Tertulia especial

Desde Salto, La Tertulia de los Viernes recuerda la vida y obra de Horacio Quiroga

Desde Salto, La Tertulia de los Viernes recuerda la vida y obra de Horacio Quiroga

Antes de dar a conocer los resultados de la última convocatoria del año del Concurso de cuentos breves, inspirada en Horacio Quiroga, La Tertulia de los Viernes hizo un repaso por la vida del escritor salteño. Como escritor, Quiroga incursionó en la novela, el ensayo, la poesía y el teatro, aunque su mayor éxito lo alcanzó como cuentista. Pero ¿quién era Quiroga y qué se sabe de ese hombre que eligió vivir buena parte de su vida en la selva de Misiones? La mesa que dialogó sobre estos temas estuvo integrada por Carlos Maggi, Matilde Rodríguez Larreta, Ana Ribeiro, Óscar Sarlo y, como invitado especial, el escribano salteño Enrique Cesio, profesor de historia jubilado y un hombre conocedor de la cultura de su departamento.


(emitido a las 9.35 Hs.)

EMILIANO COTELO:
Horacio Quiroga nació en la ciudad de Salto el 31 de diciembre de 1878. Como escritor incursionó en la novela, el ensayo, la poesía y el teatro, aunque su mayor éxito lo alcanzó como cuentista. Sus obras han sido leídas en todo el mundo y varios de sus cuentos han servido de inspiración para obras de teatro, películas y hasta canciones.

Pero ¿quién era Horacio Quiroga? ¿Qué se sabe de ese hombre que eligió vivir buena parte de su vida en la selva de Misiones en Argentina? ¿Qué literatura dejó?

Antes de dar a conocer los resultados de la última convocatoria de este año de nuestro Concurso de cuentos breves, nos pareció bueno entrar en clima deteniéndonos en esta figura salteña que sirvió de inspiración para esta edición especial de nuestro certamen.

Para eso, vamos a recibir a un locatario, el escribano Enrique Cesio, profesor de historia (jubilado), un hombre relacionado con la cultura de Salto desde hace muchos años, pero que, además, casualmente tiene una particularidad que lo hacía un candidato casi único para hablar de Quiroga: actualmente vive en la casa en la que nació Quiroga hace 134 años.

ENRIQUE CESIO:
Aclaro: en el solar donde estaba la casa donde nació Quiroga. Eso me da un cierto privilegio porque en determinadas noches puedo hablar con los espíritus de Prudencio...

EC - ¿Se ha encontrado con el fantasma de Quiroga?

ECe - Sí, claro.

EC - Porque la leyenda dice que se aparece en distintas ocasiones en esta ciudad.

ECe - Es mucho más agradable que la leyenda de su temperamento agresivo. Es un buen tipo.

EC - ¿Sí? ¿Ha podido dialogar con ese fantasma?

ECe - Cómo no. Dicen también que en la casa quinta donde está el museo de Quiroga también hay cierto fantasma, pero lo ven los funcionarios públicos, no sé si es verdad o no. Arriba del zaguán de mi casa está la placa que en homenaje a Quiroga mandó a hacer Enrique Amorín por Edmundo Prati, que tiene un error, le cambió el año de nacimiento.

El beneficio o inconveniente [de vivir en la casa de Quiroga] es que semanalmente hay una cantidad de gente que toca timbre para pedir que le muestre la casa de Quiroga. El turista, el que llega a Salto y ve eso tiene un interés por conocer esa intimidad, esa familiaridad de Quiroga. Lamentablemente, como les decía, de la casa original no queda nada, entonces hay que remitirlo a Biela y Maciel, donde está el museo.

CARLOS MAGGI:
Yo sé que este hombre sabe mucho de Quiroga, y a mí me gusta mucho la historia local. La historia local puede no tener las visiones universales sobre las cosas, pero tiene siempre detalles que no están al alcance del lector común. Me gustaría mucho que nos hablara de la juventud de Quiroga acá en Salto.

ECe - Evidentemente fue un desafiante y un pionero, porque esas excursiones en la bicicleta famosa a Paysandú en aquellos momentos y con aquellos caminos eran una especie de desafío a una sociedad que tenía otros caracteres y otros límites.

EC - Esa era una de las vocaciones de Quiroga: el ciclismo.

ECe - El ciclismo, como también ese elemento de la tragedia que anda permanentemente alrededor de su figura. El padre muere en un accidente cuando tenía dos meses de vida, luego se suicida el padrastro, después los hijos, su propio final ya en Buenos Aires. Hay todo un halo trágico que rodea la figura de Quiroga. Yo digo que el único lugar del Uruguay donde alguien le gana en homenajes a don Pepe Batlle es en Salto, porque acá tenemos un monumento en la costa [dedicado a Quiroga], un liceo, una escuela, un parque, un hotel, una biblioteca y esa casa museo que hace dos años fue declarada Monumento Histórico Nacional. Es un ejemplo de las políticas de Estado sobre determinadas cosas. Esa casa es propiedad de Primaria, fue "escuela del aire libre", como les llamaban a las escuelas para niños que tenían algunas discapacidades, y fue rescatada en la intendencia de [Eduardo] Malaquina, continuada en la de [Ramón] Fonticiella y sigue siendo atendida por la de Coutinho.

EC - No la conozco, voy a aprovechar para visitarla esta tarde o mañana, lo tengo pendiente.

ECe - Le sugiero que lo haga.

EC - ¿En qué época vivió Quiroga allí?, ¿entre qué edades?

ECe - Esa casa la construyó doña Pastora Forteza, la madre, después de la muerte del padre de Quiroga.

EC - O sea, cuando Quiroga era muy niño.

ECe - De 1880 en adelante. Es una de las casas características de la zona de quintas, la zona de veraneo de las familias con cierto poder económico. Hoy es museo, porque allí están la mayoría de las primeras ediciones de Quiroga, muebles, la famosa bicicleta y otra serie de elementos, como por ejemplo los grabados de Gian Viaggi que ilustraron algunos de los libros de Quiroga y que nos fueron entregados por una descendiente hace poco tiempo. Hay un auditorio donde se pueden hacer una serie de actividades. Tenemos también la Sala de Marosa di Giorgio, donde custodiamos sus vestidos, sus trajes, sus fotografías, sus muebles, gracias a la generosidad de su hermana.

CM - ¿Y algún escritor normal, que no sea extravagante, tienen? Hasta ahora ha nombrado a Quiroga y a Marosa di Giorgio, dos locos geniales.

ECe - Y como centro de esa casa está el mausoleo de Quiroga. De un Quiroga errante, porque la urna que talló Stefan Ercia a pedido de Amorín vino en ferrocarril con toda una ceremonia que terminó de noche en el panteón familiar de los Quiroga; después el arquitecto Barbieri cuando inauguró el Museo de Bellas Artes la trasladó allí; después pasó a estar en el Museo Histórico, y finalmente Malaquina, cuando restauró la casa familiar, la instaló allí. Tiene un eje de visión, uno entra a la casa e inmediatamente a lo lejos se encuentra con esa talla.

Y les doy una primicia. A pesar de la dureza de esa madera, con los años tiene algunos problemas, entonces gracias a la Fundación Stefan Ercia –que tiene en Rusia un desarrollo increíble, porque Ercia no solo fue un artista que pasó por Buenos Aires en determinado momento, sino un verdadero creador en el mundo de la Europa del Este–, al principio del año que viene tendremos un restaurador específicamente especializado en las obras de Ercia que va a restaurar esa urna.

EC - Esa urna con los restos de Quiroga permitió que Quiroga volviera a Salto, un lugar al cual él en algún momento de su vida prometió no volver, porque lo asociaba a épocas muy trágicas. De todos modos, cuenta la historia que sobre el final estuvo tentado de regresar, pero el cáncer de próstata que termina llevándolo a la muerte en un hospital en Buenos Aires se lo impide. Enrique Amorín estaba tratando de convencerlo.

ECe - Permanentemente.

EC - Ana, Óscar, ¿qué reflexiones tienen a propósito de Quiroga?, ¿qué les dice el nombre de Quiroga?

ANA RIBEIRO:
A mí me dice muchas cosas. Alguna vez me hice mi propia peregrinación personal tras sus pasos. Era entonces muy joven y quizás descabellada. Hasta hice dedo y me llevó un camionero que llevaba naranjas para llegar a la casa de Quiroga en Misiones.

EC - Qué buena anécdota. ¿Cómo fue eso?

AR - Tenía 27 años y un grado importante de inconciencia. Yo quería llegar a la casa de Quiroga, estaba en Posadas y había unas dificultades bastante grandes para llegar, no había transporte, entonces dije: "¿Y si hago dedo qué problema hay?". Había un camión de naranjas larguísimo, éramos tres, y el señor nos dijo: "Si se aprietan, entramos". Y nos metimos. Así que llegué en el camión, sana y salva.

EC - Comiendo naranjas.

AR - Comiendo naranjas con el camionero, que era muy simpático. Llegué a la casa de Quiroga en Misiones. Lo primero que vi fue una bicicleta, allí también tenía una. Y, por su puesto, la naturaleza. Estaba muy cambiado el entorno, pero todavía es notorio cuando uno sale por la puerta del fondo, la abre y hay un cañaveral que parece que lo traga en ese mismo momento. Había un señor muy anciano, que era el cuidador, que ya estaba jubilado pero seguía yendo todos los días. Decía que era el niño de casi todos los cuentos cortos. "¿Vio ahí?", me mostraba, "ese soy yo cuando era niño", tenía ese orgullo. Y otro cuidador, este todavía en funciones, no jubilado, decía: "No le haga caso, está un poco trastornado y cree que es el de los cuentos".

Una casa muy despojada, no era un museo muy abundante en cosas, pero te daba –o quizás lo quise creer– ese embrujo extraño de Misiones donde las hojas de los árboles pueden ser del tamaño de orejas de elefante –hay un árbol que se llama así– y donde el peligro tiene sonidos maravillosos en la noche y bichos extraños todavía hoy.

Cesio, usted que es un fino conocedor de la obra de Quiroga, cuando se habla de su obra y de esa cosa mágica que tiene que ver con los animales y sobre todo con los cuentos infantiles y también con los peligros y el terror como una cosa que puede estar entre las hojas, ¿los salteños qué reivindican de eso? Porque parecería que todo proviene de Misiones. ¿Ustedes no reivindican un trozo de ese terror de esas hojas para Salto? ¿Solo lo vinculan con el dolor o la tragedia y el querer irse?
 
ECe - No. Creo que el Quiroga que conoce la mayoría de la gente es el Quiroga de los libros. Todo el mundo trágico y demás está más en conocimiento de "intelectuales". La gente en las escuelas, en los liceos lee la obra de Quiroga. Además acá tenemos a Leonardo Garet, que es un especialista en el tema y que ha publicado una cantidad de estudios. Me parece que a esta altura está definido que no solamente son nombres y homenajes, sino que Salto ha asumido que es su principal escritor, sin desmedro de otros grandes que puede haber tenido.

CM - En ese aspecto, me gustaría recordar una correspondencia entre Quiroga y un gran escritor internacional que no se nombra nunca, siempre cuando se habla de Quiroga se nombra a [Edgar Allan] Poe. Poe es un escritor extraordinario, pero no es con su característica sustancial que se emparenta Quiroga, pese a que este lo imitaba.

EC - Quiroga lo reconocía como maestro.

CM - Tiene mucho que ver el estilo. Quiroga  escribió de nuevo una obra de Poe, "El barril de amontillado", pero el escritor grande con quien Quiroga tiene que ver es Hemingway. No solo terminaron de la misma manera, suicidándose, sino que los dos se fueron a lugares, uno a las Misiones y otro a África, para enfrentarse con violencias, y los dos cultivaron la forma más hermosa del coraje, que es el aguante, una cosa viril de no entregarse y que el aguante sea el efecto del cuento. Para mí hay una correspondencia muy grande entre Quiroga y Hemigway, Hemingway tiene una plataforma de lanzamiento como es Estados Unidos y Quiroga tiene el sur, una plataforma deliciosa como Salto, pero que no sirve tanto como Chicago o California. La verdad es que el gran escritor con quien hay que relacionar a Quiroga –Quiroga no persona, sino Quiroga cuentista– es Hemingway. Los cuentos son de amor, de locura y de muerte en uno y en otro, el lugar donde viven era un suelo agreste y están en contra de esa naturaleza que era destructora y terrible. Ellos no cuentan paisajes divinos ni idílicos ni noches a la luna, cuentan cosas recias los dos de la misma manera, y los dos enfrentan en su literatura eso y hacen la literatura de eso. No creo que haya influencia, pero de que hay coincidencia no tengo la menor duda. Se puede hacer un paralelo mucho más que con Poe, con Hemingway.

EC - Los oyentes también participan. A propósito del cuento que hacía recién Ana, una tocaya, Ana Inés, dice que "la casa de Quiroga en Misiones es alucinante. El entorno, la selva y la casa tienen un clima y un espíritu que ¡mamita!, se te paran los pelos de punta".

Marian también estuvo: "Estuvimos en Misiones en la casa, es un lugar muy verde y trasmite mucha paz. Lo demás lo describió perfecto Ana".

Y luego menciono este mensaje de María que dice que Cesio fue su mejor profesor, y después pide que recordemos la versión Quiroga por Quiroga, de Héctor Manuel Vidal, con actores salteños, del año 1987.

ECe - Me permito decir una cosa respecto a la casa de Misiones. Yo también estuve ahí, usted habrá visto también la máquina y algunos de los instrumentos que usaba. Pero recientemente nos han dicho que está relativamente abandonada.

AR - Yo fui hace muchos años.

ECe - Esto es de estos días. Recibimos un mensaje pidiendo que algún cónsul uruguayo cercano se haga cargo de este tema.

ÓSCAR SARLO:
Voy a referir algo que estoy seguro de que cuando me invitaron no tenían presente, es una circunstancia totalmente fortuita. En la Academia Nacional de Letras, ocupo el sillón Quiroga. Desde que me dijeron eso me pasaron dos cosas, la primera, no duermo de noche pensando que ese sillón tiene un almohadón de plumas debajo y me tiene de lo más angustiado cada vez que me toca ir, me paro a cada rato.

La segunda cosa es que el día que tenga que hacer el ingreso, que me tocará en los primeros meses del año que viene, me gustaría hacer alguna referencia, y no ha sido fácil, es de los pocos escritores que dicen muy poco respecto al mundo que yo cultivo, que es el de las normas, el derecho, cuestiones de este tipo. En Quiroga hay muy pocas referencias, por no decir ninguna, porque básicamente era alguien que quería vivir fuera de la modernidad y del Estado, era un anarquista. Pero encontré un cuento que no había leído de joven –a Quiroga lo leí adolescente– que es autobiográfico, y no sé si muchos lo saben, pero Quiroga fue juez de paz. No tenía tareas jurisdiccionales, aunque supongo que en alguna medida sí, pero básicamente era un registrador de casamientos, nacimientos y todo lo demás.

EC - Un poco desordenado.

OS - Muy desordenado. Eso está contado, es autobiográfico, el cuento se llama "El techo de incienso", porque todo el cuento gira en torno a esa tensión entre los deberes que tenía como oficial de estado civil y arreglar el techo. Él lo había hecho de una manera muy particular y experimentando distintas formas de bleque, como se decía en aquel momento, y arpillera. Por lo que sé, esa casa está reconstruida, no es la original, y no sé si mantiene ese tipo de materiales originales. Se había derruido y la reconstruyeron en algún momento exactamente igual, el bungalow, como decía él. Ese cuento es una delicia, ahí muestra como en pocos momentos la idea que tenía del derecho, las normas, el Estado. Hay una frase que me subyugó mucho, cuando lo observa el inspector de justicia porque tenía atrasados todos los libros de actas, dice: "Tanto lío por cumplir nada más que un deber".

EC - Iba anotando los matrimonios, los nacimientos en unos papelitos sueltos, punto.

OS - Los metía en una caja de galletitas.

AR - En una lata de galletitas. Yo te diría que cuando vayas a hacer el discurso vayas con una lata y la pongas sobre la mesa. Como el papá de Emiliano, que cuando tuvo que hablar de la "sociedad amortiguadora" de Real de Azúa llevó un amortiguador de auto y lo puso arriba de la mesa. No hay como poner en escena las cosas, yo te consigo una lata.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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