Los libros de Polleri no son placenteros a la manera convencional, no se esmeran en halagar el gusto del lector, no son amables. "No me interesa eso", declara. "Yo te voy a ofrecer siempre el mejor libro que te pueda ofrecer. El más sincero". 

En uno de los capítulos de Los teléfonos de papel se puede leer: "Escribir es ese momento en que el incosciente nos elige para expresar su odio a todo lo que existe y no debería existir". La palabra más inquietante en esa definición es, claro, odio. Sin embargo, es porque "el odio tiene mala prensa", según explica el autor. "El odio es una energía. Todos tenemos muchas razones, muchas cosas para odiar. Es un sentimiento como cualquier otro. Mucho peor que el odio es la frialdad absoluta con la que aveces se decide la vida o la muerte de mucha gente..."

Lo duro, lo violento, lo difícil que puede encontrar el lector en un libro de Polleri siempre parece superar la prueba de la autenticidad. Significativamente acaso el escritor expresa, en esta entrevista, su admiración por un gran clásico griego sinónimo de emociones extremas: Esquilo, al que acaba de redescubrir.

Interrogado Polleri acerca de escritores uruguayos de nuestro tiempo que cuentan con su admiración y de los que cree que tienen potencial para trascender, mencionó (aclarando que sin duda se olvidaría de algunos, e importantes) a Henry Trujillo, Pablo Casacuberta, Rafael Juárez, Leandro Delgado, Lalo Barrubia y Mercedes Estramil.

El final del diálogo sirvió para algunas valoraciones rápidas, de lector: 

Poe: "un maldito y un esencial".

Emily Brontë: "Qué libro Cumbres Borrascosas. Siempre envidié ese libro."

Lautréamont: "Es el padre de todos nosotros".

Horacio Quiroga: "También un maldito y un gran escritor. Me gusta el Quiroga no tanto de La gallina degollada o El almohadón de plumas sino de los cuentos de la selva de Misiones."

Marosa di Giorgio: "Maravillosa. Mágica".

Onetti: "El más complejo de los casos. Yo no puedo leer a Onetti sin pensar en Faulkner. Pero es uno de los grandes".