Opinión

La adolescencia tendrá 70 años

La adolescencia tendrá 70 años

El concierto de Paul McCartney en Uruguay dejó en claro que los jóvenes de los años 1960 son los viejos de hoy. Por más que en el imaginario colectivo The Beatles lucen todavía como si hubieran empezado ayer, a la generación a la cual pertenecen le ha llegado la edad de la cual un día estuvieron tan lejos.

Por Alejandro Espina, editor de Espectador.com

"Cuando me haga viejo y pierda el pelo, dentro de muchos años, ¿seguirás enviándome una tarjeta el Día de los Enamorados? ¿Me darás el feliz cumpleaños con una botella de vino? ¿Aún me necesitarás? ¿Aún me alimentarás cuando tenga sesenta y cuatro años?".

Así comienza el tema "When I'm Sixty Four" ("Cuando tenga 64"), de Paul McCartney y que The Beatles inmortalizaron en el notable disco "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band", de 1967. Cuando Paul cantaba "When I'm Sixty Four" tenía 25 años. Esos años a los que McCartney se refería, y que por entonces parecían muchos, han pasado. Llegaron y fueron superados. El ex beatle cumplirá en junio próximo 70 años.

La realidad, pues, impone una verdad sobre la que poco se ha reflexionado hasta ahora: los jóvenes de los años 1960 son los viejos de hoy. Por más que en el imaginario colectivo The Beatles lucen todavía como si hubieran empezado ayer, a la generación a la cual pertenecen le ha llegado la edad de la cual un día estuvieron tan lejos. La adolescencia sólo será eterna en la música.

Claro que quienes hoy ya llegaron a los 60 no son como los que tenían la misma edad en aquella década, la de 1960, posiblemente la más esplendorosa de todas en materia musical. Los "sesenteros"  de antes rechazaban a The Beatles; se burlaban de sus cortes de pelo, despreciaban su música y temían a sus declaraciones y hasta su actitud frente a la vida.

En el Uruguay de aquellos años hasta el desaparecido y prestigioso crítico Homero Alsina Thevenet escribió en uno de sus artículos que los Beatles eran una moda pasajera. Así pues, allí está el propio McCartney soplando en favor de la eterna juventud, como lo demostró en Montevideo, tratando de rectificar la letra de su canción.

Pero McCartney puede darse por satisfecho. A pesar de que el mundo aún no está como él lo soñó en los tiempos de "When I'm Sixty Four", la revolución cultural de la cual fue protagonista principal tuvo varios logros.

Es cierto, el mundo no cambió con la música de The Beatles: todavía hay guerras como en la década de 1960, la pobreza sigue teniendo protagonismo en muchas partes del mundo, y si se quiere hay más marginalidad que antes (aunque menos intolerancia). Pero culturalmente es imposible pensar en un mundo sin The Beatles. Gracias a ellos, los hoy viejos de la generación beatle ya no son tan viejos como lo eran los viejos de antes.

Ahora a ningún sexagenario se le ocurriría, como sí sucedía en la década de 1960, mirar con mala cara a un músico de rock o a un muchacho que quiere emular el look de su ídolo. A nadie que ande con el pelo teñido, largo hasta el piso, o como sea, le gritarán por la calle algún insulto. Y eso se debe a que esa generación creció y envejeció junto con Paul y los Beatles, espíritu de una época desprejuiciada. Con éstos, el mundo aprendió a ser adolescente forever, como en una de sus canciones también quería Bob Dylan. Esa era dotó a la edad de una blindada inocencia. No en vano, a través de las canciones de The Beatles -en ellas- surgen recuerdos que hoy son parte ineludible del presente.

Si bien la muerte prematura y violenta ayudó a santificar la imagen de John Lennon (que apenas llegó a los 40), una relectura de la obra de los Beatles, ese montón de magníficas canciones condenadas a la eternidad, permite descifrar los méritos de uno y otro dentro del grupo, destacándose que fue Paul el principal compositor, cantante e instrumentista de la banda.

El manejo de la melodía que posee es incomparable, su voz admite varias tonalidades, pudiendo cantar un histérico rock ("Helter Skelter"), una balada romántica ("My Valentine"), una balada nostálgica ("The Long and Winding Road") o una triste ("Here Today") y hasta un bolero pop ("Hope of Deliverance", ¡que lástima que no la tocó!).

Como músico fue el instrumentista más completo de los Beatles: es un bajista excepcional (oír atentamente la melodía de bajo que construye en "Something") y un pianista inspirado ("In My Life", de John Lennon, no sería la misma canción de no ser por el arreglo de Paul). En ese sentido (y en otros) es el mejor compositor de música popular de la última mitad del siglo XX.

Quedó demostrado en su concierto en Montevideo: "Yesterday" es suya, "Eleanor Rigby", "Get Back", "Blackbird", "Hey Jude", "Let it Be". Todas suyas. Canciones que exhiben ese gran amor por la vida que ha demostrado desde siempre.

McCartney es el padre del pop tal cual se le conoce hoy. Es difícil no encontrar una referencia armónica al estilo McCartney en cada artista nuevo que surge. Paul sigue siendo un faro que ilumina e inspira optimismo, esa creación en libertad, exaltando la sensibilidad más profunda con su inconfundible y todavía tan duradera voz, con su acento cálido, tan expresivo e inglés.

Quedan pocos artistas de la década de 1960 realmente activos y con la vigencia de McCartney (la mayoría ya son señores o señoras mayores retiradas).

En el plano personal también ha sido un ejemplo: quedó viudo después de compartir lo mejor de su vida con Linda. Pero no se quedó en un duelo eterno ni hizo de éste un circo. Se volvió a enamorar, casándose con Heather Mills, con la cual tuvo una hija. Le fue mal, se divorció y se volvió a casar con Nancy Shevell a quien dedicó la bella "My Valentine", incluido en su reciente álbum.

Vuelvo a la canción "When I'm Sixty Four" que trata sobre el miedo a la vejez y el temor a la soledad. McCartney eligió el número 64 porque hacía referencia a la edad de jubilación en el Reino Unido. Esa edad ya la ha superado el mayor genio de Liverpool. Sin embargo, lejos está el genial músico de jubilarse. La vida y el entusiasmo siguen estando de su parte.

Al partir de Montevideo, rumbo a Paraguay, sólo queda darle las gracias por esa música que hoy y para siempre es parte de nuestras vidas.