Juguetes de Torres García son expuestos en Málaga
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El fuego, protagonista en varios episodios negros en la vida del pintor uruguayo Joaquín Torres García (1874-1949), acabó también con su sueño de los juguetes didácticos "Aladdin Toys", piezas de madera intercambiables con las que los niños pudieran crear divirtiéndose.
Con motivo de la exposición "Joaquín Torres-García: un moderno en la Arcadia", que acoge hasta febrero de 2017 el Museo Picasso de Málaga (MPM), en colaboración con el MoMA de Nueva York y la Fundación Telefónica de Madrid, esta pinacoteca del sur de España ha diseñado varias actividades paralelas, como conferencias de expertos o talleres de juguetes educativos.
En una entrevista con Efe, el director artístico del MPM, José Lebrero, explica que varias asociaciones y grupos locales de población en riesgo de exclusión social han participado en la creación de juguetes a partir de piezas de madera diseñadas por el Departamento de Educación del museo, siguiendo el proyecto pedagógico de Torres-García.
"Con algo elemental si se le da a una persona y se le deja que haga algo salen cosas distintas. Y eso es fantástico. Cada uno tenemos la imaginación y hay que hacer lo posible para que no la perdamos", indica Lebrero.
El polifacético artista, creador del Universalismo Constructivo, empezó a diseñar juguetes de madera en Barcelona en 1918 como una forma de ganarse la vida, aunque con una clara vocación pedagógica. Pese a que desarrolló esta tarea en Italia, donde lanzó la marca "Aladdin Toys", y en Nueva York, un incendio a finales de la década de los 20 acabó con el sueño.
Algunas de aquellas maderas policromadas creadas en los albores del siglo XX por Torres-García se exponen ahora dentro de la mencionada muestra del MPM y hoy, sábado, comparten paredes con esos "nuevos" 300 juguetes diseñados por mujeres de la tercera edad o niños inmigrantes, además de los de siete artistas locales convocados a tal fin.
Lejos de la imagen elitista o aislada del mundo que las pinacotecas suelen ofrecer, Lebrero (Barcelona, 1954) considera que estas deben tener vocación de "servicio público" y estar orientadas "a la comunidad".
"Estos sitios tienen que ser un servicio público, hechos, pensados y sentidos -hasta donde se puede porque uno no puede hacer lo que quiere- para la comunidad. Mientras sean lo que tienen que ser no están para venderte algo. Cuando visitas la exposición, no te vendemos a Torres-García, sino que te ofrecemos su mundo", explica.
El que fuera responsable del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), en Sevilla, coinciden en opinar que "el gran protagonista del siglo XXI es el público" y que, por ese motivo, las decisiones museísticas deben girar en torno a él.
De sus años al frente del MPM desde que asumiera el cargo en octubre de 2009, Lebrero destaca "el privilegio de pasar tantas horas" en un lugar así como "forma de saber y de aprender".
"El arte te ayuda a aprender de las personas. La obra de arte es un mediador, y estar cerca de todo esto te ayuda a comprender que lo que hacen los creadores son herramientas y medios de transmisión de saber, de conocimiento", declara.
La reciente apertura del Museo de Málaga ha aumentado la oferta expositiva en una ciudad que ya contaba con el Museo Carmen Thyssen, el Ruso de San Petersburgo o el Centro Pompidou, entre otros, lo que le ha valido el apodo de "Málaga, ciudad de los museos", que, en opinión de Lebrero, es "interesante".
"No deja de ser algo casi exótico" que una ciudad "que no sea Madrid ni Barcelona" sea asociada a los museos "y no a los cruceros o a las fiestas populares", indica el director artístico del MPM, quien apuesta por "la especialización" como modo de ganar la "lógica competencia" abierta con esta proliferación de centros.
"Nuestro museo lleva años trabajando en una dirección y en esa queremos seguir", que es la de "contextualizar la obra de (Pablo) Picasso (1881-1973) con la de otros artistas", como Torres-García, con quien, como recuerda Lebrero, el pintor malagueño coincidió en varios momentos de su vida entre Barcelona y París. EFE