"La voz de Václav Havel siempre será necesaria"
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El escritor uruguayo Ruben Loza Aguerrebere escribió para Espectador.com un obituario en el que recuerda la vida y obra del expresidente y escritor checo Václav Havel, fallecido este domingo a los 75 años.
Por Ruben Loza Aguerrebere
Falleció hoy a los 75 años el intelectual Václav Havel, último presidente de Checoslovaquia y primer presidente de la República Checa. Era un símbolo viviente de la libertad de ese país y, como escritor, también de la cultura, a través de sus obras de teatro y sus diversos libros, entre ellos el emblemático "Cartas a Olga".
Hacia 1989, Václav Havel se integró a la actividad política de manera intensa. Había sufrido varios encarcelamientos y cinco años de prisión por sus enfrentamientos al partido comunista y por ser portavoz de la Carta del 77 y miembro del Comité de los Injustamente Perseguidos. El líder de la Revolución del Terciopelo derrotó el comunismo sin derramar una gota de sangre. Tras la caída del Muro de Berlín se convirtió en uno de los principales representantes del Foro Cívico, que aglutinaba a grupos y a particulares que promovían esfuerzos por lograr cambios fundamentales en Checoslovaquia.
Mantuve correspondencia con Havel siendo presidente checo, y luego le conocí personalmente cuando en 1996 hizo una breve visita a Montevideo.
Nacido en Praga el 5 de octubre de 1936, Havel comenzó a trabajar en el laboratorio de la Escuela Superior de Química hacia 1955. Cinco años más tarde realizó sus primeros trabajos como escenógrafo, asistente de director y, finalmente, como director, en el teatro praguense "En la Balaustrada".
En los años sesenta comenzó a cosechar sus primeros éxitos en la dramaturgia, tanto en su país como en el extranjero. Entre los títulos escritos en esta época deben mencionarse sus obras "Una fiesta en el jardín", "El Comunicado" y "No hay manera de concentrarse", a las que, entre otras, siguieron "La ópera de cuatro cuartos", "El hotel de la montaña", "Largo desolato" y "El saneamiento".
Havel se casó en 1964 con Olga Splíchalová; ella es la figura axial de su libro de ensayos "Cartas a Olga". Estas misivas a su esposa, escritas desde la prisión debido a su actividad contra la política estatal del partido comunista de Chescolovaquia, resultan conmovedoras.
Sobre ese libro escribí una reseña en mi columna de El País, y mi artículo fue recogido por otros diarios como La Nación. Václav Havel me agradeció ese comentario por escrito. Luego, cuando estuvo en Montevideo, recuerdo que me obsequió un ejemplar autografiado de ese libro emblemático que es "Cartas a Olga" y se mostró sorprendido de que aquí se comentaran sus libros.
Luchó por la libertad de su país, estuvo preso en numerosas oportunidades por oponerse al comunismo y, finalmente, triunfó en la política, a la que debieron llegar los intelectuales porque no había políticos por los 40 años del comunismo.
En cuanto a su tarea de escritor y dramaturgo debo señalar que, entre otros, Havel mereció numerosos premios como el Premio Nacional para la Literatura Europea en 1968, el Premio Erasmo de Roterdam de los Países Bajos, el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes, la Gran Cruz de la Orden de la Legión de Honor de Francia, el premio Internacional Simón Bolívar de la Unesco, la Medalla del Consejo de Europa y el Premio Internacional de la Paz.
Fue elegido presidente de Checoslovaquia el 5 de julio de 1990. Dos años más tarde renunció a su cargo, y, así, en 1993 fue creada la República Checa. El 26 de enero de ese año se celebraron las primeras elecciones en esa novísima República y Havel se convirtió en el primer presidente del país.
Recuerdo que en su discurso "Sobre el origen del odio", pronunciado en Oslo en 1990, decía estas palabras: "Solo ahora, cuando podemos describir y nombrar la verdad de todo, nos damos cuenta del sistema totalitario en toda su extensión y somos conscientes de lo largo y difícil que será el camino que nos lleve a superar los daños causados".
Hoy el mundo ha perdido a una personalidad sobresaliente de la libertad y de la cultura. La voz de Václav Havel será siempre necesaria y, por cierto, su ejemplo permanecerá.
Foto: Václav Havel (izq.) y Ruben Loza Aguerrebere (der.)