La "otra" muerte de la poetisa uruguaya Delmira Agustini
Este domingo se cumplirán 100 años de la muerte de la poetisa uruguaya Delmira Agustini. El siglo de distancia de aquel episodio no ha conseguido borrar las pruebas que sugieren que el trágico final de la escritora fue distinto al que registró la historia oficial: un "crimen pasional" -como se decÃa en aquel entonces-. El periodista y escritor Diego Fischer se preguntó si realmente habÃa sido asÃ, por ese motivo se embarcó en el proyecto "Serás mÃa o de nadie", un libro que explora la vida familiar de Delmira y postula una nueva hipótesis sobre su muerte. En la entrevista también participó el médico forense Guido Berro, quien hizo una autopsia histórica sobre el caso.
(emitido a las 8.52 hs.)
EMILIANO COTELO:
Asà como el filósofo Carlos Vaz Ferreira definió el primer libro de Delmira Agustini como "un milagro", la muerte de la escritora bien podrÃa ser catalogada como un misterio.
(Audio Garo Arakelián, "Andes 1206".)
Este domingo se cumplirá un siglo de aquel suceso trágico del 6 de julio de 1914, que llegarÃa a ser casi tan famoso como la propia poesÃa de Delmira Agustini. Esa tarde se escucharon cuatro disparos en una pequeña habitación de la calle Andes 1206. En el lugar se halló el cuerpo de la poetisa junto al de Enrique Job Reyes, quien habÃa sido su esposo hasta un mes antes. En ese momento la opinión sobre el episodio no dejó lugar a dudas: habÃa sido un "crimen pasional", como se decÃa entonces, con Job Reyes como matador y luego suicida.
A 100 años de los hechos, ¿puede agregarse algo más?
Al periodista Diego Fischer le pareció que sà se podÃa, y se lanzó a investigar cuánta verdad existÃa detrás de lo que se habÃa publicado hasta ahora sobre Delmira y sobre su final. De esa manera nació "Serás mÃa o de nadie", un libro en el que relata lo que define como "la verdadera muerte de Delmira Agustini".
Aprovechando este aniversario que se viene, estamos con Diego para escuchar sus hipótesis.
Nos acompañan también MarÃa Eugenia Dupin y Rosario Castellanos.
Diego, quienes conocen tu obra saben muy bien que Delmira Agustini no es la primera poetisa sobre la que te has dedicado a escribir. De tus libros se destaca, por ejemplo, "Al encuentro de las tres MarÃas", publicado en 2008, sobre Juana de Ibarbourou. En algunas de las entrevistas que has dado sobre el tema y en el propio prólogo del libro dejás bien claro que no tenÃas la menor intención de investigar a propósito de Delmira Agustini. Sin embargo, determinados hallazgos y comentarios casuales te fueron llevando. ¿Qué pasó? ¿Qué tenÃas en el momento en que decidiste comenzar con este trabajo?
DIEGO FISCHER:
Después de la publicación de "Al encuentro de las tres MarÃas", mucha gente, amigos incluso, en la propia editorial, me dijeron "bueno, la próxima es Delmira", y yo decÃa que no. Porque consideraba que se habÃa escrito todo sobre Delmira, que no quedaba nada por contar, por investigar, por decir.
La cosa cambió, y de manera sustancial, cuando en una reunión familiar me encontré con una prima polÃtica que hacÃa muchos años que no veÃa, que fue vecina de puerta, ella y toda su familia durante toda la vida, de Enrique Job Reyes en Florida y de la familia Reyes en Florida.
EC - El Uruguay es muy chico.
DF - El Uruguay es muy chico. Y esta prima, MarÃa Julia Prato, me empezó a contar una cantidad de cosas. Además después me dio una mano, ella fue funcionaria judicial muchÃsimos años, entonces tenÃa un manejo de los expedientes y de la temática judicial muy importante que me ayudó mucho a la hora de la investigación en el Archivo Judicial de la Nación. Me empezó a contar una cantidad de cosas que ella habÃa vivido; por una razón cronológica no conoció a Reyes, tampoco habÃa conocido a su madre, o tenÃa una vaga referencia de su madre, pero sà conoció a las hermanas de Enrique, y estaban los cuentos y las historias vividas por su madre, por sus padres, que le habÃan llegado de manera directa.
De ahÃ, inmediatamente me dediqué a repasar en algunos casos, y a leer en otros, las biografÃas o los libros que investigaban la vida de Delmira. Y ahà empezaron las sorpresas. Sorpresas tales como encontrar una cantidad de errores de fechas, de nombres. No solo eso, sino comprobar que todos, todos los libros, excepto uno, se habÃan concentrado en la breve vida de Delmira y en su obra, fundamentalmente. No habÃan ido en lo que yo considero que es fundamental para ubicarnos en un personaje, cualquiera sea, antes de su nacimiento y después de su muerte. Y en el caso de Delmira es muy importante saber el origen, saber cómo estaba constituido ese hogar, asà como saber qué pasó después de la muerte. Además comprobé que todos, todos esos textos estaban basados en una única fuente: la familia Agustini y lo que la familia Agustini permitió que se dijera o lo que quiso que trascendiera sobre ese hecho. Ahà me dije: a mi juego me han llamado.
ROSARIO CASTELLANOS:
Seguramente vamos a abordar el tema de la familia. Porque más allá de decir que era una familia acomodada y conservadora, hay aspectos de esa familia que inciden directamente en la personalidad de Delmira. También es bueno recordar que esta mujer que nació en Montevideo en 1886 fue una poetisa que en vida publicó tres libros: "El libro blanco", en 1907, cuando tenÃa 20 años; "Cantos de la mañana", en 1910, y "Los cálices vacÃos", una versión ampliada y mejorada de la anterior, en 1913. Cualquiera de los tres supo cosechar elogios más allá de las fronteras, de los mejores escritores contemporáneos de habla hispana, como Rubén DarÃo y Miguel de Unamuno.
¿Qué agregarÃas sobre la poetisa Delmira que haya aflorado en tu investigación? Una poetisa que además supo ser particularmente transgresora, en cuanto denotaba un erotismo en su poesÃa que en la época se consideraba que la mujer no podÃa siquiera sentir, y mucho menos escribir sobre ello.
DF - De la investigación surge que Delmira tuvo detrás una gran operación de marketing…
RC - Que no hizo ella.
DF - No, la hicieron su madre y su padre ejecutando las órdenes de su madre.
EC - ¿Cómo era eso?
DF - Claro; cosa que era muy normal y muy común en aquella época y lo sigue siendo hoy: un autor que se quiere dar a conocer publica su propia obra, financia su primera edición. En el caso de Delmira la familia tenÃa los recursos, y era una mujer que tenÃa un talento, una inteligencia que sobresalÃa de la media. Entonces sus padres quisieron que se publicaran esos versos que, se ha comprobado, ella empezó a escribir a los 10, 12 años, y a publicar a los 15 en una publicación que se llamaba "La Alborada".
EC - Llama la atención que los padres fueran los agentes de marketing de esa hija poetisa, cuando lo que ella escribÃa tenÃa el contenido que tenÃa. TenÃa toda esa carga erótica de la que hablaba recién Rosario. ¿Eso les resultó tan natural, tan sencillo a esos padres?
DF - Creo que sÃ, porque Delmira fue un instrumento de esos padres. Fue el instrumento que ellos tuvieron para tratar de ascender socialmente. Y aquà vamos a una primera definición o a algunos de los hallazgos de la investigación. Al padre de Delmira siempre se lo presentó como un próspero hombre de negocios, hacendado que hacÃa negocios en la bolsa. Próspero era.
RC - Era prestamista, ¿no?
DF - Era prestamista usurero, pignoraba alhajas, y habÃa montado una ingenierÃa financiera sorprendente –hay documentos, esto no es novela– con la que tenÃa agarrada a toda la tropa del Ejército nacional, a algunos oficiales –obviamente en connivencia con polÃticos o generales de la época– y a varios legisladores que le habÃan cedido sus dietas a cuenta de un adelanto de dinero muy importante y pagando intereses de usura. Esto no lo digo yo, lo dice alguien que vaya si tiene y tuvo credenciales, que fue el profesor Barrán. De la Biblia para acá, la usura siempre ha sido condenada, y es mal vista hoy en dÃa también. Pero en el Montevideo del 900 ser usurero o prestamista equivalÃa a ser prostituta en el caso de las mujeres. Por tanto esa familia estaba relegada del patriciado o de la alta burguesÃa montevideana.
MARIA EUGENIA DUPIN:
Tú decÃs que esta familia tenÃa que limpiar el nombre.
DF - Asà es, entre otras cosas.
MED - Y no lo hizo solamente durante la vida de Delmira, sino también en forma póstuma.
DF - SÃ, por eso es tan importante saber qué pasó después de la muerte de Delmira y por qué llega a la muerte. Todo tiene un hilo conductor y todo tiene una razón. Esto fue presentado, y asà lo hemos recibido, como un crimen pasional. Pero no fue un crimen pasional, no fue un loco que mató a su mujer porque lo habÃa abandonado. No, esto fue en todo caso un crimen de amor o una tragedia de amor. Fue Romeo y Julieta en la calle Andes, si me permiten la comparación. Hay mucho de eso, hay capuletos y montescos también en esta historia, lo único que es real.
RC - En tu libro queda claro que hay una especie de disfunción emocional en Delmira provocada por su madre. Porque esta mujer que escribe y escribe como lo hace y sobre temas que en ese momento fueron muy transgresores, después escribe una carta que es realmente insólita cuando ya estaba de novia con Reyes: "La nena se encuenta un poco mal y hoy voy a esquibi bien poquito pala vengalme. No, ya no me vengo ma. Cariños de todos y de Delmira nena" [sic]. Es una carta escrita por una débil mental, aparentemente, está escrita asÃ.
DF - SÃ, son cientos las cartas asÃ.
RC - Evidentemente, ella vive de determinada manera o se expresa de determinada manera, y luego de noche, cuando nadie la ve, escribe esta otra poesÃa, que a mi entender es maravillosa.
EC - Veamos algún ejemplo de lo que escribÃa Delmira Agustini. ¿Cómo suena "El intruso"?
(Audio lectura "El intruso".)
"Amor, la noche estaba trágica y sollozante
Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
Luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
Tu forma fue como una mancha de luz y de blancura.
.
. . . .Todo aquà lo alumbraron tus ojos de diamante;
Bebieron en mi copa tus labios de frescura,
Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
Me encantó tu descaro y adoré tu locura.
.
. . . .Y hoy rÃo si tú rÃes, y canto si tú cantas;
Y si tú duermes duermo como un perro a tus plantas!
Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
Y tiemblo si tu mano toca la cerradura,
Y bendigo la noche sollozante y oscura
Que floreció en mi vida tu boca tempranera!"
(Fin.)
EC - No sé si esta es una pregunta para Diego o para un crÃtico o para un psicólogo. ¿Cómo se entiende ese contraste entre esas dos Delmiras?
DF - Delmira vivÃa en una suerte de esquizofrenia permanente. En la casa frente a sus padres y hasta frente a su hermano, porque tenÃa un hermano cuatro años mayor…
RC - Absolutamente relegado.
DF - Totalmente.
RC - Se salvó por eso.
DF - (Se rÃe.) ¡No sé hasta dónde! Porque al final del libro… no lo vamos a contar, pero se dan algunas pautas que confirman esto. Frente a sus padres y a ese hermano era "la nena" que escribÃa como una tonta.
RC - Y tenÃa muñecas en su habitación.
DF - TenÃa muñecas. Y las primeras cartas a Enrique están escritas como esa carta que leÃste. Pero a los pocos meses que formalizan el noviazgo, que él entra oficialmente a esa casa y se conceden el tuteo, las cartas de Delmira y Enrique son de dos personas normales.
MED - Cambian de tono.
DF - Totalmente. Y también maravilla la prosa de Delmira, cómo escribe esas cartas, más allá de la poesÃa. Porque la poesÃa no la analicé, obviamente no la ignoré, pero este no es un libro de poesÃa ni mucho menos. Pero cómo se expresa, la riqueza de lenguaje para una mujer que no fue a la escuela, que no accedió ni leyó a los grandes clásicos o a los clásicos de su época, que no tenÃa una gran biblioteca. Son una serie de misterios que hay en esa mujer que en las cartas –en las cartas que le manda a DarÃo, que le manda a mucha gente– se expresa de una manera maravillosa, con una riqueza de lenguaje y con un manejo del idioma español estupendo.
RC - Tú decÃas que no recibió educación. Pero sà la recibió en su casa. Creo que aquà hay un tema que tiene que ver con esa madre –a quien en algún momento Aurora Curbelo cataloga de monstruo– que, más allá de haber sido una gran operadora de marketing, de alguna forma de apropió de la vida de su hija. Porque antes aún de saber que un dÃa iba a ser famosa la retuvo en su casa hasta para que no se moviera de allà para recibir instrucción. Es patológico.
DF - Exacto. Y en el padre también hay una patologÃa. Un hombre que tiene una obsesión con la fotografÃa, y fotografÃa a esa niña; por eso hay tantas fotografÃas de Delmira. La primera fotografÃa que hay es del dÃa del bautismo, de enero de 1897, y las últimas fotografÃas –que dan la pauta de que algo no andaba bien en la cabeza de ese buen señor– son de cuatro dÃas antes de la muerte, en las que se ve una Delmira en estado depresivo, de angustia.
RC - Y de abandono personal.
DF - Y de abandono personal. Yo me pregunto, como padre, qué disfrute, qué placer puede haber en retratar a una hija o a un ser querido en ese estado anÃmico.
***
EC - Este domingo se cumplirán 100 años de la muerte de la poetisa uruguaya Delmira Agustini. Desde aquel momento, aquel fallecimiento, un fallecimiento trágico en la pensión de la calle Andes 1206, ha sido casi tan famoso como la poesÃa de la propia Delmira.
Llegó el momento, aparentemente, de que conozcamos lo que realmente sucedió con aquella escritora. Eso es lo que nos propone Diego Fischer, que ha publicado el libro "Serás mÃa o de nadie", una investigación con la que procura demostrar que las cosas no sucedieron como dice la historia oficial.
***
EC - Con MarÃa Eugenia y Rosario estamos conversando con Diego Fischer, y quizás este sea el momento de empezar a hablar de la vida amorosa de Delmira Agustini.
(Audio canción de Andrés Stagnaro, "Ojos moros".)
"En tu frialdad se emboscaban
Los grandes esclavos moros;
Negros y brillando en oros
De lejos me custodiaban.
Y devorantes soñaban
En mà no sé qué tesoros
Tras el cristal de los lloros
Guardaban y amenazaban.
Ritmaban almas angélicas
Ritmaban manos luzbélicas…"
(Fin.)
RC - Creo que antes de empezar con el tema concreto del hecho en sà de la muerte de Delmira en manos de su esposo habrÃa que hablar de la sexualidad o la vida amorosa de Delmira. Porque esta mujer, que seguramente ruborizó a todas las mujeres de su época y debe de haber escandalizado a más de una, luego no se sabe muy bien cómo desarrolló su vida personal. En todo caso sà se sabe que su amiga Aurora Curbelo, la médica además que la atendió siempre, tuvo que hacer una revisación y comprobar su virginidad antes del casamiento con Reyes.
DF - Por exigencia de su madre.
RC - Con ella presente.
DF - Con ella presente. Un acto que a mà me sonó a violación. SÃ, Delmira llega virgen al matrimonio, y todos esos amantes que se decÃa que tenÃa, si los hubo, fueron de papel. Y llega al matrimonio, se casa con el hombre que quiso.
RC - Que eligió, además, contra la voluntad de sus padres.
DF - Contra la voluntad de su madre, que se opuso desde el primer momento a que Enrique Job Reyes pudiera ser el marido de su hija.
MED - Se podrÃa decir que antes, durante y después.
DF - Totalmente. Fue un noviazgo que duró cinco años y que cumplió con todas las normas, pautas y requisitos de la época.
RC - Mucho menos que el casamiento…
DF - La convivencia del matrimonio duró 58 dÃas, en el dÃa 58 la madre la secuestra o la arranca del hogar que habÃa formado con su marido. No es aquello de que ella abandonó al marido y apareció en su casa diciendo esa frase que se ha repetido hasta el cansancio: "Mamita, no puedo más con tanta vulgaridad". No fue asÃ, eso es parte de lo que la familia Agustini hizo trascender.
MED - Después siguieron nueve meses de divorcio.
DF - Dos divorcios, dos expedientes de divorcio.
RC - En distintos términos, además.
DF - En distintos términos. Primero fue lo que se llamaba "divorcio de los católicos", la "separación de cuerpos": se extinguÃa el vÃnculo marital pero los cónyuges no podÃan contraer nuevas nupcias. La demanda la presenta además avalada por el redactor de las leyes de divorcio de 1907 y 1910, el doctor Oneto y Viana; es durÃsimo el primer escrito. Ese expediente se presenta en noviembre y muere, se deja morir. En marzo sà se presenta la demanda ya sà por divorcio.
Ahà empiezo a reafirmar mi tesis del pacto suicida o de la historia de amor con este final. Porque si uno mira detenidamente el expediente del segundo divorcio, encuentra cosas como, por ejemplo, que los dos testigos de Delmira son los mejores amigos de Enrique Job Reyes.
RC - Eso contrasta además con los argumentos del primer trámite, en el cual aparece una forma de desacreditar a Reyes hasta dudar de que cumpliera con su obligación marital. Él responde con una carta en la que aparece un elemento que luego tú incorporás supongo que como parte de la novela, una conversación de la madre en la cual esta le pide que no consuma el matrimonio porque una poetisa no puede a su vez ejercer como mujer.
DF - SÃ, la madre, entre otras cosas, en esa locura, le exige a Reyes que no consuma el matrimonio, decÃa que si Delmira perdÃa la virginidad iba a perder ese don, que según la madre tenÃa.
MED - Muestra esa faceta morbosa de la madre.
DF - Absolutamente, una cosa hasta repugnante. Además la madre tenÃa en la manga otro candidato para Delmira que reunÃa las condiciones que ella querÃa. Ricardo Más de Ayala, un joven de fortuna, de abolengo, de una familia tradicional, era el hombre indicado, según la madre, para casarse con su hija.
RC - Pero vayamos al tiempo en que duró ese segundo divorcio que finalmente se concreta, durante el cual la pareja mantiene el vÃnculo a escondidas de la madre.
DF - Una vez que ella es arrancada, a partir de marzo se registran encuentros dos o tres veces por semana en la calle Andes 1206, donde finalmente va a suceder la tragedia. Delmira sale a las tres de la tarde y vuelve a las cinco y media, cuando en aquella época una señora o señorita no salÃa sola de su casa. Ahà hay un elemento que rechina un poco.
RC - Y mucho menos mantener a escondidas eso. En una aldea como Montevideo seguramente la gente sabÃa.
DF - Por supuesto. Y eso es muy importante, toda esta historia se dio en un radio de ocho, diez cuadras.
EC - ¿Cómo aparece la hipótesis entonces de que aquello no fue un asesinato?
DF - En ese segundo expediente del divorcio. Ese divorcio sale a una velocidad de vértigo. Muchas veces el juez va avanzando en las instancias en que deben ser notificadas las partes, y no va el notificador, van Enrique y Delmira a notificarse al juzgado, y en algunas oportunidades se encuentran en el propio juzgado. ¿Cuál era el sentido de todo esto? Divorciarse, cortar ese vÃnculo, como lo exigÃa doña MarÃa Murtfeldt, la madre de Delmira, e irse a vivir en principio a Buenos Aires. De esa manera cumplÃan con las dos partes.
EC - Ahà empezaste a pensar que lo que habÃa ocurrido no era que Enrique Job Reyes habÃa matado a Delmira y después se habÃa suicidado, sino que habÃan acordado morir juntos.
DF - Tengo allà un papel, que está transcrito aquÃ, que es la última esquela que Delmira le manda a Enrique, que es una invitación a la muerte, a morir juntos. Delmira era una mujer muy desprolija, escribÃa en cualquier lado; está escrito en la portadilla de un libro que se llama "Maridos y mujer". Es una novela rosa francesa del siglo XIX, me costó mucho tiempo conseguirla por internet, la conseguà en España. Y atrás, escrito con esa letra prácticamente ininteligible de Delmira, habla del honor, de cómo el honor se recupera, pero que la solución es que ella se inmole. Es una invitación a la muerte.
RC - Pero además, para apoyar esta interpretación, tú recurriste a tres fórmulas bastante atÃpicas. Una sà tÃpica, una carta de su amiga Aurora Curbelo en la que define algunas cosas como esa condición de la madre. Pero las otras dos, un estudio grafológico y la actuación de Guido Berro, médico forense, en una autopsia histórica creo que es el verdadero aporte novedoso de esta teorÃa.
DF - SÃ, el aporte del doctor Guido Berro es fundamental. Yo le proporcioné toda la información que tenÃa, toda la documentación, incluso los croquis que la prensa de la época habÃa publicado, para que él estudiara todo y elaborara el informe que figura en el libro.
EC - Vamos a averiguar un poquito sobre cómo se hace una autopsia histórica.
Está el doctor Guido Berro en lÃnea telefónica.
¿Puede explicarnos qué es ese tipo de investigación?
GUIDO BERRO:
Diego Fischer me alcanzó una cantidad de documentos –que agradezco muchÃsimo porque me fui metiendo en un tema apasionante– y elaboramos una investigación de una muerte en forma muy diferida, sin acceso al cadáver o a sus restos y sà a la documentación existente. Vale la pena destacar que entre esa documentación existente faltaba una fundamental, que es la autopsia del doctor Ferrer, que "casualmente" no está en el Archivo Judicial. Están los expedientes previos y posteriores, pero el del 6 de julio con la autopsia no está. Eso también llamó mucho la atención.
Una autopsia histórica conceptualmente es la interpretación de hechos conocidos a través de una visión actual, de documentos y testimonios, especialmente documentos médicos, que refieren a valores médico-legales.
RC - Para llegar a esta conclusión: "Todo el análisis médico-legal del caso y las circunstancias a través de la documentación permiten afirmar que se trató de un pacto suicida".
¿Cuáles fueron los elementos que usted tuvo fundamentalmente en cuenta?
GB - Llegué a la conclusión de que es una muerte diádica (muerte de dos personas o más vinculadas muy fuertemente). La muerte diádica puede comprender homicidio con suicidio, pero también los llamados pactos suicidas, cuando dos personas o más convienen en quitarse la vida juntas.
MED - ¿Cuál es la probabilidad de que haya sido un caso o el otro, un pacto suicida o un homicidio?
GB - En el análisis nos inclinamos fuertemente por el pacto, dirÃa que casi sin dudas.
MEC - ¿Esto es más común en este tipo de muertes entre personas fuertemente vinculadas?
GB - No, no, analizando la escena y los hallazgos, incluso las heridas.
EC - ¿Puede enumerar esos indicios?
GB - Tres de la tarde, un apartamento cerrado por dentro, en orden, los cuerpos semidesnudos… ella más que desnuda estaba con una camisa de él, o sea que probablemente hubiesen estado haciendo el acto sexual. El cuerpo de ella yace junto a la cama en el piso y en el espejo que está yacente o muy cerca hay manchas de sangre, o sea que estuvo de pie frente al espejo. Las heridas son a boca tocante, con el arma fuertemente apoyada en la sien, tiene dos disparos en la sien, uno de ellos con salida, que además o salpicó el espejo o fue una bala que se incrustó y quedó en un cuadro; pero esa puede ser de un primer disparo que no efectuó sobre sà misma sino de prueba.
Ella cae al piso, seguramente con vida, recibe un segundo disparo, que puede haber sido hecho por él, y el cuerpo de él, que mostraba algún signo de vida y después es puesto sobre la cama, cuando ingresa el comisario y el médico forense, está apoyado sobre el pecho de ella, recostado sobre ella, también con un disparo en la sien con un arma que está cerca de su mano, una Smith & Wesson 38 con indicios de haber sido fuertemente apoyada, bien de tipo suicida, ambos. Ella no tiene ningún signo de defensa. Es decir que, sabiendo cómo era su personalidad, lo único que cabe plantear prácticamente es el acuerdo, el pacto.
RC - El primer disparo, ese que dio contra el cuadro, que usted interpreta que puede haber sido de prueba, ¿también se le adjudica a Job Reyes?
GB - No, no, puede haber sido ella, que no conocÃa de armas. Él sà era un buen tirador, habÃa sido policÃa.
RC - Pero ¿por qué no interpretar que ella ahà intentó pegarle a él y defenderse de alguna forma?
GB - No hay ningún signo de lucha, ella está desnuda con la camisa de él, perfectamente puesta, sin ningún tipo de signo de lucha en los antebrazos ni en las uñas ni nada. Lo que se puede apreciar en la crónica, en las fotografÃas y en los documentos que tenemos –como digo, falta la autopsia– es suficiente como para pensar que no hubo ninguna resistencia. Tres de la tarde, no estaba dormida, no fue sorprendida, la muerte no es en la cama, es en el piso, el charco de sangre está debajo de su cabeza, la salpicadura fue que primero, estuvo de pie y cayó probablemente todavÃa con vida y ahà recibe el segundo disparo, que sà debe de haber sido de él, en el oÃdo. Primero en la sien, luego en el oÃdo, los dos apoyados.
MED - ¿Cómo se explica la ausencia de la autopsia? ¿Es algo común?
GB - No, no, claro. Da para desconfiar que se haya sacado del legajo. Porque en el archivo judicial falta, pero hay documentos del dÃa anterior y del dÃa posterior. Quizás la conclusión del médico forense actuante, del médico policial actuante, el doctor Ferrer, fuera en el sentido del pacto suicida y no convenÃa que eso quedara por escrito. Es una mera especulación, pero por algo no está.
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EC - Diego, ¿qué ibas a agregar a lo que dice el doctor Guido Berro?
DF - Que hay algo de de profesÃa autocumplida en todo esto. En la carta de don Miguel de Unamuno, don Miguel le subraya: "Qué obsesión tiene usted con la cabeza de su amante o de su amado o la cabeza de Dios muerta y en su pecho".
MED - A raÃz del poema "Lo inefable".
DF - A Unamuno lo deslumbra ese poema. ¿Y cómo mueren Delmira y Enrique? Delmira muere con la cabeza de su amante, su exmarido, en el pecho.
RC - Tú en algún momento declaraste que la intelectualidad contemporánea le habÃa dado la espalda, entre las cosas que describes en el libro está la absoluta ausencia de la gente de letras que antes la habÃa elogiado. El propio Vaz Ferreira que la habÃa llamado "un milagro" no apareció en el entierro, tampoco MarÃa Eugenia. Creo que ese fue un primer sÃntoma de que las cosas no debÃan ser tan claras como las contaba la familia. Hay una condena en eso. ¿Por qué? ¿Qué condenaba esa gente?
DF - Yo no me lo planteé asÃ, y te agradezco que lo hayas planteado. Mi visión fue de la hipocresÃa de la sociedad uruguaya al ver el escándalo que fue esto, porque fue un escándalo.
RC - ¿No los escandalizó antes? Más escandalosa fue la poesÃa de ella, y no los escandalizó.
DF - Pero esto era una muerte. Además la cobertura mediática que tuvo, que lógicamente correspondÃa –no empecemos con aquella vieja historia de que la culpa la tuvo la prensa–. Hay que ver la portada de los diarios, de diarios que no tenÃan… porque La Tribuna Popular era un diario un poco amarillista, pero El DÃa, La Razón, La Nación de Buenos Aires… Fue una noticia que conmovió al RÃo de la Plata. ImagÃnense en aquel Montevideo… Hoy serÃa noticia.
RC - Claro, pero también serÃa noticia condenable el hecho de haber pensado que era un suicidio, cosa que por ejemplo Zorrilla de San MartÃn nunca habrÃa admitido.
DF - No, claro, y por eso El Bien Público apenas da la noticia. Y don Juan, que habÃa sido testigo del casamiento, no aparece en el velatorio.
(Audio "Explosión".)
". . . .Si la vida es amor, bendita sea!
Quiero más vida para amar! Hoy siento
Que no valen mil años de la idea
Lo que un minuto azul del sentimiento.
.
. . . .Mi corazón morÃa triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea;
¡La vida brota como un mar violento
Donde la mano del amor golpea!"
(Fin.)
EC - El último mensaje que llegó de la audiencia es de Pablo del Cerrito que quedó muy entusiasmado con la entrevista y dice: "Voy a leer ese libro".
Me alegra, porque la idea era esa, que los oyentes después profundizaran. Acá apenas si hemos dado algunas pistas sobre lo que Diego Fischer investigó y plasma en este libro, "Serás mÃa o de nadie. La verdadera muerte de Delmira Agustini".
DF - No es un libro de poesÃa, lo que hace es plantarse en la vereda de enfrente de todo lo que se ha dicho y se ha escrito sobre Delmira ahora. Con la pretensión de que encontremos la verdad o que el lector saque sus propias conclusiones acerca de esta historia, que ya es una leyenda y es un mito
. Porque los uruguayos estamos muy acostumbrados a recibir una "historia hemipléjica", con una sola mirada.
***
Transcripción: MarÃa Lila Ltaif