Liu Bolin, el sorprendente maestro chino del camuflaje
Vea las fotos. Casi una década atrás, Liu Bolin (Shandong, 1973) era un escultor desconocido. Pero, en 2005, el Gobierno chino calificó de ilegal el edificio que albergaba su estudio, situado en el barrio pequinés de Suojiacun.
Esa acción dio inspiración a la obra que lo hizo famoso: "Escondido en la Ciudad". Bolin decidió trabajar en esta serie cuando el Gobierno chino destruyó la construcción donde vivía.
En ella había 126 artistas y más de 100 estudios, siendo la mayor concentración de artistas por km2 de toda Asia. Haciendo oídos sordos a la concentración multitudinaria (convocada a través de internet bajo el título Beijing International Artist's Camp Bulldozed), los bulldozers avanzaron reduciendo a escombros todo cuanto se encontraba a su paso.
Ante tal indignación, Bolin se puso manos a la obra. Decidió demostrar al gobierno que no podrá acabar con el arte por mucho que derrumbe una ciudad. Liu Bolin desapareció de donde no se le quería sin moverse del sitio. Su mimetización perfecta viene a decir silenciosamente que el mundo no puede carecer de la sensibilidad de los artistas porque le es inherente. "Si me quieren echar de la ciudad yo me esconderé en ella".
"Cuando se destruye un edificio desaparece la gente, así que quise plasmar esa idea en una imagen que no necesitase explicación alguna". Dicho y hecho: Liu se plantó delante de lo que quedaba de un cobertizo y, con la ayuda de unos compañeros, se pintó la ropa y el cuerpo de forma que los trazos y los colores coincidiesen a la perfección con los del fondo. Con una fotografía de ese instante consiguió, literalmente, hacerse invisible a plena luz del día. Y, sin pretenderlo, puso el germen de la serie que le ha hecho mundialmente famoso y que combina performance, pintura, escultura, y fotografía.
"En un primer momento, mi intención fue canalizar la rabia que sentía en una obra de arte y confrontar al público con una problemática que nos afecta especialmente a los artistas, un colectivo muy maltratado por el Gobierno. Pensé que era imposible expresar lo que sentía a través de una escultura, porque seguramente mi furia desaparecería durante el proceso de elaboración. Tenía que ser algo inmediato", afirma. Y funcionó. "Luego descubrí que la gente corriente también sufría injusticias similares y decidí continuar con esta forma de crítica para provocar un debate sobre diferentes asuntos clave".
Ahora, la fama le ha permitido abrir un nuevo estudio en Caochangdi, donde tiene como vecino a otro creador molesto para el régimen. Con Ai Weiwei comparte también filosofía. "Siento que si uno no sirve a la sociedad a la que pertenece no puede llamarse artista", sostiene.
"Estamos frente a una grave crisis social. El desarrollo ha traído consigo un deterioro de los valores, porque el dinero es lo único en lo que los chinos tienen fe" declara el artista. "Si fuese un soldado cogería el fusil, y si fuese un obrero lucharía contra ello a martillazos", reflexiona.
Los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 tampoco se libraron de la crítica del artista. En esta obra, la mascota de las olimpiadas dibujada apunta a Liu Bolin en la cabeza.
En otra obra, Liu Bolin se camufló con la misma técnica que los francotiradores para fundirse con el carbón y poner el foco de su crítica en la crisis energética y medioambiental de China.
"Entiendo el arte como una forma de expresión con una finalidad más allá de lo puramente estético, que combine la filosofía antigua del ecosistema de cada creador con elementos de la situación actual", así define Liu Bolin su arte.
Vea las imágenes y descubra a Liu Bolin en ellas.