Si bien Pedrozo ha escrito algunas cosas para adultos, la mayoría de sus obras son dirigidas a niños y jóvenes. Para él, "una forma de escapar y revisitar la infancia, es escribir. La vida adulta a mí me cansa", agrega. Pero su infancia no estuvo vinculada tanto a los libros, sino más bien a la naturaleza, a la exploración. "Eso es la infancia para mí, esa libertad. Alguien se dio cuenta que esa inquietud se frenaba un poco si alguien le ponía un libro en las manos".

Sobre "La novia del incendiario", Sebastián dice que es una historia que "no la empecé a escribir para jóvenes, lo que hice fue escribir sobre jóvenes. Fue mi punto de partida". A partir de preguntas que se hacía el autor sobre sus vínculos, y cosas que había visto y le preocupaban, fue surgiendo la idea de escribir sobre esto. Posteriormente, en el trabajo de edición, la historia tomó un giro "para que quedará claro que le podría interesar sobre todo a los jóvenes".