Entrevistas

Roy Berocay: "El niño tiene derecho a que se hagan cosas artísticamente buenas para él"

Roy Berocay: "El niño tiene derecho a que se hagan cosas artísticamente buenas para él"

Más de 20 años después de haber publicado su primer libro, Roy Berocay continúa editando títulos exitosos y realizando espectáculos para niños y adolescentes, a pesar del terreno ganado por las nuevas tecnologías del entretenimiento. Preparando el Día Nacional del Libro (26 de mayo), En Perspectiva conversó con Berocay, quien dijo que al niño "se le falta el respeto" cuando "le hacen cuentos o canciones pretendidamente entretenidas o artísticas en las que hay un mensaje o se le trata de enseñar algo sin que sea explícitamente". Por el contrario, opinó que "el niño tiene el mismo derecho que un adulto a que se hagan cosas artísticamente buenas para él que no necesariamente sean pensadas didácticamente". En este sentido, contó: "Una de las cosas que siempre me planteé fue: yo voy a escribir cuentos y novelas lo mejor que pueda sin la intención deliberada de enseñar algo. Ese es el trabajo de los padres y de los maestros, no de los escritores". Además, el escritor expresó que algunos de los elementos que juegan a su favor para que los niños sigan disfrutando con sus historias son el afectivo, es decir, "el hecho de que a uno realmente le importe el asunto", así como el humor y la complicidad con sus lectores.


(emitido a las 8.45 Hs.)

EMILIANO COTELO:
"Yo creo que hoy en día los niños están bajo un bombardeo intenso, donde no todo es bueno. La televisión, internet, la computadora, la calle, las cosas que pasan. Para que un chico sea capaz de aprender a moverse en ese mundo tiene que desarrollar la imaginación y la inteligencia. Y para eso leer es fundamental. Además, si los chicos de ahora no leen, ¿quién va a leer a los grandes autores dentro de diez años? El desafío es generar y mantener toda una generación de lectores que después sí van a leer a los clásicos y con esa formación algún día van a poder hacer las cosas que nosotros no pudimos. Así que el solo hecho de que un niño se siente a leer ya es una victoria. Por eso nuestro trabajo, el de los escritores, es una primera línea de combate en una guerra no declarada."

Ese alegato pertenece a Roy Berocay, que fue uno los impulsores de la nueva literatura uruguaya infantil con su creación del Sapo Ruperto, a fines de los años 80.

Con él vamos a conversar para averiguar justamente cómo se hace para atraer a los niños y adolescentes para que lean cuentos y novelas, justo en momentos en que compiten tan fuertemente otros entretenimientos, como las redes sociales, los videojuegos o los celulares inteligentes.

Por lo visto, Roy Berocay le ha encontrado la vuelta, porque lleva más de 20 años publicando libros exitosos, complementados además por espectáculos para niños y adolescentes en los el rocanrol juega un papel fundamental.

Roy Berocay es nuestro invitado esta mañana, en la previa del Día Nacional del Libro y mientras se desarrolla una nueva edición de la Feria del Libro Infantil y Juvenil.

¿Dónde te encontramos?

ROY BEROCAY:
Estoy en Las Toscas, hace unas horas que volvimos de parte de una gira que estamos haciendo por el interior con Ruperto Rocanrol. Así que cansado pero contento.

EC - Hay una alta concentración de escritores allí en Las Toscas.

RB - Debe ser algo del aire.

EC - Tú comenzaste escribiendo para adultos, una novela que se llamó "Pescasueños". ¿Cómo fue el primer paso para dedicarte casi definitivamente a la literatura infantil?

RB - Yo qué sé, a veces las cosas pasan porque sí, se van encadenando hechos. Yo tenía publicada esa novela, y un día el editor de esa novela, Carlos Marchesi, me dijo que tenía intenciones de publicar algo para niños y que le parecía, por mi estilo, la imaginación y demás, que yo podía servir para eso, si me animaba a escribir unos cuentos o algo. Y no sé, me pareció interesante, porque yo de hecho les inventaba cuentos a mis hijos de noche antes de dormir.

EC - Ya estabas entrenado.

RB - Sí, y me acordé más o menos de esos cuentos, en los que ya había un personaje que era un sapo que se llamaba Ruperto, y escribí cuatro o cinco cuentos, no me acuerdo, y eso fue "Las aventuras del Sapo Ruperto", fue el primer libro del Sapo Ruperto, que honestamente, cuando salió una cosa así, me gustó hacerlo y demás. De hecho me acuerdo que me preguntó si lo iba a firmar con mi verdadero nombre o si prefería utilizar seudónimo, porque como era literatura infantil, no sé, había gente que la consideraba un género menor, algo por el estilo.

EC - Sí, siempre ha habido una especie de prejuicio con la literatura infantil.

RB - Claro. Y yo le dije que no, que si lo había escrito no tenía nada de que avergonzarme. Y de a poco se empezaron a gestar cosas. Al poco tiempo me llamaron de la Escuela Chile, me acuerdo porque fue la primera vez que me llamaron de una escuela y no entendía mucho cómo era esto de que me llamaran de una escuela para ir y demás. Fui a charlar con los gurises y ahí empecé a darme cuenta del impacto que había tenido eso, me llamó mucho la atención, porque no tenía idea. Básicamente había un niño –eso fue en primer año– al que le costaba mucho aprender a leer y a raíz de que la maestra les leía esos cuentos –era un niño muy pobre, de esos que vivían en una pensión con 200 parientes y cosa así– le había pedido a la madre, que era limpiadora, de regalo para el Día del Niño ese libro. Un niño que ni siquiera sabía leer todavía, le costaba mucho, y a raíz de esos cuentos se estaba esforzando muchísimo por aprender a leer. Eso me generó una conmoción interior y sentí que tal vez era más importante dedicarme a eso que simplemente ser uno más de los millones de personas que escribían para adultos. Ese fue el primer paso.

ALEJANDRO ACLE:
En tu respuesta deslizaste una de las polémicas que refiere a esto de que literatura infantil y juvenil a veces es considerada un género menor o menos serio que la enfocada en los adultos. Está clara tu posición, al dedicarte a esto. Pero hay otras discusiones, por ejemplo, la literatura infantil y juvenil, sobre todo en las primeras décadas del siglo XX, incluso yendo más atrás, tenía siempre un componente pedagógico, si se quiere, en algunos casos bien explícito, directamente con moralejas.

RB - La abeja haragana, por ejemplo.

AA - Por ejemplo. O a veces un poco más metido mediante ideas, diálogos, reflexiones. Para vos, ¿hacia dónde tiene que enfocar?

RB - Me parece bueno que toques este punto porque existe una mentalidad generalizada, no solo a nivel de la literatura, sino de todo lo que se hace para niños. En Uruguay y en otras partes existe la idea generalizada de que todo lo que se hace para niños tiene que ser didáctico, entonces si uno escribe una novela para niños tiene que ser para enseñarles algo, si uno hace una película para niños tiene que ser para dejar un mensaje, si hace una canción para niños tiene que ser para que aprenda las tablas o no sé qué. Y a mí me parece que eso es no solo subestimar al niño sino faltarle el respeto también, porque cuando es abiertamente didáctico, que el niño ya de entrada sabe "esta canción es para aprender las tablas", está todo bien, pero cuando le hacen cuentos o canciones pretendidamente entretenidas o artísticas en las que hay un mensaje o se le trata de enseñar algo sin que sea explícitamente, es como tratar de engañarlo, como tratar de pasarle un mensaje o algo.

Y me parece que se le falta el respeto, porque el niño tiene el mismo derecho que un adulto a que se hagan cosas artísticamente buenas para él que no necesariamente sean pensadas didácticamente. Cuando un director de cine hace una película para adultos o un novelista hace una novela para adultos, no se pone a pensar si ese libro le va a enseñar algo al adulto, trata de hacer la mejor película que puede, la mejor novela que puede, y cuando la historia es buena generalmente siempre se trasmiten mensajes, es imposible no trasmitir valores o no trasmitir algo, porque esas cosas tienen que ver con lo que cada uno es en esencia, eso se trasmite en todo lo que hacemos. Entonces sobrecargarlo y además pasarle un mensaje... Una de las cosas que siempre me planteé fue: yo voy a escribir cuentos y novelas lo mejor que pueda sin la intención deliberada de enseñar algo. Ese es el trabajo de los padres y de los maestros, no de los escritores.

AA - Cuando te enfrentás a una novela para niños, para jóvenes y ves que van a surgir temas de esos considerados tabú, por ejemplo lo sexual, las drogas, la violencia, ¿cómo hacés para ingresarlos en el texto sin caer en un didactismo, en una moralina?

RB - Todo depende de si calza, si forma parte de la historia o no. Tengo que ser sincero, no me he metido mucho en el tema de las drogas, porque me parece un tema muy delicado, pero en mis novelas para adolescentes, por ejemplo, los adolescentes se emborrachan, consumen mucho alcohol, que también es una droga, y es la droga de más consumo en el Uruguay. Si uno trata de retratar a personajes adolescentes reales del mundo actual es un tema que tiene que aparecer porque está en todos lados, mucho más que otras drogas que tienen mucha más publicidad capaz. Pero uno está contando hechos que tienen que ver en una novela, no juzga al personaje, el personaje va y hace determinadas cosas, las conclusiones las saca el que lee. Yo no puedo poner "y entonces lo atropelló un ómnibus porque estaba cruzando la calle borracho" para que todos aprendan que eso está mal. No me corresponde a mí decírselo.

EC - Lo mencionamos y los oyentes lo saben, te ha ido muy bien escribiendo libros para niños y adolescentes. La pregunta que viene a continuación y es un poco el centro de esta entrevista es: ¿cuál es la clave?, ¿cómo se hace? Sobre todo porque además en estos 20 y pico de años esos niños y adolescentes han ido cambiando, no solo por el solo transcurso del tiempo, sino porque las costumbres han cambiado, las tecnologías han cambiado, han aparecido motivos de distracción y entretenimiento muy poderosos que no existían cuando nació el Sapo Ruperto. En aquel momento era sobre todo la competencia con la televisión, hoy se han sumado los videojuegos, internet, dentro de internet las redes sociales como Facebook, más el teléfono celular, que ahora también es un teléfono inteligente con acceso a internet, Facebook, Twitter, los videojuegos. Da la impresión de que todas esas tecnologías del entretenimiento son mucho más seductoras, mucho más adictivas que un libro de papel con cuentos o una novela, y sin embargo tú lográs que te lean. ¿Cómo se hace?

RB - No sé, si supiera capaz que lo patentaría o daría cursos explicando la famosa fórmula. Creo que no hay una fórmula, mirá que es algo en lo que he pensado mucho también, el Sapo Ruperto ya lleva 22 años y está empezando a funcionar muy bien en Argentina también, y uno dice es otro país, capaz que son otros códigos, y sin embargo es como lo mismo. Para mí, en el fondo, muy en el fondo de todo, lo afectivo tiene un papel muy importante, el hecho de que a uno realmente le importe el asunto. Creo que eso se trasmite, que hay como una cosa que va entrelíneas. Eso y el humor. Y el tercer elemento me parece que tiene que ver con el punto de vista, que es la complicidad, yo siempre sentí que escribía desde el punto de vista del niño y no de un adulto que le está contando una historia a un niño, en mis historias siempre tomo partido por el niño.

AA - Me imagino que este problema de encontrar la fórmula del éxito también se te habrá planteado en tu otra actividad conocida, que es la música. Si tuvieras la formulita para lograr éxitos comerciales instantáneos también la habrías aplicado por el lado de las canciones.

RB - Sí, que es un mundo mucho más duro además, o será que a mí me ha resultado mucho más difícil el tema del rocanrol, El Conde de Saint Germain, La Conjura, muchos años de tocar en boliches para 15 personas, cosas así. Son cosas que uno hace por amor verdaderamente. Escribir también, sucedió que me empezó a ir bien, pero así no me hubiese ido bien habría seguido escribiendo, creo que el punto de partida tiene que ser que uno quiera lo que hace. Si uno quiere mucho lo que hace y se esfuerza porque quiere mucho eso, tarde o temprano tiene que pasar algo.

EC - Tú hablabas de la complicidad con el público, con tus lectores, con los niños y los adolescentes de hoy, buscás esa complicidad, pero de vuelta, ¿cómo se logra eso?, porque tú ya pasaste los 50 hace rato y tu público está por debajo de los 20. ¿Cómo se logra mantener ese contacto? Por ejemplo, todo ese tema de las visitas a las escuelas supongo que te nutre muy bien.

RB - Sí, si bien ya no lo estoy haciendo tanto porque entre otras cosas el tema de la música y demás no me deja mucho margen de tiempo, pero igual tengo un contacto permanente. En los últimos tres días debemos haber tocado para 2.000 niños, más o menos, y debemos haber firmado unos 1.800 autógrafos, cosas así.

EC - Esa es la otra variante de tu contacto con el público infantil y adolescente, los espectáculos en los que el centro es la música.

RB - Claro. Creo que hay cosas que uno tiene adentro, porque creció de determinada manera y es de determinada manera. Yo siempre digo –y hay gente que piensa que lo digo en broma pero lo digo en serio–, creo que en esencia soy un tipo muy inmaduro, que hay una parte de mí que nunca terminó de crecer del todo y es en ese lugar en el que me apoyo o donde me meto cuando me siento a escribir para niños. Es como si lograra meterme a escribir desde el niño que soy o que fui o que todavía... Yo sé que todo el mundo dice eso del niño adentro, blablablá, que es como un lugar común, pero en mi caso hay una parte de mí que quedó muy fija en los 17 años, para mí los 17 años fueron un momento muy, muy determinante en mi vida, como que hay una parte mía que se quedó ahí y yo recurro a ese Berocay de 17 años, que no está muy lejos del niño y ya está ahí en las puertas de otras cosas, cuando me siento a escribir, como que me transporto ahí.

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EC - "Roy Berocay me ayudó a inclinar a la lectura a mi hija y a mi sobrina durante las vacaciones de verano, leyendo en el viaje de Paysandú al este. Son cinco horas que así se pasan volando. Es un genio, les entra a los niños por un lado mágico, directo al corazón. ¡Gracias, Roy!"

Ese es uno de los tantos mensajes que están llegando. Alejandro, ¿elegiste otros?

AA - Muchísimos. Hay uno muy lindo de un tocayo, Alejandro de Carrasco, que dice: "De niño me diagnosticaron dislexia y me costó empezar a leer. El primer libro que leí fue ‘Pequeña ala’ y toda la serie. Hoy tengo 22 y estudio y leo y hasta escribo en parte gracias a Roy".

EC - Gime, de Young, dice: "Roy Berocay hace un trabajo por el que nunca recibirá la retribución suficiente. Mis eternas gracias".

***

EC - "Los libros de Roy los disfrutamos los adultos tanto como los niños. Con mi hijo nos reímos mucho juntos, son excelentes", dice Mariana.

¿Te sorprende alguno de esos mensajes, Roy?

RB - Más bien me conmueven. Por suerte tengo el privilegio o la bendición, como quieran llamarle, de que son cosas que me pasan mucho, mucha gente se me acerca, a veces gente grande y me dice "yo empecé a leer contigo" o cuando tocamos en el Solís van padres jóvenes con sus hijos que cuando eran niños me leían, lo cual me sirve para sentirme totalmente anciano también, pero no sé, tiene que ver con lo que decía hoy, lo afectivo, el porqué uno hace las cosas.

AA - Veníamos hablando de cambios tecnológicos, cambios sociales que pesan a la hora de armar un texto, una novela enfocada en los jóvenes. En cuanto al estilo de redacción, al lenguaje, ¿es difícil mantenerte actualizado y llegar a ese público, hacer sintonía sin abandonar las formas "correctas"?

RB - Yo qué sé, no sé, yo siempre traté de escribir de una manera muy simple. Ahí tomé como maestro de verdad a Horacio Quiroga, cuando yo les leía "Los cuentos de la selva" a mis hijas –digo mis hijas porque eran las que eran chicas en ese momento– no tenía que explicarles absolutamente nada de la historia, y estaban muy bien escritas, es un clásico. Y con otros libros me costaba, tenía que explicarles lo que significaba la palabra, qué había pasado y qué sé yo, las cosas eran como más densas y complicadas. Entonces siempre me dije: "Cuando escriba para niños voy a escribir de la manera de Quiroga: directo y sin mucho adorno y que se entienda todo". Creo que no he cambiado ese estilo en 22 años, si uno trata de escribir lo más claramente posible... cosa para la cual también me ayudó mucho el periodismo, uno tiene que comunicar cosas todo el tiempo y que se entiendan. Creo que eso no cambia.

Después sí tenés problemas, por ejemplo, si ponés un personaje que es un adolescente y querés utilizar la jerga, la forma de hablar de los adolescentes, ahí recurro a mis hijos. Pero además es muy riesgoso porque es algo que cambia permanentemente y de manera muy rápida. Entonces si uno fuera a retratar un adolescente y pone exactamente cómo hablan ahora, dentro de un año capaz que eso es obsoleto. Entonces hay que tener mucho cuidado. A mí me enseñó un escritor que me ayudó mucho al principio, Miguel Ángel Campodónico, que a veces basta con poner una palabrita acá o allá para dar un tono general de algo sin tener que poner todo el tiempo textualmente cómo habla la persona en todas las frases, que es algo que hacen muchos escritores. Una palabra acá o allá, si uno quiere retratar a un paisano, ya da la tónica y no tiene por qué hablar todo el tiempo como un paisano.

AA - Ese estilo tuyo concreto, cortito y al pie, también te deja en sintonía con la tendencia actual de la fugacidad, los jóvenes acostumbrados a lo inmediato, a lo corto, al SMS, a ese tipo de cosas, en tu caso con el estilo tuyo de narración también vas sin dificultades por ahí.

RB - No sé, no es tan corto tampoco. Trato de que sea fácil de entender, mi intención con mi primer libro era que los padres pudieran sentarse a leerles a los hijos más chicos, entonces la idea era que se pudieran leer así tal cual y no tuvieran que ponerse a explicar qué era esto y qué era aquello y por qué acá dice tal cosa. Más o menos traté de mantener esa tónica de que sea claro, que se entienda, no complicar las cosas por complicarlas, que es una tendencia. Mucha gente cree que escribir bien es complicar todo y agregar mucho adorno y demás, y en realidad es al revés para mí.

AA - Recién mencionabas a Horacio Quiroga, particularmente "Los cuentos de la selva", más enfocado al público joven, pero ¿qué pasa con aquellos otros cuentos infantiles clásicos, por ejemplo "La cenicienta", "Blancanieves", "Caperucita roja", toda aquella racha de cuentos? ¿Te parece que perdieron vigencia o todavía se mantienen también?

RB - No sé. Si uno se pone a ver la cartelera de espectáculos de las vacaciones de julio aparentemente no, porque hay mucha gente que recurre a los clásicos año tras año en las vacaciones y aparentemente funciona. Hay historias que ya son tradicionales y siempre van a funcionar porque en esencia tienen algo que las convierte en clásicos. Pero nosotros estamos a años luz de esas cosas. Por ejemplo, para mí "Shrec" fue una especie de buena mirada hacia todo ese mundo, agarrarlo por el lado del humor y burlarse un poco está bueno.

AA - Partiendo de los mensajes que llegan pero también teniendo en cuenta los números de venta y demás, ese lugar común, esa frase hecha "los jóvenes no leen" parece que no corre mucho.

RB - Siempre se generaliza, se dice "los jóvenes no leen", "los niños no leen", y también se puede decir "los adultos no leen", porque si vamos al caso, las cifras de ventas de libros para adultos no es tan descomunal en Uruguay. Sí se venden muchos más libros proporcionalmente que en otros países, y Uruguay es uno de los países más lectores de América Latina, sin duda. Cuando voy a Argentina quedan asombrados de los tirajes de libros que se hacen en Uruguay y la cantidad de libros que se publican en un año, por ejemplo, en un país de tres millones de habitantes. Entonces esas cosas se repiten y se repiten y se repiten y al final quedan como verdades y no son tan así, porque si nadie lee, si los jóvenes y los niños no leen, no existiría una industria de la literatura infantil en Uruguay como existe, que más o menos debe de corresponder al 50% o más de todos los libros que se venden en Uruguay. Alguien lee esos libros, a no ser que haya padres que los compren y los tiren, o algo por el estilo.

EC - Hablamos de competencias que tiene el libro de otras tecnologías, el libro es una tecnología, pero hay otras muy actuales, muy brillantes. Y mencionamos internet en particular. Mi pregunta es por el otro lado, el Plan Ceibal ¿cómo entra en este cuadro que estamos analizando? ¿Juega a favor o juega en contra del interés de los niños y de los adolescentes en la literatura?

RB - Creo que evaluar el impacto del Plan Ceibal en determinadas áreas va a llevar unos años, se va a notar de acá a un tiempo, porque es una cosa muy reciente. Creo realmente que como en su momento la televisión, después los videos, si un libro es bueno, tarde o temprano se abre paso. Y además –y en esto tengo que quebrar una lanza–, la literatura infantil uruguaya y yo particularmente tengo que agradecerles a los docentes, creo que esto hizo pie primero que nada en los docentes, en decenas y cientos de maestras que abrazaron esos libros, los llevaron a las clases y se los leyeron a los gurises, y todavía lo hacen, redescubrieron esa cosa de sentarse a escuchar un cuento por el placer de escuchar un cuento y no para destriparlo en verbo, sujeto y predicado después. Yo siempre les pedía a las maestras que no me destriparan al Sapo, que para eso usaran el diario si querían. Realmente, la literatura infantil llegó a los niños en primer lugar por las maestras, los maestros. Después esos niños fueron a la casa y dijeron "en la escuela estamos leyendo tal cosa" y ahí se empezó a generar todo.

Entonces yo siempre les voy a estar agradecido. A nivel de las escuelas se hace un trabajo ya desde hace mucho tiempo, 20 años tal vez, de apoyo al libro y a la lectura y demás. Ese trabajo ha sido muy importante, por ahí no se lo valora lo suficiente, no se menciona el hecho de que las escuelas tengan biblioteca, que se trabaje, que los libros se usen y demás. No es solo un tema de autores, hay todo un tema de salida, de llegada hacia los niños por distintos canales.

EC - La posibilidad de coordinar literatura infantil y adolescente con el Plan Ceibal, con las ceibalitas, ¿en qué medida está probándose?

RB - No sé, mi única experiencia ha sido que yo doné un libro para incluirlo en el Plan Ceibal, que es "Ruperto insiste", y después no sé, no tengo mucho contacto directo con el tema del plan, cómo funciona. Sí sé que depende mucho de quién es la maestra, quién es el docente en cada lugar. Lo ves mucho en el interior, de pronto vas a un lado y los gurises de una escuela o de determinada clase están todos con la máquina y te filman, sacan fotos, la usan para esto, para lo otro, qué sé yo, y otros no la usan nunca. Depende mucho del docente, el grado de injerencia que tiene el docente, la maestra en los niños es increíble. Lo vemos en los espectáculos, estamos tocando y ves los gurises de una clase bailando y saltando con la maestra y demás y otros gurises todos sentados de brazos cruzados con la maestra al lado con cara de pocos amigos en el mismo espectáculo. Entonces te das cuenta de la incidencia ahí de quién está al frente del asunto.

AA - Hay una pregunta de la audiencia que me provoca otra. Saltoncito, de Paco Espínola, era un sapo, y Ruperto también, es uno de tus personajes más exitosos, más de 20 años lleva ya rodando por ahí. ¿Por qué sapos?

RB - Tengo que confesar una cosa. Cuando salió el primer libro del Sapo Ruperto yo nunca había leído Saltoncito; es más, ni siquiera me acordaba de la existencia de Saltoncito. Y al tiempo alguien me dijo: "Ah, un sapo, igual que Saltoncito". Y dije "ay, Saltoncito", y fui y lo leí, y tengo que decir la verdad: no me gustó nada ese cuento, no tiene nada que ver con las cosas que yo considero que tiene que tener un cuento infantil. Es en el sentido muy tradicional y antiguo del cuento infantil escrito por un adulto que no toma en cuenta muchas cosas del niño. Siempre cuento que si me hubiese acordado de la existencia de Saltoncito probablemente no me hubiese animado a escribir sobre un sapo porque me hubiese dado vergüenza, "van a pensar que estoy tratando de copiar a Saltoncito". Por suerte no me acordé, porque esa cosa uruguaya, qué van a decir. Pero el sapo es un bicho muy tradicional de la literatura infantil de todos los tiempos, creo que es porque es un bicho medio cómico y totalmente inofensivo, no sé en realidad. Debe de haber teorías de por qué un sapo en la literatura infantil, pero yo no las conozco.

EC - ¿Se te va a poder escuchar en algún lado en estas horas, hoy, mañana?

RB - No; en las vacaciones de julio vamos a estar en la Sala Zavala Muniz con un espectáculo nuevo, que es "Ruperto rocanrol y el fantasma burlón". Después estamos tocando por el interior, haciendo una gira por distintas ciudades, dentro de poco nos tocan Durazno, Florida y Canelones, y justo ahora hicimos Treinta y Tres, Melo y Minas. Estamos con mucho trabajo, por suerte, vamos a tocar en la Feria del Libro Infantil de Buenos Aires también, y en Rosario.

EC - Y tus hijos aguantan.

RB - Y sí, si no aguantan ellos, que tienen 20 y pocos años, ¿qué dejan para mí? Y tengo un libro nuevo del Sapo Ruperto que se llama "Ruperto y las vacaciones siniestras".

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Transcripción: María Lila Ltaif