Arquímides Puccio es un padre de familia oscuro, siniestro y por momentos violento. Completamente distinto a la percepción pública de Guillermo Francella, al igual que a su bagaje cómico, cosa de la que él fue consciente a la hora de prepararse para el rol.

"Busqué despojarme de cualquier recurso que uno trae, porque cuando te convertís en alguien muy popular, siempre un gesto, una mirada, una transición, un silencio, una levantada de ceja, en el mundo entero, muchas veces los directores no te convocan por miedo a que la sola presencia del actor distraiga el cuento que quieren contar", dijo el actor durante la entrevista en Suena Tremendo.

"Ni yo me reconocía, este fue el objetivo: no reconocerme ni en un fotograma fue la labor cumplida. Hasta mi espalda no es la misma que la espalda de Arquímedes", aseguró Francella.

"Cuando uno empieza a explorar algo diferente en lo interpretativo es muy jugoso. Sacarte o ponerte capas. Siempre intenté ser muy transparente en todas mis interpretaciones, muchas veces buscando la complicidad con el público. De la mirada, el gesto. Lograr cosas con la comedia, pero también buscar otro rol y poder mostrar esta faceta".

¿En algún momento hubo dudas de que Francella pudiera dar un giro tan drástico? "Ahí está la tarea de confiar en el actor, como lo ha hecho Pablo Trapero: yo confiar en él y él en mí", aseguró, elogiando al director de la película.

Sin embargo, tal vez haya algo del Francella que todos conocemos en Arquímides Puccio.

Pese a su oscuridad, Puccio es un hombre de familia, respetado y hasta querido por su comunidad. "Él director me decía que Arquímedes tenía mucha empatía con los vecinos", contó el actor, "esa es la empatía que él ve en mí con la gente, esa fue una de las causas de su elección en el protagonista".