Divididos no tocó en Montevideo: le pasó por encima
El Teatro de Verano se llenó para recibir, una vez más, a la banda que porta el legado más rockero de la extinta Sumo. Divididos arrasó en más de dos horas de show dando una prueba vigorosa de su historia, su vigencia y su renovación.
Por Rodrigo Ubilla, de Espectador.com
La noche pintaba para fiasco. Llovizna que varias veces fue lluvia, frío y el infatigable viento de la Rambla sur hacían prever un toque de esos que se padecen. Habrá sido San Pedro, como dijo Ricardo Mollo (guitarra y voz), o Dios Momo, que tiene jurisdicción por la zona, pero a la hora señalada del inicio no cayó una gota más y hasta comenzó a abrirse el cielo muy de a poco.
La Aplanadora arrancó pisando fuerte con "Paraguay", "Elefantes en Europa", "Hombre en U" y "Buscando un ángel", una cuarteto que levantó calor y decibeles en un Teatro que devolvió con muchos aplausos el aperitivo. Para terminar de hacer un guiño a los fans de este lado del Plata hubo una perlita al son de las lonjas, con una acertada participación de la cuerda de Fernando "Lobo" Núñez e hijos terciando a todo candombe en el interludio del clásico "¿Qué tal?", junto al sólo de bajo Diego Arnedo, y acompañando la canción hasta el final.
El show basó su repertorio en las canciones del último disco, "Amapola del 66" (2010), que no habían presentado aún en Montevideo, y Mollo aprovechó la ocasión para delinear conceptos acerca de lo que hablan algunas de las nuevas letras. Como con el tándem "Senderos" y "Jujuy", que ilustran un norte argentino desolado fruto de la industria minera a cielo abierto (una gran pancarta colgada del alambrado superior acompañó la escena con una leyenda en contra de Aratirí). O cuando presentó la hipnótica "Amapola del 66", que da nombre al disco y que según el guitarrista es un intento por homenajear a los pioneros del rock argentino, al tal punto que en la bajada de la canción Mollo intercaló un fragmento de "Para ir", del recientemente fallecido Luis Alberto Spinetta, que fue calurosamente aplaudido por la gente.
La banda sonó alto (¡qué novedad!), muy alto al comienzo, hasta tanto el sonidista le encontró la vuelta y en buena medida el auditorio adaptó el oído al estruendo. Entonces para muchos habrá parecido un oasis el segmento melódico del show, con hermosas interpretaciones de "Vientito del Tucumán", "Spaghetti del rock", "Par mil" y la excepcional "Sisters".
La banda volvió a la carga con "El Arriero" que con su espesa bruma de blues metal dio pie al último tramo del recital, con tres músicos que a esa altura ya estaban prendidos fuego. Mollo, en un sublime momento, descolló tanto con su voz como desplumando sus varias guitarras; Arnedo juega desde hace un tiempo un rol menos histriónico en vivo que en otras épocas y pone su bajo al servicio del pulso de la música, junto a un Catriel Ciavarella que no escatima ni un poquito a la hora de castigar a su batería.
Para las humildes pretensiones de este cronista, a la recorrida histórica que se anunció en la previa se le olvidó hacer paradas por los discos "Otroletravaladna" (1996), "Gol de Mujer" (1998) y "Vengo del placard de otro" (2002). Pero cuando en el final del show comenzó una andanada de clásicos pogueros como "Rasputín/Hey Jude", "El 38", "Ala delta", más los hitos de Sumo "El ojo blindado" y "Nextweek", a nadie le quedó garganta y ni energía para pedir siquiera un bis.
Fotos: Mercedes Azambuya
La noche pintaba para fiasco. Llovizna que varias veces fue lluvia, frío y el infatigable viento de la Rambla sur hacían prever un toque de esos que se padecen. Habrá sido San Pedro, como dijo Ricardo Mollo (guitarra y voz), o Dios Momo, que tiene jurisdicción por la zona, pero a la hora señalada del inicio no cayó una gota más y hasta comenzó a abrirse el cielo muy de a poco.
La Aplanadora arrancó pisando fuerte con "Paraguay", "Elefantes en Europa", "Hombre en U" y "Buscando un ángel", una cuarteto que levantó calor y decibeles en un Teatro que devolvió con muchos aplausos el aperitivo. Para terminar de hacer un guiño a los fans de este lado del Plata hubo una perlita al son de las lonjas, con una acertada participación de la cuerda de Fernando "Lobo" Núñez e hijos terciando a todo candombe en el interludio del clásico "¿Qué tal?", junto al sólo de bajo Diego Arnedo, y acompañando la canción hasta el final.
El show basó su repertorio en las canciones del último disco, "Amapola del 66" (2010), que no habían presentado aún en Montevideo, y Mollo aprovechó la ocasión para delinear conceptos acerca de lo que hablan algunas de las nuevas letras. Como con el tándem "Senderos" y "Jujuy", que ilustran un norte argentino desolado fruto de la industria minera a cielo abierto (una gran pancarta colgada del alambrado superior acompañó la escena con una leyenda en contra de Aratirí). O cuando presentó la hipnótica "Amapola del 66", que da nombre al disco y que según el guitarrista es un intento por homenajear a los pioneros del rock argentino, al tal punto que en la bajada de la canción Mollo intercaló un fragmento de "Para ir", del recientemente fallecido Luis Alberto Spinetta, que fue calurosamente aplaudido por la gente.
La banda sonó alto (¡qué novedad!), muy alto al comienzo, hasta tanto el sonidista le encontró la vuelta y en buena medida el auditorio adaptó el oído al estruendo. Entonces para muchos habrá parecido un oasis el segmento melódico del show, con hermosas interpretaciones de "Vientito del Tucumán", "Spaghetti del rock", "Par mil" y la excepcional "Sisters".
La banda volvió a la carga con "El Arriero" que con su espesa bruma de blues metal dio pie al último tramo del recital, con tres músicos que a esa altura ya estaban prendidos fuego. Mollo, en un sublime momento, descolló tanto con su voz como desplumando sus varias guitarras; Arnedo juega desde hace un tiempo un rol menos histriónico en vivo que en otras épocas y pone su bajo al servicio del pulso de la música, junto a un Catriel Ciavarella que no escatima ni un poquito a la hora de castigar a su batería.
Para las humildes pretensiones de este cronista, a la recorrida histórica que se anunció en la previa se le olvidó hacer paradas por los discos "Otroletravaladna" (1996), "Gol de Mujer" (1998) y "Vengo del placard de otro" (2002). Pero cuando en el final del show comenzó una andanada de clásicos pogueros como "Rasputín/Hey Jude", "El 38", "Ala delta", más los hitos de Sumo "El ojo blindado" y "Nextweek", a nadie le quedó garganta y ni energía para pedir siquiera un bis.
Fotos: Mercedes Azambuya