Filarmónica de Montevideo. Concierto de clausura de su Temporada 2017.
El último concierto del 2017 de la Orquesta Filarmónica de Montevideo, dirigida por la maestra Ligia Amadio, será el martes 28 de noviembre a las 19:30 en el Teatro Solís y presentará obras de Ricardo Storm, Paul Hindemith, Francis Poulenc y Maurice Ravel.
Fernando Medina estuvo presente en los ensayos para el concierto y compartió, con dos de los solistas que se presentarán esa noche: la chelista Lucrecia Basaldúa y el pianista Enrique Graf, el siguiente diálogo:
Lucrecia Basaldúa, usted va a tocar el Concierto para violonchelo de Paul Hindemith, es decir, de un compositor poco frecuentado una obra aún menos frecuentada. ¿Con qué música diría que se va a encontrar el público?
Sí, es verdad, la música de Hindemith se toca muy poco y este concierto, de hecho, es la primera vez que se va a interpretar acá en Uruguay. Es una obra que fue escrita en 1940, en plena madurez de Hindemith. Es una obra muy difícil, tanto para el solista como para la orquesta, en la que hay un material de ensamble muy importante, es decir, no es un simple acompañamiento lo que hace la orquesta sino que su participación es muy activa, desde el primer acorde hasta el final de la obra, en diálogo continuo. Es una obra muy impactante, diría, que se hace poco en el mundo, lamentablemente; hay un tema de derechos, que son muy caros y deben ser adquiridos para que la obra pueda ser tocada, y eso hace que tengamos pocas oportunidades de escucharla.
¿Cómo es esta obra desde el punto de vista de la comunicatividad musical? Hindemith puede ser, a veces, un poco árido.
Es verdad, pero aquí no. Este no es ese Hindemith árido. La primera vez que me enfrenté con este concierto ya lo sentí de otra manera. Este concierto es como un bloque lleno de vida, con muchos ritmos internos. En tono de broma una compañera de la orquesta me decía, hoy en el ensayo: "¿qué pasó aquí, puso un ritmo de murga Hindemith?"; y es verdad que hay muchas cosas en esta obra. Hay reminiscencias de marchas medievales, hay músicas para instrumentos de viento y percusión con las que el cello dialoga. Hay mucha riqueza sonora. No es ese Hindemith de grandes construcciones, más analítico de otras obras. Este Hindemith ya pasó por esa etapa, está más maduro aquí y entrega una obra de ritmos y melodías memorables, cosa que no sucede cuando la música es más analítica. Además, Hindemith demuestra conocer muy bien el cello, lo pasea por todo el registro, lo ensambla muy bien con la orquesta y obtiene un resultado que es propio de un gran maestro.
Si tuviera que elegir, como chelista, dos obras favoritas personales suyas, una de cámara y una sinfónica dedicadas a su instrumento, ¿cuáles elegiría?
Las Suites de Bach, sin duda, en primer lugar -Bach es muy grande en la historia de la música y estas son las obras que me hicieron elegir el cello, para estudiarlo, cuando era niña-, y luego una obra que jamás toqué y que siempre me gustó: el quinteto La Trucha, de Schubert. Y entre las obras para cello y orquesta, bueno, las Variaciones sobre un tema rococó de Tchaikovsky me gustan muchísimo; DvoÅák por supuesto; Shostakovich; los dos conciertos de Haydn...
¿Elgar?
No está en mi lista. Me gustan los temas del concierto, pero no su desarrollo. El doble concierto de Brahms, el triple de Beethoven, esas obras sí me gustan mucho.
Usted, maestro Enrique Graf, va a tocar, junto a la pianista española María José de Bustos, el Concierto para dos pianos y orquesta de Francis Poulenc. ¿Cómo describiría esta obra?
Como una música muy divertida. Yo lo encuentro muy divertido a Poulenc. Tiene un gran sentido del humor. Es muy original. Basta escuchar un poquito de su música para reconocerlo inmediatamente. Para mí es uno de los compositores más infravalorados que tenemos en la música. Hay muchas melodías muy románticas en el concierto. Pero hay realmente de todo en esa música. A mí me hace reír. Es muy ocurrente, y por momentos asusta pero es todo en broma. Y va de una cosa a la otra muy rápido. Es un concierto muy entretenido.
¿Cuáles son, para los solistas, las particularidades técnicas de un concierto para dos pianos?
Es complicado porque el piano es un instrumento de percusión, que siempre queremos hacer sonar como si fuera de cuerda. Luego para los solistas es muy difícil lograr que los martillos, las teclas bajen todo el tiempo a la misma vez. Hay dúos de pianistas que tocan este tipo de obras especialmente. Yo lo voy a tocar con una pianista que conocí anoche. Pero ya vimos que los dos tenemos la misma actitud hacia el concierto. No importa si las notas van exactamente juntas. Lo que importa es la idea del concierto. El sentimiento de la música. Los acentos, las disonancias. Yo tuve la suerte de tocar y grabar este concierto con Nibya Mariño y recuerdo que cuando nos juntamos no hablamos ni una palabra: simplemente tocamos. Y esta vez fue lo mismo. Yo creo que va a salir muy bien.
Y usted, si tuviera que nombrar sus obras favoritas, una para una formación reducida, con piano, una para piano solo y una con orquesta, ¿qué obras elegiría?
Bueno, de cámara, vengo de tocar el Cuarteto en sol menor de Mozart, y me encantó, pero también, como Lucrecia, siempre quise tocar La Trucha y nunca tuve la oportunidad. Es una obra divina. Una obra para piano solo, si bien es muy difícil, porque el repertorio es demasiado grande, digamos que elijo la Sonata en si menor de Liszt, que son treinta minutos de música sin parar, cinco movimientos todos unidos; es una obra que tiene de todo, que pasa por todas las emociones. Luego, bueno, me gustan las 32 sonatas de Beethoven, soy loco por los Preludios de Chopin, en fin. Y entre los conciertos me quedo con el no. 4 de Beethoven, sin ninguna duda. Ese concierto es la perfección, en todo sentido. De la primera nota a la última lo encuentro insuperable. Una segunda opción sería el no. 2 de Rachmaninoff. Yo creo que son mis favoritos, los dos, y he tenido la suerte de tocarlos.
Detalles del concierto: Aquí.