De tener todo en contra a ser reconocidos por la élite literaria
Lucía Campanella presentó a dos escritores franceses que vencieron a las probabilidades: Jean Genet (1910-1986), de la marginalidad y la ilegalidad a ser un clásico moderno; y el jovencísimo Édouard Louis (1992), que creció en la pobreza, que conoció y sufrió la exclusión y la violencia y que es hoy uno de los más destacados narradores franceses contemporáneos.
La invitación era conversar sobre libros franceses favoritos, de cualquier género y de cualquier época, y Lucía Campanella optó por hacerlo de un modo orgánico: primero eligió una vieja canción basada en un poema de Victor Hugo, Les tuileries (1964), en la que dos "hijos del pueblo" se declaran a sí mismos como dioses. Después comentó una novela poco frecuentada del autor de Les misérables, una ficción breve y poderosa titulada Le Dernier Jour d'un condamné (El último día de un condenado), publicada por primera vez en 1829. Del protagonista, que escribe en primera persona a la manera de un diario, poco o nada sabe el lector; es porque "para Hugo, la pena de muerte no puede ser válida para unos y no válida para otros" -comentó Lucía Campanella-; "de este personaje no importan su extracción social, ni el crimen que cometió, ni cuáles son sus antecedentes. Importa que está condenado a muerte, y esta novela termina siendo un alegato contra la pena de muerte".
Por último presentó al novelista, poeta y dramaturgo Jean Genet, a través de una de sus obras de teatro, Les bonnes (Las criadas), de 1947, y a Édouard Louis, "especie de joven maravilla", a través de su primera novela, En finir avec Eddy Bellegueule (de 2014, en nuestro idioma Para acabar con Eddy Bellegueule, Salamandra), relato autobiográfico de su niñez, terriblemente adversa y del comienzo de su historia como tránsfuga de clase, según su propia expresión: así describe Louis a "personas que salen de una clase social y se instalan en otra", explicó Lucía Campanella.
La canción: Les tuileries, por Bertrand Belin y Cámelia Jordana.