La vigencia de un sonido que rompió el molde
Se cumplen 40 años de la edición de "Mateo y Trasante" y el percusionista Jorge Trasante, quien grabó el disco a dúo junto a Eduardo Mateo, recordó en Rompkbzas la historia que encierra esta pieza de culto de la música popular uruguaya. Destacó que Mateo, un adelantado a su tiempo, tiene una gran influencia en nuestra identidad musical contemporánea: "De las grabaciones del Kinto hacia acá se creó un movimiento que hoy podemos reivindicar".
"En este disco Eduardo ya adopta en cada canción personajes, marca una diferencia con su primer disco solista (Mateo Solo Bien Se Lame) en cómo las interpreta", explicó Trasante. Recordó que "Mateo y Trasante" se grabó en una "armonía total" y que el estudio Sondor no les puso límite para las horas de trabajo. Ambos fueron unos de los "pioneros en estrenar las ocho pistas en Sondor", en una época en la que estaban acostumbrados a grabar en dos, señaló el músico.
La grabación y la mezcla estuvieron a cargo de José Luis Musetti. Acerca del trabajo del productor, Trasante dijo que aún sigue "admirado por la grabación que hizo". También destacó el apoyo de Enrique Abal, quien les abrió las puertas del estudio y realizó, además, un registro fotográfico de todo el proceso. Señaló que allí se puede "ver la alegría y frescura de Eduardo en el transcurso de la grabación" y dijo que no sabe "si Quique se imaginó la trascendencia que tendría ese trabajo para generaciones futuras". "Mateo logró hacer una música completamente montevideana", destacó.
Eduardo Mateo era un hombre fuera de tiempo, explicó el percusionista. Dijo que "tenía un montón de ideas que le sobraban, que a la mayoría de los músicos nos faltan" y agregó que "se adelantó 30 años a la World Music" fusionando influencias de la música negra peruana, hindú y africana. Recordó que "durante muchos años se le combatió" y que en aquella época no llevaban a las presentaciones "ni a diez personas".
La relación entre los músicos fue fermental, sobre todo para Trasante, más joven que Mateo. "Para mí fue un guía musical y espiritual, un hermano mayor", explicó. El percusionista contó que la grabación del disco fue "el conservatorio musical más grande" que tuvo: "Fue más de un año trabajando juntos, todos los días era un ejercicio encontrarnos y hacer música, lo mejor que me podía pasar siendo un gurí fue tener a Eduardo tocando en casa".