Bajo los efectos de la lectura: Ida Vitale
Sobre sus lecturas de siempre, sobre poesía uruguaya, sobre el arte de traducir, sobre música -su gran pasión-, la gran poeta uruguaya conversó con Fernando Medina para Oír con los ojos.
"Vuelvo a Machado, vuelvo a Juan Ramón, vuelvo a Gabriela, vuelvo a Dante", dice Ida Vitale acerca de las voces poéticas que la han acompañado siempre. "Es curioso: uno tendría que volver a ciertos autores, porque hay abandonos que encierran una ignorancia injusta... Está bien que empecemos por la lectura, porque es lo que soy, fundamentalmente, una lectora".
Reinstalada en Montevideo, luego de muchos años de vivir en Austin, Texas, rodeada de bibliotecas llenas de libros en nuestro idioma, en inglés y en francés (faltan muchos más todavía, que tienen que llegar desde Estados Unidos), rodeada de discos también, casi todos clásicos, Ida Vitale dialoga sobre literatura y música con palabras tranquilas, luminosas, libres de toda superstición.
Sigue leyendo la Comedia, "no por la teología, pero sí por su sentido de la justicia", dice. Sigue leyendo a Antonio Machado, a su maestro Juan Ramón Jiménez, a Gabriela Mistral, "porque en Gabriela está todo", y más que nada sigue escuchando música: "La música es lo más importante de todo para mí", declara. Sus compositores predilectos aparecen aquí y allá, en versos, en poemas enteramente musicales, en libros en prosa como El ABC de Byobu que Estuario acaba de editar; en todas partes, leyendo a Ida Vitale se encuentra el lector con los nombres de Heinrich Ignaz Biber -"todo es lícito en su violín, brutal o elegante: sabidurías, minucias" (Reducción del infinito, 2002)-, de Bach, de Couperin, de Zelenka.
El diálogo concluyó con música del temprano compositor alemán Heinrich Schütz, elegido por la entrevistada: de su Musikalische Exequien (opus 7, Dresden, 1636), fragmento de la primera sección por La Chapelle Royale dirigida por Philippe Herreweghe.