Crónicas

El libro "Mala sangre" es un ejercicio de periodismo que reivindica la crónica policial como género

La crónica policial ha copado grandes espacios dentro de la prensa nacional en los últimos años. Un grupo de periodistas se propuso reflexionar sobre el género y el rigor con que se aborda este tipo de información. El resultado reúne siete crónicas en el libro "Mala sangre. Siete historias de crímenes". En Perspectiva dialogó con Darío Klein, editor del trabajo, y Lourdes Rodríguez y Javier Benech, dos de los periodistas que formaron parte del proyecto. Según su diagnóstico, el actual manejo de la información policial presenta muchas carencias como el abuso de fuentes policiales, la sobreadjetivación, o cuando el periodista asume un rol de juez. Para Klein, en esos casos, se "bastardea el género". Sin embargo, los periodistas sostienen que la crónica policial es "un indicio de la condición humana", ya que detrás de un hecho concreto de violencia "hay una cantidad de procesos de violencia simbólica" que el periodista debe usar como contexto.

(emitido a las 8.44 hs.)

ROMINA ANDRIOLI:
¿Cómo debería ser una crónica policial ideal?

(Audio.)

"Flavia Martínez Bengoa no fue la única jovencita que se esfumó una noche de verano."

"¿Qué pasó con… con este hombre tan mencionado además en la prensa, el librero de Piriápolis?"

"La última vez que se la vio con vida fue a las 5.30 de la mañana en el local bailable La Rinconada."

"Washington Óscar Risotto, alias ‘Bocha’, de 39 años, fue boxeador, empresario del boxeo y posteriormente contratista de fútbol…"

"La policía busca intensamente a los dos homicidas del contratista de fútbol Washington ‘Bocha’ Risotto."

"‘Socio, te llegó la hora…’ Le dispararon ocho balazos con una pistola 9 milímetros, cinco en el torso y abdomen, dos en la cara y uno en la espalda."

"Cuatro días antes de la muerte de Gastón, de 34 años, una mujer que trabajó como moza durante 25 días había renunciado tras peleas con el encargado de ese local de La Pasiva."

"Un hecho de violencia doméstica dejó como saldo una persona fallecida…"

(Fin.)

RA - Hace unos días salió a la venta "Mala sangre. Siete historias de crímenes", un libro de crónicas policiales que se propone reflexionar sobre el género negro del periodismo sin renunciar a él. Es decir, con la idea de que está bien contar este tipo de historias.

Allí aparecen los trabajos periodísticos de Pablo Alfano, Javier Benech, Felipe Llambías, Eleonora Navatta, Lourdes Rodríguez, Leticia Sánchez y Fabián Werner, que investigaron sobre casos como el de Natalia Martínez, el homicidio del trabajador de La Pasiva, el del Bocha Risotto y la actividad de la superbanda, entre otros. Se trata de un proyecto regional que nació de una idea del periodista colombiano Omar Rincón, y en Uruguay fue coordinado por el Centro de Archivo y Acceso a la Información Pública (Cainfo).

Les proponemos conocer las respuestas a algunas de las preguntas que este grupo de periodistas se planteó para este trabajo:

¿Cuáles son las consecuencias deseables de una investigación periodística sobre un tema judicial? ¿Dónde está el justo equilibrio entre reflejar un hecho de la realidad y exponer a personas que en general no son figuras públicas? ¿Se puede hacer periodismo policial bajo la presión del cierre?

De esto vamos a conversar con Darío Klein, editor del trabajo, y dos de los periodistas que fueron parte de la investigación, Lourdes Rodríguez y Javier Benech.

Lourdes es periodista en La Diaria y en el programa periodístico de 10 a 12 emitido por Radio Uruguay, y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de la República.

Javier es periodista en el semanario Búsqueda, donde realiza la cobertura de temas judiciales. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Católica y autor del libro "Sueños rotos. La trama oculta del modelaje, el fútbol y la televisión", sobre la red de prostitución VIP que la Justicia del crimen organizado desbarató en 2012.

Darío Klein es periodista, documentalista y docente universitario, doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, autor del libro "Tinta roja. Efectos de la crónica policial en Uruguay", publicado en 1994.

Darío, ¿es en aquel libro que encontramos tu vinculación con este proyecto?

DARIO KLEIN:
Sí, probablemente fue por eso que cuando se organizó este proyecto me fueron a buscar como persona que había trabajado en el tema y había criticado la forma como se hacía periodismo policial en Uruguay, a partir de sus efectos, pero también a partir del detalle de cómo se hacía. En este caso el desafío fue a la inversa, en vez de sentarnos a criticar y a analizar qué es lo que se está haciendo mal, veamos cómo se puede hacer bien, cómo se puede hacer de otra manera. Ese fue el desencadenante de todo esto y a partir de eso fue que se armó este grupo, y ese fue el desafío.

RA - ¿Qué inquietudes tenías hace dos décadas, cuando hiciste aquel libro, respecto a la crónica policial y cómo creés que ha cambiado dos décadas después?

DK - Aquel libro, "Tinta roja", era mucho más académico, fue mi tesis de licenciatura. Por eso me da gracia cuando escucho algunas cosas en 2014, porque en aquel momento había una especie de crítica constante a la crónica policial y sobre todo había un sentimiento de inseguridad impresionante en la población. Estamos hablando de los años 92, 93, cuando empecé a investigar eso. De hecho en la introducción pongo una cita del en aquel momento ministro del Interior, Juan Andrés Ramírez, que podría ser dicha hoy por Bonomi, manejando más o menos los mismos conceptos, criticando a los periodistas que hacen crónica policial y diciendo cómo puede ser que la gente se sienta tan insegura cuando Uruguay es uno de los países más seguros del mundo. En los hechos eso sigue pasando, pero ha empeorado por dos lados: ha empeorado la delincuencia y ha empeorado el miedo que tienen los uruguayos. Uruguay tiene la población más asustada de América Latina, siendo que tiene los índices delictivos más bajos.

RA - En el libro sostenías que "la crónica policial genera un sentimiento de inseguridad que tiene escasa relación con la realidad delictiva del país". ¿Mantenés esa afirmación?

DK - Tal vez la relativizaría un poco en el sentido de que siento –y los números lo indican– que claramente la delincuencia ha empeorado en Uruguay. Pero la sensación que tiene la gente de lo que ocurre es muy superior a lo que realmente pasa. Es lo de la sensación térmica que el Gobierno no ha sabido explicarle a la población. La sensación térmica no quiere decir que no pasen cosas, no quiere decir que no haya delitos, la sensación térmica significa que cuando hace calor siento mucho más calor del que hace, pero hace calor. Estaría bueno hacer una investigación como la de "Tinta roja" hoy, noto que la sensación que tiene la gente es impresionantemente peor de lo que realmente ocurre. Lo noto cuando viajo, sobre todo, he estado en países donde la vida realmente no vale nada, como México, donde lamentablemente hay más asesinatos que en Irak, y sin embargo, tal vez por acostumbramiento –los motivos sociológicos habría que estudiarlos–, la gente no se siente ni por asomo igual de insegura que en Uruguay.

ROSARIO CASTELLANOS:
A partir de eso que decís y la responsabilidad que nos cabe, ¿a qué conclusiones llegaron con relación a cuándo una noticia policial debiera ser noticia y cuándo debiéramos pasarla por alto?

DK - Una de las cosas que yo planteaba y que conversamos en el taller: creo que no debería haber una sección policial que llenar todos los días.
    
RC - Partís de la base de que no todos los días hay noticias por más que haya atracos.

DK - Justamente, algo que ocurre todos los días por definición no es noticia. Si todos los días hay accidentes de tránsito, no son noticia; pero no todos los días hay accidentes de un ómnibus en el que mueren muchas personas. Es la definición básica de noticia: algo que sorprende, que no es habitual, involucra a una persona que es notoria.

RC - Llamémosle información, entonces. También es nuestra responsabilidad, más de uno dirá que hay que informar sobre lo que está pasando, más allá de la consecuencia. ¿Cómo se filtra esa información que debiéramos dar?

DK - Lo que pasa es que todos los días hay hurtos, rapiñas… y no de ahora, de toda la vida. El tema es: ¿informamos cada uno?, ¿informamos los de determinados barrios?, ¿informamos los que involucran a determinadas personas? O de pronto cada tanto juntamos y vemos qué sucedió en este mes al respecto, de repente eso daría un poco más de elementos. Y si vamos a informar, informemos, porque eso es lo otro, informar bajo la presión del cierre, de llenar la página, te lleva a inexactitudes, imprecisiones, a no contar la versión más cercana a la verdad ni por asomo, a simplemente basarte en una sola fuente, que siempre es una fuente interesada, como todas las fuentes. Pero la policía es una fuente particularmente interesada, que no siempre te da la mejor información, porque aparte su objetivo es resolver el caso, no dar buena información a la población. Por un montón de hechos tenemos que ser mucho más cuidadosos, y eso implica mucho más trabajo. Entonces llenar una página todos los días… Ese fue el gran cambio que hubo entre los 85 y los 90, hasta ahí en Uruguay no había una página en los diarios de la mañana destinada exclusivamente a la información policial. Y el segundo gran cambio fue que los noticieros incluyeron una sección policial y un cronista policial que tenía que ir todos los días y traer noticias policiales. Entonces empezaron los grandes crímenes. ¿Antes no ocurrían? Claro que ocurrían.

RA - Empezaron a contarse.

DK - Empezaron a contarse todos los días. Y todos los días hay un menor involucrado y todos los días pasan determinadas cosas, entonces la gente dice ¿qué nos está pasando?

RA - Javier, Lourdes, ¿cómo ven este tema? ¿Coinciden en lo que plantea Darío?

LOURDES RODRIGUEZ:
Sí, por ahí tengo un matiz con el tema del horario del cierre. Ayer contaba a otros colegas que cuando me llama Walter Sena de Cainfo y me dice "queremos hacer una crónica policial que escape a los titulares más vendibles, a la sensibilidad, al sensacionalismo, al morbo", en principio me pregunté, ¿esto es para mí? Porque yo desde que arranqué la carrera y hasta ahora -si bien he trabajado en otros medios- siempre trabajé en La Diaria, un diario que desde el arranque y hasta ahora no tiene crónica policial y por lo tanto tampoco dentro de mi ejercicio cotidiano me había sentado a pensar si se podía hacer una crónica policial que escapara a todos estos elementos. Entonces dije: ¿cómo puedo aportar? Mi lugar va a estar en tratar de escribir una crónica policial, una crónica judicial que no me corra del lugar de periodista que elegí hasta ahora.

RA - Javier, a vos te debe haber pasado algo parecido.

RC - Empleaste dos términos, "crónica policial" y "crónica judicial". Eso habla de crónicas hechas en dos tiempos diferentes, la crónica policial podría ser la primera noticia y la judicial podría ser el final de un proceso. Ahí hay un matiz interesante.

JAVIER BENECH:
Eso tiene que ver con el acceso a las fuentes también…

RC - Y el tiempo que tomes para la investigación.

JB - Y el tiempo, pero también la búsqueda de distintas fuentes para reflejar los hechos. Porque generalmente la información policial, como decía Darío, se basa en fuentes policiales, que en muchos casos, no porque sean maquiavélicas, están haciendo su trabajo y quieren que se filtre determinada información. Los periodistas lo que tenemos que hacer es recurrir a diversidad de fuentes. Y entre ellas las fuentes judiciales nos dan otro tipo de certezas, hay otro tipo de garantías en el proceso, uno puede reflejar distintos puntos de vista y toda la riqueza que tienen estos casos que interpelan el alma humana, de alguna forma.

DK - Hay un detalle: hay una impresión muy generalizada, si uno le pregunta a la señora que está barriendo en la esquina te dice "en Uruguay los presos entran por una puerta y salen por la otra", frase muy uruguaya. Eso tiene que ver con qué tipo de fuentes se consultan a nivel periodístico. Porque la policía te dice "atrapamos al culpable, es este", y sale en todos los diarios: "El culpable es este". Y al otro día sale, chiquitito o grande: "Este que era el culpable salió en libertad". Pero ¿alguien le fue a preguntar al juez por qué lo dejó en libertad, qué pasó, si había pruebas?

JB - El juez te va a decir "no me trajeron las pruebas para procesar, yo no puedo privar de libertad a un tipo…".

RC – Cuando se señalan sospechosos a partir de la sensación de la policía, que luego tampoco se confirma que sean culpables de nada y no aparecen… pero si aparecés en la lista de sospechosos ya estás quemado.

DK - Claro, sí.

LR - Para mí el punto está en que, independientemente de las fuentes a las que nos enfrentemos o de los horarios de cierre y los minutos que tengamos para terminar de escribir algo, cuando estamos frente a un hecho policial –porque es lo primero, la judicialización viene después– siempre tenemos un hecho concreto de violencia. El punto para mí es: yo periodista ¿cómo me paro frente a ese hecho concreto de violencia? Porque ese hecho concreto de violencia no es aislado de la sociedad, está enmarcado en procesos de violencia simbólica, en procesos sociales más complejos. Entonces cuando voy a redactarlo –lo digo en términos de diario porque es el lenguaje que más me identifica–, ¿qué quiero trasladar en esa crónica? ¿Todos esos detalles van a ser funcionales para que el lector interprete o entienda por qué o cómo se enmarca ese hecho en ese entramado social? ¿O solamente voy a agregar información y detalles que hacen a la vida privada o a las condiciones de vida a los fines de tener gancho o morbo?

RC - Respondete esa pregunta que te estás haciendo, porque tenés una respuesta a eso y me parece de lo más interesante. En un diario, sucede hoy y mañana lo tenés que poner, ¿qué aspectos planteás de esa noticia o información?

LR - Plantearía todos los hechos o detalles o información que avizoren, de acuerdo a mi lugar, de cómo me paro yo como periodista –porque no todos los periodistas se paran en el mismo lugar–, en qué marco social se produce ese hecho que se produjo.

RA - Darle contexto.

LR - Darle contexto. Y todo eso, la posición del periodista, lo podés trasladar en 500 caracteres o en una página. De la misma manera, en 500 caracteres o en una página pueden estar desarrollados todos los prejuicios de un periodista.

RA - El libro "Mala sangre" son siete crónicas en que cada periodista aborda un caso en particular, crímenes que van desde los más mediáticos, como el asesinato de Natalia Martínez, que es el que escribió Javier, el asesinato del trabajador de La Pasiva, que tuvo mucha repercusión mediática, el del Bocha Risotto, vinculado al tema del narcotráfico, hasta otros menos conocidos, como episodios de violencia doméstica o el asesinato del edificio Monroe, que derivó en la investigación en la que se hizo el primer análisis de ADN practicado en Uruguay. Lourdes y Felipe Llambías, del equipo de En Perspectiva, fueron los que abordaron la temática violencia doméstica. ¿Cómo se conformó el plantel de periodistas?

DK - En realidad el grupo lo armó Cainfo cuando organizó el taller. Invitó a varios periodistas, entre los cuales algunos arrancaron y no pudieron seguir, otros quisieron pero no podían, había periodistas de todos los medios, escritos, incluso se había pensado en gente de televisión, y también se convocaron estudiantes. Básicamente los siete que quedaron fueron los que se comprometieron con la causa, les gustó la tarea; incluso hubo una periodista, Eleonora Navatta, que se sumó un poquito después. Entonces se dio de manera casual, fueron llamados…

RA - ¿Y cómo fue después la dinámica de trabajo?

DK - Tuvimos ese taller, después repartimos los temas, los conversamos, si había dudas lo hablábamos de manera informal. Después tuvimos otra reunión para ver cómo veníamos, y después vino el trabajo de edición, pusimos plazos, cada uno fue entregando su informe, su nota, y ahí vino la edición…

RA - Ahí fue tu tarea.

DK - Ahí fue un poco más mi tarea de editor, a algunos no hubo que cambiarles nada, a otros hubo que trabajarlos un poco más, como todo. Y recién después de eso viene la idea del libro. Como editor me puse a leer las crónicas, aparte en la primera lectura las leí todas juntas un fin de semana a propósito, y no podía parar. Creo que eso les va a pasar a los lectores, no podía parar de leer las crónicas, quería llegar al final y ver cómo terminaban, a pesar de que yo había estado desde el principio en la cocina. Entonces me pareció que estaba bueno para publicar.

RA - En el prólogo del libro, que está escrito por Edison Lanza, coordinador del proyecto y director de Cainfo, me llamó la atención una crítica muy fuerte que hace a la crónica policial que se ejerce hoy en el país. Por ejemplo, dice Lanza en uno de los fragmentos del prólogo: "En América Latina, la búsqueda del espectáculo televisivo como forma privilegiada de captar audiencia se filtró en los informativos como un veneno que se suministra en dosis cada vez más potentes. En Uruguay ese esquema se cumplió a la perfección. La lógica de inyectar sangre y morbosidad a raudales para aumentar el rating se hizo moneda corriente. La crónica roja televisiva se valió de la falta de rigor periodístico, la búsqueda de la primicia periodística a costas del principio de inocencia, el uso y el abuso de la fuente policial y el linchamiento de personas provenientes de los sectores más vulnerables".

¿Todos en el grupo coincidían en este diagnóstico cuando comenzaron a hacer la investigación?

JB - Sí, con algunos matices, creo que todos coincidíamos en que hay sobreabundancia de información policial, y sobre todo en los medios electrónicos, en la televisión, a veces con no todo el rigor que debería tener. Básicamente creo que era una coincidencia en el grupo. Quizás no se coincidía del todo en que haya una relación causal, que la crónica policial genere más sensación de inseguridad, ese es un fenómeno un poco más complejo, que tiene otros ingredientes…

RA - Estás introduciendo algún matiz a lo que decía Darío más temprano.

JB - Sí. Aunque había coincidencia en los puntos centrales, por algo todos estamos en este barco.

LR - Yo parto de la base de que los hechos policiales ocurrieron siempre, y por alguna razón, que no me he sentado a analizar porque no creo tener los elementos académicos necesarios, tiene una mayor visibilidad. Y colocaría un matiz en que es cierto que los medios de prensa de televisión tienen un choque más… son más visibles los hechos policiales, pero no le restaría importancia a cómo están escritas las crónicas en los medios de prensa escrita. Porque la radio y la televisión sacan mucha información de lo que publican los diarios todas las mañanas, entonces también forma parte de un circuito de los medios, si bien la televisión tiene más impacto, porque también tiene más impacto que un titular del diario.

RC - Yo también leí el libro de un tirón, en una tarde. Por esa razón estoy absolutamente a favor del libro como tal y de cada una de las siete crónicas. Pero encuentro que no muestran cómo se debe hacer una crónica policial. Estas son cosas para ser publicadas, desde el título, creo que a ninguno de ustedes se les hubiera ocurrido en un diario poner como título para una nota "El precio del error", "La libertad entre rejas", "El Negro San Valentín"; sí seguramente "¿Culpable o inocente? Caso Natalia Martínez". Este trabajo es una investigación larga, profunda, pero ¿cómo hacemos cuando no tenemos ni el tiempo ni el espacio para resolver una crónica con los datos y la seriedad con que estos trabajos están hechos?

JB - Es una muy buena pregunta.

DK - Es verdad lo que planteás, pero no es excusa para el periodista el "no tuve tiempo de hacer bien mi trabajo". Hay veces que las historias no están listas para ser publicadas.

RC - Eso es una respuesta, cuándo se hacen, no es de pique.

DK - No comparto la visión de La Diaria de que no haya información policial. De hecho a mí me criticaron mucho en la época de Canal 5 porque decían que había sido una decisión mía, que no lo fue, que no hubiera crónica policial. Yo planteaba que cuando hay información policial hay que cubrirla…

JB - Cuando vale la pena sí.

DK - … cuando hay noticia policial hay que cubrirla. Pero no todos los días hay noticia policial. Lo que creo que está mal es que haya un cronista policial y una sección policial de equis cantidad de minutos que hay que llenar todos los días. Porque ahí es que se bastardea el género, porque tú estás obligado a contar algo, no importa, y sí, todos los días hay algo.

RA - El comentario de Rosario apuntaba más a que ustedes pasaron por un tiempo de proceso largo de hacer las crónicas, de trabajo dedicado, pero también respecto a los hechos, a cuando ocurrieron los acontecimientos. El notero que está cubriendo un hecho policial relevante tiene que salir al aire en ese momento y se encuentra con información de esas horas, de lo que pudo recabar en ese momento, en cambio en el caso de ustedes en muchos casos incluso estaba la investigación judicial de por medio.

RC - En ese sentido Lourdes me respondió perfectamente cómo encararía ella un primer abordaje de la noticia. Lo que me parece que falta siempre en los medios es el "qué pasó con", luego de hecha la investigación volver sobre el caso con los datos que lo complementen. (A Lourdes) Tu respuesta me pareció la más apropiada en cuanto a que lo primero es el hecho más concreto objetivo y el contexto.

LR - El libro es un ejercicio a gran escala de lo que deberíamos hacer con la presión de un cierre o la presión de una salida al aire. Lo primero que tiene el periodista que tiene que salir a las 5, a las 6, a las 7 de la tarde, a la hora que tenga esa presión, es la fuente policial, porque en ese tiempo todavía la judicialización no es parte. ¿Y qué es un parte policial? El parte policial es una reconstrucción que hace la policía basada en las fuentes o en los testigos…

RC - O en lo que ve.

LR - … No es una verdad acabada, entonces cuestionar de dónde proviene esa fuente. Después viene el resto de las cosas. ¿Aporta verdaderamente que un periodista vaya a preguntarle a un vecino cómo era la vida del Fulanito que mataron? ¿Aporta con quién se acostaba la mujer víctima de violencia doméstica?

RA - Ahí estamos introduciendo otro elemento, estamos hablando de casos en los que en general no son figuras públicas, son personas comunes que de repente se ven involucradas en un hecho que toma notoriedad pública.

JB - Hay un aspecto importante de lo que decía Lourdes. Yo a la crónica del caso Natalia Martínez le puse "¿Culpable o inocente?" no solo porque hay indicios que te hacen pensar que es culpable y hay indicios que te hacen pensar que es inocente, sino porque está hecho adrede, me parece que el periodista no tiene que asumir el rol de juez, no le corresponde…

RC - Por eso especialmente dije que el título tuyo sí era un título…

JB - … tiene que poner los hechos y que el lector saque sus conclusiones. En definitiva cuando el periodista –lo noto con cierta frecuencia en el área policial y en otras también– quiere asumir ese rol que no le corresponde no funciona bien el sistema y no está haciendo su ejercicio profesional de buena forma.

DK - Hay dos o tres cosas que son muy específicas y tienen que ver con cualquier crónica policial aunque se trabaje en una hora: en lo posible no adjetivar. ¿Por qué tantos adjetivos calificativos cuando hablamos de la crónica oficial? Incluso algunos sustantivos se terminan convirtiendo en adjetivos, como "menor", que ya es una mala palabra. Precisión en la información, búsqueda de la mayor cantidad de fuentes, y lo que decía Javier, no prejuzgar. El prejuicio es algo muy común en la crónica policial. Los periodistas no tenemos por qué decidir quién es el responsable.

RC - Con qué derecho además establecemos que un sospechoso tiene que salir de frente y de perfil en la pantalla, por ejemplo. Recuerdan el caso de Pablito Goncálvez… Aparecía el novio y todos nos enteramos.

RA - Hay otros casos muy sonados, como el de la familia de los padres que acababan de perder a su bebé. Ante una primera versión de que el niño había sido abusado sexualmente y que esa había sido la causa de su muerte, se linchó públicamente a la familia, le incendiaron la casa, y después se comprobó que eso no había sucedido.

***

RA - Crímenes como los asesinatos de Natalia Martínez, Washigton "Bocha" Risotto o el trabajador de La Pasiva suelen colocarse rápidamente en la agenda periodística. Cuando esto ocurre, no solo la víctima queda en primera plana. También queda expuesta la propia crónica policial como género. Para algunos, la crónica roja minó su credibilidad como género periodístico.

En las noticias locales hace al menos dos décadas que el sistema político acusa a la prensa en general y a la televisión en particular de ser los principales responsables de la sensación de inseguridad pública. Y por estos días, un grupo de periodistas se propuso realizar una crítica al género, pero desde la propia crónica policial. Para eso, acaban de publicar el libro "Mala sangre", que reúne siete historias de crímenes como los que acabamos de mencionar. Hoy estamos conversando con Darío Klein, Lourdes Rodríguez y Javier Benech; Lourdes y Javier, dos de los periodistas que hicieron las crónicas.

Javier, vos te dedicaste al caso de Natalia Martínez Bengoa, que fue tan mencionado en aquel verano del 2007, en Piriápolis. ¿Por qué elegiste el tema?

JB - Es un tema que siempre me llamó la atención como espectador. Recuerdo que me sorprendía mucho que se le dedicara tanto espacio en los noticieros centrales, con móviles en vivo. Después, trabajando en los medios, te das cuenta de que era verano, había poca información, el caso reunía ciertas características que llamaban la atención…

RA - ¿Qué particularidades tenía que lo hacían tan resonante?

JB - Un balneario de la costa atlántica, en verano, una chica de clase media… tantos días desaparecida… Eran todos ingredientes que hacían al caso particularmente interesante. La investigación del caso también fue muy interesante, el expediente judicial es muy voluminoso, tiene más de 2500 hojas, es un caso muy interesante de investigar. Yo me quedo con la conclusión de la sentencia de casación que sacó la Corte el año pasado, por tres votos a dos, ratificando que encontraron a un chico responsable del homicidio de la joven. El hecho de que haya sido una votación tan reñida te muestra la complejidad que tiene el caso.

RA - De tu crónica se desprende que sigue despertando interés porque aparecen también muchas preguntas sin resolver. Si repasamos lo que tú mencionás en la crónica, se dice que según el análisis de ADN de los restos de las uñas de la víctima estos no coinciden ni con la víctima ni con el presunto victimario, no se realizó un análisis genético de la cuerda con la que apareció atada Natalia, uno de los principales testigos del caso aparece ahogado misteriosamente, a otro no se lo pudo ubicar…

JB - En efecto, son todos elementos que te hacen pensar acerca de la responsabilidad del joven que está inculpado del homicidio.

RA - Un joven inculpado que también cambia su versión…

JB - Por eso, es muy complejo el caso. En una primera instancia incrimina a un amigo suyo, después termina confesando el homicidio; en ningún momento dice que la mató, pero sí que se murió en el auto estando con él. Después dice lisa y llanamente que fue torturado por los policías para confesar… Tiene todos esos ingredientes que mientras iba leyendo el expediente y redactando me ponían la piel de gallina, porque son cosas que uno no se imagina que puedan pasar en el Uruguay actual, sin embargo él hace esa denuncia. La Justicia no le dio credibilidad, porque de hecho lo terminó responsabilizando tanto en primera instancia como en segunda instancia como en casación. Quiere decir que siguió todo el espiral de la Justicia con las garantías del debido proceso.

RA - ¿Cómo viste, a la luz del acceso a esa información, con el tiempo que tuviste, los trabajos que realizaron colegas en aquel momento, cuando el tema estaba tan presente?

JB - Es difícil a veces juzgar el trabajo de los colegas… Lo que hablábamos más temprano, cuando uno tiene las condiciones de hacer un trabajo más a largo plazo, viendo en detalle el expediente judicial… Yo vi notas de prensa del momento y es evidente que en la información policial hay carencias, se abusa de las fuentes policiales –lo que hablábamos hoy–, que se adjetiva sobremanera, que el periodista se pone en un rol que no le corresponde de juzgar… La típica de que a veces a un procesado ya se lo trata como culpable, eso es moneda corriente. Pero también es verdad que los colegas hacían el trabajo en caliente y yo tuve la posibilidad de verlo a la luz del tiempo, con esa frialdad que te da el tiempo y con la posibilidad de tener acceso al expediente judicial. Es difícil juzgar el trabajo de los colegas, aunque uno ve que hubo carencias en este caso y en la información policial en general.

RC - Los oyentes van por el lado de admitir que el hecho de que haya aumentado es lo que sorprende, más allá de la comparación con otros países del mundo. Otra persona dice: "A raíz de que se informa he aprendido a defenderme y tener los cuidados del caso", o sea que tiene una ventaja la crónica.

Pero Wilmar plantea una pregunta: "La crónica policial, al darle fama al delito, ¿promueve o aumenta el delito?". Es un tema que ha tenido que ver muchas veces con la difusión de noticias referidas a los menores de edad, infantojuveniles, como los llamás tú en la primera crónica, hoy infractores menores. Porque dicen que el infractor menor llega con otra carga a su reclusión cuando viene con "fama" mediática. ¿Hay algo de eso?

DK - Cuento algo que vi con mis propios ojos. En la excárcel de Miguelete, donde estaban recluidos los en aquel momento llamados infantojuveniles –hubo toda una lamentable generación de jóvenes que vivían en el barrio Borro, el más conocido era el Pelado, que fue una persona que rápidamente quedó marcada por algo que hizo a los 14 años…–, en los celdarios, en las paredes, estaban pegadas las crónicas policiales con sus nombres y sus fotos.

JB - Son como los sociales. (Se ríe.)

DK - Claro. Son sus minutos de fama.

RC - Minutos de fama que les dan unas enormes ventajas comparativas con el resto de los presos. Es una responsabilidad grave.

RA - Lourdes, tú trabajaste sobre la historia de Cinthia Sissi, una joven de poco más de 30 años que asesinó a su pareja, quien la sometía a permanentes situaciones de violencia doméstica. ¿Cómo te vinculaste a esta historia?

LR - Creo que busqué alguna crónica policial… Yo quería buscar un caso de violencia doméstica, porque uno de los temas que más me preocupan del tratamiento de los medios de comunicación en general es cómo se trata el caso de violencia doméstica. Y ahí está bueno responder a lo que planteaba ese oyente, si informar de un delito lo promueve o no lo promueve. Si yo informo a través de un hecho de violencia doméstica, en este caso se trata de una mujer que mata a su agresor. Si lo tuviera que informar lo informaría así, porque había una historia de siete años por lo menos de violencia doméstica, tenía medidas cautelares, lo había denunciado varias veces, en un pueblo chico además, en Nueva Helvecia… Hay una cantidad de elementos que aparecen en las crónicas sobre violencia doméstica, que en general terminan con una mujer asesinada, y las dos típicas son el consumo de drogas o de alcohol o que la mujer se había acostado con otro. Pero si bien esos son elementos de contexto, porque el consumo de alcohol y de drogas es un agravante en un ciclo de violencia doméstica, muchísimas veces están como justificando, esas dos cosas justifican la violencia que ejerce el varón hacia la mujer.

RC - En tu crónica, además –que encuentro una de las más interesantes, y habría elegido el mismo tema–, hay otro hecho que queda perfectamente claro, y es que en qué medida ni la Justicia ni la policía están preparadas para el juicio de estas mujeres. En el caso de esta mujer en particular, si bien estaban las medidas cautelares y todo, consideraron el hecho de que hubiera seguido aceptando a su marido y tener relaciones con su marido después de la medida como un agravante, sin entender la psicología de la persona con miedo y sometida. Entonces me pareció brillante: por falta de personal idóneo y capacitado, esta mujer termina culpable, con una condena terrible porque no fue bien juzgada.

LR - Ese fue otro de los puntos en que intenté aportar. Además de poner esos elementos en el contexto como me gustaría que estuvieran, aportar un poco sobre cómo los jueces, juezas, fiscales uruguayos aplican la jurisprudencia en violencia doméstica. En este caso me pareció muy sintomático, porque el juez y el fiscal se centran en la escena del crimen, en si el cuchillo estaba o no ahí preparado para ella, porque ella mata para defenderse… el juez se centra en si de verdad él la agredió primero, no la agredió primero… Intento aportar toda una jurisprudencia en formación, que ya tiene algún indicio académico en Uruguay con Mariana Malet, sobre la legítima defensa en violencia doméstica. ¿Qué sucede cuando el hecho de violencia no es inminente, es decir, no entro a mi casa, alguien me está robando y yo me defiendo, sino cuando ese hecho de violencia no tiene inminencia, sino que tiene una historia de violencia? Como esta mujer, que hacía siete años, por lo menos, que denunciaba no solamente las agresiones hacia ella sino también hacia sus hijos.

RA - En eso tu historia en particular tiene un enfoque diferente, el poner contexto, citás muchísima bibliografía y muchas entrevistas que realizaste, incluso la opinión del propio juez. Y la capacitación que tienen. Das varias visiones de por qué el juez tomó la decisión que tomó y hasta lo que afirma respecto de la capacitación que tienen ellos en cuanto a tratar este tipo de casos de violencia doméstica.

LR - Y sobre qué elementos se agarra. Porque el juez reconoce, en el propio expediente, que él no puede determinar si el cuchillo estaba cerca de ella cuando ella entró a la casa y él estaba en su propia casa, o si en realidad el cuchillo lo llevó él para matarse. Se agarra de eso, pero el primo del difunto, del agresor, que había estado la noche anterior con él y que vivía con él, declara en el parte policial –no ante el juzgado– que él le había dicho que la quería matar y que no se iba a ir a trabajar hasta que terminara "con esto". Entonces los elementos están ahí, pero cómo los actores judiciales aplican o se agarran de determinados elementos para poder juzgar. Y ahí aparece otro elemento: cómo los jueces son incuestionables.

RA - Un oyente dice que la crónica policial es absolutamente necesaria, entiende que hay que saber qué está ocurriendo, más allá de la sensación térmica, que no hay que hacer tal cosa, y sobre todo cuando se confunde con censura.

JB - Pero acá nosotros reivindicamos la crónica.

DK - ¡La reivindicamos, justamente!

JB - Es más, personalmente –y creo que compartimos en el grupo– me parece una de las más lindas, porque tiene una cantidad de ingredientes que la hacen muy atractiva. El tema es tratar de aplicar el mismo rigor y la misma calidad periodística que aplicamos a la información política, a la información económica, a las diversas áreas de la información, tratar de aplicarla también a los casos policiales. Consultar diversidad de fuentes, no prejuzgar… cosas obvias que uno hace en su trabajo cotidiano. Vemos que a veces hay carencias en el trabajo de la crónica policial en ese aspecto, cuando es una de las más interesantes para hacer y de las que la gente más consume también.

RA - ¿Qué debería dejar una buena crónica policial?

DK - Dejar buena información. (Se ríe.)

RC - ¿De qué manera? (Se ríe.) ¡Ese es el objetivo de todas las notas! En particular en la policial, una persona acá dice "yo aprendí a defenderme". Creo que hay otros objetivos.

RA - O en el caso de violencia doméstica también…

RC - O cuando dicen que es lo más interesante –no lo es para mí, pero tú mismo lo planteaste–, ¿interesante por qué y para qué? ¿Para qué puede servir la crónica policial?

LR - Creo que es un indicio de…

JB - … de la condición humana…

LR - … Lo que decía hoy, si bien es un hecho concreto de violencia, es un indicio de una cantidad de procesos de violencia simbólica, de procesos históricos y sociales que ocurren ahí. Por ejemplo en el asesinato de La Pasiva, que está en el libro y que no es el mío,  tiene que dejar una cantidad de aprendizajes, porque la primera lectura de los medios –o por lo menos hacia allí apuntaba por la manera en que estaba informado– era que habían ido a matar por un par de championes, cuando días después, en el proceso judicial, se desentrama que había por lo menos dos adultos que motivaron a hacer ese robo pero para matar o disparar al encargado de La Pasiva.

JB - Y a veces lo particular nos permite ir a lo general también. Un caso particular de violencia doméstica o de lo que sea nos permite ponerle rostro a una situación dramática que viven miles de mujeres en Uruguay, u hombres. La crónica bien redactada es atrapante.

RC - O de jóvenes que no se cuidan a la salida de un boliche.

JB - O de jóvenes que no se cuidan a la salida de un boliche. (Se ríe.) Pero nos permite ponerle rostro y hacer atractiva periodísticamente una situación que, como decía el oyente, puede advertir de una modalidad delictiva, de una situación social que se está viviendo… ¡Por supuesto que nosotros no estamos a favor de la censura! (Se ríe.) Todo lo contrario, queremos promover la información de calidad y una crónica policial a nuestro juicio bien hecha.

DK - El caso de La Pasiva, aparte, demuestra algo que yo siempre planteo, que como periodistas debemos desconfiar de nuestra propia percepción. A veces lo que vemos no es exactamente lo que ocurrió. Eso implica…

RC - … autocrítica.

DK - Y sí, y básicamente hacer buen periodismo. La crónica policial genera mucho interés en la población, porque tiene incluso dosis de entretenimiento. Por eso mismo eso nos tiene que llevar como periodistas a ser mucho más rigurosos, muy cuidadosos en cómo informamos. Y además no discriminar en la información, porque se nota muy claramente en la prensa uruguaya la diferencia entre cómo informamos cuando en el delito está involucrado un determinado sector socioeconómico y cuando el involucrado es otro. Tenemos que tener el mismo cuidado para una persona de los sectores más vulnerables que para una persona que comete un crimen económico.

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Transcripción: María Lila Ltaif