Concurso En Perspectiva

Cuentos ganadores de la etapa de junio del concurso de cuentos breves de La Tertulia de los Viernes

Esta vez, la consigna era escribir un cuento que llevara por título "un gol inolvidable"



Autores de los cuentos nominados (por seudónimo):

DELHUM
EDUARDO
EVAR
FELIPE
LAOLIMAREÑA
PANENKA
TATÚ
VICTORINO

* * * * *

Cuentos preferidos por cada uno de los miembros del jurado
 
Cuento elegido por Mauricio Rosencof

•    Seudónimo: Â"Del HumÂ"

Se genera otro ataque, donde  centrojás  pasa la de cuero al punterito derecho, que la deriva  a un compañero, este se la devuelve en corto, avanza, con milimétrico dribbling  supera al  Oso, el mejor  jas contrario, finge un centro al área y el arquero que se la cree y da un paso para cortar, entonces patea violento contra  el palo izquierdo y la manda a dormir entre las piolas.

   Y el cuadrito de La Blanqueada ganó dos a uno, de atrás, cuando nadie lo esperaba, y eran los campeones barriales allá por 1942.

   Ya en el vestuario el entrenador abraza al punterito diciéndole:

    -Imponente Ñato, un gol inolvidable no vas a tener otro mejor.

    -¿Capaz mejor no, pero, ¿y si lo repito? –responde el punterito  sonriendo con desparpajo.

  Desde la puerta el juez del partido interrumpe el dialogo gritando:

    -Dame el nombre completo para anotar el gol en el formulario.
Y el punterito tímidamente responde:

    - Alcides Edgardo Ghiggia.

* * * * *

Cuento preferido por Carlos Maggi
•    Seudónimo: Â"LibraÂ"

Había empezado el partido en la calle. Era un duelo. Los de arriba contra los de abajo. Santiago Figueredo tiene un repecho y una bajada antes de morir en Propios. Los chiquilines de mi cuadro, los de abajo, estaban fatigados, corriendo tras la pelota hecha con una media rellena de diarios. Yo, sentado en el cordón de la vereda, sin aire, con la b oca abierta, fatigado por el asma, participaba, sufría como hincha. Los arcos eran dos piedras y el largo de la cancha, dos paños. Mi equipo quedó con uno menos. El Â"RuloÂ" habilidoso, desequilibrante, tuvo que hacer un mandado. En aquella época, fines de los cuarenta era impensable desobedecer. Me  llamaron a mi como último recurso, para suplantarlo. Sin aire, casi cianótico, confuso, pata dura, me entrevere con mis alpargatas de yute con los bigotes prolijamente recortados.

-    Quedate ahí!  me indicaron, cerca del arco.

El crepúsculo marcaba inexorablemente el fin del partido. Estabamos empatados, la Â"pelotaÂ" casi ni se veía. Cayó a mis pies, vi las dos piedras y patee

-    Gooool! Rugieron los muchachos

Perdimos. Fue gol en contra.

* * * * *

Cuento preferido por Matilde Rodríguez Larreta
•    Seudónimo: Â"CampitoÂ"

Marito era mi compañero de banco en la escuela, también mi amigo. Vivía a tres cuadras de mi casa. Eso lo hacía ‘del otro barrio’.

Un día Marito faltó a la escuela. Al siguiente también. Entonces la maestra nos dijo que su mamá estaba enferma y que era ese el motivo de su ausencia. Después supimos que mi amigo ya nunca más tendría mamá.

Cuando volvió estaba triste.

Era la final del campeonato de la iglesia: nuestro cuadro con ‘los del otro barrio’. Estábamos un punto arriba. Con ellos jugaba Marito.

El partido iba uno a uno cuando, casi al terminar, el juez cobra penal contra nosotros. Si era gol ellos eran campeones.

Sus compañeros lo eligieron a él para ejecutarlo.

Yo era el golero de nuestro cuadro.

Marito colocó la pelota en el punto, caminó hacia atrás, me miró, lo miré.

Yo lo conocía bien.

Entonces lo imaginé gritando y festejando, abrazándose con su papá, mirando al cielo con lágrimas de alegría y de tristeza.

Sería ese, su gol, un gol inolvidable.

Por eso yo me tiré para el otro lado...
 
* * * * *

Cuento preferido por Juan Grompone
•    Seudónimo: Â"EvarÂ"

Allá por el año 1972 comencé a sentir algo inesperado, cada vez que la veía mi corazón palpitaba más rápido, me ponía muy nervioso y no sabía qué decirle. No íbamos al mismo colegio, por lo cual no tenía muchas oportunidades de verla ni de hablar con ella.

Un día me decidí; hoy le escribo una carta, mi hermana se la lleva.

Con dificultad, comencé a escribir; me gusta tu pelo, es muy lindo, tus ojos celestes, ¿te querés arreglar conmigo?

En el Fénix de Villa Felicidad jugábamos al baby fútbol en todas las categorías, incluso, fútbol femenino.

Los sábados había partido para niñas. Eva iba al arco.

Ese día agarré una pelota y me puse a dominarla, quería estar lo más cerca que fuera posible. En un momento tomé coraje, con el corazón en la boca me acerqué al palo izquierdo y le pregunté ¿recibiste mi carta?.

- Sí.

- ¿Y qué me respondes?

- Que sí.

En eso oímos el grito; GOOOLLL ¿Eva, qué estás mirando no viste que venía la pelota?

Una jugadora del equipo contrario había pateado al arco.

¿Cómo olvidarlo?

* * * * *
 
CUENTOS FINALISTAS

Tercer lugar
- Seudónimo: Â"VictorinoÂ" (*)

Hacía años que no lo abrazaba.  Y ya no sabía si algún día me había dado un beso.

Yo le tenía miedo y muchas veces me había hecho sentir avergonzado, convivir  siempre era un riesgo de violencia.  

Yo lo quería y hubiera deseado que él fuese distinto.  Pero su malhumor y el desaliño que lo envolvía hacían imposible una convivencia pacífica.

Nos había unido, desde que yo era chico, ir juntos a ver a nuestro cuadro al Centenario.  Tal vez era esa la única cuerda viva que nos mantenía con una conexión de padre e hijo.  Yo añoraba aquellos goles que de chiquito gritábamos juntos en la tribuna, hasta enronquecer a propósito.

Cuando Victorino la mandó adentro casi no grité el gol, empecé a alentar la ilusión y al terminar el partido corrí las cinco cuadras que me separaban de mi casa, para ir a abrazarlo.

Entré como una exhalación y me tiré casi encima de él.  Mi madre me miraba.  Él aflojó un poco el abrazo, casi sonrió incómodo y me miró en silencio con la mirada que parecía muerta.

(*) Eduardo Fazzio. CI: 1.643.248-5.

* * * * *

Segundo premio
- Seudónimo: Â"PanenkaÂ" (**)

-Cuando muera quiero que me cremen y tiren mis cenizas en el Parque Central- dijo mi padre. Pinchó un raviol y se quedó mirándonos, con el tenedor a milímetros de su boca.

    -¿Qué decís?- preguntó mamá.

    -Sobre el césped, frente a la tribuna Abdón Porte, un día de partido.

    -¡Papá, por favor!- dijo mi hermana.

    Mi padre me miraba con una sonrisa cómplice. Eso fue hace cinco años, cuando no sabíamos nada acerca del linfoma.

Un domingo, lo llevé a la cancha. Nos sentamos donde siempre, en la Abdón Porte. Su deterioro era evidente, de a ratos se quedaba con la vista clavada en el césped.

-Ahí – dijo señalando el punto penal.

El partido era malo, un cero cerrado, pero en el último corner la pelota rebotó en un defensa y se metió en el arco de Rampla. La tribuna explotó. Yo le tomé la cabeza con ambas manos y lo sacudí como él me hacía cuando era chico.

-¡En la hora, viejo!

-En la horaÂ...- repitió, en un susurro.

Aquel domingo, fue la última vez que estuvimos juntos en el Parque Central.

La penúltima.

(**) Joaquín Lanza - C I: 1.882.017-7.

* * * * *

CUENTO GANADOR
- Seudónimo "Tatú" (***)

Sacó del bolsillo un papel doblado; se lo mostró a un hombre que pasaba apurado.

Â"Por esa, seis calles arriba y ahí preguntasÂ".

Poco antes había bajado del barco que le había traído de Vigo.

Con una valija vieja en una mano y una bolsa sobre el hombro, subió por la solitaria calle Colón.

En una carta el tío le había dicho que éste era un país chico y de poca gente, pero nunca pensó que fueran a ser tan pocos...

Una explosión de gritos y alaridos, y hombres, mujeres y niños saliendo de todos lados, le heló la sangre. Venía de sufrir, de niño, una maldita guerra y se angustió al pensar que había llegado a un lugar adonde pudiera haber otra. Después suspiró aliviado al ver que, en vez de pelear, todos se abrazaban, saltaban, reían, lloraban...

José nunca volvió a su tierra. Sería un gallego uruguayo más. Pero jamás olvidaría aquel día de julio de 1950 cuando llegara a Uruguay, y aquel gol que, también para él habría de ser, por ello y para siempre, un gol inolvidable...

Diego Lamas. CI: 743.558-7

* * * * * *