Oír con los ojos

Fred Vargas: ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018.

Fred Vargas: ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018.

Lucía Campanella continúa presentando a grandes autoras de nuestro tiempo. Esta vez le tocó el turno a la francesa Frédérique Audoin-Rouzeau, maestra del relato policial y mundialmente conocida por su nombre de pluma: Fred Vargas.

La Fundación Princesa de Asturias, llamada así en alusión a la heredera de la Corona, la princesa Leonor de Borbón, otorga este premio a la labor literaria (existe, claro, el mismo premio para otros campos) desde 1981, concediendo al ganador una insignia, una reproducción de una escultura diseñada por Joan Miró y 50 mil euros. Sus primeros ganadores fueron todos escritores de lengua española: Gonzalo Torrente Ballester, Miguel Delibes, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Carlos Fuentes, por nombrar algunos; a partir de 1999, cuando lo ganó el alemán Günter Grass lo comenzaron a recibir autores de nacionalidades y lenguas diversas: Susan Sontag, Claudio Magris, Amos Oz, Amin Maalouf... Fred Vargas es la primera autora de lengua francesa que lo recibe. El jurado destacó que en sus novelas de intriga "la Historia surge como metáfora de un presente desconcertante" y presenta a la sociedad "como un misterioso y complejo ecosistema".

La producción literaria de Fred Vargas pertenece a un único género; el nombre puede variar: de intrigapolicial policíaco en español, polar en francés, giallo en italiano. Lo primero a considerar, explicó Lucía Campanella, es que policía procede del griego polis: "esto nos hace recordar que la novela policial necesariamente se desarrolla en un espacio urbano y que tiene que haber una puesta en escena de la ciudad, como terreno de juego y como terreno de búsqueda". Luego, es particularmente interesante que en Italia llamen giallo -esto es, amarillo- al relato policial. Es así desde 1929, cuando editorial Mondadori lanzó una colección de novelas de este género con portadas amarillas, que tuvieron un gran suceso y que impusieron el giallo como nombre para este tipo de relatos: con crímenes, con misterios, con investigaciones policiales. Entonces, un invento de Edgar Allan Poe, sí, como decía Borges, con sus leyes, con sus características, con grandes maestros clásicos que pueden ser Sir Arthur Conan Doyle o Gilbert Keith Chesterton; pero también, hacia nuestro tiempo, un fenómeno masivo en el que tal vez ya no importan tanto las cuestiones literarias y en el que lo fundamental es el diálogo entre editoriales y lectores: un anticipo de la emoción lectora de descubrir quién es el asesino bien puede ser la emoción con la que el aventurero de las librerías descubre, a golpe de vista, la inconfundible portada amarilla de una nueva novela de Andrea Camilleri o la clásica roja y negra de una de Siruela, de Fred Vargas.

Vargas, nacida en París en 1957, es medievalista, arqueozoóloga e historiadora. Se especializó en la peste bubónica a través de su tesis doctoral en Historia, y ha dedicado buena parte de su vida profesional como investigadora a rastrear en restos de animales los enigmas del pasado. Es, dicen desde su entorno, sumamente reservada y tímida; concede pocos o ningún reportaje, casi no firma ejemplares, no acude por lo habitual a entregas de premios. Escribe relatos policiales desde 1986 y lleva publicados unos veinte libros, entre las distintas series. 

En la novela negra americana o escandinava no son esenciales la investigación y las deducciones, a la manera de Sherlock Holmes, sino los ambientes sórdidos y los retratos criminales. En las novelas de Vargas los focos de atención son diversos: su condición de experta medieval se la presta provechosamente a uno de sus personajes, Marc Vandoosler, uno de los llamados "tres evangelistas"; su especialidad de arqueozoóloga le permite, según lo analizado por Lucía Campanella, hacer que en muchas de sus novelas lo animal y lo humano convivan en forma de fauna; y lo que tal vez sea lo más significativo de todo: a Vargas le preocupan activamente los asuntos políticos y sociales de su mundo y de su tiempo. Es de muchísimo interés seguir libro a libro cómo la autora se las arregla para comunicar sus posiciones a través de historias y personajes.   

Puede decirse que el comisario Adamsberg, jefe de policía en París, que todo el tiempo camina, que sueña, que descifra enigmas mediante aciertos de su intuición quizá antes que razonando, es el Poirot o el Maigret de Fred Vargas. Fluye el sena (Siruela), el libro elegido para destacar por Lucía Campanella en esta entrega de Oír con los ojos, presenta tres casos protagonizados por este singular resolvedor de crímenes.

Fred Vargas en Editorial Siruela.

Música: Nina Simone (piano), Good bait.