Filólogos salen volando por una ventana tras leer a Dante
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Un grupo de 34 filólogos sale volando por una ventana de la sala de la orden de Malta en Roma el día de Pentecostés de 2013, mientras se celebraba un congreso sobre la Divina Comedia. Una locura imaginada por Sybille Lewitscharoff, una de las figuras más relevantes de la literatura alemana actual.
"Das Pfingswunder" ("El milagro de Pentecostés") es el título del libro, publicado este otoño por la editorial Suhrkamp, en el que los filólogos abandonan súbitamente el análisis de la obra de Dante Alligheri para empezar a hablar en diversas lenguas muertas y ser arrastrados por un torbellino en medio del júbilo.
Lewitscharoff -Premio Georg Büchner de 2013- continua en este libro su estilo que mezcla la erudición y la ironía, típico de otras obras suyas ya publicadas en español -por la editorial argentina Adriana Hidalgo- como "Blumenberg" o "Pong".
Sólo uno de los filólogos presentes en el congreso, el profesor alemán Gottlieb Elsheimer, no es arrastrado por el torbellino y es el encargado de contar la historia en el libro de Lewitscharoff.
Elsheimer al comienzo se niega a hablar de milagro y se refiere a lo ocurrido como el "incidente".
Los hechos lo han dejado consternado y ha decidido no contestar llamadas telefónicas ni correos electrónico y tiene sin abrir sobre su escritorio una carta del marido de una las profesoras que desaparecieron volando por la ventana.
"¿Qué les puedo decir a los parientes de quienes salieron volando? ¿Qué les puedo decir a los periodistas?", se pregunta retóricamente Elsheimer para justificar su actitud.
El superviviente del milagro ha dejado de impartir clases en la universidad desde "el incidente", ha descuidado su aseo personal y trata de elaborar lo ocurrido pasándole revista al congreso que terminó con la levitación inexplicable.
Los personas de la Divina Comedia van desfilando por el libro alternándose con los diversos participantes del congreso.
Paolo y Francesca con su amor trágico y adultero que conmueve a Dante, el iracundo Filippo Argenti, Farinata con su orgullo que le permite despreciar el infierno, los papas simoníacos, los usureros, algunos suicidas.
Mientras se van recorriendo los círculos del infierno, de la mano de los diversos conferenciantes, el narrador hace también algunas reflexiones sobre la teología dantesca y sus contradicciones y a veces -pese a admitir que hace tiempo que perdió la fe- trata de relacionarla con una teología moral propia.
"No es difícil entender lo que es el infierno, se mueve. Tiene sucursales, actualmente en Siria, Gaza, Libia, el este de Ucrania y otros países africanos", dice el narrador en un momento dado.
En otra parte se propone poner en el infierno a los jerarcas nazis con castigos que correspondan a la ley del contrapasso, que rige en la obra dantesca y que establece una pena relacionada con el crimen cometido.
Así, Goebbels estaría condenado a que se le cortara eternamente la lengua, Himmler a comer infinitamente cenizas de cadáver y a Hitler lo ve con su perro royéndole la cabeza por los siglos de los siglos.
Esos son momentos en que Elsheimer piensa que el infierno es justo pero en otros momentos cuestiona todo el rigor teológico dantesco, que a veces atentaba contra los propios sentimientos de Dante como en el caso de Paolo y Francesca o en el de su maestro Brunetto Latini a quien encuentra condenado por homosexual.
Elsheimer no logra entender del todo lo que pasó, se pregunta todo el tiempo las razones por las que no fue arrastrado por la levitación y las achaca a un excesivo racionalismo que lo dejó a medio camino de la comprensión de la obra de Dante.
Él se sabe terreno, más cerca de Samuel Beckett o de Kafka pese a haber dedicado su vida a estudiar a Dante y, por eso, se tiene que consolar con haber visto como los otros salían volando. EFE