en perspectiva y sus oyentes

Relatos ganadores en la segunda semana del Primer Concurso de Cuentos breves de La Tertulia de los Viernes.

Lea los relatos nominados por el jurado y los ganadores



Los cuentos finalistas corresponden a los seudónimos:

ALIDI
ANACRÓNICA
ANUSHKA
ASUSTADO
ATENAS
CARMELA
DIÓGENES
EL SERRUCHO
EL VASCO
ESTANISLAVA
GALLEGUITA
KALÁ
KASTRAKI
LUIGGI PARRA
MARIELA
MARIEM
TIRAFINTAS


Los cuentos preferidos por los tertulianos son
:


ALIDI

  • Elegido por Carlos Maggi


Pese a tantos años en Uruguay, a la abuela de mis amigos judíos, Isaac y Daniel, le costaba mucho hablar nuestro idioma. Se daba golpecitos en la boca y decía, con claro acento alemán: ¡Soy boba!

Antes de la II Guerra, su marido, comerciante acomodado de Berlín, previó el horror y en secreto hasta para ella, empezó a organizar el traslado de su familia a América. Una tarde igual que otras, llegó a casa del trabajo y le dijo a su mujer que se pusiera un tapado y abrigara a los niños, que saldrían por un rato. Le indicó que dejara encendidas las luces del comedor y de la sala. Subieron al auto y se bajaron en el puerto. De allí al barco que los trajo hasta Montevideo. Viajaron así: con lo puesto. Ni un bolso de mano para no despertar sospechas.

Acá crió a sus dos hijos, tuvieron comercio, vió nacer sus nietos. Al contar su historia, sus lágrimas brillaban igual que aquellas luces que quedaron un atardecer prendidas en su casa iluminando la mesa vacía, tendida para la cena.

* * * *

ANUSHKA

  • Elegido por Matilde Rodríguez Larreta


Renacer

Anna no podía dormir y como casi todas las noches estaba tan oscuro, las enormes y fuertes olas golpeaban el barco brutalmente, asemejándose al ruido de las bombas al estallar entre las rocas. En esos momentos el océano parecía querer apropiarse de ellos para siempre. Iván abrazaba fuertemente a los niños que dormían confiados, exhaló un suspiro profundo y fue el fin.

No pudieron despedirse de él según sus creencias, simplemente fue arrojado al mar bajo sus aterradas miradas.

Inmediatamente recordó el momento de la decisión de escapar de la muerte hacia ese  lugar prometedor pero incierto: Â"Pero mujer debemos renacer como la naturaleza con la primavera, volver a darle vida a nuestros hijosÂ". Una fuerza inconmensurable la envolvió.

Ahora sentada bajo los tilos, embriagada por su perfume, sonríe al ver jugar a sus nietos mientras murmura Â"Lo logramos Iván, renacimosÂ".

* * * *

DIÓGENES

  • Elegido por Mauricio Rosencof


Ámama

Pedía la fruta señalando, sin pronunciar palabra. Luego abría la mano y la feriante se cobraba la venta y le cerraba la mano con una sonrisa.

-El gulash le quedaba buenísimo.

Ochenta años después fui a Budapest. No pude explicarle al taxista que mis abuelos eran húngaros. Llovía. Lo primero que visitamos fue el viejo mercado. Me paré en el primer puesto y señalé las cerezas. Luego puse mi mano y la feriante se cobró los florines.

Todos los viajes son de ida y vuelta.

* * * *

KASTRAKI

  • Elegido por Juan Grompone


Yiayiá

Un sol fuerte sobre ese cielo celeste. Vos estática, él sobre el barco. Te veo despidiéndolo y desbordando el mar. ¿Te lloraba? Tu corazón casi fundido te gritaba que no fueras tan cobarde y que lo hicieras. Qué suerte que ese corazón, a los dieciséis años, fuera tan grande y fuerte como el de hoy. Lo pensaste, lo hiciste, te tiraste, nadaste, te subieron, lo abrazaste y trajiste el Jónico en tus ojos. ¿Cómo te animaste? En realidad no importa. Tu valentía te acercó a mí; tu locura en el puerto de Patras, te hizo mi abuela. Tu hazaña permitió que vos, hoy, estés cocinando para mí esa rica moussaka.

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RELATOS FINALISTAS


Ámama

Pedía la fruta señalando, sin pronunciar palabra. Luego abría la mano y la feriante se cobraba la venta y le cerraba la mano con una sonrisa.

-El gulash le quedaba buenísimo.

Ochenta años después fui a Budapest. No pude explicarle al taxista que mis abuelos eran húngaros. Llovía. Lo primero que visitamos fue el viejo mercado. Me paré en el primer puesto y señalé las cerezas. Luego puse mi mano y la feriante se cobró los florines.

Todos los viajes son de ida y vuelta.

Diógenes

  • Seudónimo de Andres Peri


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La abuela tenía los ojos tan celestes que se podía ver la tundra siberiana en ellos.

En el año 1929, llegó sin saber a dónde, con una valija chiquita, la depresión del abuelo y tres niños.

Huían del miedo, del hambre y la persecución.

Tuvo mejor suerte que sus paisanas; dos hermanas que viajaban en el buque fueron inscriptas como Â"PolaÂ" por el funcionario de Migraciones de turno. A la abuela, la anotó Â"MaríaÂ".

Nunca añoró nada; nos legó el placer de cantar y de contar historias fantásticas.

Su cocina olía a repollo y mientras tomaba mate dulce, preparaba el borsch.

El Swift, el Nacional, el Cerro, el cine Cosmópolis, la playa, fueron sus referencias, y sin embargo, si uno andaba atento, siempre podía verse la tundra en su mirada.

Kalá

  • Seudónimo de Raika Ferreira


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RELATO GANADOR

In-Migrar

No sentí que había regresado hasta que la vi.

Era todavía un extranjero cuando bajé del avión, cuando saludé a mis padres que ya estaban viejos, cuando cené con mi hija que no reconocía. En realidad llegué a casa después. Después que vi las luces por la ventana del coche y le pedí al taxista que se detuviera en mitad de camino. Después que bajé del auto en medio de la noche y me quedé parado e inmóvil. Después que la vi, luminosa y tranquila, la rambla de Montevideo.

AnaCrónica

  • Seudónio de María Noel Gazzano