Quinta de Mahler
El martes 31 de octubre la Orquesta Filarmónica de Montevideo, dirigida por la maestra Ligia Amadio interpretará la 5ta. Sinfonía de Gustav Mahler. Fernando Medina presentó la obra para Oír con los ojos y la maestra Amadio invitó a los oyentes a escucharla en el Teatro Solís.
Gustav Mahler (1860-1911), que además de ser un genial compositor, muy tardíamente reconocido (recién a partir de 1960, con el centenario de su nacimiento y gracias a los esfuerzos de Leonard Bernstein y también al libro que dedicó a su obra el filósofo Theodor W. Adorno, su nombre comenzó a figurar entre los más importantes de la historia musical) fue la batuta más importante de su tiempo, influyendo de manera incalculable en el arte de la dirección orquestal, escribió magistrales ciclos de canciones, como los Kindertotenlieder, algunas canciones sueltas y sobre todo, un gran ciclo sinfónico que debe situarse al lado de los de Beethoven o Brahms, en la cúspide del repertorio. Nueve sinfonías numeradas completas, su Das Lied von Der Erde y el esbozo de una décima, en la que trabajaba cuando murió, lo componen. La quinta, escrita entre 1901 y 1902, es una de la más interpretadas y grabadas y sin duda una de las favoritas del público.
"No es fácil tener la oportunidad de dirigir una obra tan grande y tan importante como esta";, comentó Amadio a Oír con los ojos. "Primero que nada demanda una orquesta inmensa, la más grande del repertorio sinfónico y demanda un virtuosismo extremo de parte de los músicos. Contar con esa orquesta ya es en sí mismo muy difícil. Esa es la primera razón por la que es este un gran acontecimiento. Luego, a nivel de interpretación, para cualquier director, es un desafío enorme. Dirigir la quinta de Mahler exige una madurez artística muy grande. Yo he trabajado muchos años antes de sentirme en condiciones de abordarla. Es la cuarta vez que la voy a dirigir y siento que hay mil cosas que tengo aún por descubrir en ella. Mi relación con Mahler es de mucho interés y de mucho amor. Me siento una discípula muy modesta de él, que era un grandísimo director además de un compositor genial. Siento que siempre estoy aprendiendo de él. No se puede perder una oportunidad como esta, de oír música de Mahler en el Solís. La quinta, además, es una obra suya muy paradigmática del postromanticismo, del comienzo del siglo XX, una obra muy importante no sólo dentro del repertorio mahleriano. Luego de las cuatro primeras sinfonías, tanto más sencillas viene esta quinta, puramente instrumental, con todas las obsesiones de Mahler, como la muerte, representada en los dos primeros movimientos; con los ländlers luego, esas danzas austríacas tan características; el Adagietto con su lirismo exacerbado -nadie compuso adagios como los de Mahler y este es el más amado de todos-, y por último la alegría, la música de la calle, de las bandas, ese Mahler más mundano que aparece también, en contraste con el otro, dramático, porque en sus sinfonías están todos los extremos.";
La quinta de Mahler es como la Comedia dantesca: primero la Trauermarsch, la marcha fúnebre y el Stürmisch bewegt, el movimiento "agitado y tormentoso";, la primera parte de la sinfonía, en la que el compositor desciende al infierno de la música, primero lento y oscuro y luego trepidante, dolorosísimo y que presenta algo todavía peor hacia el final: un falso final feliz, un asomo de luz en lo alto que descorazonadoramente se desploma enterrando toda ilusión, cuando de un modo fantasmal la música vuelve al llamado de la marcha fúnebre. La segunda parte está compuesta por uno de los scherzos más grandes que se hayan escrito en la historia de la música. Es una enorme arquitectura de valses y ländlers que se eleva, con sus tríos elegantes y con sus potentes complejos orquestales, entre alegre y devastadora, sirviendo de puente hacia la parte final, luminosa, el paraíso de esta música. El famoso Adagietto que Mahler escribió a manera de carta de amor para su mujer, Alma Mahler y el Rondo-Finale se siguen sin interrupción y representan (acaso, pues lo caricaturesco, lo irónico no dejan de asomar) la última gran afirmación victoriosa de Mahler, que después de la quinta ya no compondría finales feel good para sus sinfonías. Compuso, por supuesto, la celestial y goethiana conclusión de la octava, pero por la trascendencia de su mensaje y por su ambigüedad compositiva es esa una música de otra categoría. Este Mahler del final de la quinta es todavía el Mahler de lo pedestre, lo kitsch, lo alegre, lo esperanzador, que no se volvería a escuchar.
Citados en el programa:
¿Por qué Mahler? Cómo un hombre y diez sinfonías cambiaron el mundo
Norman Lebrecht. Alianza Música, ed., 2011.
Mahler. Hacia una fisiognómica musical
Theodor W. Adorno. Península, ed., 2002.
Fragmentos de la Sinfonía no. 5 de Gustav Mahler por la Orquesta New Philharmonia dirigida por Sir John Barbirolli.
A propósito del Adagietto: Visconti, Mann, Mahler: la música de Muerte en Venecia, en Suena Tremendo.