que se produce socialmente. Me parece una manera muy interesante de decir: ¿qué es lo que hacemos los humanos? Mostrémoslo a través de los objetos, de las cosas.

EC - Fernando, tú te detienes en ese detalle en más de un apunte.

FA - Sí, Martín me recordaba que me dijo "tomá, acá están las fotos", y aprecio mucho su confianza, porque no hubo ninguna dirección, salvo ese diálogo mediante el cual yo iba enviando mis análisis, comentarios. Y creí que era un hallazgo verdaderamente no poner a nadie, porque ese es el lugar del lector, el lugar del uruguayo. Brilla por su ausencia, como bien notaba Emiliano, ¿dónde está la gente?, porque en todos esos lugares yo adivino, porque tampoco le pregunté nunca a Martín ¿dónde es?, quiero saber en qué lugar exacto, porque no importa, confío e su cámara, confío en que son registros de lo real existencial, entonces hablo de escuelas, oficinas benedettianas –en homenaje a Benedetti–, despachos seguramente burocráticos, bancos... En fin, toda la parafernalia de ese Estado proliferante que Artigas nunca imaginó. En una de las imágenes muy graciosas, que son objetos hallados, como decía un gran artista de vanguardia, Duchamp, aparece el cuadro clásico de Blanes y abajo dice "portero". Entonces digo, ¿será el portero de la nación tal vez Artigas, el lugar por el cual hay que pasar para volverse uruguayo, esa admiración que algunos oyentes hacían llegar a través de los correos electrónicos?

Y quería volver a una cosa muy linda que dijo Emiliano, la intervención. Porque hay graffiti, unos que, como un oyente señalaba, no son bustos, son cabecitas, hay toda clase de despedazamiento, es como si la nación uruguaya se hubiera encargado de despedazarlo en trocitos a Artigas para que cada uno se llevara su dosis.

EC - Al punto de que hasta se han llevado los bustos. Pero si vamos por ese lado, quizás las fotos más chocantes para quien se tope con el libro sean la 1 junto con la 2, las dos que forman parte del primer díptico. La primera foto muestra una composición que está colocada sobre una puerta desvencijada, que a su vez está pintada con franjas celestes y blancas, en la que se ve un Tarzán, un individuo musculoso y vestido nada más que con un taparrabos, a quien se le sustituyó la cabeza original por el rostro de Artigas tomado del "Artigas en la Ciudadela" de Blanes. Al lado la foto muestra un inodoro desde arriba y en su parte interior está colocado un esténcil con la figura de Artigas.

FA - Es un boceto de Blanes, creo.

EC - ¿Qué pasa con estas dos fotos? Son particularmente irreverentes, es como para patearle la cabeza al lector apenas abre el libro.

FA - O lo contrario. Yo quería proponer como desafío mental, como ejercicio: ¿no serán reverentes? Busqué en el diccionario de la Academia "enmendar": ‘variar el rumbo o el fondeadero según las necesidades’. Y me pregunto: cuando se enmienda ese Artigas, ¿no es un momento pasional entre lo que contaba Martín, con lo que coincido totalmente, la invisibilización, es decir, una suerte de ninguneo icónico por saturación, por tenerlo tanto y tan mal hecho, y estas manos anónimas que sería fácil satanizar, decir qué falta de respeto, qué atropello, etcétera? Puede ser justamente una apropiación, un esfuerzo imaginativo, sobre todo lo que describía Emiliano, esa especie de Rambo. "¿No es ese el súper-Artigas –como me dijo un amigo cuando le conté el proyecto– que todos soñamos, que cada nación necesita tener?" Si no lo tiene en el pasado, se lo inventa en el presente, pero no creo que haya nación inmune a ese deseo de tener una figura protectora y poderosa bajo la cual cobijarse. Si eso coincide con lo real histórico o no, ese es otro asunto, digno de historiadores y muy importante a otro nivel. Pero de lo que hablamos en el libro y en las fotos es de la cotidiana vivencia, de la experiencia de ese santo varón, como decía la versión maravillosa de Martín Buscaglia, que es una canción intensamente religiosa.

MA - Aprovecho para hacer una aclaración, porque estamos hablando de imágenes que son muy provocadoras, las dos primeras del libro: yo no intervine ninguno de los monumentos, solo fotografié, todo lo que encontré ya estaba así, me limité a fotografiarlo. Mi obra es la foto, lo demás es producto de otras personas.

Y estas dos primeras sí, son muy provocadoras, y, usando palabras de Fernando, tienen esa capacidad vital en cierto sentido, a pesar de que una está en un inodoro, de infundirle esa energía para hacerlo visible, es imposible no verlo. Como tú decís en el libro, se llevan las palmas de la capacidad de extrañamiento, ¿qué es esto? Es una imagen que condensa muchísimas cosas.

FA - Aunque parezca sacrílego lo que digo, tiene una fuerza educativa, en el sentido más radical. La educación no es repetir cosas que nos dicen, sino poder salir de la ignorancia por uno mismo, dialógicamente, teniendo una mentalidad crítica. Ese es el sueño de toda educación, y me dedico a la educación desde hace mucho, que el otro sea autónomo, no que repita unas cosas que uno le dice que no sirven para nada. Entonces estas dos, aparentemente irreverentes, ¿no serán reverentes? No importa cuál fue la intención psíquica –a un semiótico eso se le escapa–, pero el impacto, como decía Martín, es que vos no podés no verlas, decís "este Artigas está como magnetizado ahí".

EC - Y en las últimas dos, las del último díptico, Artigas directamente no está, se ven dos pedestales, uno que indica de quién era el busto que falta, dice "José Artigas, Uruguay", y el otro ni siquiera eso. ¿Qué te provocaron estas dos fotos, Fernando?

FA - Yo le coloqué a este "Adiós al prócer", y digo acá "dos menhires en estado de pureza total", porque hablo de que tanto busto, tanto pedestal, me hace acordar a esos monumentos prehistóricos, que obviamente no tenían cara, no eran antropomórficos, pero bromeando un poco y en serio decía "¿por qué no estará más en mandorla?", como en las iglesias ortodoxas, que se pone en una especie de forma almendrada a la deidad y queda protegida. Este Artigas está muy a la intemperie, y esto es un acto de vandalismo, evidente, porque no hay un cartelito que diga "en reparación", sino que no está. Por un lado, se vuelve patente lo invisible, ese Artigas que no está para nada, y paradójicamente, por brillar por su ausencia, alguien se puede detener y decir "qué cosa tan ignominiosa, robaron al prócer", y verlo, curiosamente. En la segunda foto es más radical porque no dice "Artigas", queda a un saber de vecindario, a un saber ciudadano, "acá había", y curiosamente entonces la ausencia puede ser una especie de bálsamo, porque obliga al paseante a recrearlo. En cambio aquella saturación en billetes, monedas, en cada lugar, cada rinconcito nos hace olvidarlo.

***

EC - ¿El libro deja algún tipo de recomendación, hay una recomendación implícita a partir de este trabajo de fotografía y de análisis semiótico?

FA - Sí, ahí traté de interpretar el trabajo de Martín, que al extrañar la mirada, al volver más larga la percepción, podríamos recobrar algo del sentido, que es tan importante. Haya hecho lo que haya hecho Artigas, que está abierto a discusión historiográfica, etcétera, el libro tiene un fin educativo.

EC - ¿Hay una recomendación para la gente? ¿Hay una recomendación para las autoridades? Martín dice que no.

FA - Sin dar ninguna receta –no es mi intención hacer unas nuevas instrucciones del año 2011–, pero manejarse con un poco más de complejidad, no proliferar hasta la náusea casi esa imagen que va perdiendo sentido a medida que aumenta la cantidad de reproducciones y su abundancia.

MA - Justamente eso, la proliferación hace que se pierdan el sentido y la intención originales del que quiere rendir el homenaje. Después lo que sucede es lo que se muestra, que termina vandalizado, intervenido, desaparecido. Un caso para mí paradigmático, que no está en el libro porque no logré resolverlo, es el Artigas de la plaza Independencia, que no solo tiene esa historia de que primero iba a ser el de Soneira, después hubo dos y terminó el que está ahora –incluso el 1.º de marzo se celebró ahí la asunción de Mujica y supongo que ahora va a haber algún acto el 19 de junio–, si uno se detiene a mirar el estado en el que está ese monumento, es deplorable, es quizás el monumento más importante al prócer y sin embargo no le está haciendo honor a la figura. Pero no es mi intención que las cosas se reparen o se resuelvan o llevarlas hacia determinado lugar. Mi intención como fotógrafo es mostrar cosas con las que me voy encontrando, después el resto queda en manos de cada uno.

EC - Como dice Fernando en algún momento del libro, "preguntarse en qué pensamos cuando miramos una de estas representaciones de Artigas".

FA - A eso iba, yo le llamo a cada una de las cositas que escribí "un interpretante". Es lo que te pasa cuando ves cualquier imagen, sentís o pensás algo o hacés algo, te alejás, decís "me repugna esta imagen", o al revés, te acercás, decís "me fascina". Entonces para responderte más específicamente, porque es una buena pregunta, uno cuando hace un libro siempre tiene un propósito, sea consciente o no, y es trabar ese diálogo con el lector, que seguramente será uruguayo, será ciudadano de alguna parte de Uruguay, y frente a la lectura de estas lecturas, que son interpretaciones posibles, a las que la persona va a contraponer la suya, obligándola a rechazarla o a relativizarla, "no es tan así, yo no soy nada religioso y amo a Artigas", por ejemplo, frente alo que yo digo, que me hace acordar al rey medieval que tenía dos cuerpos, uno el cuerpo inmortal, el cuerpo que no lo afecta nada y que está hecho a la manera de Cristo, y el otro el cuerpo terreno, que se enferma, se muere, pero el rey debe tener los dos. Y Artigas también, tiene dos cuerpos, el cuerpo terreno, que envejece en el olvido, en el abandono en Paraguay, y el otro que parece estar coronando absolutamente cada rincón uruguayo.

EC - "Se trata de inquietar la significación del prócer, de removerla, de infundirle tanta energía como la que sea necesaria para hacerlo saltar del letargo", en palabras de Andacht.

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Transcripción: María Lila Ltaif