ENTREVISTA

Santullo: "No soy músico, soy un tipo que hace música"

Fernando Santullo, sociólogo, periodista y músico, conjuga universos sin prejuicios. No teme repetirse, y si lo hace, quizá no sé dé cuenta. La búsqueda, en cualquiera de los mundos que recorra, se somete al esfuerzo consciente de conocer nuevos estímulos y emociones. De "tapar agujeros" en distintas secciones de La República a escribir críticas musicales para Posdata, de encarar la sociología en formato freelance a vivir de la música, Santullo contó a Espectador.com de qué viene "El mar sin miedo", el último disco que lo trae por Uruguay.

Por Martín Fernández

Establecido en Barcelona desde 2001, entiende que la música que hace "no encaja mucho en la escena española". Hoy, reflexiona, "ponerme a hacer canciones metaleras de riffs complicados afinadas en re y ponerme a ladrar arriba es una cosa que fue linda en 1995, pero hoy me resulta aburridísimo. Las cosas que pasan en El mar sin miedo no son estilo El Peyote Asesino. No podés estar midiendo la música que vas a hacer en términos de si un grupo de fans va a pensar esto o lo otro; caer en eso es el suicidio artístico, no tiene ningún sentido".

No se considera músico por el simple hecho de no haber estudiado."En este momento soy músico porque me dedico la música; en otro momento fui periodista porque me dediqué al periodismo. Quiero decir que no tengo formación. Llego a la música porque me interesaban otro montón de cosas, soy melómano. No soy músico, soy un tipo que hace música. No quiere decir que no haga las veces de músico: compongo", sentencia.

-    ¿En qué momento dejaste de vivir para la música y empezaste a vivir de la música?

-    Vivo de la música desde hace muy poco tiempo, desde la salida de Bajofondo presenta Santullo, quizá un poquito antes. Fue una oportunidad: salía de un trabajo en periodismo en Barcelona que empezó a ser paspante. Una de dos, o conseguía vacaciones para mezclar el disco en Los Ángeles o tenía que ocurrir algo, y ocurrió algo: me despidieron. Con la guita del despido pude plantearme dedicarme a la música. Pintó eso y me vino bárbaro. El Peyote Asesino y Kato fueron intentos de vivir de la música, pero teniendo siempre presente que es muy difícil vivir de la música.

-    Se dice que el periodista tiene horario de entrada, pero no de salida, ¿cómo es la rutina del músico?

-    Me cambió totalmente. En Barcelona entraba a las diez de la mañana y salía cuando terminaba de editar: con suficiente velocidad me iba a las cuatro de la tarde, sino a las ocho de la noche. Pensé que era una mejora trabajar por mi cuenta; en algunos aspectos sí, en contrapartida no tenés un horario ni tenés fin de semana. Me ha costado cortar como para irme de vacaciones tres semanas, recién este año paré un mes. Sos tu propio 'jefe´ y a la vez laburo con gente de distintas partes del mundo, todos tienen horarios diferentes y siempre estás a la orden del correo electrónico. Es más difuso, tiene cosas buenas y malas: tu vida termina impregnada de laburo, lo cual no es necesariamente malo.

Fundador de El Peyote Asesino y Kato, Santullo no tiene temores en el rubro artístico. "Sí en lo económico. Artísticamente hace tiempo que voy a donde tengo ganas de ir, lo que no quiere decir que uno se ponga a hacer rarezas y paisajes sonoros de 35 minutos", aclara.

El mar sin miedo (Bizarro, 2014), disco sucesor de Bajofondo presenta Santullo (2009) y Canciones del futuro reciente (2012), es fruto de un proceso creativo aleatorio. "Nunca dejo de componer: hay canciones que desarrollo un poquito, otras las dejo más terminadas, otras tienen letras para un lado y terminan con otra música. Empecé en 2010", resume. Se presentó al Fondo Nacional de Música (Fonam), obtuvo un pequeño y necesario impulso financiero. Después, recurrió a la plataforma Ideame y consiguió financiamiento en base a colaboradores que creyeron en su proyecto.

-    ¿Qué es "El mar sin miedo";?

-    Es el disco más personal, en el que menos mano de otra gente hubo en la composición. Las canciones son más modernas, con recursos más actuales y un sonido más fresco.

-    Es un disco en el que cantás más, ¿lo buscaste?

-    Fue ocurriendo, quería hacer cosas más cantadas. La música que estoy escuchando ahora y la que tengo ganas de hacer tiene más melodía. Desde el último disco estuve escuchando metal progresivo, black metal noruego, electrónica absolutamente abstracta y todo lo que hay en el medio: cualquier porquería que haga David Guetta, que lo escucho porque me gusta saber qué recursos usa el tipo, hasta The Black Eyed Peas. Soy absolutamente omnívoro; eso no quiere decir que vaya levantando pedacitos de cada cosa y que después haga un collage.

-    ¿Cambió tu forma de digerir la música?

-    Lo que pasa es que ahora es infinitamente más fácil acceder a cualquier cosa. El verso de que ya no se hace música buena es mentira: sos un perezoso y no te tomás la molestia. Se hace tanta música buena y mala como en cualquier momento. Si te las pisas, te quedás con lo que te dice una revista, es un problema tuyo, no de la música. Encuentro un disco, al que puedo llegar porque sigo al sello, al productor, al artista invitado; voy guiándome por afinidades artísticas entre artistas. A la música llego por mi cuenta.

-    En tu adolescencia, cuando escuchabas música con Juan Campodónico, ¿esperabas de la música lo mismo que hoy?

-    Siempre busco cosas que me conmuevan, que me emocionen y me entusiasmen. De repente, a los 25 años me emocionaba un tipo haciendo doble bombo en un tema metalero y ahora me entusiasma un paisaje electrónico abstracto. No son etapas ni cosas que se superan. En la música uno acumula y tenés tanta posibilidad de acumular como tu cabeza aguante. No niego esas cosas, pero sigo atento a lo que está ocurriendo.

-    La intervención de Campodónico en el disco nos recuerda al guitarrista de El Peyote Asesino.

-    Eso fue intencional: le pedí un solo satánico y lo hizo. Siempre lo peleo diciéndole que es un guitarrista del carajo: 'Está perfecto que produzcas y que a la vez seas súper sofisticado, pero de vez en cuando meté un solo de esos cabrones que sabes meter vos´. Juan está volviendo a tocar la viola en su proyecto y en Bajofondo, algo que deberíamos agradecer todos los que nos gusta la guitarra. En "No hay vuelta" toca la guitarra rítmica y después dispara un solo: quería tener al Juan rítmico y al que hace solos.

"No hay vuelta"

-    El mar… es un disco que tiene rock, hip hop, milonga e incluso murga, ¿qué contacto tenés con esa cultura?

-    Ninguno. Cuando era guacho y llegué a Uruguay me impactó mucho escuchar a Jaime Roos, Jorge Galemire, Fernando Cabrera; esa música es parte de mis herramientas habituales. El candombe no lo tengo que buscar mucho, siempre estuvo ahí, es una herramienta. Cuando me saqué el corsé de tocar en una banda de rock, esas cosas aparecieron porque estaban ahí. Los géneros que están en el disco se mezclan, pero no aparecen tan claros.

Las canciones de Santullo nacen en la computadora: "Estoy haciendo cosas, tocando porquerías con el teclado y escribiendo. Me paso demasiadas horas en la computadora", sostiene entre risas. Antes, caminaba las calles, viajaba en tren u ómnibus y anotaba las ideas en una "libretita"; ahora, escribe en un smartphone y lo vuelca a la computadora.

-    Otro invitado es Pablo "Pinocho" Routin.

-    "No hay vuelta" es una canción, a nivel compositivo, bastante sofisticada. Los invitados hacen cosas muy buenas. "Pinocho" canta murga sin que parezca murga: le metimos una distorsión en la voz que quedó medio murguero Beastie Boy. Nos conocemos hace muchos años y cuando aceptó participar sabía que alguna judeada le íbamos a hacer y que la idea no era tener un coro de murga, sino tenerlo a él cantando.

-    Hay una parte de la letra de "Pedalear" que es bien contundente: "En el pelotón soy uno más tragando tierra desde atrás, 'veremos´ dijo un ciego y a mí me gusta ver hacia dónde me muevo, la patria, la tumba, la gloria, todo eso me chupa un huevo, lo que me importa es tener la libertad de no seguirles el juego", ¿qué se te pasó por la cabeza?

-    No soy muy partidario de explicar las letras, pero no hay que explicarla demasiado. Es una cita del himno patrio, que como todos los himnos me parece una reverenda porquería, o más bien, una porquería digna de la época en que fue escrito. Antes tenían un sentido; para mí es una tontería que les siguen enseñando a los niños que viven en una democracia moderna, pajerías sobre cañonazos, la tumba, la sangre y no sé qué. Morir por la patria, la gloria y todo eso son pajerías. La lucha de uno, como la entiendo, es encontrar un espacio en el que puedas ejercer tu autonomía y crecer como ser humano. Esa autonomía no la lográs yéndote a vivir a un rancho en Cabo Polonio, lo lográs en cosas cotidianas.

-    Estás acostumbrado, y se nota en el disco, que escribís las letras en primera persona. ¿Hablás de vos o son otras personas, inventas personajes?

-    Son todos personajes. Si me pasaran todas esas cosas que están en el disco mi vida sería un infierno. Tiene que ver con otra cosa en realidad: soy un lector furibundo de novela negra. En un porcentaje altísimo de las veces, habla en primera persona; el detective, el policía, el criminal. Ayuda que mis letras tienden a ser visuales. Cuando no quiero que sea en primera persona tengo que hacer un laburito y sale "El arma" o "La humedad". Lo que me sale naturalmente es la primera persona y construir la letra así.

"Contraluz"

-    Frank Zappa decía que "el periodismo musical consiste en gente que no sabe escribir, entrevistando a gente que no sabe hablar, para gente que no sabe leer". ¿Coincidís?

-    Sí, es un poco así. La crítica, para mí, tiene un sentido y es informar de manera informada. En los hechos no es siempre tan así. A veces la gente le da pelota a la crítica, pero no hay que hacerle ningún caso. La única crítica válida es la emoción, la sensación que te provoca lo que escuchás. A mí no me importa lo que le gusta al crítico, sí la información sobre el artista.

-    ¿Cómo recibiste las críticas sobre tu trabajo?

-    Hubo de todo; gente a la que le gustaba y gente a la que no. Mentiría si dijera que no me calentaba, pero a la vez entiendo que cuando haces música, como en todos los rubros de la vida, hay gente a la que le gustará y a la que no. Tenés que aprender a convivir con eso. Nada de lo que dijo la crítica, a mí me hizo ir para un lado o para otro; tampoco un buen amigo.

Santullo se presenta el 15 de noviembre en Montevideo Music Box. Entradas $350 en Abitab.